Una nota que resume a la perfección lo que sucedió en el caso de la joven Marisol Valles.
El miedo acabó con el sueño de la valiente Marisol Valles
La prensa celebró en octubre del año pasado cuando la estudiante de  criminología, de 20 años, tomó las riendas del pequeño cuerpo policial  de Praxedis
Ciudad de México.- El sueño de Marisol Valles duró cuatro meses. Las  amenazas y violencia de grupos del narcotráfico, que secuestran,  torturan y matan sin piedad, pudieron más que el proyecto de la joven  jefa policial mexicana de pacificar su pueblo hablando con la gente.
    Su  partida sigilosa y urgente a Estados Unidos junto con su esposo, hijo y  padres, para pedir asilo, más su destitución del cargo por abandono de  funciones obligaron esta semana a un aterrizaje forzoso con una realidad  que ha dejado más de 15.000 muertos en México en un año.
    La  prensa celebró en octubre del año pasado cuando la estudiante de  criminología, de 20 años, tomó las riendas del pequeño cuerpo policial  de Praxedis G. Guerrero, un municipio aledaño de Ciudad Juárez, situado  en el peligroso Valle de Juárez.
    Hubo un mezcla de  incredulidad, admiración y fantasía sobre la valiente mujer que  pretendía apostar por la prevención, con los nueve agentes a su cargo,  en una jungla de fusiles AK-47 y decapitados.
    Ahí estaba ella,  la joven madre con lentes de intelectual y poca experiencia, lista para  cambiar el rostro de su pueblo. Su caso tuvo tanto impacto que la  revista "Newsweek" la incluyó esta semana en su primera lista de 150  mujeres que sacudieron el mundo, a propósito del Día Internacional de la  Mujer.
    Valles dijo de entrada que en una región como la suya  sentir miedo era "natural". Sin embargo, descartó meterse con la  delincuencia organizada porque esa no era su función como simple  encargada policial del pueblo, bajo las órdenes del alcalde.
    La  joven estudiante pretendía reconstituir el tejido social, devolver a la  gente la tranquilidad de salir a las calles. "Vamos a prevenir", dijo  cuando fue nombrada. "Es un equipo de trabajo. No es solamente Marisol  contra el mundo".
    Pero una cosa son los buenos propósitos y  otra la realidad. Que ella quisiera ignorar a los grupos criminales no  quiere decir que los grupos criminales fueran a ignorarla a ella.
    "Sucede  que seguramente le han de haber planteado que la neutralidad los  cárteles del narco no la aceptan como buena. Quieren que las  autoridades, los policías estén con ellos", dijo el visitador de la  comisión estatal de derechos humanos, Gustavo de la Rosa Hickerson.
    Según  de la Rosa, Valles está alojada en un centro de detención de El Paso  mientras se resuelve su pedido de asilo. Tan rápido abandonó México el  jueves pasado, relató el funcionario, que tanto en su casa como en la de  sus padres quedaron las luces encendidas.
    Pero Valles no es  la única mujer que ha asumido en México funciones policiales y tampoco  la única que lo ha pasado mal. De hecho, a otras les fue todavía peor.
    En  abril del año pasado la secretaria de Seguridad Pública del peligroso  estado de Michoacán Minerva Bautista sobrevivió de milagro un atentado,  en el que un comando disparó diez granadas y 2.700 tiros contra su  vehículo y su escolta. Dos agentes y dos civiles murieron, y tres meses  después la jefa policial renunció.
    Según datos del censo de  población nacional realizado en 2010, muchas localidades golpeadas por  la violencia del narcotráfico se están convirtiendo en pueblos fantasma.
    En  Praxedis vivían 8.514 personas hace cinco años y el número se redujo a  2.128. Cuando se hizo el censo, de las 1.064 viviendas del pueblo más de  la mitad -589- estaban deshabitadas. Ya son más: la casa de Marisol  también está vacía.