jarochilandio
Bovino de la familia
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- 14 Mar 2010
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Héctor de la Peña
Investigación y Desarrollo
No. 292, Año XX, Marzo del 2012
Según lo hizo saber la Adiat (Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico) en su Declaración de Monterrey, durante su embestida para la creación de la tan cacareada Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, haciendo un esfuerzo incremental en la inversión, sería hasta 2018 cuando se alcanzaría la inversión del uno por ciento del PIB en ciencia y tecnología (Ver tabla), lo que representa un retraso de 16 años respecto a lo estipulado por el vigente mandato legal.
Así, según nuestros ilustres políticos, suspirantes a algún "hueso", agoreros, cuentachiles y paleros, dicen que si se creara una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (ver aquí), mágicamente los ocupantes de curules en ambas Cámaras y el poder ejecutivo, AHORA SI cumplirían con la Ley (la de Cencia y Tecnología vigente desde 2002 y que olímpicamente han ignorado concientemente sin ninguna consecuencia -para ellos, claro está-).
Yo prefiero sólo retener la gráfica de más arriba.
¡Ya pueden reirse!
Fuente
Actualización:
Siguiendo con este asunto, más motivado por intereses políticos que Científico-Tecnológicos, el pasado 24 de febrero del 2012 apareció en El Economista la siguiente nota firmada por J. Sánchez Onofre y M. Lino
El miércoles, en el Senado, se planteó el principio de lo que puede ser una revolución para México: la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología.
“Es una manera un tanto novedosa de promover la creación de una secretaría. El procedimiento normal, supongo porque no soy un experto, ha de ser que se hace a propuesta desde el Ejecutivo y que éste lo hace tomando en cuenta su propio plan de trabajo”, comenta el doctor Arturo Menchaca Rocha, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Menchaca dice esto en respuesta a la pregunta: ¿Qué posibilidades reales tiene la propuesta, tomando en cuenta el escaso o nulo interés que ha mostrado el presidente Calderón en la ciencia y la tecnología?
“En este caso es una iniciativa del Legislativo que, dados los tiempos, tendría que ser implementada por el próximo Presidente”.
ENTUSIASMO CAUTELOSO
El doctor Menchaca comparte el entusiasmo con respecto a la propuesta no sólo con la comunidad científica, para la cual ésta es una vieja demanda, también con la Iniciativa Privada.
“El nuevo paradigma del desarrollo es la economía del conocimiento. Los países que no tomen esta prioridad están condenados a la dependencia y el subdesarrollo”, comenta Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente de la Coparmex.
“Academia, industria y sociedad civil comenzamos a participar. El tema es crear iniciativas que nos competen a todos y que tengamos una forma de compartir experiencias y recursos para hacer realidad esta serie de proyectos para apoyar y fomentar la ciencia y la tecnología de nuestro país”, dice Arturo Molina, vicerrector de Investigación y Emprendedurismo y Desarrollo Social del ITESM.
Para Julio Mendoza Álvarez, director general del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF, con la creación de una secretaría se tendría más peso en la definición de políticas de Estado para la innovación, lo que permitiría generar riqueza y empleos.
Los expertos coinciden en que falta un largo camino y que hasta ahora la innovación avanza a paso lento en México.
“México ha mejorado en el desarrollo de innovación y desarrollo tecnológico, pero no hemos avanzado lo suficiente. Aunque en el índice de competitividad del WEF del 2011 subimos 15 posiciones en innovación al lugar 63” (de 142 países), comenta Gutiérrez Candiani.
LECCIONES DE BRASIL Y ARGENTINA
El país latinoamericano que se ha destacado como ejemplo en la inversión en ciencia y tecnología es Brasil.
Luisa Massarani (coordinadora regional del sitio SciDev) destaca en un artículo en el sitio que en dicho país “desde el 2003 tanto el presupuesto de ciencia del país, como el número de becarios de investigación en las universidades brasileñas se han más que duplicado”.
Del 2003 al 2010, el financiamiento para la ciencia se incrementó desde 1,26 hasta 1,56% del PIB.
El avance brasileño se ha dado sobre todo en el aspecto académico. Actualmente, Brasil produce 55% de todos los artículos con revisión de pares de América Latina, según la revista Nature.
