¿Inflación vs crecimiento?

Con la nueva administración del Gobierno Federal se podría revivir el viejo debate sobre la disyuntiva entre control inflacionario y crecimiento económico, tema que a todos nos debe de interesar al implicar un efecto sobre el poder adquisitivo de los ingresos y, en contra parte, la posibilidad de elevar la demanda laboral por parte del aparato productivo.
En el mes de agosto el reporte del Banco de México es que el Índice Nacional de Precios al Consumidor creció en 4.57 por ciento en forma anual, dato contrastante con la meta puntual de 3 por ciento de dicho organismo y que ya se había alcanzado en marzo de 2011. Parecieran cifras relativamente cercanas pero si lo analizamos en perspectiva, la meta esta sobrepasada en 50 por ciento y los niveles son más del doble al registrado por nuestro principal socio comercial que es Estados Unidos, con un avance en sus precios al consumidor de 1.7 por ciento en ese mismo periodo.
La causa principal de este fenómeno es el alza en el valor de los alimentos y la expectativa es que continúen mostrando un dinamismo considerable en 2013, lo cual seguirá impactando en el mencionado índice. Bajo una visión estricta del banco central, debería de verse reflejada esta desviación sobre la meta en una estrategia de astringencia crediticia, propiciando mayores tasas de interés.
Esta postura ortodoxa se ha mantenido como pivote de la política monetaria desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortarí y la pregunta es si así continuará, pues otras naciones han optado por un esquema contra cíclico para incentivar al aparato productivo.
En teoría, si se optara por mantener niveles bajo en los réditos se estaría aceptando una meta rebasada, con el fin de aprovechar las expectativas optimistas sobre el entorno mexicano. Sin embargo, lo que también ha quedado como postura del instituto central es que la actividad económica responde más a otros incentivos y no necesariamente al costo de financiamiento.
Las autoridades entrarán a la gran discusión de que prefieren, si dejar que la inflación se les salga de las manos en aras del crecimiento o aplican la restricción con el costo de menor dinamismo productivo y mantener los bajos niveles de empleo.
El riesgo es que México siga muriendo, aun cuando goce de buena salud macroeconómica. Es decir, la elevación de los réditos permite un flujo importante de divisas por la atracción de capitales y ello proporciona estabilidad en el tipo de cambio; lo cual, a los ojos externos, seguiríamos siendo los aplicados en cuanto a la estabilidad, con los costos que implica.
El problema es que quienes pagan el ajuste son los estratos de menores ingresos, al resentir el aumento de los precios en los alimentos y también sufren la falta de plazas de trabajo.
Una solución a esta intrincada dicotomía sería seguir avanzando en las reformas estructurales, que aun cuando no se lleven a cabo en forma profunda, como sucedió con la laboral, sí fuera posible mejorar las expectativas del mercado interno y al mismo tiempo hacer un proceso de astringencia monetaria.
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