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Bovino adicto
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Habiendo sido aprobadas las Reformas Hacendaria y Electoral, los mexicanos vemos ya claramente que la minoría neoliberal, que es mayoría en el gobierno, pretende conservar la “estabilidad” y el “desarrollo” en base al sacrificio, hambre y sufrimiento del pueblo, y desea perpetuar la dictadura de los grandes empresarios nacionales y extranjeros mediante la aplicación de las políticas económicas neoliberales en los ámbitos económico, político y social, que no están pensadas para resolver los graves problemas del pueblo y de la nación, y que, aplicadas a nivel mundial, están poniendo en riesgo la existencia misma de la humanidad.
La Reforma Energética.
Viene pues, entre otras, la Reforma Energética, que para el gobierno neoliberal se resume en una sola idea: reformar la Constitución General de la República, y demás leyes, para permitir, legalmente, la privatización de las industrias eléctrica y petrolera en manos del Estado, posibilitando, así, la inversión extranjera sin límites en Petróleos Mexicanos (PEMEX), la Comisión Federal de Electricidad (CFE)
A esto se limita la “sesuda” y “maravillosa” propuesta que, según el gobierno, sacará a nuestro país de todos sus problemas, propuesta que para concebirla les costó seguramente muchas noches de desvelo e incontables horas de profunda reflexión a Calderón Hinojosa, a su partido, el PAN, a las cúpulas empresariales y al resto de neoliberales.
¿Las privatizaciones son la solución?
Pero si esto es la solución para el país, ¿por qué no nos ha beneficiado para nada la privatización de cientos de empresas del Estado llevadas a cabo desde el gobierno de Miguel de la Madrid, como la ferrocarrilera, azucarera, carretera, minera, de telefonía, satelital, portuaria, de transporte aéreo, de televisoras (como Canal 13), de la banca, entre muchas otras?
Porque la inmensa mayoría de éstas, hoy privatizadas, han quebrado o se encuentran en crisis debido a la corrupción y ambición de sus nuevos propietarios, que finalmente termina pagando el pueblo mexicano con los famosos “rescates”, como el bancario, el carretero, el azucarero y ahora hasta el satelital, con la quiebra de Satélites Mexicanos (Satmex).
Otras, como Telmex, han servido para hacer fortunas enormes, inexplicables e insultantes en medio de la pobreza del pueblo, y algunas más, como los bancos, se encuentran en manos de extranjeros, con consecuencias trágicas para los trabajadores de las mismas y para la nación.
Ferrocarriles, un ejemplo.
Como ejemplo tenemos lo que fue Ferrocarriles Nacionales de México (FNM). Al privatizarse, en 1995, durante el régimen de Zedillo, se dijo que los ferrocarriles se iban a modernizar, que sus trabajadores serían recontratados y que su servicio mejoraría.
Sin embargo, sucedió todo lo contrario, pues una vez privatizada se suspendió de inmediato el servicio de transporte de pasajeros, quedando solamente el de carga; las vías y las máquinas siguieron siendo las mismas y se fueron deteriorando; se quedaron sin empleo cerca de 68 mil trabajadores; y finalmente, la empresa extranjera a la que prácticamente se le regaló FNM (en el caso de esta región sureste, la norteamericana Genesee Wyoming Inc.), se fue y dejó la concesión por “incosteable” y todos sus trabajadores quedaron repentinamente desempleados.
Lo anterior tiene una explicación muy sencilla: si un gran empresario, nacional o extranjero, compra una empresa del Estado, lo hace para obtener ganancias, este es su principal objetivo, no para servir al pueblo o a la nación. Las trasnacionales no son damas de la caridad, como tampoco lo son los que están en la lista de “Forbes”.
Los apagones: muestra de la ineficiencia y corrupción de las trasnacionales eléctricas.
Es falso igualmente que con la privatización mejoraría el servicio de empresas como la CFE, y para comprobarlo sólo basta recordar los apagones de los que fueron responsables los monopolios eléctricos privados en Estados Unidos (2003) y en Argentina (2002).
El jueves 14 de agosto del 2003, un apagón en los Estados Unidos dejó sin energía eléctrica por tres días a 50 millones de personas de la costa noreste estadounidense y del sureste canadiense; afectó a ocho de sus estados y a ciudades como Nueva York, Toronto y Ohio, entre otras. Las pérdidas materiales fueron de 3 mil millones de dólares diarios y la CFE mexicana tuvo que entrar en su auxilio.
En Argentina, el apagón del 4 de noviembre del 2002 afectó a 13 millones de personas y, antes, en 1999, se había producido el más prolongado de su historia, en el que decenas de barrios estuvieron sin electricidad durante 11 días.
Consecuencias de una Reforma Energética neoliberal.
Entonces, privatizar PEMEX y la CFE significaría, en resumidas cuentas: despidos masivos de sus trabajadores; encarecimiento de sus servicios y productos; la pérdida de enormes recursos que, aún hoy, de una u otra manera, son utilizados en beneficio del pueblo y nos permiten gozar, como país, de cierta estabilidad e independencia respecto al exterior (siendo falso que esto sea un logro de los panistas).
Asimismo, el aumento de los precios de las gasolinas y de las tarifas eléctricas, repercutiría de manera grave en la inflación y en la carestía de la vida.
Por otro lado, una industria eléctrica en manos de extranjeros afectaría a la pequeña y mediana industria nacional e iría dejando a miles de pequeñas comunidades del país sin el servicio, por no resultarles esto redituable.
