XrkH
Bovino adicto
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Ok, saludos subforo, esta traduccion la hice hace un par de anios, y aqui nada mas vengo a copiar y pegar, espero se tomen su tiempo para leerlo.
Buen día, ya que ando aqui en el laboratorio esperando algunos resultados y no otenía otra cosa más interesante que hacer (escribir la tesis no es interesante), me puse a traducir este artículo sobre la Lucha Libre, viene de la Rotten Library. En dicha página tambien vienen artículos sobre Vince McMahon y Stone Cold, aunque se nota que los artículos fueron escritos hace ya un tiempo, 2004 más o menos. Me parecio muy interesante así que tomense su tiempo para leerlo tranquilamente.
Este artículo contiene fragmentos que pueden herir susceptibilidades, así que leanlo con prudencia.
Hay muchas razones para contenerse al llamar a la lucha libre “falsa”.
Por un lado, los luchadores profesionales rutinariamente sufren dolorosos castigos que uno generalmente asocia con la Inquisición, lo que en definitiva NO es falso.
Por otro lado, es muy improbable que tú, lector, pudieras alguna vez realizar alguno de los movimientos que estos tipos realizan 52 semanas al año.
Y además, se llamas a la lucha libre Falsa cerca del rango de audición de un luchador, probablemente saldrás volando hacia el suelo.
Después de dicho esto, la Lucha libre Profesional es un “trabajo” (uno de muchos coloridos y mega-cool términos luchisticos “internos” que serán empleados abundantemente en este artículo). Un “trabajo” es una obra de entretenimiento disfrazada de lucha, en la cual el final (y normalmente varios elementos dentro de la lucha) ha sido predeterminado por escritores profesionales.
Hubo una vez cuando la Lucha Libre se presentaba como “Deporte” más que como “Entretenimiento deportivo”. La lucha como deporte con espectadores data de las exhibiciones homo eróticas de espartanos desnudos rodando juntos por el suelo en los tiempos antiguos. Las demostraciones de fuerza y homo erotismo eran de calidad atemporal, como lo prueban las películas de Charlton Heston.
Ya en el siglo 19, la lucha libre era un respetado y hasta prestigioso deporte, un favorito en todos los estratos de la sociedad, de campesinos a presidentes (Abraham Lincoln era un luchador consumado; interesantemente, también Donald Rumsfeld). Pero por esas épocas, una divergencia ocurrió. Además de las competiciones locales de lucha, ferias y carnavales nómadas empezaron a llevar exhibiciones de lucha libre como una atracción.
Estos combates estaban diseñados para entretener, presentando normalmente hombres monstruosos enfrentándose en un combate mortal… más o menos. Después de todo, estos tipos debían ser capaces de viajar de pueblo en pueblo y vivir juntos en una comunidad muy unida cuando no estaban en el ring. Había concesiones entre ellos.
Al mismo tiempo que el factor entretenimiento era promovido en estos espectáculos, comportamientos deshonrosos entre atletas legítimos en la lucha libre estaban empañando la imagen del deporte real. En los inicios del siglo 20, rumores de peleas arregladas y tácticas por debajo de la mesa empezaban a poner en duda a la lucha libre; esto fue agravado cuando la reputación del primer gran campeón de la lucha libre, Frank Gotch, fue empañada por cargos de que organizó un ataque sobre uno de sus oponentes antes de una pelea, entre otros trucos, con el fin de proteger su título.
Después de Gotch, la lucha libre entró en hibernación como pasatiempo nacional, aunque aún llenaba arenas en shows locales, con peleas que podían durar horas. Muchas de estas peleas eran “Shoots” (tiros), lo opuesto a un “trabajo”, en los cuales dos tipos so enfrentaban legítimamente hasta que uno ganara.
Los Trabajos
Pero algunos aún eran trabajos; los promotores y luchadores silenciosamente empezaban a negociar arreglos Los fans se comenzaban a aburrir cuando los atletas mayores dominaban en una arena tan absolutamente que se volvían invencibles. Los primeros “trabajos” fueron diseñados para añadir drama en el proceso – con sorprendentes victorias o aplastantes derrotas. Los cinturones de campeonato se volvieron fichas de cambio para adjudicarse a cualquiera que sintieran era el mejor para el negocio.
