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El Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC firman la paz

jarochilandio

Bovino de la familia
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LGC (EFE / dpa / Reuters)
dw.com
26.09.2016


El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias 'Timochenko', rubricaron este lunes el acuerdo que pone fin a 52 años del conflicto armado entre ambos.

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El acuerdo es fruto de casi cuatro años de diálogos entre el Gobierno y las FARC en La Habana y fue sellado en Cartagena de Indias ante más de 2.500 invitados, entre ellos unos 15 presidentes de gobierno o jefes de Estado, el rey Juan Carlos de España y más de veinte ministros de Exteriores, además de otras personalidades de la política mundial, como el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, o los máximos representantes de instituciones internacionales.

Fue este último, Ban Ki-Moon, el primero en dirigirse al público después de la firma del acuerdo. "Hoy los colombianos le dicen adiós a décadas de llamas y estánenviando una luz brillante de esperanza que ilumina al mundo", dijoBan. Y se congratuló de haber podido trabajar para conseguir la paz: "Ha sido un honor para la comunidad internacional apoyar este
esfuerzo. Las partes le han encargado algo muy importante a la misión
de Naciones Unidas, la verificación del desarme".

Tras él, el propio Timochenko se dirigió al "pueblo de Colombia, pueblo bondadoso" para confiar en la creación de "un país donde nuestros hijos y nietos puedan vivir en paz y en dignidad por los siglos de los siglos". Timochenko habló de una "nueva era de reconciliación". "La clave está, dijo, en la implementción de lo pactado, para que pase del papel a hacerse realidad". Y confió en la función del propio pueblo colombiano como garante de esa implementación.

Las FARC piden perdón por las víctimas

Timochenko aprovechó para pedir también la paz en Siria y en su discurso no faltaron guiños a los predecesores al mando de las FARC ni reivindicaciones a su lucha, que sigue ahora por otros medios en pro de la justicia social. Tampoco faltaron alabanzas para Juan Manuel Santos, por su valentía al dar este paso, a Hugo Chávez, como iniciador de este proceso y a otros de los mandatarios presentes en la ceremonia y a las Naciones Unidas. Y culminó su discurso pidiendo "que nunca más sean utilizadas las armas con fines políticos" y reiteró que "nadie ha renunciado a sus ideas ni arriado sus banderas", sino que seguirán defendiéndolas en la arena política. Y parafraseando a San Francisco de Asís: "cuando se nos llene la boca hablando de paz, debemos estar antes seguros de tener nuestro corazón lleno de ella".

"Gloria a todos los caídos en esta larga confrontación. En nombre de las FARC pido perdón a todas las víctimas del conflicto, por todo el dolor que hayamos podido causar en esta guerra, dijo al finalizar su discuro Timochenko. "Que Dios bendiga Colombia", terminó en un discurso que debió alargársele demasiado, porque el vuelo bajo del caza que debía coincidir con su final interrumpió ese final. Timochenko bromeó diciendo que "esta vez vino a saludar la paz y no a descargar bombas". "Bienvenida esta segunda oportunidad para Colombia", terminó.

Santos da la bienvenida a las FARC

En su discurso, Juan Manuel Santos pidió, tras citar las palabras del himno nacional, "no más guerra", algo que fue coreado por el público presente. "Como jefe de Estado de la patria que todos amamos, les doy la bienvenida a la democracia. Cambiar las armas por los votos, las armas por las ideas, es la decisión más valiente e inteligente que puede tomar cualquier grupo subversivo", concedió.

"Probablemente nunca estaremos de acuerdo en nuestras ideas, pero, como dije en La Habana, siempre defenderé su derecho a defenderlas", añadió Santos. El presidente colombiano aprovechó para pedir al pueblo colombiano que refrende el acuerdo: "Todo acuerdo de paz es imperfecto, porque se trata de un pacto en el que tienen que ceder todas las partes: yo prefiero un pacto imperfecto que salve vidas, a una guerra perfecta que siga cobrándose vidas".

No falto un reconocimiento al equipo negociador. "Gracias, Colombia está en deuda con ustedes", dijo Santos, que agradeció también a la comunidad internacional, a Naciones Unidas, a Cuba, Noruega, Chile y Venezuela, también a Estados Unidos y a la Cruz Roja, y a todos los países del mundo que se han aprestado a ayudar y han ofrecido "aportes y experiencia" para el postconflicto. También dio las gracias a Dios y al papa Francisco. "La paz de Colombia es la paz de la región".

