atecocoli
bakuno corta cabelleras
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Estoy cumpliendo 20 años de dar clases en la Ibero León. La vida se va rápido, sobre todo cuando tiendes a devorarla toda. Durante este tiempo, he tenido encantos y desencantos. Así es la vida universitaria. Durante un largo periodo, además de profesor, fui director del grupo de teatro. Ese tiempo me ayudó a comprender que para alcanzar la verdad teatral —como la de la vida misma—, primero había que aprender a respirar y sentir para luego pensar y decir un texto.
También he impartido durante años, el curso de Filosofía de la Comunicación. El asunto de la verdad y cómo ésta se construye a través del lenguaje, es el tema central. En fin, ese tipo de cursos teóricos y abstractos que no sirven más que para una cosa: Aprender a decir “esta boca es mía” con cierto decoro, responsabilidad y tantita elegancia.
Ante los recientes sucesos acaecidos en la Ibero Cd. de México y sus contestatarios estudiantes, en donde el candidato puntero de este proceso electoral salió despavorido para reconfortarse en los espejos del baño, me he preguntado: ¿Algo hemos hecho mal los profesores de la Ibero para contribuir a educar a este tipo de “jovencitos”? De inmediato, mi respuesta es, sí, definitivamente sí. Es claro que un joven educado o educada en nuestra institución, no es producto solamente de la formación que le proveemos; también es resultado de sí mismo y todo lo que ello significa. Y aún así, reitero: sí, lo profesores de la Ibero hemos hecho algo mal. He aquí mis razones:
1. Hemos neceado con eso de la verdad. Nuestro lema es antiquísimo, quizás caduco: “La Verdad Nos Hará Libres.” Esta máxima jesuita ha sido una guía para nuestra enseñanza pero, ¿casi 500 años de topes no nos han enseñado que el que vive defendiendo la verdad tiende a no morir en su cama? Mal, estamos haciéndolo mal.
2. La libertad… ¡Por favor! Está científicamente comprobado que la libertad es un valor de alto contenido calórico. Nada más dañino para la salud. Quien vive en libertad, siempre anda buscándola y es así como se hace libre (diría Fuentes, por cierto). Buscar y buscar desgasta los zapatos, la vista y sólo contribuye a encontrar el significado de tu propio nombre, como si eso no estuviera ya en el Acta de Nacimiento. Mal, qué mal.
3. Los profesores de la Ibero hemos creído obsesivamente en la justicia y la solidaridad. Nada más estresante. Quien opta por la justicia y la solidaridad, sube considerablemente su presión arterial porque se ve obligado a optar. Eso no es cómodo, provoca sudores y momentos de angustia. Preguntarse sobre la solidaridad en un mundo de individualidades, ha orillado a nuestros alumnos y alumnas a la inadaptación social. Pésimo.
4. Además, los hemos llevado a pensar sobre y a través del arte. Irresponsabilidad infame. Con el pretexto de formarles una mirada más sensible ante el mundo, los indefensos chicos y chicas acaban por engañarse creyendo que la ética tiene que ver con la estética. Debimos haber sido más severos, menos mariquitas, más reglamentarios y menos dialogantes. Ahora responden a su corazón… ¡cómo si el corazón hablara!
5. Peor aún. Les hemos engatusado haciéndoles creer que toda esta gama de saberes, los hacen más críticos e inteligentes. La criticidad, está visto, sólo causa molestias en las buenas conciencias y se hace difícil brillar en sociedad. Ponerse a gritar como loco frente a un miembro del grupo Atlacomulco, por ejemplo, es de pésimo gusto.
6. Al final, hemos creído soberbiamente que podemos proponer un pensamiento alternativo al dominante. “Los valores contraculturales que proponemos son: el amor, en un mundo egoísta e indiferente; la justicia, frente a tantas formas de inequidad y de exclusión; la paz, en oposición a la creciente violencia; la honestidad, frente a los diferentes tiempos de corrupción; la verdad frente a la simulación y la mentira cómplice; la solidaridad, en oposición al individualismo y a la competencia egoísta; la austeridad en oposición al consumismo; la contemplación y el sentido de gratitud, en oposición al utilitarismo”. (Ideario del Sistema Universitario Jesuita, junio 2007, Cap. 2, inciso 3).
Y ahí están los resultados. Nuestros niños y niñas, corriendo y gritando como loquitos en las calles; haciendo videos contestatarios que le dan la vuelta al mundo; arriesgando la cara, el pecho y las ideas frente a los poderes más encumbrados de nuestro país. Mal, los profesores de la Ibero lo hemos hecho, muy mal. Nos queda acaso reparar el daño, esto es, tomarles del brazo y acabar a su lado lo que ya iniciaron: crear un México nuevo y regresar a casa.
