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Bovino Milenario
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- 14 Ene 2010
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Un vistazo a la psicopatología de los delincuentes más violentos de México, quienes son carentes de moral, dignidad, lealtad y remordimientos, a lo que se debe sumar su probada cobardía.
Toma 1. Aparece el rostro de un muchacho. Está cubierto con vendas. Tiene el pelo abundante, negro, revuelto. Alrededor del cuello lleva amarrada la que parece ser la funda de una almohada. Tiene el torso desnudo. La cámara lo tiene en primer plano.
Toma 2. La cámara se aleja más, el fondo del escenario está cubierto por una colcha. Se escucha la voz de un secuestrador que ordena:
—¡Ya, empiézale!
El joven, que está sentado en el piso, desnudo, completamente desnudo, tiene la cabeza levemente agachada, y recita: “¡Mamá, por favor! ¡Por favor ya dales el dinero! Saben que te-tenemos el consultorio, y por el consultorio hay tres propiedades en Bosques de (...), y en Bosques de (...) esquina con (...) tenemos tres propiedades más. Ya, por favor, si no me van a cortar un dedo”, suplica, mientras sube y baja la cabeza, como desorientado. “Y que ya-ya están... Ya saben dónde vive mi tía (...). ¡Por favor, yaaa! ¡Yaaa, por favor! ¡Ya me quiero ir, mamaaaá! ¡¡¡Ya!!!”.
El secuestrador interrumpe y le pregunta al plagiado: “¿Estás sufriendo, o estás tranquilón?”, “¡¡¡No, estoy sufriendo!!!”, contesta el cautivo.
Toma 3. Mientras el adolescente responde, uno de los secuestradores le propina una patada en la cara, en el lado derecho del rostro.
Toma 4. De inmediato el verdugo blande un cinturón y empieza a cuerear al chico en la parte izquierda de su cuerpo. Le da cinco cinturonazos mientras dirige sus amenazas a la madre, quien recibirá el video: “¡¿Eso era lo que querías, cabrona?! Esto sólo es el principio del final, ¿eh, cabrona?, ¡te lo advierto!”.
“No, nooo, ay, ay...”, se lamenta el niño. El plagiario dobla el cinturón y continúa con la tortura, con los cuerazos, mientras sigue dirigiéndose a la madre: “El primer paso de los pasos que quieras que dé yo... De ti depende... De ti depende hasta dónde lléguemos (sic), ¿eh? El próximo paso es un dedito…”.
Hasta ese momento, el tipo ha dado al chico 13 cinturonazos más en la espalda, el rostro y las piernas desnudas, que ya se aprecian enrojecidas.
Toma 5. El criminal le da una segunda patada en el rostro al chamaco y éste cae hacia su costado izquierdo. El sujeto habla y lo humilla: “¡Ahí está! ¡¿Así lo querías?!”, dice, luego de la patada, y retoma los latigazos.
Va un minuto y ocho segundos de tortura. Vienen seis cinturonazos adicionales. El jovencito no dice nada más, apenas un “ya”, musitado.
“¡¿Querías más?! Bueenoo, a ver en qué topa esto... Depende de ti, todo depende de ti...”, el delincuente se dirige a la madre ausente.
Operativo policiaco en la Ciudad de México, donde murió la persona secuestrada. Foto: Luz Acevedo/ Cuartoscuro
Toma 6. El chico es colocado en una posición de tres cuartos, con la espalda desnuda y encorvada a la vista. Está sentado en cuclillas. El verdugo reinicia los golpes con el cinturón y también las patadas. La espalda está a punto de sangrar en ciertas zonas, como los hombros. Y el tipo, mientras golpea al niño, retoma el diálogo con la madre: “Espero que los putitos esos que están contigo (policías, negociadores, se infiere) te puedan consolar en esto. ¡¿Era lo que querían ellos, lo que estaban buscando?! ¡Órale! A ver qué te dicen... A ver... Y sígueles dando de tragar a los güeyes... Ira, este cabrón (el hijo secuestrado) no va a tener ni de tragar estos días, hasta que no me tengas lo que te estoy pidiendo: seis millones de pesos...”.
Del video hay 30 segundos más. Treinta segundos para propinarle ocho cuerazos y doce patadas más al adolescente, que sólo balbucea quejidos. El video de este secuestro está en poder de M Semanal. Son 1:50 minutos de impunidad, con 110 segundos de crueldad sin remordimiento de los secuestradores.
