shinagami3.0
Bovino maduro
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Hola bakunos; estando revisando mi libreta de apuntes encontre el borrador para un ensayo de literatura; no me parecio bueno, asi que la historia aun no esta terminada, solo tengo tres capitulos... y no se, haber si les gusta, para acabarlo o olvidarlo. Nota: este yo lo invente, no es real... no insistan.
Fue de los primeros que escribí.
Capitulo 1: La visita
Busco en el interior de la bolsa trasera de su pantalón de mezclilla, solo hallo un pequeño cúter; esta era la única arma que poseía para enfrentarse aquel ser que lo estaba acechando. Estaba solo en el último cuarto de la casa, asustado como un niño pequeño; aquel ser que lo acechaba en sus sueños ahora estaba en la casa, removiendo objetos para dar con él.
El inexplicable silencio agudizaba sus sentidos, haciéndolo perceptible a cualquier objeto que lo rodeaba; su respiración agitada y su desesperación de alejarse de esa cosa, lo hacían tropezar con lo que encontraba a su paso. Su intento desesperado por huir fue fallido, estaba atrapado, el cuarto en el que estaba no poseía ninguna ventana, la única salida estaba en la puerta que Juan había cerrado con seguro; si intentaba salir, tendría que toparse con la cosa en el pasillo y estaba cerca, se escuchaba como removía cosas de la habitación anterior. No había opción, salir era tener un encuentro con la cosa; prefirió refugiarse en la esquina derecha del cuarto, aun lado de la cama y a la vez ocultarse detrás de ella, se sentó en pose fetal y con el cúter en la mano rogo por que no lo viera.
Afuera del cuarto los sonidos eran escasos, se escuchaba como se removía algún objeto de su lugar y en ocasiones como caían al suelo. Los pasos de la “cosa” aunque sigilosos, no escapaban del oído agudo de Juan, se estaba acercando al cuarto donde él se ocultaba. Juan estaba sosteniendo su cúter con la mano derecha, temblando de miedo y lanzando miradas alrededor del cuarto, siempre verificando de donde podría venir el peligro; en uno de sus repentinos giros de cabeza, miro de reojo el buro que estaba a su derecha, observo un frasco de medicamentos y reconoció que eran los que le habían recetado. Corrió hacia el buro y en su torpe correr hizo caer una lámpara, se escucho un estrepitoso ruido al llegar la lámpara al suelo, no importo, después de unos segundos de observar el hecho Juan siguió su avance. Llego al buro y tomo entre sus manos el frasco, se percato que la cosa se dirigía al cuarto donde estaba él; Juan saco un par de píldoras y se las trago, el efecto que deseaba no ocurrió. Los pasos seguían su avance, volvía a sacar dos píldoras y las trago, aun no pasaba lo que deseaba.
“Tiene que desaparecer… pensaba Juan… eso tiene que desaparecer al tomar las píldoras, eso dijo el psiquiatra”
Pero lo que quería no pasaba, no hacia efecto; así que Juan volvió a abrir el frasco, coloco en su puño lo que parecían diez o doce píldoras y se las llevo a la boca, las mastico con desesperación e intento tragarlas cuando se percato que la “cosa” estaba parada delante de la puerta; escuchaba como giraba la perilla.
El silencio reino en el curto por un instante y Juan dirigió la vista hacia la puerta, el sonido del reloj de pared rompió ese extraño silencio. “Tic-tac” se escucho el reloj acompañado del clic al lograr quitar el seguro de la perilla; pero esta continuaba cerrada. “Tic…..tac” el sonido de las manecillas del reloj parecía ir en intervalos más largos; de repente la puerta se abrió de un golpe y el “Tic tac” se detuvo indefinidamente.
