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Bovino de alcurnia
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Que rollo hermano, pues les traigo este aporte a ver que les parece, espero y que no este y si lo esta pues ni hablar pushenle al botoncito rojo, si les gusta pues comenten.
Los cinco peores errores cometidos por la medicina del siglo XX
a derrota de numerosas epidemias y enfermedades infecciosas ha sido, sin duda, una victoria de la ciencia y la medicina del siglo XX. Esto permitió que en esos 100 años, la humanidad casi duplicara su promedio de vida, alcanzando los 80 años en los países con estilo de vida occidental.
Y la tecnología no se ha quedado atrás: escáner, resonancia magnética o tomografía de emisión de positrones son exámenes que entregan imágenes de los pacientes comparables a un detallado atlas anatómico.
Así, la detección temprana de enfermedades y mejores tratamientos permiten que las personas disfruten, hasta avanzada edad, de una buena calidad de vida. Pero esta misma ciencia médica, que parece imparable en su camino por conocer los secretos de la vida, ha cometido grandes errores que han causado la muerte de muchos o han perjudicado a otros tantos.
Algunas de estas equivocaciones, en su momento, fueron sostenidas porfiadamente, pese a no existir evidencias que las respaldaran. Producto de esto, hoy existe mayor conciencia de que la medicina y la ciencia no son infalibles y que también son influidas por mitos o falsas creencias que provienen de la tradición o las religiones.
LOS MÉDICOS FUMAN
"Más médicos fuman Camel, más que ningún otro cigarrillo", era la frase de la campaña de esta marca en que aparecía un doctor con un cigarrillo en la mano. Entre los años 1920 y 1950 eran frecuentes los avisos como "Cuida tu salud, fuma Chesterfield" o "L&M, justo lo que el médico te mandó".
Es que por aquellos años, la opinión pública no tenía conciencia alguna sobre los peligros que encierra el hábito de fumar: no fue sino hasta pasada la década del 50 que cada vez más estudios demostraron de forma rotunda la relación entre tabaco y cáncer. Pese a ello tuvieron que pasar otras cuantas décadas antes de que las cajetillas exhibieran leyendas del tipo "El tabaco mata". En el intertanto, miles de personas murieron siendo adictos a una sustancia que, confiando en la publicidad que hacían los médicos, creían beneficiosa.
LOBOTOMÍA: LA CIRUGÍA CON PICAHIELO
Depresión, neurosis, esquizofrenia y hasta la homosexualidad. Todo podía ser curado con una "milagrosa" técnica de psicocirugía que hoy sería digna de una espeluznante película de terror: la lobotomía.
Armado con un picahielo en una de sus manos y con un potente mazo, su creador, el doctor Walter Freeman, comenzó a aplicar esta técnica en 1945. Martillaba con fuerza y clavaba el picahielo a través de la zona interna y superior del párpado hasta llegar al lóbulo prefrontal. Una vez que alcanzaba la corteza del cerebro, comenzaba a girarlo de un lado a otro para destruir "el mal de raíz". Y todo en unos pocos minutos, con anestesia local. ¿El resultado? Otra película de horror.
Los pacientes quedaban convertidos en verdaderos zombies, indiferentes ante los estímulos que los rodeaban y con una pasividad extrema. Más de cinco mil personas fueron tratadas con el picahielo y ninguna de ellas exhibía neurosis, ansiedad o violencia después del procedimiento.
NO MÁS NÁUSEAS PARA LAS EMBARAZADAS
Al fin las mujeres tenían un medicamento para terminar con esas desagradables molestias que acompañan el embarazo. Nunca más vómitos, mareos o ansiedad. Fue a mediados de la década de los 50, en Alemania, que los médicos comenzaron a recetar un nuevo medicamento capaz de terminar con todos estos síntomas: la Talidomida. En poco tiempo, su uso se extendió a otros países de Europa, Africa, América y Australia.
