Entre acusaciones, diputados avalan de modo general la reforma política
      Los cambios que permiten la iniciativa y consulta popular y las candidaturas independientes bastan para definir que es trascendente: PRI
La revocación de mandato desató el escándalo
                       
		
		
	
	
                 	Emilio Chuayffet bajó a su curul para enfrentar las acusaciones en contra del 
tricolorFoto Francisco Olvera       
       
                     Enrique Méndez y Roberto Garduño
         
       Periódico La Jornada
Miércoles 26 de octubre de 2011, p. 5
        En medio del escándalo, la Cámara de Diputados  aprobó ayer en lo general la reforma a la Constitución en materia de  reforma política, pero la rispidez con que los partidos abordaron la  revocación de mandato –rechazada por PRI y PVEM descompuso la sesión,  misma que tocó fondo y se suspendió cuando los legisladores se acusaron  de beber alcohol en sus curules.
 La crisis en la relación entre diputados obligó a una reunión urgente  de los coordinadores parlamentarios, que acordaron reunirse a las 8:30  de hoy en la Conferencia para los Trabajos Parlamentarios, con objeto de  acordar un pacto de caballeros que evite reditar una discusión como la de este martes.
 Anoche, si los diputados Enoé Uranga y Porfirio Muñoz Ledo pidieron investigar el ambiente etílico que se respiraba en el pleno, el panista Óscar Saúl Castillo aderezó que las bebidas corrían en la bancada de (Enrique) Peña Nieto,  pero la sesión se le volvió a descarrilar a Emilio Chuayffet (PRI)  cuando no detuvo a tiempo a su compañero de bancada y ganadero Julián  Nazar, quien soltó: Si le hiciéramos un examen de sangre a Porfirio, 90 por ciento sería alcohol y 10 por ciento botana.
 Llegado a ese tono, los coordinadores de PRI, PAN y PRD subieron a  toda prisa hasta la mesa directiva para pedirle a Chuayffet parar la  sesión.
 Antes de declarar el receso, y mientras el griterío crecía en los pasillos, Chuayffet Chemor permitió a Muñoz Ledo responder: En  todos los parlamentos, cuando un presidente de asamblea ve que se le  está faltando al respeto a cualquier legislador, debe parar y borrarlo  del diario de los debates. Pero nos ocurrió también en la comparecencia  de (Javier, secretario del Trabajo) Lozano, que empezó a injuriar a los  legisladores.
 El pie al altercado, sin embargo, lo dieron Enoé Uranga y Jaime  Cárdenas, a quienes secundó Muñoz Ledo. Uranga señaló hacia las curules  de sus compañeros del PRD y Jaime Cárdenas afirmó que el tufo provenía  de los priístas.
 Más aún, le pidió a Chuayffet: ¡Orden, presidente, para que se deje de beber en esta sala de sesiones!  El priísta, que durante toda la tarde fue acusado de parcialidad en  favor del PRI, e incluso dejó por momentos su papel de titular de la  Cámara para confrontar al PAN, devolvió a Cárdenas Gracia: Cada uno de los diputados conoce las obligaciones que nos impone la normatividad que rige a esta honorable Cámara.
 Jorge Hernández Hernández, de la bancada mexiquense del 
tricolor, demandó al panista Óscar Castillo retractarse. ¡Lo conmino a que venga uno por uno y verifique si es cierto su dicho, y si no, que lo retire públicamente!  El panista se disculpó con Hernández, aun cuando fue uno de los  diputados a los que los perredistas acusaron de estar borracho en el  pleno.
 La descomposición que vive la Cámara es tal que, cuando algunos de  sus compañeros le preguntaron a Enoé Uranga identificar a los diputados  ebrios, ella respondió –azuzada por el priísta José Ramón Martel– que el  perredista Avelino Méndez era uno de ellos.
 La especie corrió tan rápido, que Avelino Méndez se apresuró a presentarse en la sala de prensa. Aquí estoy, y no estoy borracho. Y no porque me apure lo que piensen los diputados o ustedes, ¡sino mi mujer!, dijo a los reporteros, y soltó una sonora carcajada.
 Definido como el único tema a abordar en la sesión de ayer, el  dictamen de las comisiones de Puntos Constitucionales y de Gobernación  generó desde el inicio el intercambio de críticas del PRI con PAN, PRD y  PT sobre el alcance de la reforma, que estas tres bancadas calificaron  de mocha y mutilada, al considerar que no concede más  atribuciones a los ciudadanos, sino que fortalece el poder presidencial,  y que su redacción estuvo condicionada a la voluntad de Enrique Peña  Nieto.
        
               Al defender el dictamen, Felipe Solís Acero (PRI) afirmó que la reforma es a 20 artículos de la Constitución, pero que basta  con los cambios que permiten la iniciativa popular, las candidaturas  independientes y la consulta popular para definir que es por sí misma  trascendente. ¡No echemos a la coladera lo que juntos hemos construido!, expresó.
 Panistas y perredistas criticaron que no se admitiera la relección de  legisladores y alcaldes y Óscar Arce Paniagua, de cción Nacional, acusó  al 
tricolor de gradualismo y de negarle a los electores la  capacidad de decidir si los diputados y senadores se mantienen en sus  cargos por un periodo más.
 Muñoz Ledo definió que toda reforma política en el país, desde la década de los 70, ha tenido una intención. La  de 1977, aumentar y pluralizar la Cámara de Diputados,  constitucionalizar los partidos y abrir los espacios a la sociedad  golpeada por el 68; y la de 1996, la autonomía a la autoridad electoral,  darle credibilidad a la elección y limitar la intervención del gobierno  en los comicios y la autonomía del Distrito Federal.
 En ese sentido, dijo que la de ahora tiene como intención  fortalecer al Ejecutivo, con algunas migas para las graderías, para  permitirle escapar a la jurisdicción del Congreso, al permitirle no  tomar protesta ante esta soberanía e incluso designar a su sucesor  automático, como lo hizo Porfirio Díaz. Esta es la reforma de quienes  quieren volver a Los Pinos en términos predatorios.
 Los grupos parlamentarios presentaron 45 reservas, y se admitió una  propuesta de Jaime Cárdenas para que los candidatos independientes  reciban financiamiento público y tiempos oficiales en radio y  televisión. El PRD propuso introducir una fracción VI al artículo 35  constitucional, para incluir la revocación del mandato.
 Durante casi cinco horas, el PRI alegó que no podía incluirse la  adición, porque como Cámara revisora no podía alterar la minuta del  Senado y que esa figura no forma parte de la agenda del presidente  Felipe Calderón. Es más, punzó Martel, de existir actualmente, el PRD ya  habría solicitado la revocación del mandato calderonista.
 Los priístas se solazaron en la mancuerna PAN-PRD y Muñoz Ledo les devolvió: Reacciona el PRI como si hubiera perdido a su novia del PAN.
 Impugnado por negar que el tema se debatiera, Chuayffet primero bajó a  su curul para utilizar enseguida la tribuna. Desde ahí, afirmó que es  la Constitución la que remite al reglamento sobre la conducción de las  sesiones, y reclamó: Dejemos de estar por la cuerda con trampitas de burócratas que no progresaron.
 Una y otra vez, todos los oradores del PRI no pudieron explicar si  están en favor o no de la revocación del mandato, en lo que Muñoz Ledo  calificó como una contribución al cantinfleo.
 El 
tricolor pidió tiempo, que la revocación de mandato se  revise en comisiones –como se hará en la de Puntos Constitucionales a  partir de hoy– y Miguel García Granados cerró con broche de oro: ¡Hacer las leyes no es hacer un kilo de tortillas!