La silueta de una mujer se encontraba bajo el arco de la puerta, su rostro oculta tras la oscuridad de la noche la volvía irreconocible; Juan la miro y al tratar de huir cayo de espaldas, levanto el tórax y se apoyo en sus manos, pudo sentir el frio piso de la habitación pero no detuvo su avance en dirección contraria al visitante; la pared fue el obstáculo que detuvo su huida y como toda presa, busco su arma sin dejar de observar al cazador. La silueta seguía estática bajo el arco de la puerta, Juan temblando empuño su cúter hacia delante para crear una barrera entre su oponente y él; en el suelo era presa fácil, pero sus piernas no respondían al estimulo deseado. El ser avanzo hacia Juan dejándose ver en toda su gloria, desde el suelo, lo primero que vio fueron los dedos de sus pies que era lo único que dejaban ver su enorme falda negra; subió la vista hasta su pecho, era una silueta perfecta, vestía una blusa blanca llena de encajes grises que resaltaban su busto, el cual evitaba que cayeran al suelo pequeñas gotas de color obscuro que manchaban su ropa; alzo un poco más la vista y vio una cara que nunca olvidara, su boca retorcida y deformaba dejaban ver su lengua, esta sobresalía un poco y descansaba en una mandíbula partida por la mitad, carecía de nariz y sus ojos, uno lo miraba fijamente a él y el otro fuera de su cuenco campaneaba por su rostro, si a eso se le podría llamar rostro.
Juan dejo salir un pequeño grito, que se ahogo por su hiperventilación, cuando logro controlarse grito:
-¡Lárgate… vete, lárgate de aquí!
Pero la mujer solo lo miraba como un pequeño gato que observa con curiosidad una lagartija que tortura antes de almorzar. Ya atrapado Juan intentaba retroceder y con toda su fuerza intentar atravesar la pared que detenía su marcha, repetía la misma pregunta una y otra vez: ¿Qué quieres?... ¿Qué quieres? La mujer adelanto la cabeza y la dirigía hacia él, al ver esto Juan extendió sus brazos hacia delante para detenerla; pero ella no se detuvo, se hinco y dirigía su cabeza a la cara de Juan. Juan muy asustado cerro los ojos y con todas sus fuerzas grito: “vete… lárgate… vete… por favor” y su vos flaqueo hasta convertirse en un leve llanto. Mantuvo cerrado los ojos y sintió que tomaron su brazo izquierdo, Juan temblaba y cerraba con mucho más fuerza los ojos, sintió un dedo que acariciaba su antebrazo y con dulzura escribía algo, lo remarco y Juan entendió el mensaje “A ti”. Todo seso y el silencio reino una vez más, al no escuchar ni sentir algo más que el frio suelo, Juan abrió los ojos; el cuarto estaba vacio, miro su brazo pero no había nada, solo sentía la sensación aun fresca de aquella caricia y el mensaje que había dejado en su mente: “A ti”.
El sonido del reloj regreso y todo parecía normal; se escucho una melodía sin ritmo y repetitiva; se repetía una y otra vez, al principio generaba indiferencia, pero después de las constantes repeticiones se volvía irritante.
-¡Ahh!... ¡Maldita música!- grito y se llevo las manos a los oídos, se seguía escuchando pero con más intensidad.
-¡Ahh!... ¡Maldito sonido!... ¿De donde proviene?-
Buscaba la procedencia del sonido y cuando se quito las manos de los oídos bajo el volumen, cuando se volvió a tapar los oídos porque ya no soportaba, se dio cuanta de donde provenía, de su antebrazo; del mismo lugar donde la mujer lo había acariciado. Cubrió su brazo entre las almohadas, pero el sonido seguía escuchándose; golpeo la pared con el antebrazo, pero solo le causo dolor, era inútil el sonido no cesaba; desesperado vio el cúter en el suelo y con el empezó a desgarrar la piel de su antebrazo, enterraba la navaja una y otra vez, la sangre brotaba y la música hizo intensa, pero a cada corte del musculo la música parecía ceder. El continuo desgarrando su brazo, la música desaparecía lentamente; entonces, en lo que parecía el ultimo intento, el puñado de píldoras hizo efecto en el cuerpo de Juan, súbitamente cayo al piso y con movimientos bruscos, Juan se quedo convulsionando en el suelo hasta que perdió la conciencia.