Por otra parte, según el primer Ranking de Universidades: América Latina (dado a conocer el pasado 3 de octubre), de las 200 universidades incluidas, 65 son brasileñas, 35 mexicanas, 25 chilenas y 20 colombianas.
Sin embargo, “la ciencia brasileña aún se enfrenta al problema de la participación relativamente baja de las empresas privadas en el financiamiento a la investigación”, dice Massarani.
En Argentina, desde la creación del Ministerio, “a pocos meses de asumido el gobierno de Cristina Fernández, ya no sólo se despliega una política de financiamiento a través de subsidios y créditos blandos, sino que se promueve ‘una asociación del sector público y privado’ desde el comienzo de los proyectos”, indica Lino Baranao, ministro de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva de Argentina a Cronista.
“Para establecer un puente –dice Baranao- y una asociación más productiva intentamos nuevas aproximaciones al tema”. ¿La mecánica? Se pone como requisito la asociación de empresas con algún organismo público para que los asesore o les brinde información técnica.
“Hemos dado un paso más y lo que estamos financiando son consorcios público-privados con un determinado objetivo”, explica el Ministro.
Hay otro desafío. “Es necesario introducir un cambio cultural, porque durante décadas fue muy mal visto que un investigador se involucrara en una actividad productiva. Era considerado una especie de prostitución de la academia (…) siendo que la única manera en que le llega finalmente al ciudadano la inversión que el Estado hace en investigación en las universidades e institutos es a través de una empresa”, plantea el Ministro.
LAS CIENCIAS SOCIALES TAMBIÉN EXISTEN, ¿NO?
La secretaria ejecutiva del Congreso Mexicano de Ciencias Sociales, Cristina Puga, advirtió sobre la necesidad de tejer nuevos mecanismos de comunicación entre el poder, la industria y las ciencias sociales.
Al anunciar el congreso Desafíos y horizontes de cambio. México en el siglo XXI, reportado por la agencia Notimex, dijo que existe indiferencia hacia todo lo que las ciencias sociales tienen que ofrecer.
“Hay una brecha” entre la producción de las ciencias sociales y la respuesta del poder y de quienes elaboran las políticas.
“Es muy lento el camino entre lo que hacemos y lo que se recupera, por un lado, además de que hay una postura de los científicos duros en el sentido de que los que se dedican a las ciencias sociales son light”, lamentó Puga Espinosa.
Fuente
Todos los suspirantes a algún "hueso", agoreros, cuentachiles, arrastrados y paleros, ven en esta iniciativa una oportunidad para que la revolución les haga "justicia" (o sea, les de por fin un "hueso" permanente en el presupuesto federal). Y es que... ya no oye muy bonito lo de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (y por tanto, quien está a la cabeza es un "simple" Director, siendo sus lacayos los Subdirectores). Si rebautizamos al niño como Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, se oirá más espectacular. Pero, más importante, al frente de ella estará ahora un SEÑOR Secretario, y sus lacayos ahora serán los SEÑORITOS Subsecretarios, viendo por ello su salario incrementarse en consecuencia sustancialmente (consulten en el portal de transparencia cuánto ganan los Directores/Subdirectores y cuánto los Secretarios/Subsecretarios). Probablemente se incremente su presupuesto global, es decir, el presupuesto operativo asignado a esa Secretaría. Ello NO SIGNIFICA que se vaya a incrementar la INVERSIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA (no confundir incremento operativo de una dependencia, con incremento en el presupuesto destinado a su diferentes actividades). Por ello es que hay tanto lambiscón en esas esferas promoviendo la idea.
Actualización 2:
Auditar al Consejo General de Investigación Científica
Alejandro Canales
Campus Milenio. - México.
23 de febrero de 2012
El Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación, máximo órgano de política y conducción sectorial, ha incumplido sus funciones y responsabilidades prácticamente desde que se creó en el 2002.
El Consejo fue una instancia prevista por una de las últimas reformas importantes de la normatividad científica. En ese entonces se pensaba que si se instituía un órgano de alto nivel, en el que intervinieran el ejecutivo federal y secretarios de Estado, se definiría con claridad el rumbo sectorial y se aseguraría el flujo de los recursos financieros. Ni una cosa ni la otra.
