Me da un cierto gusto vivir en esta época de la vida en la que pude tener la suerte de vivir un fin de siglo y el comienzo de otro, y de vivir los centenarios de los dos eventos más trascendentales que vivieron nuestros ancestros continentales y de ultramar.
Siento que sí es una época para celebrar (que no festejar) y reforzar nuestra identidad multicultural, añeja y moderna que tienen los mexicanos y hacer un espacio para la reflexión sobre temas como la justicia social, el progreso, la equidad y tolerancia, así como nuestro futuro.
...al menos creo que así debía ser.
Pero también hay un poco de recato moral y de razocinio que me dice que estos días son más días de guardar, de luto, de introspección.
Eso que se menciona de "cual festejo si no han nada que festejar" no me parece nada errado; por el contrario.
Las cosas no están nada bien y pintan más de un color negro que tricolor. No creo pertinente ni moralmente justificable -insisto- en celebrar que muchos hombres y mujeres, niños y niñas sufrieron y murieron durante las guerras de independencia y el movimiento de la revolución. Posiblemente la causa exigía sacrificios, el derecho al cambio cobró su cuota.... pero en lo que al día de hoy concierne, hay un sesgo social y un saldo por pagar a la justicia; y ese gap cada vez es más grande entre lo que se debe y lo que se ha pagado a los mexicanos.
Lo peor de todo es que siento que seguir la corriente con los festejos sería tan incorrecto y perverso como organizar una peda en una sala de cuidados intensivos de un hospital.
Saludos ba-komunidad!!
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