Dragut
Bovino de alcurnia
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Vamos con un poco de criminología, que yo sé que por aquí les gusta mucho el tema. Y voy a presentarles a un señor italiano llamado Cesare Lombroso (1835-1909) considerado como el papá de la antropología criminal.
Pero antes dejadme que os haga una pregunta: ¿Tenéis los ojos achinados? ¿Los pómulos salientes, tal vez? ¿Las cejas demasiado juntas? ¿Las orejas demasiado grandes? ¿La frente ligeramente inclinada hacia atrás o la mandíbula muy marcada?
Si es así sois una bola de asesinos en potencia porque para Lombroso estos rasgos indicaban predisposición al crimen violento. Y lo peor, en Italia los jueces le hacían caso y muchos sujetos fueron condenados por eso, por la cara (nunca mejor dicho).
(¿Volvieron ya de buscar un espejo?. Bien, seguimos. )
Tampoco crean que la doctrina de Lombroso (aplicada, como digo, hasta hace relativamente poco en los tribunales de muchos países) se detiene en establecer una fisonomía estandarizada de la cara de un criminal.
También sostenía Lombroso que, puestos que estos rasgos faciales eran hereditarios, la criminalidad también lo era. A saber, el que tenga las orejas grandes o los ojos achinados, además de criminal en potencia es que su padre fue criminal y su hijo seguramente lo será también. Quizás olvidó Lombroso el insignificante detalle de que la miseria que empuja hacia el delito suele ser también hereditaria.
(Observen la cara de malo maloso de los nº13 y 19)
En cualquier caso, para el maestro de la scola positivista italiana que se pasó media vida midiendo y pesando los cráneos de delincuentes ejecutados, los delincuentes no son lo que se dice personas del todo. Usando a Drawin (tan en boga por aquellos tiempos) señala en su obra "Cráneo de un viejo delincuente" que existen paralelismos entre el cráneo de un criminal y los cráneos de mamíferos inferiores. Para Lombroso, un delincuente no es un homo sapiens completo sino en un estado evolutivo anterior.
Las mujeres también pillan lo suyo en Lombroso. El título de una de sus principales obras, a saber: La mujer delincuente, la prostituta y la mujer normal es toda una declaración de principios. En síntesis podríamos extraer algunas joyitas del pensamiento lombrosiano como la mujer ocupa un lugar inferior en la escala evolutiva o esta otra de las mujeres no sienten pena y por tanto son insensibles a las penas de los demás y la inefable las mujeres delincuentes parecen hombres. Pero no hay que preocuparse porque (sic) estos defectos se neutralizan por la piedad, maternidad, frialdad sexual, debilidad e inteligencia menos desarrollada
Ya saben, más parir y menos fornicar. Cosa harto difícil porque, siempre según lombroso, las mujeres delincuentes son más viciosas que los hombres.
Finalmente, los anarquistas tampoco se escapan: criminales natos y locos; vagabundos, ladrones y asesinos Se siente, Chomsky.
Me pregunto qué opinaría el bueno de Lombroso ante tanto criminal de sonrisa perfecta, orejas perfectas, mandíbula impecable, cejas depiladas con láser y ojos redonditos. No sé si tenía espejos en casa o si su única obsesión era buscar en la ciencia pretextos que legitimaran su racismo y sus delirantes obsesiones que llevaron al cadalso a más de uno y a más de dos.
Lo que sí sé es que era un completo imbécil.
Porque los criminales de verdad, los que pulsan la tecla "intro" de un ordenador y condenan a morir de hambre a cientos de miles de personas, los que descuelgan un teléfono y un pueblo entero queda reducido a cenizas minutos más tarde, los que arrojan al desempleo y la explotación a millones de obreros cada día.
Esos, digo, rara, muy rara vez dan la cara.
Abrazotes.
Pero antes dejadme que os haga una pregunta: ¿Tenéis los ojos achinados? ¿Los pómulos salientes, tal vez? ¿Las cejas demasiado juntas? ¿Las orejas demasiado grandes? ¿La frente ligeramente inclinada hacia atrás o la mandíbula muy marcada?
Si es así sois una bola de asesinos en potencia porque para Lombroso estos rasgos indicaban predisposición al crimen violento. Y lo peor, en Italia los jueces le hacían caso y muchos sujetos fueron condenados por eso, por la cara (nunca mejor dicho).
(¿Volvieron ya de buscar un espejo?. Bien, seguimos. )
Tampoco crean que la doctrina de Lombroso (aplicada, como digo, hasta hace relativamente poco en los tribunales de muchos países) se detiene en establecer una fisonomía estandarizada de la cara de un criminal.
También sostenía Lombroso que, puestos que estos rasgos faciales eran hereditarios, la criminalidad también lo era. A saber, el que tenga las orejas grandes o los ojos achinados, además de criminal en potencia es que su padre fue criminal y su hijo seguramente lo será también. Quizás olvidó Lombroso el insignificante detalle de que la miseria que empuja hacia el delito suele ser también hereditaria.
(Observen la cara de malo maloso de los nº13 y 19)
En cualquier caso, para el maestro de la scola positivista italiana que se pasó media vida midiendo y pesando los cráneos de delincuentes ejecutados, los delincuentes no son lo que se dice personas del todo. Usando a Drawin (tan en boga por aquellos tiempos) señala en su obra "Cráneo de un viejo delincuente" que existen paralelismos entre el cráneo de un criminal y los cráneos de mamíferos inferiores. Para Lombroso, un delincuente no es un homo sapiens completo sino en un estado evolutivo anterior.
Las mujeres también pillan lo suyo en Lombroso. El título de una de sus principales obras, a saber: La mujer delincuente, la prostituta y la mujer normal es toda una declaración de principios. En síntesis podríamos extraer algunas joyitas del pensamiento lombrosiano como la mujer ocupa un lugar inferior en la escala evolutiva o esta otra de las mujeres no sienten pena y por tanto son insensibles a las penas de los demás y la inefable las mujeres delincuentes parecen hombres. Pero no hay que preocuparse porque (sic) estos defectos se neutralizan por la piedad, maternidad, frialdad sexual, debilidad e inteligencia menos desarrollada
Ya saben, más parir y menos fornicar. Cosa harto difícil porque, siempre según lombroso, las mujeres delincuentes son más viciosas que los hombres.
Finalmente, los anarquistas tampoco se escapan: criminales natos y locos; vagabundos, ladrones y asesinos Se siente, Chomsky.
Me pregunto qué opinaría el bueno de Lombroso ante tanto criminal de sonrisa perfecta, orejas perfectas, mandíbula impecable, cejas depiladas con láser y ojos redonditos. No sé si tenía espejos en casa o si su única obsesión era buscar en la ciencia pretextos que legitimaran su racismo y sus delirantes obsesiones que llevaron al cadalso a más de uno y a más de dos.
Lo que sí sé es que era un completo imbécil.
Porque los criminales de verdad, los que pulsan la tecla "intro" de un ordenador y condenan a morir de hambre a cientos de miles de personas, los que descuelgan un teléfono y un pueblo entero queda reducido a cenizas minutos más tarde, los que arrojan al desempleo y la explotación a millones de obreros cada día.
Esos, digo, rara, muy rara vez dan la cara.
Abrazotes.