Ya que los viajes aéreos no estaban muy difundidos, las promociones luchisticas eran necesariamente de naturaleza local. Grupos de atletas en varias zonas del país competían entre ellos, y promotores se forjaban imperios para ellos mismos, jalando cuerdas y arreglando competencias diseñadas para conservar los asientos llenos. Entre 1940 y 1950, los promotores empezaron a identificar elementos que gustaban a los fans. En primer lugar estaban luchas más cortas. Nadie quería ver un tipo fornido tomar a otro hombre fornido en una media nelson por 45 minutos. Los promotores empezaron a poner límites a las peleas y separar a los luchadores de movimientos muy estáticos.
El arte de la actuación había llegado, y no había un hombre suficientemente fuerte para rehusarse a usarlo. Cuando la televisión se volvió parte de la mezcla, empezando a finales de los 50s, se puso el último clavo en el ataúd de la lucha libre profesional como un deporte de competencia legítimo.
No es que alguien lo admitiera en esa época. Los luchadores y promotores parecían separarse de la sociedad normal y formar una extraña y pequeña subcultura con estrictos códigos y reglas. La más grande entre estas era el “kayfabe”, un viejo término de carnaval para “falso”, que evolucionó para volverse el credo del luchador profesional. Kayfabe significaba que tú nunca, NUNCA, admitirías ante NADIE, bajo NINGUNA circunstancia que la lucha libre era algo diferente de lo que parecía en el ring. El principio del Kayfabe duraría hasta finales de los 80s, cuando se volvió una victima de escándalos dentro y fuera del ring, de varios enredos legales y competencias feroces.
Mientras la lucha libre forjaba su nicho dentro de la televisión (con algunos falsos comienzos en el camino) los luchadores empezaban a emerger como personalidades, algunas veces volviéndose estrellas por razones casi sin nada que ver con sus habilidades luchisticas en si.
Con la televisión detrás de ellos, los promotores rápidamente se fijaron en el hecho de que esas personalidades traían intereses en el show. En el transcurso de las siguientes décadas, la habilidad de manejar un micrófono se volvería tan importante como la habilidad de ejecutar un suplex, si no es que más.
Empezando en los 50s, el rol de los “promos” se volvió el cimiento principal del éxito de la lucha. Los promos eran entrevistas o discursos cortos en los cuales un luchador planteaba la situación para una lucha y definía su personalidad, dándole a la audiencia razones para amarlo o odiarlo.
La lucha se ha construido firmemente en un simple juego de moral - lo que quiere decir que siempre que sea posible, y especialmente en eventos principales, la formula era enfrentar un luchador puro y bueno (llamado “babyface”) contra un luchador malvado (conocido como “heel”).
Una de las primeras grandes personalidades y uno de los más grandes Heels de todos los tiempos fue “Gorgeus” George Wagner, cuyo afeminado, villanesco y tramposo personaje llamó la atención de las audiencias en los fuertemente homofóbicos 50s. Gorgeus George representaba una extraña contradicción que la lucha libre sigue enfrentando en el siglo 21.
La lucha libre y la homosexualidad han existido en un difícil balance desde aquellos espartanos desnudos. Por un lado los luchadores se forman con una imagen machista que reacciona predeciblemente con violencia hacia muestras de homosexualidad. Al mismo tiempo, varios luchadores y promotores eran secretamente gays detrás de los escenarios. Y si manejas un negocio que depende de tu habilidad en vender interés en hombres grandes, musculosos y medio desnudos rodando en una lona, bueno, digamos que algo en tu audiencia está raro.
Gorgeus George marchaba por la lona en ropas llamativas, con cabello largo, rubio y rizado. Piensen en Liberace con músculos. Él era acompañado al ring por jóvenes corpulentos, en lugar de mujeres voluptuosas. George fue la primera estrella “heel” en la era de la televisión. Pero muchos más le seguirían.
