tiburonxx
Bovino de la familia
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http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9034225
Nuevamente la interrupción legal de embarazo en primera plana, debido a la atinada propuesta de combatir reformas que blindaron las leyes de dos estados para impedir su despenalización.
Comentemos cinco persistentes mitos al respecto:
1. Quienes buscan despenalizar son “abortistas”: Falso. Nadie promueve el aborto. Sería ideal que ninguna mujer empleara este recurso extremo. Pero los abortos improvisados e insalubres que matan a cientos de mujeres cada año dejan claro que, en vez de criminalizar, urge garantizar en todo el país el derecho a interrumpir el embarazo en condiciones de salud.
2. La vida humana comienza con la fecundación. Nuevamente, falso. Cuando un óvulo es fecundado por un espermatozoide, ambos están ya vivos. El producto de esa unión es una célula indiferenciada, que se divide y posteriormente forma estructuras rudimentarias. El proceso toma meses; antes de las 12 semanas no existen aún las estructuras anatómicas que dan soporte a las funciones que definen a un ser humano: percepción, pensamiento, conciencia.
3. Se defienden los derechos del “no nacido”; el aborto es un asesinato. Si el embrión en las primeras semanas de desarrollo no cumple con las características mínimas para ser considerado un individuo humano, ese “no nacido” cuyos derechos supuestamente se defienden no existe… todavía. Tampoco el supuesto crimen.
4. El debate es si los derechos de la mujer son más importantes que los del embrión. No. El embrión no es un ser humano —aún—; por ende, no tiene todavía derechos. Lo que realmente se discute es si los estados pueden modificar sus leyes aun cuando contradigan la Constitución.
5. Oponerse al aborto es defender la “cultura de la vida”. Falso. No existe una “cultura de la muerte” que promueva el aborto. Existe la defensa de los derechos humanos, en este caso el de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.
Aunque todavía haya quien no esté de acuerdo, los derechos no se deciden por mayoría, ni se negocian. Ojalá los ministros de la Suprema Corte adopten el enfoque progresista y sensato, basado en el conocimiento científico, que se espera en una sociedad democrática de la segunda década del siglo XXI.
:eolo:
Nuevamente la interrupción legal de embarazo en primera plana, debido a la atinada propuesta de combatir reformas que blindaron las leyes de dos estados para impedir su despenalización.
Comentemos cinco persistentes mitos al respecto:
1. Quienes buscan despenalizar son “abortistas”: Falso. Nadie promueve el aborto. Sería ideal que ninguna mujer empleara este recurso extremo. Pero los abortos improvisados e insalubres que matan a cientos de mujeres cada año dejan claro que, en vez de criminalizar, urge garantizar en todo el país el derecho a interrumpir el embarazo en condiciones de salud.
2. La vida humana comienza con la fecundación. Nuevamente, falso. Cuando un óvulo es fecundado por un espermatozoide, ambos están ya vivos. El producto de esa unión es una célula indiferenciada, que se divide y posteriormente forma estructuras rudimentarias. El proceso toma meses; antes de las 12 semanas no existen aún las estructuras anatómicas que dan soporte a las funciones que definen a un ser humano: percepción, pensamiento, conciencia.
3. Se defienden los derechos del “no nacido”; el aborto es un asesinato. Si el embrión en las primeras semanas de desarrollo no cumple con las características mínimas para ser considerado un individuo humano, ese “no nacido” cuyos derechos supuestamente se defienden no existe… todavía. Tampoco el supuesto crimen.
4. El debate es si los derechos de la mujer son más importantes que los del embrión. No. El embrión no es un ser humano —aún—; por ende, no tiene todavía derechos. Lo que realmente se discute es si los estados pueden modificar sus leyes aun cuando contradigan la Constitución.
5. Oponerse al aborto es defender la “cultura de la vida”. Falso. No existe una “cultura de la muerte” que promueva el aborto. Existe la defensa de los derechos humanos, en este caso el de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.
Aunque todavía haya quien no esté de acuerdo, los derechos no se deciden por mayoría, ni se negocian. Ojalá los ministros de la Suprema Corte adopten el enfoque progresista y sensato, basado en el conocimiento científico, que se espera en una sociedad democrática de la segunda década del siglo XXI.
:eolo: