Esto me lo conto un compañero en uno de esos momentos en el trabajo que no tienes nada que hacer.
Contaba cosas raras que le pasaban en su casa, (cosa casi normal) ya que vive en un pueblo de esos que se establecían junto a las haciendas, y esos lugares donde comúnmente pasan sucesos extraños. A veces contaba las cosas con tanta normalidad que yo no lo tomaba ya en serio, pero esta vez fue diferente ya que cuando me conto esta vivencia se puso serio y temblaba.

Estaban Esteban, su esposa y sus hijos en su casa, ya rondaban las 6 de la tarde y como se dedica todavía a la siembra y cria de animales estaban apenas comiendo después de recoger elotes en su milpa, al terminar de comer y con el cansancio de la recolectada sus hijos se durmieron mas o menos a las 8:00 de la noche y el se quedo con su esposa platicando y escuchando música en su comedor, de repente se escucha un ruido muy fuerte en el techo de la cocina -que es la mas cercana a la milpa- no le preocupo tanto porque pensó que era su gato Miguel peleándose con otros gatos, paso un rato y de nuevo se escucha el ruido y ladridos de sus perros entonces Esteban extrañado porque los perros no le ladraban al Miguel sale a callarlos y les avienta los restos de comida que quedaba, pasan un par de horas y notan que el gato Miguel sale del cuarto de los niños estirando las patas –lo que hacen los gatos cuando se desperezan- y le dice Esteban: “tu estas jeton y los otros correteando en tu techo”. Terminando de decir esto se vuelve a escuchar el ruido pero ya diferente como si dejaran caer piedras en el techo de la cocina; entonces sale armado con su machete y llama a los perros pero estos no acuden, le llama a su esposa y sale armada con un cuchillo de cocina, también le llama a los perros sin obtener respuesta. Van al cuarto de los niños y ven que estos están dormidos, cierran la puerta con llave; salen a buscar a los perros, los encuentran en un rincón todos espantados y como pueden los van metiendo a la casa, ya imaginando el origen de los ruidos empiezan a rezar y prenderle veladoras a un pequeño altar que tenían en su sala, su esposa precavida guardaba agua bendita en botellas de refresco y empieza a rociar a mi compañero y a los perros, al terminar de rociar al ultimo -eran 4 perros- empezaron a reaccionar y ladrarle al techo, lo que envalentono a Esteban abriendo la puerta de nuevo y custodiado por los perros que no dejaban de ladrar al techo de la cocina acerco un tablón a la parte mas alejada a la cocina para que pudieran subir los perros, cuando estos subieron escucho que peleaban con “algo” lo que le dio confianza para subir y ver con la poca luz que había como “alguien” saltaba del techo a la milpa -mas o menos unos 10 metros- y se alejaba corriendo por el ramerio del maíz. Despues de esto ya no paso nada extraño se bajo del techo con los perros todavía excitados reviso sus gallineros que estaban en orden y se metió a la casa con todo y perros. Al revisar el techo al otro dia y con la luz del sol nota que en el concreto hay marcas como si le hubieran pegado con un cincel. Aun no sabe que era "eso" ni preguntando a su madre que sabia mucho de estas cosas

Despues de este relato cada vez que me contaba algo lo tomaba en serio.

Saludos