salem##
Bovino de la familia
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Visita sepulcral
Desde pequeños, los dos se habían llevado muy bien y estaban acostumbrados a ayudarse mutuamente. Olga, la esposa de Agustín, le tenía mucho aprecio a su cuñado. Casi, casi lo veía como el hermano menor que siempre había deseado tener. Pepe, el hijo de seis años de la pareja, también lo quería mucho, pues había crecido a su lado.
La noche anterior a la partida de Ausencio, su cuñada cocinó uno de sus mejores guisados. Además puso sobre la mesa una de las botellas de tequila que estaban guardadas desde hacía diez años. En aquel entonces Agustín había comprado una caja con doce botellas de las mejores de aquella bebida y todas las enterró en el patio de su casa para que se añejaran. Cada vez que tenían una reunión muy especial desenterraba una para tomársela con sus invitados. En todas esas fiestas, Ausencio siempre había estado presente. A lo largo de la década ya habían consumido diez y les quedaban dos. Esa noche no dudó en desenterrar la penúltima para saborearla en compañía de su hermano.
La que queda la voy a guardar para cuando regreses, le comentó Agustín cuando terminaron de beber la última copa.
Al día siguiente la familia acompañó al que partía la terminal de autobuses. Entre ellos reinaba el desconsuelo de la despedida. Aunque no lo confesaran, sentían como si ésa fuera la última vez que se veían.
¡Que Dios te bendiga!, le dijo sollozando Olga,
Cuídate mucho, hermano, acuérdate que todavía nos falta tomarnos la botellita que aún queda.
¡Sí, tío, cuando vuelvas yo también me tomo una contigo!, gritó Pepe con sus ojos inundados de lagrimas.
Ausencio llegó a la frontera cerca de la medianoche. De inmediato fue contactado con un “coyote” que le ofreció pasarlo al otro lado a cambio de cinco mil pesos.
Minutos después, el muchacho fue conducido a un paraje solitario en el que había unos cien sujetos que también estaban dispuestos a jugársela. Y, después de algunas vicisitudes, pudo la mayoría llegar a su destino. Sin embargo, el lugar al que fueron conducidos se convirtió en un verdadero infierno. El dueño de la granja a la que los llevaron a trabajar era dirigido por un norteamericano robusto, bigotón, quien les advirtió que debían obedecer sus órdenes si no querían que él mismo los entregara a la policía migratoria. El les brindaría trabajo y comida, con la condición de que no se atrevieran ni siquiera asomarse fuera de la granja. Les pagaría ocho dólares al día y al terminar la cosecha de frutas los dejaría marcharse a otro lado.
A partir de esto, el pobre muchacho y los demás braceros estuvieron laborando prácticamente como esclavos a lo largo de los seis meses. Estaban viviendo muy mal, con poco salario y en una situación casi infrahumana.
Debido al encierro en el que se encontraba, Ausencio no pudo ni siquiera mandar una carta a sus familiares, lo cual lo tenía muy triste pues pensaba que jamás volvería a verlos.
Pero por fin un día, decidió escapar de aquel lugar. Aprovecho que uno de los capataces se quedo dormido. Al percatarse de ese descuido, el joven se deslizó lentamente por entre los surcos hasta que llegó a una barda cubierta por unos árboles.
Haciendo un enorme esfuerzo, trepó la cerca y se dejó caer al otro lado.
Corrió con todas sus fuerzas hasta que llegó a una carretera. Para su fortuna, instantes después pasó por ahí un camión conducido por un compatriota, quien le dio aventón a un poblado cercano a la frontera con México.
A su ciudad llegó la noche de un lluvioso día de junio. Tocó la puerta de su casa, pero nadie acudió a abrirle. Por la ventana se veía que la luz de la sala estaba encendida, mas no se escuchaba ningún ruido. Insistió con mayor fuerza y recordó que sus parientes no habían sabido nada de él durante casi seis meses. Imaginó que quizás creyeran que había muerto. Sin embargo, la puerta se abrió lentamente y del otro lado se asomó su sobrino, quien lo miró con alegre gesto de sorpresa.
¡Qué bueno que llegaste, tío!, exclamó el pequeño.
Ausencio se quedó estupefacto ante el recibimiento. Al entrar al comedor vio con sorpresa que estaba puesta la mesa para la cena. En medio, adornado con un moño, estaba el tequila prometido. El muchacho no entendía en absoluto lo que pasaba. Nervioso y desconcertado le preguntó a Pepe que en dónde estaban sus padres. Éste le contestó que habían salido a comprar algo y que no tardarían en regresar.
Ahora sí voy a tomarme una copa contigo, recuerda que te lo prometí, le dijo con su voz y expresión infantil, mientras abría la botella.
El hombre le pidió que esperaran, pero el pequeño le aclaró que sus padres le habían dado permiso para tomarse esa primera “ronda” con él. Así que Ausencio y el niño se empinaron su bebida. De inmediato, Ausencio identificó el fuerte sabor de la bebida. Durante unos instantes permaneció callado sin decir nada, como si estuviera ordenando sus pensamientos. De pronto, sin embargo, se comenzó a sentir mareado y todo a su alrededor se ennegreció.
¡Mi papá me dijo que te tomaras una a su salud!, alcanzó apenas a escuchar al desvanecerse.
Cuando despertó se percató de que estaba sobre el sucio piso de la casa. Adentro no había ni un solo mueble. Únicamente telarañas y polvo. Ausencio se incorporó de un salto y salió corriendo hacia la calle. Su corazón latía con una violencia inusitada. Se dirigió a la casa del vecino más cercano y le preguntó por su parentela, lo siento, muchacho, pero ellos fallecieron hace tres meses. Dejaron abierta la llave de la estufa y se envenenaron con el gas, le respondió el viejo mirándolo con pena.
El joven corrió como desesperado al patio de la casa. Con sus dedos cavó el lugar donde su hermano había enterrado las botellas una década atrás. Sus dedos, se apoderaron de la última botella que restaba. Limpio con su ropa la capa de tierra que estaba embarrada en el cristal y levantó la botella hacia el cielo para poder verlo mejor. Lleno de horror descubrió que le faltaba una parte del líquido ¡la misma que él y su sobrino se habían bebido la noche anterior!
[El libro Siniestro año I, 4 de junio de 1997, De la Roca Armando, páginas 91 a la 95, editorial Toukan]
¡ [FONT="]No se olviden dejar sus comentarios, espero les guste la historia !