Sin embargo, lo más grave sería que se cerraría, por muchos años, la posibilidad para nuestro país de alcanzar realmente un desarrollo económico con independencia y progreso social, pues estas industrias son básicas para lograrlo.
fuente: http://www.periodistasenlinea.org/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=5980
La Reforma Energética.
Viene pues, entre otras, la Reforma Energética, que para el gobierno neoliberal se resume en una sola idea: reformar la Constitución General de la República, y demás leyes, para permitir, legalmente, la privatización de las industrias eléctrica y petrolera en manos del Estado, posibilitando, así, la inversión extranjera sin límites en Petróleos Mexicanos (PEMEX), la Comisión Federal de Electricidad (CFE)
A esto se limita la “sesuda” y “maravillosa” propuesta que, según el gobierno, sacará a nuestro país de todos sus problemas, propuesta que para concebirla les costó seguramente muchas noches de desvelo e incontables horas de profunda reflexión a Calderón Hinojosa, a su partido, el PAN, a las cúpulas empresariales y al resto de neoliberales.
¿Las privatizaciones son la solución?
Pero si esto es la solución para el país, ¿por qué no nos ha beneficiado para nada la privatización de cientos de empresas del Estado llevadas a cabo desde el gobierno de Miguel de la Madrid, como la ferrocarrilera, azucarera, carretera, minera, de telefonía, satelital, portuaria, de transporte aéreo, de televisoras (como Canal 13), de la banca, entre muchas otras?
Porque la inmensa mayoría de éstas, hoy privatizadas, han quebrado o se encuentran en crisis debido a la corrupción y ambición de sus nuevos propietarios, que finalmente termina pagando el pueblo mexicano con los famosos “rescates”, como el bancario, el carretero, el azucarero y ahora hasta el satelital, con la quiebra de Satélites Mexicanos (Satmex).
Otras, como Telmex, han servido para hacer fortunas enormes, inexplicables e insultantes en medio de la pobreza del pueblo, y algunas más, como los bancos, se encuentran en manos de extranjeros, con consecuencias trágicas para los trabajadores de las mismas y para la nación.
Ferrocarriles, un ejemplo.
Como ejemplo tenemos lo que fue Ferrocarriles Nacionales de México (FNM). Al privatizarse, en 1995, durante el régimen de Zedillo, se dijo que los ferrocarriles se iban a modernizar, que sus trabajadores serían recontratados y que su servicio mejoraría.
Sin embargo, sucedió todo lo contrario, pues una vez privatizada se suspendió de inmediato el servicio de transporte de pasajeros, quedando solamente el de carga; las vías y las máquinas siguieron siendo las mismas y se fueron deteriorando; se quedaron sin empleo cerca de 68 mil trabajadores; y finalmente, la empresa extranjera a la que prácticamente se le regaló FNM (en el caso de esta región sureste, la norteamericana Genesee Wyoming Inc.), se fue y dejó la concesión por “incosteable” y todos sus trabajadores quedaron repentinamente desempleados.
Lo anterior tiene una explicación muy sencilla: si un gran empresario, nacional o extranjero, compra una empresa del Estado, lo hace para obtener ganancias, este es su principal objetivo, no para servir al pueblo o a la nación. Las trasnacionales no son damas de la caridad, como tampoco lo son los que están en la lista de “Forbes”.
Los apagones: muestra de la ineficiencia y corrupción de las trasnacionales eléctricas.
Es falso igualmente que con la privatización mejoraría el servicio de empresas como la CFE, y para comprobarlo sólo basta recordar los apagones de los que fueron responsables los monopolios eléctricos privados en Estados Unidos (2003) y en Argentina (2002).
El jueves 14 de agosto del 2003, un apagón en los Estados Unidos dejó sin energía eléctrica por tres días a 50 millones de personas de la costa noreste estadounidense y del sureste canadiense; afectó a ocho de sus estados y a ciudades como Nueva York, Toronto y Ohio, entre otras. Las pérdidas materiales fueron de 3 mil millones de dólares diarios y la CFE mexicana tuvo que entrar en su auxilio.
En Argentina, el apagón del 4 de noviembre del 2002 afectó a 13 millones de personas y, antes, en 1999, se había producido el más prolongado de su historia, en el que decenas de barrios estuvieron sin electricidad durante 11 días.
Consecuencias de una Reforma Energética neoliberal.
Entonces, privatizar PEMEX y la CFE significaría, en resumidas cuentas: despidos masivos de sus trabajadores; encarecimiento de sus servicios y productos; la pérdida de enormes recursos que, aún hoy, de una u otra manera, son utilizados en beneficio del pueblo y nos permiten gozar, como país, de cierta estabilidad e independencia respecto al exterior (siendo falso que esto sea un logro de los panistas).
Asimismo, el aumento de los precios de las gasolinas y de las tarifas eléctricas, repercutiría de manera grave en la inflación y en la carestía de la vida.
Por otro lado, una industria eléctrica en manos de extranjeros afectaría a la pequeña y mediana industria nacional e iría dejando a miles de pequeñas comunidades del país sin el servicio, por no resultarles esto redituable.
Sin embargo, lo más grave sería que se cerraría, por muchos años, la posibilidad para nuestro país de alcanzar realmente un desarrollo económico con independencia y progreso social, pues estas industrias son básicas para lograrlo.
fuente: http://www.periodistasenlinea.org/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=5980