Sin embargo, a poco andar comenzaron a aumentar de manera inexplicable las malformaciones. Miles de niños nacían sin sus piernas y brazos desarrollados por completo. Tras varias investigaciones y encuestas, se descubrió que la Talidomida estaba tras esta tragedia que afectó a más de 15 mil niños. Las conclusiones indicaron que las pruebas realizadas al producto en sus fases iniciales habían estado erradas, incluyendo resultados falsos de estudios que no se hicieron. De hecho, los experimentos realizados en animales habían estado mal diseñados y se comprobó que en la mayoría de los casos los fetos habían muerto. Fue así como se gestó y aprobó, en complicidad con especialistas inescrupulosos, el mayor desastre causado por un medicamento y el caso, al menos, sirvió para endurecer controles y regulaciones farmacológicas en todo el mundo.
CURAR LA HOMOSEXUALIDAD
Hasta el año 1973, la homosexualidad estaba incluida en el "Manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales" (DSM), el "libro sagrado" de la siquiatría. Hasta ese entonces, la medicina, lejos de abordar el tema desde una perspectiva científica y racional, la trataba como una enfermedad y con ello, incentivaba la discriminación hacia todo aquel que no era heterosexual.
Durante décadas, los homosexuales eran tratados como enfermos mentales: se les internaba en manicomios y se les forzaba a tratamientos médicos que, supuestamente, cambiarían su orientación sexual (incluida la lobotomía).
Uno de los casos más famosos es el del matemático Alan Turing, uno de los padres de la computación actual. Fue descubierto con otro hombre y conminado a seguir un tratamiento hormonal o ir a la cárcel. Turing eligió las hormonas, pero los efectos secundarios y la depresión que esto le causó terminó llevándolo al suicidio en 1954.
EL "MANICOMIO PENITENCIARÍA"
La idea de rehabilitar a los enfermos mentales no siempre fue abrazada por la medicina. Desde la edad media, cuando aparecen en Europa los primeros manicomios, la idea era esconder a los pacientes más que tratarlos. En el Bethlem Royal Hospital, creado en Gran Bretaña en el año 1247, los pacientes quedaban recluidos y encadenados en habitaciones. Se pensaba que muchos de ellos estaban poseídos por el demonio o habían recibido algún castigo divino. Y por increíble que parezca, los manicomios siguieron esta senda hasta mediados del siglo XX. Sangrías, lobotomías, terapia de shock, son algunas de las terapias que llegaron a ser "tristemente célebres" gracias a los manicomios.
Los cinco peores errores cometidos por la medicina del siglo XX
a derrota de numerosas epidemias y enfermedades infecciosas ha sido, sin duda, una victoria de la ciencia y la medicina del siglo XX. Esto permitió que en esos 100 años, la humanidad casi duplicara su promedio de vida, alcanzando los 80 años en los países con estilo de vida occidental.
Y la tecnología no se ha quedado atrás: escáner, resonancia magnética o tomografía de emisión de positrones son exámenes que entregan imágenes de los pacientes comparables a un detallado atlas anatómico.
Así, la detección temprana de enfermedades y mejores tratamientos permiten que las personas disfruten, hasta avanzada edad, de una buena calidad de vida. Pero esta misma ciencia médica, que parece imparable en su camino por conocer los secretos de la vida, ha cometido grandes errores que han causado la muerte de muchos o han perjudicado a otros tantos.
Algunas de estas equivocaciones, en su momento, fueron sostenidas porfiadamente, pese a no existir evidencias que las respaldaran. Producto de esto, hoy existe mayor conciencia de que la medicina y la ciencia no son infalibles y que también son influidas por mitos o falsas creencias que provienen de la tradición o las religiones.
LOS MÉDICOS FUMAN
"Más médicos fuman Camel, más que ningún otro cigarrillo", era la frase de la campaña de esta marca en que aparecía un doctor con un cigarrillo en la mano. Entre los años 1920 y 1950 eran frecuentes los avisos como "Cuida tu salud, fuma Chesterfield" o "L&M, justo lo que el médico te mandó".
Es que por aquellos años, la opinión pública no tenía conciencia alguna sobre los peligros que encierra el hábito de fumar: no fue sino hasta pasada la década del 50 que cada vez más estudios demostraron de forma rotunda la relación entre tabaco y cáncer. Pese a ello tuvieron que pasar otras cuantas décadas antes de que las cajetillas exhibieran leyendas del tipo "El tabaco mata". En el intertanto, miles de personas murieron siendo adictos a una sustancia que, confiando en la publicidad que hacían los médicos, creían beneficiosa.