La lucha libre se volvió rápidamente materia prima en la televisión. Ya que las promociones eran principalmente regionales, proveían contenido barato y de fácil producción para los canales locales, y las peleas televisadas tenían alto rating. Entre las alianzas de promotores locales resultaban algunos ganadores y otros perdedores.
La WWF
Uno de los ganadores era Vincent McMahon Padre, quien manejaba la World Wide Wrestling Federation, o la WWWF. Además de ser un promotor asegurado con un territorio grande en la costa este, la suerte quiso que McMahon estuviera establecido en una de las primeras regiones en instalar infraestructura para televisión por cable, una ventaja que sería decisiva en los años por venir, pero McMahon Padre no viviría para ver los resultados. En 1982 le vendió la promoción a su hijo, Vincent Kennedy McMahon, y murió dos años después.
Si hubiera vivido, seguramente se hubiera sorprendido de lo que seguiría.
Vincent K. McMahon era el promotor definitivo de la lucha libre – literalmente. Con poca experiencia dirigiendo el negocio de su padre y aún menos efectivo en las manos, McMahon tuvo una visión de lo que la lucha libre podía ser. Esa visión estaba completamente basada en la televisión. McMahon fue el primer promotor en ver potencial en la televisión sindicalizada y la eventual creación de canales de cable nacionales.
Vince también tuvo una visión sobre de dónde vendría el dinero – Pago por Evento, un paradigma que la WWF prácticamente inventó con el primer Wrestlemania en 1985. La idea de McMahon estaba adelantada a su tiempo – la tecnología para los PPV apenas existía y pocos hogares tenían tv por cable. Wrestlemania fue transmitida desde el Madison Square Garden vía televisión de circuito cerrado a varios lugares de todo el país.
La WWF se volvió rápidamente sinónimo de lucha libre en los Estados Unidos. McMahon construyó un grupo de superestrellas que se distinguían por personalidades y físicos extremos. Empezando por figuras como Hulk Hogan, Andre el Gigante, Rowdy Roddy Piper y Randy Savage. MacMahon logró un enorme triunfo mediático cuando la cantante de pop Cindy Lauper entró en una rivalidad luchistica, resultando en una serie de eventos unidos a MTV y horarios estelares, atrayendo manadas de jóvenes televidentes hacia lo que MacMahon empezaba a llamar “entretenimiento deportivo” (una manera elegante de decir “Está arreglado”).
McMahon conducía su vida personal y profesional casi de la misma manera que su personalidad ante las cámaras, con mucho drama, intrincados e inesperados sabotajes y a veces simplemente comportamientos inexplicables.
Vince y la WWF reinventaron el formato de la lucha libre por televisión, añadiendo videos de entrada impactantes y temas musicales para los luchadores, recapitulando eventos anteriores en repeticiones breves, aumentando substancialmente el valor de la producción e intentando (con éxito debatible) hacer los guiones más elaborados (de manera similar a las telenovelas).
Aunque Ted Turner representó un reto enorme para la dinastía McMahon empezando al final de los 80s y llegando al máximo en una serie de triunfos en los ratings al final de los 90s, la WWF eventualmente emergería triunfante. La World Championship Wrestling (WCW) de Turner presentaba varios luchadores traídos de la WWF, incluídos Hulk Hogan y Bret Hart, y creo algunas de sus propias superestrellas como Goldberg y Booker T.
La WCW era una seria amenaza para la WWF, y la batalla se puso pesada. McMahon estaba distraído por un gran escándalo de esteroides que barría la WWF y en un punto amenazó con enviar al promotor a prisión.
McMahon contraatacó a la WCW con una serie de segmentos cada vez más violentos y de mal gusto, los cuales lo forzaron a pedir disculpas en pantalla en más de una ocasión. Uno de los puntos más bajos incluía una confrontación basada en “Cabo de Miedo” en el cual se daba una noticia falsa que mostraba a Stone Cold Steve Austin entrando a la casa de otro luchador y aterrorizándolo a él y a su esposa. La victima intentaba defenderse de Austin con una pistola, y entonces la señal de video casualmente se perdía. La audiencia en casa enloqueció, muchos pensaron que era real. Los pleitos con tendencias gays y la misoginia, que siempre han estado presentes en la lucha libre, eran considerados herramientas para dominar los ratings también. La WCW respondió con una variedad de tácticas, incluida la falta al “Kayfabe” revelando los resultados de las peleas de la WWF.
