Hernan8
Bovino maduro
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Primero analizaremos si la Biblia contradice la ciencia:
Razones para confiar en la Biblia
Por el momento se contestará:
1. Si la Biblia posee exactitud científica o no y
2. ¿Pudo tragarse un gran pez a Jonas?
1. Exactitud científica
La ciencia ha avanzado muchísimo en las últimas décadas: viejas teorías han cedido el paso a otras más novedosas. Lo que en su día se admitió como verdad ahora tal vez se considere falso. Tanto es así que no dejan de revisarse los libros de ciencia.
LA Biblia no es un tratado científico, pero cuando toca aspectos de este tipo se destaca no solo por lo que dice, sino también por lo que no dice.
Libre de conceptos contrarios a los principios científicos. En la antigüedad hubo conceptos erróneos muy difundidos, entre ellos que la Tierra era plana o que la sostenían ciertos objetos o sustancias tangibles. Antes, cuando la ciencia aún ignoraba cómo se propagaban las enfermedades o cómo prevenirlas, los médicos empleaban ciertas técnicas que eran ineficaces o, en el peor de los casos, mortales. Pero la Biblia no apoya ni siquiera una vez, en sus más de mil cien capítulos, ningún concepto ni ninguna técnica nociva que vayan en contra de los principios científicos.
Declaraciones con rigor científico. Hace tres mil quinientos años, la Biblia declaró que la Tierra colgaba “sobre nada” (Job 26:7). En el siglo VIII antes de nuestra era, Isaías aludió claramente al “círculo [o esfera] de la tierra” (Isaías 40:22). Una Tierra esférica que flota en el vacío sin nada físico o visible que la sustente... ¿no parece un concepto increíblemente moderno?
La Ley de Moisés (escrita alrededor de 1500 antes de nuestra era y recogida en los cinco primeros libros de la Biblia) contenía acertados preceptos sobre la cuarentena, sobre qué hacer cuando se tocaba un cadáver y sobre cómo deshacerse de los excrementos (Levítico 13:1-5; Números 19:1-13; Deuteronomio 23:13, 14).
Gracias en parte a los poderosos telescopios que escrutan el firmamento, algunos cosmólogos han llegado a la conclusión de que el universo tuvo un nacimiento repentino. Claro, no todos los científicos aceptan lo que implica este punto de vista. Cierto profesor dijo: “Un universo que tenga principio parece exigir una primera causa, pues ¿quién podría imaginar semejante efecto sin una causa de suficiente magnitud?”. Mucho antes de que se inventaran los telescopios, el primer versículo de la Biblia ya afirmaba: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).
Aunque se trata de un libro antiguo y toca muchos temas, la Biblia no contiene inexactitudes científicas. ¿Verdad que merece, como mínimo, que la examinemos?
2. ¿Pudo un gran pez tragarse a Jonás?
Antes de que lean les aclaro que la Biblia nunca dijo que fue una ballena, solo dice un gran pez....
Contiene como referencia un artículo de La revista National Geographic (diciembre de 1992)
LA BIBLIA dice que Jonás, profeta de Jehová del siglo IX a.E.C., abordó un barco para eludir su asignación. Durante el tempestuoso viaje por el Mediterráneo, la tripulación lo arrojó por la borda. “Jehová asignó un gran pez para que se tragara a Jonás, de modo que Jonás llegó a estar en las entrañas del pez tres días y tres noches.” (Jonás 1:3-17.)
Algunos dicen: ‘Imposible. Ninguna criatura marina puede tragarse a un hombre’. No obstante, el cachalote y el enorme tiburón blanco sí pueden hacerlo. La revista National Geographic (diciembre de 1992) mencionó otra posibilidad: el tiburón ballena. Es el mayor escualo, y puede llegar a medir 28 metros de longitud y pesar hasta 70 toneladas.
“La peculiar anatomía del aparato digestivo del tiburón ballena trae a la memoria la historia de Jonás. Usted puede imaginarse la descomunal boca del escualo succionándolo accidentalmente [...]. En las cavernosas fauces de un tiburón ballena adulto no muy grande cabrían con facilidad un par de Jonases.”
El tiburón ballena se alimenta de plancton y kril, que “filtra en el esófago y engulle en la enorme y dilatable cocina de banquetes que es su estómago cardial”. Pero ¿cómo podría salir de allí? La revista National Geographic sigue diciendo: “Los tiburones tienen un método para deshacerse sin brusquedad de los objetos grandes que se han tragado y resultan difíciles de digerir [...]. El tiburón puede vaciar su estómago cardial invirtiéndolo y sacándolo por la boca para expulsar su contenido. [...] De modo que usted podría salir deslizándose sobre una capa mucosa, más viscoso, pero más sabio debido a la experiencia”.
En la actualidad no se han hallado tiburones ballena en el Mediterráneo, aunque se han visto en lugares tan septentrionales como la ciudad de Nueva York. ¿Se internaban en aguas mediterráneas en tiempos de Jonás? Nadie lo sabe con certeza. La Biblia no especifica qué criatura marina utilizó Jehová. Sin embargo, Jesús mismo confirmó la veracidad del relato de Jonás. (Mateo 12:39, 40.)
