Pues sí mi buen casanova, pero ya sabes cómo es ésto de la demagogia electoral. El merolico Trompetas necesitaba de un ingrediente nacionalista y lo más simple y barato (que no requería ni de una neurona) eran eso que ya traía atorado por su fracaso con el complejo turístico (y demanda subsecuente) en Baja California: los migrantes, la frontera, el muro que pondría a salvo a gringolandia del asalto de los drogadictos, delincuentes, violadores y demás gentuza que nos envían desde el Sur y "traen drogas y crimen". Con él "devolvería" a gringolandia los empleos que los nefastos mexicanos le hemos secuestrado. En fin... es discurso electorero. De eso en México sabemos mucho más de lo que el Bocón se imagina. El único ingrediente que le agregó, para ser consecuente con su conocida estridencia, es eso de que "México pagará por él". Con eso, a los cándidos votantes gringos que se inclinaron por él les encendió ese mal entendido nacionalismo (reconozcamos que han demostrado ya ser más cándidos que los mexicanos; a éstos últimos al menos hay que darles un premiecito "en especie" para que "decidan" su voto; a los gringos el Pelochas se los va a enchufar... ¡de a gratis!).

Sabemos que con todo y los actuales 2/3 de frontera ya bardeada el flujo de inmigrantes ilegales en lugar de reducirse... ¡SE HA INCREMENTADO! Es simple. Se trata de algo elemental, no en el mexicano, sino en cualquier persona: superar la barreras, cualesquiera que estas sean. Pero, como cínicamente lo dijo el Trompudo (y aún así le dijeron que sí): “Voy a construir un muro en nuestra frontera sur… nadie construye mejor que yo, y voy a hacer que México pague por esta valla”. Con la última frase evitó que se dieran cuenta de que, de facto, ya estaba haciendo cuentas de cuánto GANARÍA ÉL con ese NEGOCIAZO. El tipo llegó a la presidencia para hacer lo que aquí sabemos de sobra hace quien aspira a esos puestos: ENRIQUECERSE AÚN MÁS. Lo preocupante es que ABIERTA y CÍNICAMENTE lo ANTICIPÓ, lo está haciendo ya (no, aún no empieza el muro) y... ¡HASTA SE LO CELEBRAN!

Así que, el muro es lo de menos. Lo grave es que tengamos al Hitler del siglo XXI sentado al lado del teléfono que autoriza oprimir los botones de lanzamiento de las ojivas nucleares... ¡en un rabieta!, nada común en él, ¿verdad?