El adolescente de la filmación tampoco es el único que ha sufrido la crueldad de los secuestradores. De acuerdo a los archivos del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, desde 1971 y hasta el año pasado, mil siete personas han sido asesinadas durante su secuestro. Y de ese total, 101 ejecutados son menores de edad, 10 por ciento del total. Es decir, uno de cada 10 secuestrados asesinados en el país es un menor de edad. Por ejemplo: Javier Maceda, de Huajuapan de León, Oaxaca; José Alfredo Domínguez, de Navojoa, Sonora; Javier Morena, del Distrito Federal; Roberto Campos, de Ciudad Guzmán, Jalisco; Fernando Acosta, de Emiliano Zapata, Tabasco; Jessica Montañez, de San Francisco de los Romo, Aguascalientes; Miguel Ángel Villanueva, de Tlalnepantla, Estado de México; Mariana Romero, de Ecatepec, Estado de México; Fernando Michel, de Monterrey, Nuevo León; Sharon “N”, del Distrito Federal; Armando Dávalos, de Mazatlán, Sinaloa.
Y es que la violencia de los secuestradores crece: en 10 años (2000-2009), 583 secuestrados fueron ejecutados, más de la mitad del total de ejecuciones ocurridas en 38 años. Y nada más en los últimos tres años (sin contar el 2010), 266 secuestrados de todas las edades fueron asesinados: 45.7 por ciento de los ejecutados en lo que va de la década ocurrió en el último trienio.
Elementos de Seguridad Pública rescataron a una menor de 16 años en Cancún, en octubre pasado. Foto: Amaranta Prieto/ Cuartoscuro
El sexenio de Felipe Calderón se perfila para ser el más cruel. Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando empezaron a crecer los secuestros, hubo 91 muertos, 1.2 por mes. En el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando se dispararon los plagios, 256 secuestrados fueron ultimados, 3.5 por mes. En el sexenio de Vicente Fox 340 fueron ejecutados, 4.7 por mes. Y en este sexenio (hasta diciembre del 2009) hubo 266 asesinados, un promedio de 7.1 por mes.
Las siguientes son algunas de las características de los secuestradores:
1. Carecen de conflictos éticos. No tienen ningún problema con matar a quemarropa, con torturar, con violar, con mutilar o con hacerlo frente a sus hijos, a quienes sentarán a comer con un niño mutilado sin inmutarse.
2. Al cometer atrocidades no sienten nada. No es una máscara ni una simulación: no experimentan arrepentimiento, piedad, culpabilidad, vergüenza ni compasión.
3. Para ellos sus víctimas no son pares, son cosas: muebles para comerciar. Negocian la libertad de un ser como lo harían con una caja de cebollas.
4. Los secuestradores gozan con lo que hacen: unos con el maltrato infligido a sus cautivos (no darles de comer, golpearlos, insultarlos, violarlos), otros con las negociaciones (martirizar, extorsionar y aterrorizar a los familiares), unos más con la caza de sus víctimas y algunos con la selección meticulosa de sus plagiados.
5. Su mayor placer es la transgresión de las leyes.
6. La tensión que les provoca realizar sus crímenes los vuelve adictos a delinquir.
7. Son desleales: en un arrebato lo mismo rompen un acuerdo con los familiares del secuestrado que ejecutan a un cómplice torpe.
8. Matan después de cobrar un rescate por el placer de la transgresión y como muestra de su poder.
9. La mayoría son cobardes: no les interesa ni aspiran a ser valientes. Lo suyo es mantenerse impunes.
10. Tienen terror a la prisión y al aburrimiento de ésta. Encerrados, y sin poder violar las normas, se sienten perdidos.
11. Tienen que estar en prisión de por vida porque son incapaces de convivir en sociedad: sólo pueden dañar y maltratar (incluso a los suyos). Nunca se van a readaptar: si salen, vuelven a secuestrar y matar.
12. No se arrepienten de su maldad ni tienen propósitos de enmienda.
Espero no les haya parecido crudo,pero es una triste realidad que vivimos en mexico y espero no critiquen,porque el video no dejaron ponerlo y haber si el reportaje si lo dejan en fin
FUENTE
Toma 1. Aparece el rostro de un muchacho. Está cubierto con vendas. Tiene el pelo abundante, negro, revuelto. Alrededor del cuello lleva amarrada la que parece ser la funda de una almohada. Tiene el torso desnudo. La cámara lo tiene en primer plano.
Toma 2. La cámara se aleja más, el fondo del escenario está cubierto por una colcha. Se escucha la voz de un secuestrador que ordena:
—¡Ya, empiézale!
