Angel Valle de Chalco
Becerro
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- 9 Ago 2012
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Hola a todos, hoy quiero confesarles que hace unos minutos tuve mi primer experiencia como exhibicionista, les cuento... Salí de casa rumbo al trabajo y tomé un autobús, unos kilómetros más adelante se subieron dos pasajeras, una mamá y su hija (23 o 24 años aprox.) y se sentaron en los asientos dobles que están justo antes de la puerta trasera de salida. Se me hizo fácil abrir mi cierre del pantalón y dejar al descubierto mi pene, la sensación era una mezcla de lujuria y miedo, creo que la adrenalina sirvió para tener una erección en unos cuantos segundos; al dirigirme hacia la puerta trasera, le mostré a la señorita mis genitales y se quedó asombrada, su mamá, quien estaba sentada del lado de la ventanilla, iba mirando hacia la carretera, por lo que no se pudo dar cuenta de lo que sucedía. Pero no me conformé con eso, el vaivén del autobús me hizo pegar mi pene en el brazo de la chica y se lo embarré por unos segundos mientras yo tocaba el timbre solicitando el descenso y el autobús se detenía para que pudiera bajar...
Hasta ahí todo bien, continué mi camino hacia la estación del metro más cernano, pero grande fue mi sorpresa cuando, al realizar el transbordo de una línea a otra, ellas también estaban esperando el mismo convoy del metro. La chica me miró y no dijo nada, por lo que me atreví a subirme tras de ellas y quedamos sentados muy cerca, el vagón tenía los asientos dispuestos en forma de "L", ellas se sentaron en las bancas dobles y yo en la solitaria. La muchacha, quien, lo admito, era bastante guapa aunque un poco carente de formas voluptuosas, quedó junto a la ventanilla y su madre del lado del pasillo. Todo se confabulaba para permitirme poner mi mochila en la orilla de mis piernas y sacar de su empaque mi verga que aún estaba caliente y dura por la experiencia del autobús, y con la misma chica. Puse mi mochila de tal modo que sólo ella pudiera admirar mi pedazo de verga palpitando por su causa. La estuvo mirando de reojo por varias estaciones, y yo me hacía el disimulado pensando qué hacer, tratando de adivinar en sus gestos un indicio de cólera o satisfacción, pero iba muy seria.
De repente se me ocurrió tratar de pillarla mirándome de fijo el falo erecto, así que volteé hacia otro lado disimuladamente un par de segundos hacia otro lado y regresé mi mirada para comprobar que ya sin desparpajo veía el movimiento de mis dedos acariciándome de arriba hacia abajo... Resulta que en la siguiente estación le dijo a su mamá: "vámonos, vamos a salirnos", por lo que su mamá sorprendida, no atinaba a adivinar lo que sucedía, en ese momento me entró el miedo de pensar que iba directo a jalar la palanca de emergencia para acusarme, por lo que yo también me levanté de mi asiento para que, en cuanto se abrieran las puertas, emprendiera la graciosa huída. Así lo hice y el corazón me latía a mil por hora, pero la exitación continuó bajo mis pantalones.
Por fin llegué a la oficina y lo primero que quise hacer fue desahogarme con ustedes contandoles esta experiencia. Me gustaría mucho que expresaran sus opiniones al respecto, y conocer sus puntos de vista, tando de hombres como de mujeres. Les agadezco mucho que se tomen el tiempo de leerme.
Saludos. :angel:
Hasta ahí todo bien, continué mi camino hacia la estación del metro más cernano, pero grande fue mi sorpresa cuando, al realizar el transbordo de una línea a otra, ellas también estaban esperando el mismo convoy del metro. La chica me miró y no dijo nada, por lo que me atreví a subirme tras de ellas y quedamos sentados muy cerca, el vagón tenía los asientos dispuestos en forma de "L", ellas se sentaron en las bancas dobles y yo en la solitaria. La muchacha, quien, lo admito, era bastante guapa aunque un poco carente de formas voluptuosas, quedó junto a la ventanilla y su madre del lado del pasillo. Todo se confabulaba para permitirme poner mi mochila en la orilla de mis piernas y sacar de su empaque mi verga que aún estaba caliente y dura por la experiencia del autobús, y con la misma chica. Puse mi mochila de tal modo que sólo ella pudiera admirar mi pedazo de verga palpitando por su causa. La estuvo mirando de reojo por varias estaciones, y yo me hacía el disimulado pensando qué hacer, tratando de adivinar en sus gestos un indicio de cólera o satisfacción, pero iba muy seria.
De repente se me ocurrió tratar de pillarla mirándome de fijo el falo erecto, así que volteé hacia otro lado disimuladamente un par de segundos hacia otro lado y regresé mi mirada para comprobar que ya sin desparpajo veía el movimiento de mis dedos acariciándome de arriba hacia abajo... Resulta que en la siguiente estación le dijo a su mamá: "vámonos, vamos a salirnos", por lo que su mamá sorprendida, no atinaba a adivinar lo que sucedía, en ese momento me entró el miedo de pensar que iba directo a jalar la palanca de emergencia para acusarme, por lo que yo también me levanté de mi asiento para que, en cuanto se abrieran las puertas, emprendiera la graciosa huída. Así lo hice y el corazón me latía a mil por hora, pero la exitación continuó bajo mis pantalones.
Por fin llegué a la oficina y lo primero que quise hacer fue desahogarme con ustedes contandoles esta experiencia. Me gustaría mucho que expresaran sus opiniones al respecto, y conocer sus puntos de vista, tando de hombres como de mujeres. Les agadezco mucho que se tomen el tiempo de leerme.
Saludos. :angel: