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- #1
Otro muy antiguo que encontre en mi correo, para aquellos inconformes que piensan que todo sale de guerra de chistes
En la parada del autobús, un nutrido grupo espera, en apretada línea, su turno subir al vehículo. Entonces, le llega el turno a una bella joven que viste botas altas y una chaqueta a juego con una pequeña minifalda de cuero. La chica se percata que el escalón de acceso al autobús es tan alto, que la mini le va a impedir subir. Sonrojada por la pena, se lleva las manos atrás, buscando la cremallera, la localiza, la baja un tanto y se dispone a subir. ¡Nada! Todavía la falda le impide levantar la pierna para alcanzar el escalón.
Avergonzada, mira al chofer, sonríe tímidamente y, de nuevo, se lleva las manos atrás y baja un poco más la cierre. Pese a todo, todavía la minifalda le impide levantar la pierna para subir.
La gente que espera en línea comienza a incomodarse y a protestar. En aquel momento, el fornido tipo que esperaba su turno detrás de ella, la toma por la cintura, y con facilidad la sube al ómnibus como si fuera una pluma. La muchacha, furiosa! , se vuelve al desconocido y le increpa:
"¡Cómo se atreve a tocarme, descarado! ¡Yo no sé quién es usted, fresco!"
Y el hombretón, encogiéndose de hombros, le responde:
"Lo siento, señorita, pensé que después de haber tratado de abrirme la bragueta dos veces seguidas ya éramos amigos, ¿o no?"
En la parada del autobús, un nutrido grupo espera, en apretada línea, su turno subir al vehículo. Entonces, le llega el turno a una bella joven que viste botas altas y una chaqueta a juego con una pequeña minifalda de cuero. La chica se percata que el escalón de acceso al autobús es tan alto, que la mini le va a impedir subir. Sonrojada por la pena, se lleva las manos atrás, buscando la cremallera, la localiza, la baja un tanto y se dispone a subir. ¡Nada! Todavía la falda le impide levantar la pierna para alcanzar el escalón.
Avergonzada, mira al chofer, sonríe tímidamente y, de nuevo, se lleva las manos atrás y baja un poco más la cierre. Pese a todo, todavía la minifalda le impide levantar la pierna para subir.
La gente que espera en línea comienza a incomodarse y a protestar. En aquel momento, el fornido tipo que esperaba su turno detrás de ella, la toma por la cintura, y con facilidad la sube al ómnibus como si fuera una pluma. La muchacha, furiosa! , se vuelve al desconocido y le increpa:
"¡Cómo se atreve a tocarme, descarado! ¡Yo no sé quién es usted, fresco!"
Y el hombretón, encogiéndose de hombros, le responde:
"Lo siento, señorita, pensé que después de haber tratado de abrirme la bragueta dos veces seguidas ya éramos amigos, ¿o no?"