jarochilandio
Bovino de la familia
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J. Jaime Hernández y David Brooks
La Jornada en Línea
7 de abril de 2017
Primer acto: el Secretario de Estado de EU, Rex Tillerson, declara durante una reciente gira por Turquía que el futuro de Siria —pero, sobre todo, la continuidad de Bashar al Assad como su jefe Estado—, es un asunto que sólo compete a los ciudadanos sirios.
(En otras palabras, EU se alinea con Rusia y Siria y se distancia de las exigencias de la administración Obama y sus aliados en Europa que, durante seis años, han insistido en pedir la cabeza del presidente sirio).
Segundo acto: Decenas de civiles, entre ellas niños y mujeres, mueren durante un nuevo ataque con armas químicas en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria. A pesar de que el gobierno de Bashar al Assad ha negado toda participación durante este ataque, el hecho de que este bombardeo se haya ensañado contra la población civil, en un enclave controlado por la resistencia, apunta el dedo acusador contra el régimen de Damasco.
Tercer acto: el presidente Donald Trump, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, se declara horrorizado por el ataque contra la población civil en Siria y reconoce que, tras este crimen de lesa humanidad, su actitud hacia Siria y Bashar al Assad, “ha cambiado mucho”.
Assad “ha cruzado muchas líneas” con este ataque contra “niños y bebés inocentes”, asegura.
Sin embargo, en medio de su indignación, Trump se niega a ir más allá de su retórica de condena para aclarar si, acaso, esto significa una nueva batería de sanciones contra el régimen de Assad, o un drástico cambio de postura que no gustará nada a Rusia.
¿Cómo se llamó la obra?
“Donald Trump en el laberinto de su política exterior y su contradictoria relación con Rusia”.
Desde que asumió el poder, Donald Trump ha sido incapaz de articular una política exterior coherente en distintos frentes.
Pero, el caso de Siria, revela hasta qué punto su diplomacia parece alinearse con los intereses de Rusia que, durante más de seis años, ha demostrado su empeño por mantener su único y más importante enclave estratégico en Oriente Medio.
¿Hasta qué punto el crimen de lesa humanidad contra la población civil en Siria alejará a la administración Trump de sus planes por aliarse con Rusia en la lucha contra el Estado Islámico, mientras permite que Bashar al Assad siga en el poder y Vladimir Putin conserve su protectorado en Siria?
Sólo el tiempo lo dirá.
Por el momento, el aparente cambio frente a un conflicto que ha desplazado a más de 10 millones de personas (5 millones en calidad de refugiados en distintos países de Oriente Medio y Europa), parece reducirse a una nueva serie de salvas retóricas que sólo complicarán el proceso de negociaciones por la paz y muy difícilmente pasarán al terreno de las sanciones.
A pesar de la indignación del presidente Trump y de su representante ante la ONU, Nikki Haley, y no obstante el aparente cambio de actitud hacia el gobierno de Bashar al Assad, muchos analistas dudan sobre la posibilidad de que la administración Trump inicie una nueva ofensiva contra Rusia, la nación que más celebró su victoria frente a su contendiente demócrata, Hillary Clinton.
Además, ello supondría un golpe de timón que colocaría a su gobierno en el mismo bando de su antecesor en el cargo, Barack Obama, a quien Donald Trump sigue culpando de todos los males aquejan al mundo.
Fuente
Total, que La ChimolTrump sigue como balsa en altamar en plena tormenta.
La Jornada en Línea
7 de abril de 2017

Primer acto: el Secretario de Estado de EU, Rex Tillerson, declara durante una reciente gira por Turquía que el futuro de Siria —pero, sobre todo, la continuidad de Bashar al Assad como su jefe Estado—, es un asunto que sólo compete a los ciudadanos sirios.
(En otras palabras, EU se alinea con Rusia y Siria y se distancia de las exigencias de la administración Obama y sus aliados en Europa que, durante seis años, han insistido en pedir la cabeza del presidente sirio).
Segundo acto: Decenas de civiles, entre ellas niños y mujeres, mueren durante un nuevo ataque con armas químicas en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria. A pesar de que el gobierno de Bashar al Assad ha negado toda participación durante este ataque, el hecho de que este bombardeo se haya ensañado contra la población civil, en un enclave controlado por la resistencia, apunta el dedo acusador contra el régimen de Damasco.
Tercer acto: el presidente Donald Trump, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, se declara horrorizado por el ataque contra la población civil en Siria y reconoce que, tras este crimen de lesa humanidad, su actitud hacia Siria y Bashar al Assad, “ha cambiado mucho”.
Assad “ha cruzado muchas líneas” con este ataque contra “niños y bebés inocentes”, asegura.
Sin embargo, en medio de su indignación, Trump se niega a ir más allá de su retórica de condena para aclarar si, acaso, esto significa una nueva batería de sanciones contra el régimen de Assad, o un drástico cambio de postura que no gustará nada a Rusia.
¿Cómo se llamó la obra?
“Donald Trump en el laberinto de su política exterior y su contradictoria relación con Rusia”.
Desde que asumió el poder, Donald Trump ha sido incapaz de articular una política exterior coherente en distintos frentes.
Pero, el caso de Siria, revela hasta qué punto su diplomacia parece alinearse con los intereses de Rusia que, durante más de seis años, ha demostrado su empeño por mantener su único y más importante enclave estratégico en Oriente Medio.
¿Hasta qué punto el crimen de lesa humanidad contra la población civil en Siria alejará a la administración Trump de sus planes por aliarse con Rusia en la lucha contra el Estado Islámico, mientras permite que Bashar al Assad siga en el poder y Vladimir Putin conserve su protectorado en Siria?
Sólo el tiempo lo dirá.
Por el momento, el aparente cambio frente a un conflicto que ha desplazado a más de 10 millones de personas (5 millones en calidad de refugiados en distintos países de Oriente Medio y Europa), parece reducirse a una nueva serie de salvas retóricas que sólo complicarán el proceso de negociaciones por la paz y muy difícilmente pasarán al terreno de las sanciones.
A pesar de la indignación del presidente Trump y de su representante ante la ONU, Nikki Haley, y no obstante el aparente cambio de actitud hacia el gobierno de Bashar al Assad, muchos analistas dudan sobre la posibilidad de que la administración Trump inicie una nueva ofensiva contra Rusia, la nación que más celebró su victoria frente a su contendiente demócrata, Hillary Clinton.
Además, ello supondría un golpe de timón que colocaría a su gobierno en el mismo bando de su antecesor en el cargo, Barack Obama, a quien Donald Trump sigue culpando de todos los males aquejan al mundo.
Fuente
Total, que La ChimolTrump sigue como balsa en altamar en plena tormenta.