El joven, que está sentado en el piso, desnudo, completamente desnudo, tiene la cabeza levemente agachada, y recita: “¡Mamá, por favor! ¡Por favor ya dales el dinero! Saben que te-tenemos el consultorio, y por el consultorio hay tres propiedades en Bosques de (...), y en Bosques de (...) esquina con (...) tenemos tres propiedades más. Ya, por favor, si no me van a cortar un dedo”, suplica, mientras sube y baja la cabeza, como desorientado. “Y que ya-ya están... Ya saben dónde vive mi tía (...). ¡Por favor, yaaa! ¡Yaaa, por favor! ¡Ya me quiero ir, mamaaaá! ¡¡¡Ya!!!”.
El secuestrador interrumpe y le pregunta al plagiado: “¿Estás sufriendo, o estás tranquilón?”, “¡¡¡No, estoy sufriendo!!!”, contesta el cautivo.
Toma 3. Mientras el adolescente responde, uno de los secuestradores le propina una patada en la cara, en el lado derecho del rostro.
Toma 4. De inmediato el verdugo blande un cinturón y empieza a cuerear al chico en la parte izquierda de su cuerpo. Le da cinco cinturonazos mientras dirige sus amenazas a la madre, quien recibirá el video: “¡¿Eso era lo que querías, cabrona?! Esto sólo es el principio del final, ¿eh, cabrona?, ¡te lo advierto!”.
“No, nooo, ay, ay...”, se lamenta el niño. El plagiario dobla el cinturón y continúa con la tortura, con los cuerazos, mientras sigue dirigiéndose a la madre: “El primer paso de los pasos que quieras que dé yo... De ti depende... De ti depende hasta dónde lléguemos (sic), ¿eh? El próximo paso es un dedito…”.
Hasta ese momento, el tipo ha dado al chico 13 cinturonazos más en la espalda, el rostro y las piernas desnudas, que ya se aprecian enrojecidas.
Toma 5. El criminal le da una segunda patada en el rostro al chamaco y éste cae hacia su costado izquierdo. El sujeto habla y lo humilla: “¡Ahí está! ¡¿Así lo querías?!”, dice, luego de la patada, y retoma los latigazos.
Va un minuto y ocho segundos de tortura. Vienen seis cinturonazos adicionales. El jovencito no dice nada más, apenas un “ya”, musitado.
“¡¿Querías más?! Bueenoo, a ver en qué topa esto... Depende de ti, todo depende de ti...”, el delincuente se dirige a la madre ausente.
Operativo policiaco en la Ciudad de México, donde murió la persona secuestrada. Foto: Luz Acevedo/ Cuartoscuro
Toma 6. El chico es colocado en una posición de tres cuartos, con la espalda desnuda y encorvada a la vista. Está sentado en cuclillas. El verdugo reinicia los golpes con el cinturón y también las patadas. La espalda está a punto de sangrar en ciertas zonas, como los hombros. Y el tipo, mientras golpea al niño, retoma el diálogo con la madre: “Espero que los putitos esos que están contigo (policías, negociadores, se infiere) te puedan consolar en esto. ¡¿Era lo que querían ellos, lo que estaban buscando?! ¡Órale! A ver qué te dicen... A ver... Y sígueles dando de tragar a los güeyes... Ira, este cabrón (el hijo secuestrado) no va a tener ni de tragar estos días, hasta que no me tengas lo que te estoy pidiendo: seis millones de pesos...”.
Del video hay 30 segundos más. Treinta segundos para propinarle ocho cuerazos y doce patadas más al adolescente, que sólo balbucea quejidos. El video de este secuestro está en poder de M Semanal. Son 1:50 minutos de impunidad, con 110 segundos de crueldad sin remordimiento de los secuestradores.
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El pequeño del video no es ni ha sido el único menor secuestrado. De acuerdo a datos de la Procuraduría General de la República (PGR), 28 por ciento de los secuestros se perpetran contra niños, adolescentes y jóvenes estudiantes. Se trata de alrededor de 325 jóvenes plagiados cada año, 27 por mes. Seis niños, adolescentes y jóvenes secuestrados cada semana (6.7). Casi uno al día.El adolescente de la filmación tampoco es el único que ha sufrido la crueldad de los secuestradores. De acuerdo a los archivos del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, desde 1971 y hasta el año pasado, mil siete personas han sido asesinadas durante su secuestro. Y de ese total, 101 ejecutados son menores de edad, 10 por ciento del total. Es decir, uno de cada 10 secuestrados asesinados en el país es un menor de edad. Por ejemplo: Javier Maceda, de Huajuapan de León, Oaxaca; José Alfredo Domínguez, de Navojoa, Sonora; Javier Morena, del Distrito Federal; Roberto Campos, de Ciudad Guzmán, Jalisco; Fernando Acosta, de Emiliano Zapata, Tabasco; Jessica Montañez, de San Francisco de los Romo, Aguascalientes; Miguel Ángel Villanueva, de Tlalnepantla, Estado de México; Mariana Romero, de Ecatepec, Estado de México; Fernando Michel, de Monterrey, Nuevo León; Sharon “N”, del Distrito Federal; Armando Dávalos, de Mazatlán, Sinaloa.
