Hola muchachos que gusto leerlos.
Afortunadamente, e trabajo me absorbió un poco el tiempo, pero aprovechando que estoy solo en la casa les voy a contar dos relatos cortos que no sucedieron en la casa, que le pasaron a un amigo. Les cuento rápidamente que me la contó el hermano de un amigo que tengo desde los 4 años (27 años ya de amistad), él acostumbraba a ser un borrachín durante su adolescencia, no exagerado, pero si de esa forma que tienen los chicos para hacerlo.
El gran perro.
Era tarde por la noche, o mejor dicho, temprano por la madrugada, aprox a las 2 de la mañana. Israel y Elías venían de una fiesta por un camino rural donde no había nada de concreto, por cada lado habían árboles muy altos de pirul formando una vereda, y unos metros más hacia dentro campos de maíz, que en ese momento estaba listo para la cosecha. Le anexo una foto de como se ve ahora el camino del que hablo.
Subido en
subir imagenes
Imaginen el terreno, oscuro como hocico de lobo la poca luna que traspasaba la copa de los árboles dibujaba en el suelo de polvo dedos macabros, ojos espectrales y rostros malignos, sin embargo para Israel nada de eso importaba, iba junto con Elías cantando, mentando madres y renegando de todo menos de ellos mismos. A lo lejos escucharon un gruñido y notaron el pasar de una silueta, cola de perro y cuartos de perro, pero nada más. Israel sintió de repente el llamado de la naturaleza y sin siquiera avisarle a Elías, se apartó del camino, se introdujo unos metros en la milpa y se dispuso a tirar la cerveza que había consumido.
De repente, Israel escuchó unos pasos más adelante de él acercándosele, y poco a poco comenzó a levantar la cabeza, unas patas, un pecho y finalmente una cabeza viéndolo frente a frente, tenía justo delante de él un perro gigantesco, negro y con los ojos brillando salvajemente. El perro estaba con la cabeza a la misma altura de Israel, por lo que debía de medir del piso a la cabeza un poco más de 1.5 metros, pero lo m´que a Isra le pareció lo mas extraño era que ni siquiera gruñía, no ladraba, solamente su respiración profunda le arrojaba a la cara un aliento fétido e inmundo.
Israel pococ a poco se agachó para tomar una roca sin apartar la mirada del animal, palpando tomó la más grande que pudo encontrar, y lentamente levantó la mano para asestar un golpe en la cabeza a la bestia cuando el perro dijo: "No me pegues" y le sonrió. Israel aventó la piedra y salió corriendo sin mirar atrás hasta alcanzar a Elías lo más rápido posble, cuando Elías lo vió corriend delante de él, también salió corriendo aunque sin saber porqué. LLegaron en cuestión de segundos a donde empezaba el alumbrado público, y ya ahí, se contaron lo que sucedió. Basta decir que no por eso dejaron de lado las borracheras, pero procuraron nunca volver a pasar por ese camino de noche nunca más.