Al final, el mejor aliado de McMahon contra la WCW fue el manejo de la misma WCW, encabezado por Eric Bischoff, que le daba gran poder a varios luchadores mientras se gastaba exorbitantes cantidades de dinero en producción. La WCW también soltaba mucho dinero en el mercado de los luchadores viejos pero ya establecidos, quienes normalmente exigían sueldos enormes aún cuando su mejor tiempo como atletas ya había pasado. Los ratings de la WWF empezaron su largo camino hacia la cima.
La WWF triunfó al final y compró la WCW en el 2001. El último episodio del programa representativo de la WCW, Nitro, presentó a la familia McMahon entrando a la arena y tomando el poder del show. La otra gran promoción nacional, Extreme Championship Wrestling, se fue a la bancarrota por las mismas fechas, con muchas de las estrellas y el escritor principal de la promoción yéndose a la WWF.
En unos meses, la WWF era otra vez, virtualmente el único nombre en la lucha libre de Estados Unidos, y siguió así hasta que Vince McMahon se encontró con el único oponente que no pudo vencer – la World Wildlife Fundation, que, inconvenientemente, había registrado el acrónimo WWF. Después de años de batallas en la corte, la Fundación, de manera inesperada, venció a la Federación, causando que McMahon rebautizara a su compañía como la WWE en el 2002.
La nueva y rebautizada WWE, con una nueva generación de superestrellas – incluyendo gente como la estrella de Hollywood, The Rock, el campeón de la NCAA y Big 10, Brock Lesnar, el medallista olímpico Kurt Angle, y el posteriormente yerno de Vince McMahon, Triple H -, se enfrentaba a un campo desierto y sin competencia, un reto al que respondería con una baja en calidad, ratings y venta de boletos.
Sin embargo, como Vince McMahon continuamente les recuerda a sus nerviosos inversores, la lucha libre es un negocio cíclico. Y parece que está a punto de completarse el círculo otra vez. Sólo pregúntenle a los espartános.
Buen día, ya que ando aqui en el laboratorio esperando algunos resultados y no otenía otra cosa más interesante que hacer (escribir la tesis no es interesante), me puse a traducir este artículo sobre la Lucha Libre, viene de la Rotten Library. En dicha página tambien vienen artículos sobre Vince McMahon y Stone Cold, aunque se nota que los artículos fueron escritos hace ya un tiempo, 2004 más o menos. Me parecio muy interesante así que tomense su tiempo para leerlo tranquilamente.
Este artículo contiene fragmentos que pueden herir susceptibilidades, así que leanlo con prudencia.
Hay muchas razones para contenerse al llamar a la lucha libre “falsa”.
Por un lado, los luchadores profesionales rutinariamente sufren dolorosos castigos que uno generalmente asocia con la Inquisición, lo que en definitiva NO es falso.
Por otro lado, es muy improbable que tú, lector, pudieras alguna vez realizar alguno de los movimientos que estos tipos realizan 52 semanas al año.
Y además, se llamas a la lucha libre Falsa cerca del rango de audición de un luchador, probablemente saldrás volando hacia el suelo.
Después de dicho esto, la Lucha libre Profesional es un “trabajo” (uno de muchos coloridos y mega-cool términos luchisticos “internos” que serán empleados abundantemente en este artículo). Un “trabajo” es una obra de entretenimiento disfrazada de lucha, en la cual el final (y normalmente varios elementos dentro de la lucha) ha sido predeterminado por escritores profesionales.
Hubo una vez cuando la Lucha Libre se presentaba como “Deporte” más que como “Entretenimiento deportivo”. La lucha como deporte con espectadores data de las exhibiciones homo eróticas de espartanos desnudos rodando juntos por el suelo en los tiempos antiguos. Las demostraciones de fuerza y homo erotismo eran de calidad atemporal, como lo prueban las películas de Charlton Heston.