Y es que la violencia de los secuestradores crece: en 10 años (2000-2009), 583 secuestrados fueron ejecutados, más de la mitad del total de ejecuciones ocurridas en 38 años. Y nada más en los últimos tres años (sin contar el 2010), 266 secuestrados de todas las edades fueron asesinados: 45.7 por ciento de los ejecutados en lo que va de la década ocurrió en el último trienio.
Elementos de Seguridad Pública rescataron a una menor de 16 años en Cancún, en octubre pasado. Foto: Amaranta Prieto/ Cuartoscuro
El sexenio de Felipe Calderón se perfila para ser el más cruel. Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando empezaron a crecer los secuestros, hubo 91 muertos, 1.2 por mes. En el gobierno de Ernesto Zedillo, cuando se dispararon los plagios, 256 secuestrados fueron ultimados, 3.5 por mes. En el sexenio de Vicente Fox 340 fueron ejecutados, 4.7 por mes. Y en este sexenio (hasta diciembre del 2009) hubo 266 asesinados, un promedio de 7.1 por mes.
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¿Cómo son los secuestradores? Lo explicó en entrevista publicada en MILENIO Diario la doctora Luz García López, licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), con maestría en Psicología Clínica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y quien ha elaborado herramientas psicológicas (que no había en el país) para que el sistema judicial mexicano pueda evaluar la peligrosidad de los delincuentes. La investigadora visitó durante cinco años todas las cárceles del Distrito Federal. Ella no tiene dudas: “Los secuestradores, como nunca se van a readaptar, porque son monstruos de nuestra sociedad, tienen que estar de por vida en la cárcel. Si salen, vuelven a secuestrar y matar”.Las siguientes son algunas de las características de los secuestradores:
1. Carecen de conflictos éticos. No tienen ningún problema con matar a quemarropa, con torturar, con violar, con mutilar o con hacerlo frente a sus hijos, a quienes sentarán a comer con un niño mutilado sin inmutarse.
2. Al cometer atrocidades no sienten nada. No es una máscara ni una simulación: no experimentan arrepentimiento, piedad, culpabilidad, vergüenza ni compasión.
3. Para ellos sus víctimas no son pares, son cosas: muebles para comerciar. Negocian la libertad de un ser como lo harían con una caja de cebollas.
4. Los secuestradores gozan con lo que hacen: unos con el maltrato infligido a sus cautivos (no darles de comer, golpearlos, insultarlos, violarlos), otros con las negociaciones (martirizar, extorsionar y aterrorizar a los familiares), unos más con la caza de sus víctimas y algunos con la selección meticulosa de sus plagiados.
5. Su mayor placer es la transgresión de las leyes.
6. La tensión que les provoca realizar sus crímenes los vuelve adictos a delinquir.
7. Son desleales: en un arrebato lo mismo rompen un acuerdo con los familiares del secuestrado que ejecutan a un cómplice torpe.
8. Matan después de cobrar un rescate por el placer de la transgresión y como muestra de su poder.
9. La mayoría son cobardes: no les interesa ni aspiran a ser valientes. Lo suyo es mantenerse impunes.
10. Tienen terror a la prisión y al aburrimiento de ésta. Encerrados, y sin poder violar las normas, se sienten perdidos.
11. Tienen que estar en prisión de por vida porque son incapaces de convivir en sociedad: sólo pueden dañar y maltratar (incluso a los suyos). Nunca se van a readaptar: si salen, vuelven a secuestrar y matar.
12. No se arrepienten de su maldad ni tienen propósitos de enmienda.
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En los últimos tres segundos del video, el niño plagiado se queda ahí, desnudo, doblado, con el cuerpo enrojecido por los golpes, acurrucado en un cuartucho, con las manos y brazos tratando de cubrir su rostro y su cabeza. Se queda ahí, en silencio, desvalido, vulnerable ante la impunidad de sus secuestradores. Espero no les haya parecido crudo,pero es una triste realidad que vivimos en mexico y espero no critiquen,porque el video no dejaron ponerlo y haber si el reportaje si lo dejan en fin
FUENTE