"Nadie ha dicho que el final del conflicto sea el final de todos nuestros problemas", pero "cuántos recursos de la guerra podremos ahora dedicar a Educación, a la seguridad ciudadana, cuánto podremos invertir en nuestros campos, cuánta inversión extranjera llegará... Colombia se prepara para alcanzar su potencial", dijo ya entre lágrimas.

Santos terminó volviendo a citar el himno nacional: "Cesó la horrible noche", gritó "para el amanecer de la vida", mientras empezaba a escuchar la 9ª Sinfonía de Beethoven cantada en español por un coro de niños.

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¿Cuánta paz cabe en el pacto con las FARC?

Astrid Prange
dw.com
26.09.2016


El acuerdo de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de Juan Manuel Santos tiene carácter histórico. Estos son los puntos del documento que mayor controversia despiertan.

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Pese a la firma del acuerdo de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Gobierno de Juan Manuel Santos y a que la Organización de las Naciones Unidas velará por que se cumpla, son los ciudadanos de ese país sudamericano quienes tienen la última palabra: el próximo domingo (2.10.2016), millones de personas irán a las urnas para votar a favor o en contra de que el pacto con las FARC entre en vigor. Muchos creen que el convenio de La Habana honra la dignidad de las víctimas del longevo conflicto armado; otros opinan que fomenta la impunidad. Estos son los puntos del acuerdo que mayor controversia despiertan.

Reforma agraria

Acordado en mayo de 2013, el proceso de redistribución de tierras contempla la fundación de un "banco de tierras” dotado con tres millones de hectáreas confiscadas por el Estado debido a su improductividad o a que habían sido utilizadas para actividades ilegales. Eso permitirá que la población desplazada durante la guerra civil recupere las tierras que perdió. También se fomentará la compra de terrenos mediante créditos asequibles y el desarrollo de la infraestructura rural. "Muchos pensaban que los latifundistas serían expropiados, pero este programa pudo haber sido concebido por el Banco Mundial”, comenta Günter Knieß, exembajador de Alemania en Colombia (2012-2016).

Desarme y reintegración

Tras la firma del acuerdo de paz, las FARC tienen cinco días para revelar dónde esconden su armamento, noventa para entregar un tercio de su arsenal y 180 para declarar desarmados a sus siete mil combatientes. Ese proceso tendrá lugar en 23 zonas de transición y bajo el escrutinio de las Naciones Unidas. La reintegración social de los guerrilleros –muchos de los cuales nacieron y crecieron en la selva colombiana– comenzará en zonas especiales y en campamentos de las FARC. Todo el que entregue sus armas tendrá acceso a programas de formación técnica y profesional, y recibirá una prestación económica única, equivalente a 2.440 euros, para que se facilite su retorno a la vida civil.

Justicia

El acuerdo con las FARC contempla la instauración de una "Justicia de transición”, encarnada en un tribunal para la paz, una comisión de la verdad y otras instancias extraordinarias. Quien confiese haber cometido crímenes graves y colabore en la investigación de los mismos puede optar por cumplir su condena en forma de trabajo comunitario con libertad de movimiento restringida. Quienes se nieguen a confesar o a cooperar con los investigadores pueden pagar penas de cárcel de por lo menos cinco años. "Este convenio no alienta la impunidad, como dicen algunos críticos”, sostiene Tom Koenigs, emisario especial del Estado alemán para el proceso de paz en Colombia.

Participación política y lucha antinarcóticos

El partido político que surja del seno de las FARC recibirá financiamiento público y podrá participar en las elecciones presidenciales de 2018. Hasta 2026, es decir, durante los próximos dos períodos legislativos, a esa formación se le garantizará un mínimo de cinco escaños en cada Cámara. También se acordó que el Gobierno y las FARC –que controla entre el 60 y el 70 por ciento del comercio de drogas en Colombia– lucharán juntos contra el narcotráfico, sustituyendo o eliminando los sembradíos ilegales de coca. El expresidente Álvaro Uribe, predecesor de Juan Manuel Santos, insiste en que de este pacto no saca provecho la población colombiana, sino solamente los guerrilleros.


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Colombia: el “sí” no está asegurado

José Ospina-Valencia
dw.com
27.09.2016


Tras seis años de ingeniería política se firmó el Acuerdo de Paz. La UE retiró a las FARC de la lista de terroristas y la guerrilla pidió perdón. Dos barreras menos en la carrera de obstáculos que apenas comienza.

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“Si bien algunas encuestas favorecen el “sí” en el plebiscito de este 2 de octubre, al que están convocados 34 millones de colombianos, una baja participación puede dar una mala sorpresa, debido a que la campaña del “no” es muy sólida”, advierte Yann Basset, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad del Rosario de Colombia. “La campaña contra el Acuerdo de Paz se basa en el profundo odio generado por las FARC y la creencia de que este grupo va a recibir concesiones inaceptables, como que van a recibir curules en el Congreso”, resalta Basset, egresado de la Universidad Sorbonne.