Fue de los primeros que escribí.
Capitulo 1: La visita
Busco en el interior de la bolsa trasera de su pantalón de mezclilla, solo hallo un pequeño cúter; esta era la única arma que poseía para enfrentarse aquel ser que lo estaba acechando. Estaba solo en el último cuarto de la casa, asustado como un niño pequeño; aquel ser que lo acechaba en sus sueños ahora estaba en la casa, removiendo objetos para dar con él.
El inexplicable silencio agudizaba sus sentidos, haciéndolo perceptible a cualquier objeto que lo rodeaba; su respiración agitada y su desesperación de alejarse de esa cosa, lo hacían tropezar con lo que encontraba a su paso. Su intento desesperado por huir fue fallido, estaba atrapado, el cuarto en el que estaba no poseía ninguna ventana, la única salida estaba en la puerta que Juan había cerrado con seguro; si intentaba salir, tendría que toparse con la cosa en el pasillo y estaba cerca, se escuchaba como removía cosas de la habitación anterior. No había opción, salir era tener un encuentro con la cosa; prefirió refugiarse en la esquina derecha del cuarto, aun lado de la cama y a la vez ocultarse detrás de ella, se sentó en pose fetal y con el cúter en la mano rogo por que no lo viera.
Afuera del cuarto los sonidos eran escasos, se escuchaba como se removía algún objeto de su lugar y en ocasiones como caían al suelo. Los pasos de la “cosa” aunque sigilosos, no escapaban del oído agudo de Juan, se estaba acercando al cuarto donde él se ocultaba. Juan estaba sosteniendo su cúter con la mano derecha, temblando de miedo y lanzando miradas alrededor del cuarto, siempre verificando de donde podría venir el peligro; en uno de sus repentinos giros de cabeza, miro de reojo el buro que estaba a su derecha, observo un frasco de medicamentos y reconoció que eran los que le habían recetado. Corrió hacia el buro y en su torpe correr hizo caer una lámpara, se escucho un estrepitoso ruido al llegar la lámpara al suelo, no importo, después de unos segundos de observar el hecho Juan siguió su avance. Llego al buro y tomo entre sus manos el frasco, se percato que la cosa se dirigía al cuarto donde estaba él; Juan saco un par de píldoras y se las trago, el efecto que deseaba no ocurrió. Los pasos seguían su avance, volvía a sacar dos píldoras y las trago, aun no pasaba lo que deseaba.
“Tiene que desaparecer… pensaba Juan… eso tiene que desaparecer al tomar las píldoras, eso dijo el psiquiatra”
Pero lo que quería no pasaba, no hacia efecto; así que Juan volvió a abrir el frasco, coloco en su puño lo que parecían diez o doce píldoras y se las llevo a la boca, las mastico con desesperación e intento tragarlas cuando se percato que la “cosa” estaba parada delante de la puerta; escuchaba como giraba la perilla.
El silencio reino en el curto por un instante y Juan dirigió la vista hacia la puerta, el sonido del reloj de pared rompió ese extraño silencio. “Tic-tac” se escucho el reloj acompañado del clic al lograr quitar el seguro de la perilla; pero esta continuaba cerrada. “Tic…..tac” el sonido de las manecillas del reloj parecía ir en intervalos más largos; de repente la puerta se abrió de un golpe y el “Tic tac” se detuvo indefinidamente.
