¿Quién no disfruta estallando las burbujas de plástico de los empaques? ¿Hay acaso un placer más simple, una sensación más reconfortante que ese sonoro y adictivo “pop”? Para mí recibir en la oficina una compu o un teléfono envuelto en papel de burbujas son cinco minutos más de diversión asegurada.

En Japón hay auténticos fanáticos de esto de estallar burbujitas de plástico. En algunas tiendas venden pequeños recortes del tamaño de una servilleta para explotar tranquilamente en casa y la oficina. Por lo visto se considera una terapia antiestrés. Esta actividad, perfecta para perder el tiempo en el trabajo, tiene incluso un nombre, "puchi puchi", que suena completamente ridículo pero que, se supone, es la trascripción fonética del sonidito de marras.

Bandai, la empresa de juguetes, ha creado ahora la primera máquina virtual de puchi puchi, una suerte de plástico "infinito" que se puede presionar cuantas veces se quiera. Se ha diseñado como un cómodo llavero de ocho "burbujas" que tienen el mismo tacto que las de verdad. Al presionarlas, el dispositivo imita el sonido que hacen las bolsitas de plástico al estallar. Para añadir más emoción, cada 100 estallidos suena un sonido diferente, especial y que no tiene nada que ver con el clásico "pop". Puede ser una puerta abriéndose o el ladrido de un perro… hay muchos.

Mi duda existencial es que clase de obsesos puede crear este nuevo invento. Voy a ser sincero. Esto del plástico de burbujas es como lo del anuncio de las Pringles. Cuando haces pop, ya no hay stop y lo único que me permite volver a mi ritmo normal de trabajo es acabar con todas las burbujas de plástico. ¿Qué pasará cuando las burbujas no se acaben?

No se que crean ustedes pero yo lo compraria