Las reservas del bloque “no”

La disyuntiva de todo negociador o conciliador es qué, cuánto y cómo ceder y conceder para poder llegar a un acuerdo con el que ambas partes se identifiquen y, por lo tanto, puedan cumplir. Y si la exclusión política fue una de las mayores razones para la existencia de un grupo armado como las FARC, parece lógico abrir esos espacios. Así, el Acuerdo de Paz “busca la ampliación de la democracia como camino para tramitar los conflictos de manera pacífica y el rompimiento definitivo del vínculo entre política y armas, y abrir la puerta para que en Colombia nos integremos a una cultura de reconciliación, convivencia, tolerancia y no estigmatización”.

En razón a esto, el firmado Acuerdo prevé la concesión temporal de 5 escaños para las FARC en la Cámara de Representantes y 5 en el Congreso, que solo pueden ocupar personas que hayan aclarado su situación jurídica. “Pero el hecho de que en otras negociaciones de paz en otros países, e incluso en la reunificación de Alemania, se haya concedido varios escaños parlamentarios a la contraparte y esto no haya dañado el Estado de Derecho es algo que muchos seguidores del “no” no quieren escuchar, porque su decisión es altamente emocional”, agrega Basset, especialista en el estudio del contexto y la transformación del populismo en América Latina.

Con emociones ¿para qué razones?

En medio de esta alta “emocionalización”, promovida por líderes de la derecha y extrema derecha de Colombia, sus seguidores escuchan las experiencias exitosas en otros países y de inmediato sacan otra razón para negarse al Acuerdo, como la de que ¿para qué negociaron con las FARC si ya estaban casi derrotadas?. Y cuando se demuestra que las FARC “no estaban casi derrotadas”, añaden que “rechazar este Acuerdo permitirá negociar otro mejor”. ¿Cuándo y cómo y si es posible hacerlo? son preguntas que se quedan sin respuesta, por una sencilla razón: nadie lo sabe.

Para muchos no parecen ser suficientes 260.000 muertos. La guerra debe continuar porque aún no están dispuestos ni a ceder ni a pactar ni a perdonar ni pensar diferente. “No quieren que el panorama político en Colombia cambie”, agrega Yasset y recuerda que “al grueso del ‘no’ dirigido por la ultraderecha se agrega una buena parte de los habitantes de las grandes ciudades que no están de acuerdo con la representación que obtendrán las FARC”.

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Tanto es así, que hoy, víctimas de las regiones que vivieron las barbaridades de la guerra claman a los habitantes de las ciudades para que voten por el “sí” y no los condenen con un “no” a más guerra. Yan Basset observa aquí “una falla de la campaña del ‘si’ que se ha quedado con mensajes generales como de que ‘vamos a tener un país con más oportunidades’, y no le ha dado espacio suficiente a las víctimas y habitantes de las regiones más afectadas para que convenzan al país de la necesidad de poner fin a esta guerra”.

Miedos, convicción y cálculos

“El voto del ‘no’ es un voto ideológico, no uno con la razón”, concluye Yann Basset, quien asiente que dicha campaña ha adquirido matices emocionales de una “trumpización” en la que la postura es lo que prima, no el contenido del mensaje, sea este verdadero o falso.

Hay otros que prefieren convencer con cálculos. Si gana el sí, "cambiamos una guerra que hasta ahora ha costado 240 millones de millones de pesos, por una reintegración de 250 mil millones" es, por su parte, la dimensión del gasto que el matemático José Fernando Isaza hace del Acuerdo de Paz firmado este 26 de septiembre entre el Gobierno de Colombia y el líder de las FARC , en Caracol Radio.

A falta de un Plan B, una derrota del ‘sí’ significaría una paralización insospechada de muchas cosas en Colombia y la resurrección de una guerra a punto de ser sepultada.



Fuente



Yo me quedo con el comentario siguiente (escuchado en una de las entrevistas a personas "de a pié" durante al noticiario en DW): "la PAZ no es del gobierno de Colombia, no es de las FARC, es DEL PUEBLO COLOMBIANO". Es eso lo que quizá no han sabido transmitir los promotores del "SÍ", y que NO HAN ENTENDIDO los promotores del "NO". Ante ARGUMENTOS tan simples y directos, ni matices emocionales de una “trumpización” tienen defensa alguna.
 


Admito que no se mucho sobre lo que ocurre con esta guerrilla, lo que si sé, es que son un grupo beligerante.
 
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