La silueta de una mujer se encontraba bajo el arco de la puerta, su rostro oculta tras la oscuridad de la noche la volvía irreconocible; Juan la miro y al tratar de huir cayo de espaldas, levanto el tórax y se apoyo en sus manos, pudo sentir el frio piso de la habitación pero no detuvo su avance en dirección contraria al visitante; la pared fue el obstáculo que detuvo su huida y como toda presa, busco su arma sin dejar de observar al cazador. La silueta seguía estática bajo el arco de la puerta, Juan temblando empuño su cúter hacia delante para crear una barrera entre su oponente y él; en el suelo era presa fácil, pero sus piernas no respondían al estimulo deseado. El ser avanzo hacia Juan dejándose ver en toda su gloria, desde el suelo, lo primero que vio fueron los dedos de sus pies que era lo único que dejaban ver su enorme falda negra; subió la vista hasta su pecho, era una silueta perfecta, vestía una blusa blanca llena de encajes grises que resaltaban su busto, el cual evitaba que cayeran al suelo pequeñas gotas de color obscuro que manchaban su ropa; alzo un poco más la vista y vio una cara que nunca olvidara, su boca retorcida y deformaba dejaban ver su lengua, esta sobresalía un poco y descansaba en una mandíbula partida por la mitad, carecía de nariz y sus ojos, uno lo miraba fijamente a él y el otro fuera de su cuenco campaneaba por su rostro, si a eso se le podría llamar rostro.
Juan dejo salir un pequeño grito, que se ahogo por su hiperventilación, cuando logro controlarse grito:
-¡Lárgate… vete, lárgate de aquí!
Pero la mujer solo lo miraba como un pequeño gato que observa con curiosidad una lagartija que tortura antes de almorzar. Ya atrapado Juan intentaba retroceder y con toda su fuerza intentar atravesar la pared que detenía su marcha, repetía la misma pregunta una y otra vez: ¿Qué quieres?... ¿Qué quieres? La mujer adelanto la cabeza y la dirigía hacia él, al ver esto Juan extendió sus brazos hacia delante para detenerla; pero ella no se detuvo, se hinco y dirigía su cabeza a la cara de Juan. Juan muy asustado cerro los ojos y con todas sus fuerzas grito: “vete… lárgate… vete… por favor” y su vos flaqueo hasta convertirse en un leve llanto. Mantuvo cerrado los ojos y sintió que tomaron su brazo izquierdo, Juan temblaba y cerraba con mucho más fuerza los ojos, sintió un dedo que acariciaba su antebrazo y con dulzura escribía algo, lo remarco y Juan entendió el mensaje “A ti”. Todo seso y el silencio reino una vez más, al no escuchar ni sentir algo más que el frio suelo, Juan abrió los ojos; el cuarto estaba vacio, miro su brazo pero no había nada, solo sentía la sensación aun fresca de aquella caricia y el mensaje que había dejado en su mente: “A ti”.
El sonido del reloj regreso y todo parecía normal; se escucho una melodía sin ritmo y repetitiva; se repetía una y otra vez, al principio generaba indiferencia, pero después de las constantes repeticiones se volvía irritante.
-¡Ahh!... ¡Maldita música!- grito y se llevo las manos a los oídos, se seguía escuchando pero con más intensidad.
-¡Ahh!... ¡Maldito sonido!... ¿De donde proviene?-
Buscaba la procedencia del sonido y cuando se quito las manos de los oídos bajo el volumen, cuando se volvió a tapar los oídos porque ya no soportaba, se dio cuanta de donde provenía, de su antebrazo; del mismo lugar donde la mujer lo había acariciado. Cubrió su brazo entre las almohadas, pero el sonido seguía escuchándose; golpeo la pared con el antebrazo, pero solo le causo dolor, era inútil el sonido no cesaba; desesperado vio el cúter en el suelo y con el empezó a desgarrar la piel de su antebrazo, enterraba la navaja una y otra vez, la sangre brotaba y la música hizo intensa, pero a cada corte del musculo la música parecía ceder. El continuo desgarrando su brazo, la música desaparecía lentamente; entonces, en lo que parecía el ultimo intento, el puñado de píldoras hizo efecto en el cuerpo de Juan, súbitamente cayo al piso y con movimientos bruscos, Juan se quedo convulsionando en el suelo hasta que perdió la conciencia.