Solo comente si ha leído los artículos
Razones para confiar en la Biblia
Por el momento se contestará:
1. Si la Biblia posee exactitud científica o no y
2. ¿Pudo tragarse un gran pez a Jonas?
1. Exactitud científica
La ciencia ha avanzado muchísimo en las últimas décadas: viejas teorías han cedido el paso a otras más novedosas. Lo que en su día se admitió como verdad ahora tal vez se considere falso. Tanto es así que no dejan de revisarse los libros de ciencia.
LA Biblia no es un tratado científico, pero cuando toca aspectos de este tipo se destaca no solo por lo que dice, sino también por lo que no dice.
Libre de conceptos contrarios a los principios científicos. En la antigüedad hubo conceptos erróneos muy difundidos, entre ellos que la Tierra era plana o que la sostenían ciertos objetos o sustancias tangibles. Antes, cuando la ciencia aún ignoraba cómo se propagaban las enfermedades o cómo prevenirlas, los médicos empleaban ciertas técnicas que eran ineficaces o, en el peor de los casos, mortales. Pero la Biblia no apoya ni siquiera una vez, en sus más de mil cien capítulos, ningún concepto ni ninguna técnica nociva que vayan en contra de los principios científicos.
Declaraciones con rigor científico. Hace tres mil quinientos años, la Biblia declaró que la Tierra colgaba “sobre nada” (Job 26:7). En el siglo VIII antes de nuestra era, Isaías aludió claramente al “círculo [o esfera] de la tierra” (Isaías 40:22). Una Tierra esférica que flota en el vacío sin nada físico o visible que la sustente... ¿no parece un concepto increíblemente moderno?
La Ley de Moisés (escrita alrededor de 1500 antes de nuestra era y recogida en los cinco primeros libros de la Biblia) contenía acertados preceptos sobre la cuarentena, sobre qué hacer cuando se tocaba un cadáver y sobre cómo deshacerse de los excrementos (Levítico 13:1-5; Números 19:1-13; Deuteronomio 23:13, 14).
Gracias en parte a los poderosos telescopios que escrutan el firmamento, algunos cosmólogos han llegado a la conclusión de que el universo tuvo un nacimiento repentino. Claro, no todos los científicos aceptan lo que implica este punto de vista. Cierto profesor dijo: “Un universo que tenga principio parece exigir una primera causa, pues ¿quién podría imaginar semejante efecto sin una causa de suficiente magnitud?”. Mucho antes de que se inventaran los telescopios, el primer versículo de la Biblia ya afirmaba: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).
Aunque se trata de un libro antiguo y toca muchos temas, la Biblia no contiene inexactitudes científicas. ¿Verdad que merece, como mínimo, que la examinemos?
2. ¿Pudo un gran pez tragarse a Jonás?
Antes de que lean les aclaro que la Biblia nunca dijo que fue una ballena, solo dice un gran pez....
Contiene como referencia un artículo de La revista National Geographic (diciembre de 1992)
LA BIBLIA dice que Jonás, profeta de Jehová del siglo IX a.E.C., abordó un barco para eludir su asignación. Durante el tempestuoso viaje por el Mediterráneo, la tripulación lo arrojó por la borda. “Jehová asignó un gran pez para que se tragara a Jonás, de modo que Jonás llegó a estar en las entrañas del pez tres días y tres noches.” (Jonás 1:3-17.)
Algunos dicen: ‘Imposible. Ninguna criatura marina puede tragarse a un hombre’. No obstante, el cachalote y el enorme tiburón blanco sí pueden hacerlo. La revista National Geographic (diciembre de 1992) mencionó otra posibilidad: el tiburón ballena. Es el mayor escualo, y puede llegar a medir 28 metros de longitud y pesar hasta 70 toneladas.
“La peculiar anatomía del aparato digestivo del tiburón ballena trae a la memoria la historia de Jonás. Usted puede imaginarse la descomunal boca del escualo succionándolo accidentalmente [...]. En las cavernosas fauces de un tiburón ballena adulto no muy grande cabrían con facilidad un par de Jonases.”
El tiburón ballena se alimenta de plancton y kril, que “filtra en el esófago y engulle en la enorme y dilatable cocina de banquetes que es su estómago cardial”. Pero ¿cómo podría salir de allí? La revista National Geographic sigue diciendo: “Los tiburones tienen un método para deshacerse sin brusquedad de los objetos grandes que se han tragado y resultan difíciles de digerir [...]. El tiburón puede vaciar su estómago cardial invirtiéndolo y sacándolo por la boca para expulsar su contenido. [...] De modo que usted podría salir deslizándose sobre una capa mucosa, más viscoso, pero más sabio debido a la experiencia”.
En la actualidad no se han hallado tiburones ballena en el Mediterráneo, aunque se han visto en lugares tan septentrionales como la ciudad de Nueva York. ¿Se internaban en aguas mediterráneas en tiempos de Jonás? Nadie lo sabe con certeza. La Biblia no especifica qué criatura marina utilizó Jehová. Sin embargo, Jesús mismo confirmó la veracidad del relato de Jonás. (Mateo 12:39, 40.)
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