El juez del caso no le dio permiso para trabajar y tiene cuatro hijos, de 15, 12, 10 y 3 años.

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Gloria, una mujer de 32 años, sabe que está condenada a 54 meses de prisión porque cometió un error, pero es madre, y la garganta se le reseca cada vez que ve a sus hijos aguantar hambre, sin ropa y con el lastre de su delito a cuestas.
Una tarde de visitas en la cárcel La Modelo le costó su libertad. Todo comenzó con la amistad que entabló con Leo, una mujer a la que conoció cuando se rebuscaba la vida negociando comida en la zona roja de la avenida Caracas. "Ella vendía tinto, fue buena conmigo, me ayudó a conseguir una pieza, pero había cosas que no me convenían", dijo Gloria, aferrándose a la pequeña mano de su hijo.
Gloria sabía que su amiga entraba droga y armas a la cárcel, pero el día de la captura ella le había prometido que se trataba de una visita conyugal. Solo eso.
En la fila de ingreso al penal, Leo comenzó a sangrar porque se había guardado algo en la vagina. "Al verla tan mal yo la auxilié y le recibí un paquete que luego guardé en mi espalda. Pensé que era un arma, pero resultaron ser 580 gramos de marihuana".
Cuando fue sorprendida, Gloria intentó sin éxito explicar lo sucedido, pero la respuesta fue una amenaza de muerte para su familia. Todo eso pasó el 31 de diciembre del 2008, cuando miles de familias celebraban el fin de año.
Gloria estuvo en un calabozo y terminó por aceptar los cargos. "En este país toca decir lo que los jueces quieran. La verdad no vale: la cárcel tiene sus propias reglas y negocios. Fui condenada a 54 meses de prisión", dijo Gloria con la mirada recia.
Cuatro niños de 15, 12, 10 y 3 años quedaron a la deriva, sin mamá, sin papá, sin nada. "Mi madre es mayor y mi hermana tiene hepatitis C, no me podían ayudar y el resto de mi familia no me quiere ni ver".
En prisión Gloria se movió como pudo para obtener la casa por cárcel, hasta cazar peleas a cambio de tarjetas para llamar a sus hijos. "Es que yo tenía fama de fuerte, pero en el fondo estaba con el alma en vilo por mis bebés".
El juez a cargo de su proceso le asignó casa por cárcel pero no le dio un permiso para trabajar en la calle con horarios restringidos. "Mire, yo sé, estoy pagando una condena y no merezco premios, pero estando con casa por cárcel me echaron de mi domicilio con mis hijos por no tener cómo pagar arriendo".
Una mano amiga
*Gabriela, una mujer bondadosa, se apiadó de Gloria y sus hijos mientras aguantaban penas en las calles de Patio Bonito. "Los vi pálidos y pidiendo comida regalada. Mi corazón se quebró: tenía que darles posada".
Paradójicamente, Gabriela vive con su esposo y sus hijos en una casa de interés social, en sólo un piso que tienen arrendado. "Calcule cómo vivimos. Pero el corazón no me deja echarlos a la calle".
El juez se ha negado a todas las peticiones de Gloria para obtener un permiso de trabajo en la calle. "Es que sólo sé vender comida. Por eso el jueves decidí pedir mi reintegro a la cárcel, para poder cumplir rápido mi condena. Lo único que me angustia es no ver a mis hijos, pero Gabriela dijo que me los cuidaría".
Gloria, oriunda de Barrancabermeja, tiene un pasado que acongoja. Fue víctima de violencia intrafamiliar con su primer esposo con quien tuvo tres hijos. De él huyó muy joven a Bogotá, donde se rebuscó la comida en la calle para zafarse de terminar prostituyendo su cuerpo, una propuesta que le hicieron siempre sus clientas. En Bogotá tuvo otro niño, pero la historia terminó con los mismos matices de su primera relación.
A la tragedia se le suma otro ingrediente. "Mis hijos mayores viven ahora con su padre en Barrancabermeja. Sé que pone a mi hijo a lavar busetas y que le quita el dinero. El otro sí está estudiando, pero tiene que ver cómo su padre sostiene relaciones con otra mujer".
Gloria ya no llora, su cara está curtida de tristezas, de un pasado duro, de calle, de polvo, de hambre, de muchos errores. Sólo hay un sentimiento que no ha podido despojar de su corazón: el amor por sus hijos.
http://www.eltiempo.com/colombia/bo...rcel-pide-que-la-regresen-a-prision_7892732-1
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