Ya en el siglo 19, la lucha libre era un respetado y hasta prestigioso deporte, un favorito en todos los estratos de la sociedad, de campesinos a presidentes (Abraham Lincoln era un luchador consumado; interesantemente, también Donald Rumsfeld). Pero por esas épocas, una divergencia ocurrió. Además de las competiciones locales de lucha, ferias y carnavales nómadas empezaron a llevar exhibiciones de lucha libre como una atracción.
Estos combates estaban diseñados para entretener, presentando normalmente hombres monstruosos enfrentándose en un combate mortal… más o menos. Después de todo, estos tipos debían ser capaces de viajar de pueblo en pueblo y vivir juntos en una comunidad muy unida cuando no estaban en el ring. Había concesiones entre ellos.
Al mismo tiempo que el factor entretenimiento era promovido en estos espectáculos, comportamientos deshonrosos entre atletas legítimos en la lucha libre estaban empañando la imagen del deporte real. En los inicios del siglo 20, rumores de peleas arregladas y tácticas por debajo de la mesa empezaban a poner en duda a la lucha libre; esto fue agravado cuando la reputación del primer gran campeón de la lucha libre, Frank Gotch, fue empañada por cargos de que organizó un ataque sobre uno de sus oponentes antes de una pelea, entre otros trucos, con el fin de proteger su título.
Después de Gotch, la lucha libre entró en hibernación como pasatiempo nacional, aunque aún llenaba arenas en shows locales, con peleas que podían durar horas. Muchas de estas peleas eran “Shoots” (tiros), lo opuesto a un “trabajo”, en los cuales dos tipos so enfrentaban legítimamente hasta que uno ganara.
Los Trabajos
Pero algunos aún eran trabajos; los promotores y luchadores silenciosamente empezaban a negociar arreglos Los fans se comenzaban a aburrir cuando los atletas mayores dominaban en una arena tan absolutamente que se volvían invencibles. Los primeros “trabajos” fueron diseñados para añadir drama en el proceso – con sorprendentes victorias o aplastantes derrotas. Los cinturones de campeonato se volvieron fichas de cambio para adjudicarse a cualquiera que sintieran era el mejor para el negocio.
Ya que los viajes aéreos no estaban muy difundidos, las promociones luchisticas eran necesariamente de naturaleza local. Grupos de atletas en varias zonas del país competían entre ellos, y promotores se forjaban imperios para ellos mismos, jalando cuerdas y arreglando competencias diseñadas para conservar los asientos llenos. Entre 1940 y 1950, los promotores empezaron a identificar elementos que gustaban a los fans. En primer lugar estaban luchas más cortas. Nadie quería ver un tipo fornido tomar a otro hombre fornido en una media nelson por 45 minutos. Los promotores empezaron a poner límites a las peleas y separar a los luchadores de movimientos muy estáticos.
El arte de la actuación había llegado, y no había un hombre suficientemente fuerte para rehusarse a usarlo. Cuando la televisión se volvió parte de la mezcla, empezando a finales de los 50s, se puso el último clavo en el ataúd de la lucha libre profesional como un deporte de competencia legítimo.
No es que alguien lo admitiera en esa época. Los luchadores y promotores parecían separarse de la sociedad normal y formar una extraña y pequeña subcultura con estrictos códigos y reglas. La más grande entre estas era el “kayfabe”, un viejo término de carnaval para “falso”, que evolucionó para volverse el credo del luchador profesional. Kayfabe significaba que tú nunca, NUNCA, admitirías ante NADIE, bajo NINGUNA circunstancia que la lucha libre era algo diferente de lo que parecía en el ring. El principio del Kayfabe duraría hasta finales de los 80s, cuando se volvió una victima de escándalos dentro y fuera del ring, de varios enredos legales y competencias feroces.
Mientras la lucha libre forjaba su nicho dentro de la televisión (con algunos falsos comienzos en el camino) los luchadores empezaban a emerger como personalidades, algunas veces volviéndose estrellas por razones casi sin nada que ver con sus habilidades luchisticas en si.
Con la televisión detrás de ellos, los promotores rápidamente se fijaron en el hecho de que esas personalidades traían intereses en el show. En el transcurso de las siguientes décadas, la habilidad de manejar un micrófono se volvería tan importante como la habilidad de ejecutar un suplex, si no es que más.