Según el reciente y voluminoso Informe de Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2010, realizado por la Auditoría Superior de la Federación: las obligaciones del titular del CONACYT, como secretario ejecutivo del Consejo General, se vieron afectadas por la falta de acuerdo entre los integrantes para sesionar y para reunirse conforme lo establece la ley.
No es ninguna novedad constatar la escasa funcionalidad y nula articulación del órgano de política y conducción del sistema científico y tecnológico. En esta columna, en diferentes oportunidades, hemos llamado la atención sobre la irregularidad en su operación y las contadas sesiones que ha efectuado.
La ley señala que el Consejo General se integra por 21 personas con derecho a voz y voto. Lo encabeza el Presidente de la República y funge como secretario ejecutivo el director de CONACYT. Pero también son miembros permanentes: 10 secretarios de Estado (los que tienen que ver mayormente con la ciencia y la tecnología); el Coordinador del Foro Consultivo; el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; un representante de la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología; tres representantes del sector productivo; un reresentante de los Centros Públicos de Investigación; el secretario de ANUIES; y dos representantes de la comunidad científica o tecnológica. Y, todavía más, el ejecutivo federal puede invitar a personalidades a algunas sesiones.
Además, como principales facultades, la ley le reserva la responsabilidad de establecer las correspondientes políticas nacionales en el programa sectorial, así como la aprobación y actualización de este último. En materia de recursos financieros tiene la capacidad de definir prioridades y criterios de asignación presupuestal; también debe sancionar el proyecto de presupuesto sectorial que será incluido en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, lo mismo que rendir un informe anual del estado que guarda la ciencia, la tecnología y la innovación en el país.
No sonaba mal. Los verdaderos decisores y los auténticos representantes del mundo científico y tecnológico sentados a la mesa para definir e informar sobre el rumbo de la política científica y tecnológica, y con la palanca de los recursos financieros para timonearla. Pero lo que parecía una buena idea en el papel, en el laberinto cotidiano de la administración fue todo lo contrario.
A pesar de que la misma ley establece que el Consejo debe reunirse ordinariamente por lo menos dos veces al año, tal precepto no se ha cumplido. En la administración de Vicente Fox, periodo en el que se creó el organismo, solamente sesionó un par de veces en cuatro años. En lo que va de la actual gestión, solamente se reunió en el 2008.
Por tal motivo, no extraña que en el reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación se anote que en el 2010 no se presentó ante el Consejo General el anteproyecto de presupuesto, tampoco el informe general del estado que guarda la ciencia y la tecnología, y menos el informe anual de evaluación del programa especial (Grupo Funcional de Desarrollo Económico. p.4). Tal parece que la idea de reunir a un grupo de alto nivel simplemente ha sido infructuosa.
De hecho, como tal vez se recuerde y como también se anota en la auditoria, la última vez que se reunió el Consejo General fue en septiembre de 2008. En ese entonces el imperativo era la aprobación del programa sectorial para darlo a conocer públicamente. Por supuesto, otras responsabilidades del organismo simplemente han sido ignoradas.
Lo ocurrido con el Consejo debiera llamar la atención para pensar con más detenimiento el sentido de las reformas a la ley que frecuentemente se practican y, desde luego, también la propuesta de crear una secretaría de ciencia y tecnología.
Fuente
O sea, si entendí bien, el elefante blanco que creó Vicente Fox (el Consejo General de Investigación Científica) se reveló como otro ente más creado de la fantasía de nuestros "brillantes" políticos para hacer que hacen sin hacer nada. Y como "eso" no funcionó, pues necesitamos una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación. Con eso mágicamente nuestros políticos se volverían eficientes, y todo sería color de rosa, con un México convertido en una potencia científica y tecnológica. El cambiarle de nombre al actual CONACyT sí va a lograr que ahora esos, que con su apatía han mostrado a lo largo de estos 2 sexenios su "elevado interés" por la ciencia y la tecnología, súbitamente sí logren que al menos se cumpla con esa Ley que a ellos mismos no les interesa y que abiertamente han violado. ¡Aleluya! ¡Por fin hemos encontrado la receta mágica para lograr que tengamos políticos de altura! ¡Deberíamos patentar la idea, antes de que alguien se la apropie!
