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Bovino de la familia
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¡Cuánto odio hacia AMLO!
Martín Moreno
Más tardó en darse a conocer que Andrés Manuel López Obrador va a ser el candidato presidencial de la izquierda en 2012, que en desatarse una cargada de odio y rencor en su contra. Como si el tabasqueño fuera, en realidad, el gran problema de México. Lo atacan como si fuera la peste. Lo masacran. Lo crucifican.
¿Y qué esperaban quienes, cegados por el odio al lopezobradorismo, se negaban a ver lo evidente: que AMLO sería el candidato presidencial por encima de Marcelo Ebrard? No había otra opción política y de unidad dentro del PRD.
En esta columna lo adelantamos el 27 de julio de 2010: “AMLO: va de nuevo en 2012”. Aún más: desde hace tres años y medio, titulamos así nuestros Archivos del poder (22/V/2008): “No se hagan bolas: es AMLO”. Y desde entonces señalamos “Solamente los ingenuos podrían suponer que AMLO estaría dispuesto a ceder a otro la candidatura del PRD a la Presidencia”.
Quienes descartaban a AMLO no se movían por una lógica política o por simple intuición o trabajo periodístico. No. El odio a López Obrador los ciega. Los intereses “antiAMLO” los impulsan para presentarlo como el “perro del mal”. Las plumas al servicio de Salinas y de sus enemigos se queman por dentro, se inmolan y claman que el país se acabará porque, ¡aguas, ahí viene Andrés Manuel! ¡Uy, el diablo!
¿Es realmente AMLO el gran problema del país? Por supuesto que no.
Aclaro: ni estoy afiliado a Morena ni soy partidario político de AMLO. Como millones, creo que tiene razón en varios señalamientos —primero los pobres, no más corrupción, adelgazar el gasto del Estado—, pero también difiero en métodos y estrategias. Muchos no olvidan el arbitrario cierre de Paseo de la Reforma.
Obligado es comparar y reflexionar.
¿Quién hace más daño: AMLO o las políticas sociales de los últimos 82 años (PRI y PAN), que mantienen a 50 millones de mexicanos en la pobreza?
¿Quién hace más daño: AMLO o las crisis económicas de López Portillo y Salinas de Gortari que dejaron en el desamparo a millones de mexicanos y hundieron al país en las debacles financieras más dolorosas de la historia?
¿Quién hace más daño: AMLO o los monopolios económicos que evitan la competencia y, en consecuencia, dañan los bolsillos de las mayorías, con tarifas, precios y costos elevados?
¿Quién hace más daño: AMLO o Elba Esther Gordillo y su dictadura sindical que mantiene en la ignorancia a millones de alumnos de primaria y secundaria, al amparo del poder salinista, zedillista, foxista y calderonista?
¿Quién hace más daño: AMLO o los gobernadores que se cruzaron y aún se cruzan de brazos ante el avance del narcotráfico en sus estados —Hernández en Tamaulipas, Estrada en Morelos, Medina en Nuevo León, Duarte en Chihuahua, Godoy en Michoacán— y permiten el arrodillamiento de la sociedad por el crimen organizado?
¿Quién hace más daño: AMLO o los fraudes electorales priistas que han burlado y sometido las libertades políticas de millones?
¿Quién hace más daño: AMLO o los intereses de los partidos —incluido el PRD—, que mantienen congeladas reformas clave para el país, como la laboral, la de seguridad, y arrojan a la sociedad el despojo de una reforma política rasurada y reducida a la conveniencia de la partidocracia?
¿Quién hace más daño: AMLO o un narco poderoso, incontrolable e infiltrado en las policías y en altos mandos federales, estatales y municipales?
México es un país con 50 millones de pobres.
Cuidado: cuando diez mil con machete bajen de la sierra o de cualquier otra franja de miseria y se apoderen de la Central de Abasto o de supermercados o de centros comerciales, hartos de tanto engaño y en nombre de un nuevo orden social que rompa décadas de abuso, entonces nos daremos cuenta de que López Obrador no es el problema de este país.
Si estalla otra revuelta social —similar o más radical que la de Chiapas en 1994—, entonces sabremos que no es un solo hombre el fondo real de la situación de pobreza, desesperanza y violencia que enfrenta México.
Cuando la violencia llega, detonada por el hartazgo popular, van a extrañar hasta a Fernández Noroña y sus desfiguros legislativos.
Odios personalizados. Contra AMLO, Calderón o el que sea. No odiemos a uno solo.
Hay que odiar a nuestra propia incapacidad.
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=785072