Empezando en los 50s, el rol de los “promos” se volvió el cimiento principal del éxito de la lucha. Los promos eran entrevistas o discursos cortos en los cuales un luchador planteaba la situación para una lucha y definía su personalidad, dándole a la audiencia razones para amarlo o odiarlo.
La lucha se ha construido firmemente en un simple juego de moral - lo que quiere decir que siempre que sea posible, y especialmente en eventos principales, la formula era enfrentar un luchador puro y bueno (llamado “babyface”) contra un luchador malvado (conocido como “heel”).
Una de las primeras grandes personalidades y uno de los más grandes Heels de todos los tiempos fue “Gorgeus” George Wagner, cuyo afeminado, villanesco y tramposo personaje llamó la atención de las audiencias en los fuertemente homofóbicos 50s. Gorgeus George representaba una extraña contradicción que la lucha libre sigue enfrentando en el siglo 21.
La lucha libre y la homosexualidad han existido en un difícil balance desde aquellos espartanos desnudos. Por un lado los luchadores se forman con una imagen machista que reacciona predeciblemente con violencia hacia muestras de homosexualidad. Al mismo tiempo, varios luchadores y promotores eran secretamente gays detrás de los escenarios. Y si manejas un negocio que depende de tu habilidad en vender interés en hombres grandes, musculosos y medio desnudos rodando en una lona, bueno, digamos que algo en tu audiencia está raro.
Gorgeus George marchaba por la lona en ropas llamativas, con cabello largo, rubio y rizado. Piensen en Liberace con músculos. Él era acompañado al ring por jóvenes corpulentos, en lugar de mujeres voluptuosas. George fue la primera estrella “heel” en la era de la televisión. Pero muchos más le seguirían.
La lucha libre se volvió rápidamente materia prima en la televisión. Ya que las promociones eran principalmente regionales, proveían contenido barato y de fácil producción para los canales locales, y las peleas televisadas tenían alto rating. Entre las alianzas de promotores locales resultaban algunos ganadores y otros perdedores.
La WWF
Uno de los ganadores era Vincent McMahon Padre, quien manejaba la World Wide Wrestling Federation, o la WWWF. Además de ser un promotor asegurado con un territorio grande en la costa este, la suerte quiso que McMahon estuviera establecido en una de las primeras regiones en instalar infraestructura para televisión por cable, una ventaja que sería decisiva en los años por venir, pero McMahon Padre no viviría para ver los resultados. En 1982 le vendió la promoción a su hijo, Vincent Kennedy McMahon, y murió dos años después.
Si hubiera vivido, seguramente se hubiera sorprendido de lo que seguiría.
Vincent K. McMahon era el promotor definitivo de la lucha libre – literalmente. Con poca experiencia dirigiendo el negocio de su padre y aún menos efectivo en las manos, McMahon tuvo una visión de lo que la lucha libre podía ser. Esa visión estaba completamente basada en la televisión. McMahon fue el primer promotor en ver potencial en la televisión sindicalizada y la eventual creación de canales de cable nacionales.
Vince también tuvo una visión sobre de dónde vendría el dinero – Pago por Evento, un paradigma que la WWF prácticamente inventó con el primer Wrestlemania en 1985. La idea de McMahon estaba adelantada a su tiempo – la tecnología para los PPV apenas existía y pocos hogares tenían tv por cable. Wrestlemania fue transmitida desde el Madison Square Garden vía televisión de circuito cerrado a varios lugares de todo el país.
La WWF se volvió rápidamente sinónimo de lucha libre en los Estados Unidos. McMahon construyó un grupo de superestrellas que se distinguían por personalidades y físicos extremos. Empezando por figuras como Hulk Hogan, Andre el Gigante, Rowdy Roddy Piper y Randy Savage. MacMahon logró un enorme triunfo mediático cuando la cantante de pop Cindy Lauper entró en una rivalidad luchistica, resultando en una serie de eventos unidos a MTV y horarios estelares, atrayendo manadas de jóvenes televidentes hacia lo que MacMahon empezaba a llamar “entretenimiento deportivo” (una manera elegante de decir “Está arreglado”).