LOBOTOMÍA: LA CIRUGÍA CON PICAHIELO
Depresión, neurosis, esquizofrenia y hasta la homosexualidad. Todo podía ser curado con una "milagrosa" técnica de psicocirugía que hoy sería digna de una espeluznante película de terror: la lobotomía.
Armado con un picahielo en una de sus manos y con un potente mazo, su creador, el doctor Walter Freeman, comenzó a aplicar esta técnica en 1945. Martillaba con fuerza y clavaba el picahielo a través de la zona interna y superior del párpado hasta llegar al lóbulo prefrontal. Una vez que alcanzaba la corteza del cerebro, comenzaba a girarlo de un lado a otro para destruir "el mal de raíz". Y todo en unos pocos minutos, con anestesia local. ¿El resultado? Otra película de horror.
Los pacientes quedaban convertidos en verdaderos zombies, indiferentes ante los estímulos que los rodeaban y con una pasividad extrema. Más de cinco mil personas fueron tratadas con el picahielo y ninguna de ellas exhibía neurosis, ansiedad o violencia después del procedimiento.
NO MÁS NÁUSEAS PARA LAS EMBARAZADAS
Al fin las mujeres tenían un medicamento para terminar con esas desagradables molestias que acompañan el embarazo. Nunca más vómitos, mareos o ansiedad. Fue a mediados de la década de los 50, en Alemania, que los médicos comenzaron a recetar un nuevo medicamento capaz de terminar con todos estos síntomas: la Talidomida. En poco tiempo, su uso se extendió a otros países de Europa, Africa, América y Australia.
Sin embargo, a poco andar comenzaron a aumentar de manera inexplicable las malformaciones. Miles de niños nacían sin sus piernas y brazos desarrollados por completo. Tras varias investigaciones y encuestas, se descubrió que la Talidomida estaba tras esta tragedia que afectó a más de 15 mil niños. Las conclusiones indicaron que las pruebas realizadas al producto en sus fases iniciales habían estado erradas, incluyendo resultados falsos de estudios que no se hicieron. De hecho, los experimentos realizados en animales habían estado mal diseñados y se comprobó que en la mayoría de los casos los fetos habían muerto. Fue así como se gestó y aprobó, en complicidad con especialistas inescrupulosos, el mayor desastre causado por un medicamento y el caso, al menos, sirvió para endurecer controles y regulaciones farmacológicas en todo el mundo.
CURAR LA HOMOSEXUALIDAD
Hasta el año 1973, la homosexualidad estaba incluida en el "Manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales" (DSM), el "libro sagrado" de la siquiatría. Hasta ese entonces, la medicina, lejos de abordar el tema desde una perspectiva científica y racional, la trataba como una enfermedad y con ello, incentivaba la discriminación hacia todo aquel que no era heterosexual.
Durante décadas, los homosexuales eran tratados como enfermos mentales: se les internaba en manicomios y se les forzaba a tratamientos médicos que, supuestamente, cambiarían su orientación sexual (incluida la lobotomía).
Uno de los casos más famosos es el del matemático Alan Turing, uno de los padres de la computación actual. Fue descubierto con otro hombre y conminado a seguir un tratamiento hormonal o ir a la cárcel. Turing eligió las hormonas, pero los efectos secundarios y la depresión que esto le causó terminó llevándolo al suicidio en 1954.
EL "MANICOMIO PENITENCIARÍA"
La idea de rehabilitar a los enfermos mentales no siempre fue abrazada por la medicina. Desde la edad media, cuando aparecen en Europa los primeros manicomios, la idea era esconder a los pacientes más que tratarlos. En el Bethlem Royal Hospital, creado en Gran Bretaña en el año 1247, los pacientes quedaban recluidos y encadenados en habitaciones. Se pensaba que muchos de ellos estaban poseídos por el demonio o habían recibido algún castigo divino. Y por increíble que parezca, los manicomios siguieron esta senda hasta mediados del siglo XX. Sangrías, lobotomías, terapia de shock, son algunas de las terapias que llegaron a ser "tristemente célebres" gracias a los manicomios.