La última entrega de la saga fílmica Shrek muestra al "Gato con Botas" como nunca antes se le había visto: obeso. El sobrepeso ha puesto al valeroso minino en una situación ridícula. Es incapaz de acicalarse por sí mismo y debe implorar a "Burro" que le preste su lengua para estar limpio.
Excesivos cuidados, holgazanería y demasiado alimento ponen gordo a cualquier animal, incluso al más gallardo, como es el caso del personaje que sale en la sage de "Shrek". Varios ejemplos de la vida real fueron recopilados



Si quisiera hacerse la versión en carne y hueso de Shrek para siempre, el minino que aparece en la siguiente imagen sería el primer candidato para el papel.
Parece que el dueño o dueña del gatito anterior también posee un perro al que alimenta desenfadadamente.
El roedor que protagoniza la próxima imagen se deprimió tanto al no obtener el papel de "Remy" en Ratatouille que se acostumbró a olvidar sus penas con pan.
La ardilla de la siguiente fotografía no se queda atrás, pese a carecer de un dueño, no ha encontrado dificultades para subir de peso.
El caso del cochino que protagoniza lo fotografía próxima parece extremo: es incapaz de abrir los ojos.
Entre las aves, la obesidad no es un lío menor. Parece que a la gallina de la siguiente imagen la están engordando para la próxima comida familiar.