frafraa
Bovino maduro
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Conociendo a los Joes
En los años 60 la compañía Hasbro había tenido un rotundo éxito en el mercado femenino con las muñecas Barbies, era tiempo de adaptar el concepto al mercado masculino; así que mezclaron los ingredientes para tener a la figura perfecta: armas de alto poder, camuflaje y cicatrices en la cara, el resultado fue un muchachote de 32 centímetros listo para la acción.
Venían en divertidísimas presentaciones que simulaban cada una de las fuerzas gabachas: la armada, marina y fuerza aérea; después vinieron las expansiones, paquetes con trajes especiales, armas y… ¡más armas! Los bolsillos de la compañía se engrosaban cada navidad hasta que entrados los 70 los activistas determinaron que las figuras eran demasiado violentas para los infantes; ante esto se lanzó una nueva línea de Joes llamada el Adventure Team; adiós a los soldados y hola a los alpinistas karatekas. Estas figuras se caracterizaban por simular cabello de verdad y una poderosa y varonil barba sintética. He de ahí que los coleccionistas les llamemos los Joes de pelo rizado.
Pero bueno, las Sociedad de Padres no pudo contra la siguiente línea de figuras de la franquicia: un icono de los años 80 y un panfleto plastificado del porqué el Tío Sam ama a los niños: llegó la saga de G.I Joe vs Cobra, de 32 centímetros las figuras se redujeron a 12. Por alguna razón que nunca he comprendido les pusieron una liga en el estomago para unir el torso con las piernas y se decidió lanzar una serie televisiva para invadir las pantallas los sábados en la mañana: el resultado fue la más fructífera y longeva saga de los Joes.
Las muertes siempre son controversiales
G.I Joe –la serie de tv- presentaba a una organización antiterrorista mundial (pero con sede en Estados Unidos) que pelea contra la –ora sí- Internacional Organización Terrorista Cobra, cuyas filas están conformadas por una fusión entre alemanes punk-metaleros con planes de conquista mundial.
No recuerdo una sola muerte por parte de los Joes –pero sí algunas anónimas por parte de Cobra-, a excepción del sacrificio mesiánico de Duke (su líder espiritual y encarnación del ideal americano) en la película ‘The real American Hero’, en donde recibe de lleno el impacto de una cobra transmutada en una lanza para salvar a su carnal Falcon; el drama ilimitado aunque el güero resucita al final de la película.
Se supone que la idea de matar a Duke tenía el propósito de convertirlo en un mártir justo como sucedió con el líder de los autobots, Optimus Prime, en la serie Transformers –también de Hasbro-; la bronca fue que, al matar a Optimus en Transformers la gente se quejó del pelele que llegó a suplirlo –Rodimus Prime- y las ventas bajaron hasta el suelo, y como los Joes le tiran siempre a la segura se editó el final para revivir al güerito que dispara desde la parte más alta de la Estatua de la Libertad.
En esta ocasión recomiendo la serie –o la compra de figuras- bajo su propio riesgo, pues, pese a que las escenas de acción están entretenidas, y de repente se sacan algunos chistes que no subestiman la capacidad intelectual de niños y adultos, sí hay flashazos de la bandera estadounidense cada 15 segundos. Sería una excelente serie si no te bombardearan con los ideales gringo-democráticos cada que van a entrar a los cortes comerciales; de todos modos, algunos disfrutamos de estos personajes antes de que cobráramos conciencia de que América no es para los –norte- americanos, lo suficiente meritorio para dedicarles la sección el día de hoy.
Cámaras banda, tengo que ir por las tortillas.
Tomado de la Revista Filos.mx
En los años 60 la compañía Hasbro había tenido un rotundo éxito en el mercado femenino con las muñecas Barbies, era tiempo de adaptar el concepto al mercado masculino; así que mezclaron los ingredientes para tener a la figura perfecta: armas de alto poder, camuflaje y cicatrices en la cara, el resultado fue un muchachote de 32 centímetros listo para la acción.
Venían en divertidísimas presentaciones que simulaban cada una de las fuerzas gabachas: la armada, marina y fuerza aérea; después vinieron las expansiones, paquetes con trajes especiales, armas y… ¡más armas! Los bolsillos de la compañía se engrosaban cada navidad hasta que entrados los 70 los activistas determinaron que las figuras eran demasiado violentas para los infantes; ante esto se lanzó una nueva línea de Joes llamada el Adventure Team; adiós a los soldados y hola a los alpinistas karatekas. Estas figuras se caracterizaban por simular cabello de verdad y una poderosa y varonil barba sintética. He de ahí que los coleccionistas les llamemos los Joes de pelo rizado.
Pero bueno, las Sociedad de Padres no pudo contra la siguiente línea de figuras de la franquicia: un icono de los años 80 y un panfleto plastificado del porqué el Tío Sam ama a los niños: llegó la saga de G.I Joe vs Cobra, de 32 centímetros las figuras se redujeron a 12. Por alguna razón que nunca he comprendido les pusieron una liga en el estomago para unir el torso con las piernas y se decidió lanzar una serie televisiva para invadir las pantallas los sábados en la mañana: el resultado fue la más fructífera y longeva saga de los Joes.
Las muertes siempre son controversiales
G.I Joe –la serie de tv- presentaba a una organización antiterrorista mundial (pero con sede en Estados Unidos) que pelea contra la –ora sí- Internacional Organización Terrorista Cobra, cuyas filas están conformadas por una fusión entre alemanes punk-metaleros con planes de conquista mundial.
No recuerdo una sola muerte por parte de los Joes –pero sí algunas anónimas por parte de Cobra-, a excepción del sacrificio mesiánico de Duke (su líder espiritual y encarnación del ideal americano) en la película ‘The real American Hero’, en donde recibe de lleno el impacto de una cobra transmutada en una lanza para salvar a su carnal Falcon; el drama ilimitado aunque el güero resucita al final de la película.
Se supone que la idea de matar a Duke tenía el propósito de convertirlo en un mártir justo como sucedió con el líder de los autobots, Optimus Prime, en la serie Transformers –también de Hasbro-; la bronca fue que, al matar a Optimus en Transformers la gente se quejó del pelele que llegó a suplirlo –Rodimus Prime- y las ventas bajaron hasta el suelo, y como los Joes le tiran siempre a la segura se editó el final para revivir al güerito que dispara desde la parte más alta de la Estatua de la Libertad.
En esta ocasión recomiendo la serie –o la compra de figuras- bajo su propio riesgo, pues, pese a que las escenas de acción están entretenidas, y de repente se sacan algunos chistes que no subestiman la capacidad intelectual de niños y adultos, sí hay flashazos de la bandera estadounidense cada 15 segundos. Sería una excelente serie si no te bombardearan con los ideales gringo-democráticos cada que van a entrar a los cortes comerciales; de todos modos, algunos disfrutamos de estos personajes antes de que cobráramos conciencia de que América no es para los –norte- americanos, lo suficiente meritorio para dedicarles la sección el día de hoy.
Cámaras banda, tengo que ir por las tortillas.
Tomado de la Revista Filos.mx