Investigación y Desarrollo
No. 292, Año XX, Marzo del 2012
Según lo hizo saber la Adiat (Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico) en su Declaración de Monterrey, durante su embestida para la creación de la tan cacareada Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, haciendo un esfuerzo incremental en la inversión, sería hasta 2018 cuando se alcanzaría la inversión del uno por ciento del PIB en ciencia y tecnología (Ver tabla), lo que representa un retraso de 16 años respecto a lo estipulado por el vigente mandato legal.

Así, según nuestros ilustres políticos, suspirantes a algún "hueso", agoreros, cuentachiles y paleros, dicen que si se creara una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (ver aquí), mágicamente los ocupantes de curules en ambas Cámaras y el poder ejecutivo, AHORA SI cumplirían con la Ley (la de Cencia y Tecnología vigente desde 2002 y que olímpicamente han ignorado concientemente sin ninguna consecuencia -para ellos, claro está-).
Yo prefiero sólo retener la gráfica de más arriba.
¡Ya pueden reirse!

Fuente
Actualización:
Siguiendo con este asunto, más motivado por intereses políticos que Científico-Tecnológicos, el pasado 24 de febrero del 2012 apareció en El Economista la siguiente nota firmada por J. Sánchez Onofre y M. Lino
El miércoles, en el Senado, se planteó el principio de lo que puede ser una revolución para México: la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología.
“Es una manera un tanto novedosa de promover la creación de una secretaría. El procedimiento normal, supongo porque no soy un experto, ha de ser que se hace a propuesta desde el Ejecutivo y que éste lo hace tomando en cuenta su propio plan de trabajo”, comenta el doctor Arturo Menchaca Rocha, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
Menchaca dice esto en respuesta a la pregunta: ¿Qué posibilidades reales tiene la propuesta, tomando en cuenta el escaso o nulo interés que ha mostrado el presidente Calderón en la ciencia y la tecnología?
“En este caso es una iniciativa del Legislativo que, dados los tiempos, tendría que ser implementada por el próximo Presidente”.
ENTUSIASMO CAUTELOSO
El doctor Menchaca comparte el entusiasmo con respecto a la propuesta no sólo con la comunidad científica, para la cual ésta es una vieja demanda, también con la Iniciativa Privada.
“El nuevo paradigma del desarrollo es la economía del conocimiento. Los países que no tomen esta prioridad están condenados a la dependencia y el subdesarrollo”, comenta Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente de la Coparmex.
“Academia, industria y sociedad civil comenzamos a participar. El tema es crear iniciativas que nos competen a todos y que tengamos una forma de compartir experiencias y recursos para hacer realidad esta serie de proyectos para apoyar y fomentar la ciencia y la tecnología de nuestro país”, dice Arturo Molina, vicerrector de Investigación y Emprendedurismo y Desarrollo Social del ITESM.
Para Julio Mendoza Álvarez, director general del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF, con la creación de una secretaría se tendría más peso en la definición de políticas de Estado para la innovación, lo que permitiría generar riqueza y empleos.
Los expertos coinciden en que falta un largo camino y que hasta ahora la innovación avanza a paso lento en México.
“México ha mejorado en el desarrollo de innovación y desarrollo tecnológico, pero no hemos avanzado lo suficiente. Aunque en el índice de competitividad del WEF del 2011 subimos 15 posiciones en innovación al lugar 63” (de 142 países), comenta Gutiérrez Candiani.
LECCIONES DE BRASIL Y ARGENTINA
El país latinoamericano que se ha destacado como ejemplo en la inversión en ciencia y tecnología es Brasil.
Luisa Massarani (coordinadora regional del sitio SciDev) destaca en un artículo en el sitio que en dicho país “desde el 2003 tanto el presupuesto de ciencia del país, como el número de becarios de investigación en las universidades brasileñas se han más que duplicado”.
Del 2003 al 2010, el financiamiento para la ciencia se incrementó desde 1,26 hasta 1,56% del PIB.
El avance brasileño se ha dado sobre todo en el aspecto académico. Actualmente, Brasil produce 55% de todos los artículos con revisión de pares de América Latina, según la revista Nature.
