Buffon Del Rey
Bovino de la familia
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gracias por el dato, mu interesante
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Regístrame ya!El Valle de las Luminarias
Lo que hoy es Santiago, era conocido como Camémbaro, que significa "país de las siete luminarias". Como explica J.J. Benítez en Mis enigmas favoritos, el nombre Camémbaro se debe a los 7 volcanes extinguidos (en realidad 13, aunque sólo 7 importantes) que se alzan en un margen de 7 kilómetros cuadrados. En torno a estos volcanes, las "siete luminarias", existen todo tipo de misterios. Ya los cronistas de Indias mencionaron leyendas como la de Chan, un mostruo que supuestamente viviría en una de las luminarias, la Alberca, que como las demás ha sustituido la incandescente lava por lagos de aguas profundas. En otro, el Yuriría, según la tradición, poco antes de un terremoto cambia el color de las aguas.
Benítez recoge en su libro testimonios directos de la aparición de Chan, como el de Guillermo García Aguilar, Jose Manuel García Rivera, etc., que nada tienen que envidiar a los relatos sobre el mostruo del lago Ness. Pero tal vez, uno de los enigmas más extraordinarios del Valle de las Luminarias es el que acaparó la atención internacional hace veinte años. En dichas fechas varios campesinos del valle, como Oscar Arredondo o José Carmen García, asombraron a la opinión pública con unos frutos y legumbres de colosales dimensiones. Matas de apio de un metro de altura, hojas de acelga de 1,85 metros, cebollas de 15 kl., y otros prodigiosos vegetales que anonadaron a propios y extraños. No obstante, la presión de la multinacionales hizó que los campesinos del Valle de la Luminarias desapareciesen de los medios de comunicación, dejando de producir aquellos extraordinarios vegetales.
Ante la curiosidad de investigadores como Benítez, algunas voces sugirieron que se trataba de conocimientos legados de seres "no humanos", y relacionados con los ciclos de la astrología aplicados a la agricultura.
Pese a todo, es imposible concluir esta breve referencia al Valle de las Luminarias sin citar el enigma por excelencia, apuntado ya por Ignacio Ramírez en su libro El Nigromante. Y es que lo más curioso es que los siete volcanes que conforman esta región, vistos desde el aire, resultan ser una réplica exacta de las siete estrellas de la Osa Mayor... ¿Cómo puede existir una réplica exacta en el suelo mexicano de la constelación de El Carro? ¿Una casualidad?