frafraa
Bovino maduro
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La sustentabilidad comenzó por ser una forma primitiva de vida, se convirtió en necesidad y ha terminado en una moda, en la cual los visionarios han logrado poner al mercado los conceptos más antiguos como la última novedad estampada con algún eslogan de Greenpeace para aquellos que deseen ser amigables al planeta; pero ese no será el tema de hoy.
El bambú tampoco es ninguna novedad; también llamado ‘guadua’ en Latinoamérica, es una planta nativa de todos los continentes con excepción de Europa y Antártica.
Este pasto de tallo hueco, entre sus miles de usos ha sido utilizado desde tiempos inmemorables en la arquitectura vernácula de diferentes regiones como: Brasil, China, India, Tailandia, Vietnam, entre otros.
Pues a partir del Siglo XVIII, con la Revolución Industrial, el uso del acero en la construcción generó un desarrollo vertiginoso del mismo y dejó de lado toda arquitectura vernácula; junto con la torre Eiffel, el acero se convirtió en símbolo de innovación, tecnología y estatus, mientras que el bambú, el adobe y la palma se estereotiparon como material para casas pobres.
Para el siglo XXI el bambú comienza a vislumbrarse como "el material de construcción a escoger" y la panacea universal por sus excelentes características físicas, mecánicas y estéticas; y aunque esto no tiene nada de novedoso, es completamente cierto.
Con él se construye una casa entera: tejas, paredes, cañerías y puertas. Con él se fabrican muebles, telas y papel. También se come y es sabroso. Y se vende bien. Produce la mejor madera al menor costo ambiental.
La cosecha del bambú es un procedimiento beneficioso a cada paso, ya que la siembra en un área nativa (sin deforestar para su siembra) cuadruplica el consumo Co2 que tendría un cultivo común de madera; listo para cosechar en un periodo de 5 años. Mucho más liviano que el acero y 5 veces más resistente, el bambú es fácil de acarrear fuera de los lugares de cosecha sin dañar el medio ambiente con camiones y transportes que contaminan y crean grandes gastos de energía: bastará con dos o tres personas para acarrearlo, sin mencionar que el costo de la construcción se reduce muchísimo.
De manera comparativa - una varilla de hierro de 1 cm2 de sección - menos de ½" - resiste a la tracción 40 KiloNewtons. Una guadua con una sección de 12 cm2 resiste 216 KN.
Con él puede construirse todo: la estructura, cimientos, puertas, pisos, escaleras, ventanas, muebles hasta las tuberías y, al final, si se necesita demoler la casa, los deshechos que se crearán serán orgánicos, completamente biodegradables y sin ninguna clase de perjuicio al ambiente.
Desde luego que tiene desventajas, pero son mínimas en contraposición con sus virtudes:
1. El agua, la humedad y la intemperie, que le causan pudrición.
2. El fuego, que la consume.
3. Los hongos e insectos, que atacan su estructura y la destruyen.
4. Los rayos ultravioleta de la luz solar que la decoloran y la hacen más vulnerable a los anteriores agentes.
Todo esto puede evitarse o contrarrestarse con tratamientos específicos para el bambú.
. -No podría inventarse un mejor material de construcción-, dice Darrel DeBoer, arquitecto de San Francisco, especializado en materiales sustentables.
.- Cualquier cosa construida en acero, yo la puedo hacer en bambú más rápido e igualmente barato-, asegura Pero Vélez.
No pretendo presentarles el bambú como lo último en tecnología e innovación porque sería una falacia, sino demostrarles que la arquitectura vernácula, que se dejó de lado en un principio en combinación con algunos nuevos conceptos, es la opción más prometedora en un mundo que pretende volverse un poco más amigable al ambiente.
Tomado de la Revista Filos.mx
El bambú tampoco es ninguna novedad; también llamado ‘guadua’ en Latinoamérica, es una planta nativa de todos los continentes con excepción de Europa y Antártica.
Este pasto de tallo hueco, entre sus miles de usos ha sido utilizado desde tiempos inmemorables en la arquitectura vernácula de diferentes regiones como: Brasil, China, India, Tailandia, Vietnam, entre otros.
Pues a partir del Siglo XVIII, con la Revolución Industrial, el uso del acero en la construcción generó un desarrollo vertiginoso del mismo y dejó de lado toda arquitectura vernácula; junto con la torre Eiffel, el acero se convirtió en símbolo de innovación, tecnología y estatus, mientras que el bambú, el adobe y la palma se estereotiparon como material para casas pobres.
Para el siglo XXI el bambú comienza a vislumbrarse como "el material de construcción a escoger" y la panacea universal por sus excelentes características físicas, mecánicas y estéticas; y aunque esto no tiene nada de novedoso, es completamente cierto.

Con él se construye una casa entera: tejas, paredes, cañerías y puertas. Con él se fabrican muebles, telas y papel. También se come y es sabroso. Y se vende bien. Produce la mejor madera al menor costo ambiental.
La cosecha del bambú es un procedimiento beneficioso a cada paso, ya que la siembra en un área nativa (sin deforestar para su siembra) cuadruplica el consumo Co2 que tendría un cultivo común de madera; listo para cosechar en un periodo de 5 años. Mucho más liviano que el acero y 5 veces más resistente, el bambú es fácil de acarrear fuera de los lugares de cosecha sin dañar el medio ambiente con camiones y transportes que contaminan y crean grandes gastos de energía: bastará con dos o tres personas para acarrearlo, sin mencionar que el costo de la construcción se reduce muchísimo.
De manera comparativa - una varilla de hierro de 1 cm2 de sección - menos de ½" - resiste a la tracción 40 KiloNewtons. Una guadua con una sección de 12 cm2 resiste 216 KN.

Desde luego que tiene desventajas, pero son mínimas en contraposición con sus virtudes:
1. El agua, la humedad y la intemperie, que le causan pudrición.
2. El fuego, que la consume.
3. Los hongos e insectos, que atacan su estructura y la destruyen.
4. Los rayos ultravioleta de la luz solar que la decoloran y la hacen más vulnerable a los anteriores agentes.
Todo esto puede evitarse o contrarrestarse con tratamientos específicos para el bambú.
. -No podría inventarse un mejor material de construcción-, dice Darrel DeBoer, arquitecto de San Francisco, especializado en materiales sustentables.
.- Cualquier cosa construida en acero, yo la puedo hacer en bambú más rápido e igualmente barato-, asegura Pero Vélez.
No pretendo presentarles el bambú como lo último en tecnología e innovación porque sería una falacia, sino demostrarles que la arquitectura vernácula, que se dejó de lado en un principio en combinación con algunos nuevos conceptos, es la opción más prometedora en un mundo que pretende volverse un poco más amigable al ambiente.
Tomado de la Revista Filos.mx