Por otra parte, según el primer Ranking de Universidades: América Latina (dado a conocer el pasado 3 de octubre), de las 200 universidades incluidas, 65 son brasileñas, 35 mexicanas, 25 chilenas y 20 colombianas.
Sin embargo, “la ciencia brasileña aún se enfrenta al problema de la participación relativamente baja de las empresas privadas en el financiamiento a la investigación”, dice Massarani.
En Argentina, desde la creación del Ministerio, “a pocos meses de asumido el gobierno de Cristina Fernández, ya no sólo se despliega una política de financiamiento a través de subsidios y créditos blandos, sino que se promueve ‘una asociación del sector público y privado’ desde el comienzo de los proyectos”, indica Lino Baranao, ministro de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva de Argentina a Cronista.
“Para establecer un puente –dice Baranao- y una asociación más productiva intentamos nuevas aproximaciones al tema”. ¿La mecánica? Se pone como requisito la asociación de empresas con algún organismo público para que los asesore o les brinde información técnica.
“Hemos dado un paso más y lo que estamos financiando son consorcios público-privados con un determinado objetivo”, explica el Ministro.
Hay otro desafío. “Es necesario introducir un cambio cultural, porque durante décadas fue muy mal visto que un investigador se involucrara en una actividad productiva. Era considerado una especie de prostitución de la academia (…) siendo que la única manera en que le llega finalmente al ciudadano la inversión que el Estado hace en investigación en las universidades e institutos es a través de una empresa”, plantea el Ministro.
LAS CIENCIAS SOCIALES TAMBIÉN EXISTEN, ¿NO?
La secretaria ejecutiva del Congreso Mexicano de Ciencias Sociales, Cristina Puga, advirtió sobre la necesidad de tejer nuevos mecanismos de comunicación entre el poder, la industria y las ciencias sociales.
Al anunciar el congreso Desafíos y horizontes de cambio. México en el siglo XXI, reportado por la agencia Notimex, dijo que existe indiferencia hacia todo lo que las ciencias sociales tienen que ofrecer.
“Hay una brecha” entre la producción de las ciencias sociales y la respuesta del poder y de quienes elaboran las políticas.
“Es muy lento el camino entre lo que hacemos y lo que se recupera, por un lado, además de que hay una postura de los científicos duros en el sentido de que los que se dedican a las ciencias sociales son light”, lamentó Puga Espinosa.
Fuente
Todos los suspirantes a algún "hueso", agoreros, cuentachiles, arrastrados y paleros, ven en esta iniciativa una oportunidad para que la revolución les haga "justicia" (o sea, les de por fin un "hueso" permanente en el presupuesto federal). Y es que... ya no oye muy bonito lo de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (y por tanto, quien está a la cabeza es un "simple" Director, siendo sus lacayos los Subdirectores). Si rebautizamos al niño como Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, se oirá más espectacular. Pero, más importante, al frente de ella estará ahora un SEÑOR Secretario, y sus lacayos ahora serán los SEÑORITOS Subsecretarios, viendo por ello su salario incrementarse en consecuencia sustancialmente (consulten en el portal de transparencia cuánto ganan los Directores/Subdirectores y cuánto los Secretarios/Subsecretarios). Probablemente se incremente su presupuesto global, es decir, el presupuesto operativo asignado a esa Secretaría. Ello NO SIGNIFICA que se vaya a incrementar la INVERSIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA (no confundir incremento operativo de una dependencia, con incremento en el presupuesto destinado a su diferentes actividades). Por ello es que hay tanto lambiscón en esas esferas promoviendo la idea.
Actualización 2:
Auditar al Consejo General de Investigación Científica
Alejandro Canales
Campus Milenio. - México.
23 de febrero de 2012
El Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación, máximo órgano de política y conducción sectorial, ha incumplido sus funciones y responsabilidades prácticamente desde que se creó en el 2002.
El Consejo fue una instancia prevista por una de las últimas reformas importantes de la normatividad científica. En ese entonces se pensaba que si se instituía un órgano de alto nivel, en el que intervinieran el ejecutivo federal y secretarios de Estado, se definiría con claridad el rumbo sectorial y se aseguraría el flujo de los recursos financieros. Ni una cosa ni la otra.