FUENTE --------------->
si el tema no va a qui por favor ubiquenlo donde valla gracias.
También he impartido durante años, el curso de Filosofía de la Comunicación. El asunto de la verdad y cómo ésta se construye a través del lenguaje, es el tema central. En fin, ese tipo de cursos teóricos y abstractos que no sirven más que para una cosa: Aprender a decir “esta boca es mía” con cierto decoro, responsabilidad y tantita elegancia.
Ante los recientes sucesos acaecidos en la Ibero Cd. de México y sus contestatarios estudiantes, en donde el candidato puntero de este proceso electoral salió despavorido para reconfortarse en los espejos del baño, me he preguntado: ¿Algo hemos hecho mal los profesores de la Ibero para contribuir a educar a este tipo de “jovencitos”? De inmediato, mi respuesta es, sí, definitivamente sí. Es claro que un joven educado o educada en nuestra institución, no es producto solamente de la formación que le proveemos; también es resultado de sí mismo y todo lo que ello significa. Y aún así, reitero: sí, lo profesores de la Ibero hemos hecho algo mal. He aquí mis razones:
1. Hemos neceado con eso de la verdad. Nuestro lema es antiquísimo, quizás caduco: “La Verdad Nos Hará Libres.” Esta máxima jesuita ha sido una guía para nuestra enseñanza pero, ¿casi 500 años de topes no nos han enseñado que el que vive defendiendo la verdad tiende a no morir en su cama? Mal, estamos haciéndolo mal.
2. La libertad… ¡Por favor! Está científicamente comprobado que la libertad es un valor de alto contenido calórico. Nada más dañino para la salud. Quien vive en libertad, siempre anda buscándola y es así como se hace libre (diría Fuentes, por cierto). Buscar y buscar desgasta los zapatos, la vista y sólo contribuye a encontrar el significado de tu propio nombre, como si eso no estuviera ya en el Acta de Nacimiento. Mal, qué mal.
3. Los profesores de la Ibero hemos creído obsesivamente en la justicia y la solidaridad. Nada más estresante. Quien opta por la justicia y la solidaridad, sube considerablemente su presión arterial porque se ve obligado a optar. Eso no es cómodo, provoca sudores y momentos de angustia. Preguntarse sobre la solidaridad en un mundo de individualidades, ha orillado a nuestros alumnos y alumnas a la inadaptación social. Pésimo.
4. Además, los hemos llevado a pensar sobre y a través del arte. Irresponsabilidad infame. Con el pretexto de formarles una mirada más sensible ante el mundo, los indefensos chicos y chicas acaban por engañarse creyendo que la ética tiene que ver con la estética. Debimos haber sido más severos, menos mariquitas, más reglamentarios y menos dialogantes. Ahora responden a su corazón… ¡cómo si el corazón hablara!
5. Peor aún. Les hemos engatusado haciéndoles creer que toda esta gama de saberes, los hacen más críticos e inteligentes. La criticidad, está visto, sólo causa molestias en las buenas conciencias y se hace difícil brillar en sociedad. Ponerse a gritar como loco frente a un miembro del grupo Atlacomulco, por ejemplo, es de pésimo gusto.
6. Al final, hemos creído soberbiamente que podemos proponer un pensamiento alternativo al dominante. “Los valores contraculturales que proponemos son: el amor, en un mundo egoísta e indiferente; la justicia, frente a tantas formas de inequidad y de exclusión; la paz, en oposición a la creciente violencia; la honestidad, frente a los diferentes tiempos de corrupción; la verdad frente a la simulación y la mentira cómplice; la solidaridad, en oposición al individualismo y a la competencia egoísta; la austeridad en oposición al consumismo; la contemplación y el sentido de gratitud, en oposición al utilitarismo”. (Ideario del Sistema Universitario Jesuita, junio 2007, Cap. 2, inciso 3).
Y ahí están los resultados. Nuestros niños y niñas, corriendo y gritando como loquitos en las calles; haciendo videos contestatarios que le dan la vuelta al mundo; arriesgando la cara, el pecho y las ideas frente a los poderes más encumbrados de nuestro país. Mal, los profesores de la Ibero lo hemos hecho, muy mal. Nos queda acaso reparar el daño, esto es, tomarles del brazo y acabar a su lado lo que ya iniciaron: crear un México nuevo y regresar a casa.
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si el tema no va a qui por favor ubiquenlo donde valla gracias.