McMahon conducía su vida personal y profesional casi de la misma manera que su personalidad ante las cámaras, con mucho drama, intrincados e inesperados sabotajes y a veces simplemente comportamientos inexplicables.
Vince y la WWF reinventaron el formato de la lucha libre por televisión, añadiendo videos de entrada impactantes y temas musicales para los luchadores, recapitulando eventos anteriores en repeticiones breves, aumentando substancialmente el valor de la producción e intentando (con éxito debatible) hacer los guiones más elaborados (de manera similar a las telenovelas).
Aunque Ted Turner representó un reto enorme para la dinastía McMahon empezando al final de los 80s y llegando al máximo en una serie de triunfos en los ratings al final de los 90s, la WWF eventualmente emergería triunfante. La World Championship Wrestling (WCW) de Turner presentaba varios luchadores traídos de la WWF, incluídos Hulk Hogan y Bret Hart, y creo algunas de sus propias superestrellas como Goldberg y Booker T.
La WCW era una seria amenaza para la WWF, y la batalla se puso pesada. McMahon estaba distraído por un gran escándalo de esteroides que barría la WWF y en un punto amenazó con enviar al promotor a prisión.
McMahon contraatacó a la WCW con una serie de segmentos cada vez más violentos y de mal gusto, los cuales lo forzaron a pedir disculpas en pantalla en más de una ocasión. Uno de los puntos más bajos incluía una confrontación basada en “Cabo de Miedo” en el cual se daba una noticia falsa que mostraba a Stone Cold Steve Austin entrando a la casa de otro luchador y aterrorizándolo a él y a su esposa. La victima intentaba defenderse de Austin con una pistola, y entonces la señal de video casualmente se perdía. La audiencia en casa enloqueció, muchos pensaron que era real. Los pleitos con tendencias gays y la misoginia, que siempre han estado presentes en la lucha libre, eran considerados herramientas para dominar los ratings también. La WCW respondió con una variedad de tácticas, incluida la falta al “Kayfabe” revelando los resultados de las peleas de la WWF.
Al final, el mejor aliado de McMahon contra la WCW fue el manejo de la misma WCW, encabezado por Eric Bischoff, que le daba gran poder a varios luchadores mientras se gastaba exorbitantes cantidades de dinero en producción. La WCW también soltaba mucho dinero en el mercado de los luchadores viejos pero ya establecidos, quienes normalmente exigían sueldos enormes aún cuando su mejor tiempo como atletas ya había pasado. Los ratings de la WWF empezaron su largo camino hacia la cima.
La WWF triunfó al final y compró la WCW en el 2001. El último episodio del programa representativo de la WCW, Nitro, presentó a la familia McMahon entrando a la arena y tomando el poder del show. La otra gran promoción nacional, Extreme Championship Wrestling, se fue a la bancarrota por las mismas fechas, con muchas de las estrellas y el escritor principal de la promoción yéndose a la WWF.
En unos meses, la WWF era otra vez, virtualmente el único nombre en la lucha libre de Estados Unidos, y siguió así hasta que Vince McMahon se encontró con el único oponente que no pudo vencer – la World Wildlife Fundation, que, inconvenientemente, había registrado el acrónimo WWF. Después de años de batallas en la corte, la Fundación, de manera inesperada, venció a la Federación, causando que McMahon rebautizara a su compañía como la WWE en el 2002.
La nueva y rebautizada WWE, con una nueva generación de superestrellas – incluyendo gente como la estrella de Hollywood, The Rock, el campeón de la NCAA y Big 10, Brock Lesnar, el medallista olímpico Kurt Angle, y el posteriormente yerno de Vince McMahon, Triple H -, se enfrentaba a un campo desierto y sin competencia, un reto al que respondería con una baja en calidad, ratings y venta de boletos.
Sin embargo, como Vince McMahon continuamente les recuerda a sus nerviosos inversores, la lucha libre es un negocio cíclico. Y parece que está a punto de completarse el círculo otra vez. Sólo pregúntenle a los espartános.