Según el reciente y voluminoso Informe de Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2010, realizado por la Auditoría Superior de la Federación: las obligaciones del titular del CONACYT, como secretario ejecutivo del Consejo General, se vieron afectadas por la falta de acuerdo entre los integrantes para sesionar y para reunirse conforme lo establece la ley.
No es ninguna novedad constatar la escasa funcionalidad y nula articulación del órgano de política y conducción del sistema científico y tecnológico. En esta columna, en diferentes oportunidades, hemos llamado la atención sobre la irregularidad en su operación y las contadas sesiones que ha efectuado.
La ley señala que el Consejo General se integra por 21 personas con derecho a voz y voto. Lo encabeza el Presidente de la República y funge como secretario ejecutivo el director de CONACYT. Pero también son miembros permanentes: 10 secretarios de Estado (los que tienen que ver mayormente con la ciencia y la tecnología); el Coordinador del Foro Consultivo; el presidente de la Academia Mexicana de Ciencias; un representante de la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología; tres representantes del sector productivo; un reresentante de los Centros Públicos de Investigación; el secretario de ANUIES; y dos representantes de la comunidad científica o tecnológica. Y, todavía más, el ejecutivo federal puede invitar a personalidades a algunas sesiones.
Además, como principales facultades, la ley le reserva la responsabilidad de establecer las correspondientes políticas nacionales en el programa sectorial, así como la aprobación y actualización de este último. En materia de recursos financieros tiene la capacidad de definir prioridades y criterios de asignación presupuestal; también debe sancionar el proyecto de presupuesto sectorial que será incluido en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, lo mismo que rendir un informe anual del estado que guarda la ciencia, la tecnología y la innovación en el país.
No sonaba mal. Los verdaderos decisores y los auténticos representantes del mundo científico y tecnológico sentados a la mesa para definir e informar sobre el rumbo de la política científica y tecnológica, y con la palanca de los recursos financieros para timonearla. Pero lo que parecía una buena idea en el papel, en el laberinto cotidiano de la administración fue todo lo contrario.
A pesar de que la misma ley establece que el Consejo debe reunirse ordinariamente por lo menos dos veces al año, tal precepto no se ha cumplido. En la administración de Vicente Fox, periodo en el que se creó el organismo, solamente sesionó un par de veces en cuatro años. En lo que va de la actual gestión, solamente se reunió en el 2008.
Por tal motivo, no extraña que en el reciente informe de la Auditoría Superior de la Federación se anote que en el 2010 no se presentó ante el Consejo General el anteproyecto de presupuesto, tampoco el informe general del estado que guarda la ciencia y la tecnología, y menos el informe anual de evaluación del programa especial (Grupo Funcional de Desarrollo Económico. p.4). Tal parece que la idea de reunir a un grupo de alto nivel simplemente ha sido infructuosa.
De hecho, como tal vez se recuerde y como también se anota en la auditoria, la última vez que se reunió el Consejo General fue en septiembre de 2008. En ese entonces el imperativo era la aprobación del programa sectorial para darlo a conocer públicamente. Por supuesto, otras responsabilidades del organismo simplemente han sido ignoradas.
Lo ocurrido con el Consejo debiera llamar la atención para pensar con más detenimiento el sentido de las reformas a la ley que frecuentemente se practican y, desde luego, también la propuesta de crear una secretaría de ciencia y tecnología.
Fuente
O sea, si entendí bien, el elefante blanco que creó Vicente Fox (el Consejo General de Investigación Científica) se reveló como otro ente más creado de la fantasía de nuestros "brillantes" políticos para hacer que hacen sin hacer nada. Y como "eso" no funcionó, pues necesitamos una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación. Con eso mágicamente nuestros políticos se volverían eficientes, y todo sería color de rosa, con un México convertido en una potencia científica y tecnológica. El cambiarle de nombre al actual CONACyT sí va a lograr que ahora esos, que con su apatía han mostrado a lo largo de estos 2 sexenios su "elevado interés" por la ciencia y la tecnología, súbitamente sí logren que al menos se cumpla con esa Ley que a ellos mismos no les interesa y que abiertamente han violado. ¡Aleluya! ¡Por fin hemos encontrado la receta mágica para lograr que tengamos políticos de altura! ¡Deberíamos patentar la idea, antes de que alguien se la apropie!
