Te comento, eran vísperas de navidad y nos trasladamos a la ciudad de Villahermosa, Tabasco. Yo apenas tenía meses de nacido y mi madre me había llevado con la intención de que me vieran mis tíos. Como una familia atípica, mi padre decidió no pasar esa navidad con nosotros, sino con sus padres (mis abuelos). Desconozco a quien de mis familiares pertenecía la casa, lo que recuerdo es por una foto que tomó uno de mis tíos, y por el relato de mi madre. Nos quedamos en un cuarto grande, dividido en dos cuadros a los que separaba un arco y dos columnas.
A eso de la noche, mi madre se fue a acostar y me recostó en una pequeña cama improvisada. Era ya la noche del 24 y pese a que hubo una celebración, mi madre prefirió descansar temprano. Nos encontrábamos durmiendo, cuando un destello rojizo apareció en una esquina donde mi madre había instalado un pequeño pino sintético de navidad, el aroma a azufre se hizo presente y mis llantos le acompañaron. Mi madre despertó aterrada pensando que era un incendio, puesto que parecía que el árbol se consumía en llamas; se levantó de la cama solo para petrificarse por la aparición de un ente con el tradicional aspecto del diablo; rojo, rostro de bestia, torso de humano, piernas y patas de macho cabrío, cuernos, todo el paquete de terror pero sin ser el tan pintoresco personaje de lotería, este emergió de un cuadro que tenía una imagen cristiana. Al materializarse el ente se dirigió a mi madre con insultos y diciendo que venía por mí, que no podría evitarlo, aunque lo común es quedarse incapacitado del habla, mi madre insultó al ente, le dijo que no me llevaría y se puso como obstáculo, así que el ente la tomo del cuello y la sofocó. Uno de mis tíos escucho los gritos de discusión en la habitación, mi llanto y notó la luminiscencia por la separación entre la puerta y el piso, llamó a otro tío y forzaron la puerta para entrar, al punto de romper la perilla. Encontraron a mi mama inconsciente en el suelo, yo todavía en la cama y el aroma del metaloide, ya no había brillo, ni el ente. Nos sacaron de esa casa y nos llevaron a la de una tía.
Esa noche mí madre no pudo dormir, contó a sus hermanos lo que había sucedido, estos le creyeron y nos llevaron a la iglesia. No era la primera vez que mi madre veía este tipo de cosas, pero si la primera vez que el ente afirmaba ser el diablo y que intentaba agredirla. Aunque en la actualidad he pensado que pudo haber sido una jugarreta de la mente, me sorprende que mis dos tíos notaran las anomalías en el cuarto, por lo que dejo cabida a la duda.