Pues yo nunca creí esas patrañas. Tampoco creí en Santa Claus, los reyes magos, brujas, el coco, el diablo y demás mamadas.
Recuerdo que tenía la habilidad para soñar lo que yo quisiera. Al acostarme, me terapeaba y empezaba a soñar lo que me gustaba, que siempre eran viajes a lugares chidos o las niñas que me latían. Esa habilidad la perdí al llegar a la pubertad, pues Manuela me secó el cerebro.
Recuerdo que tenía la habilidad para soñar lo que yo quisiera. Al acostarme, me terapeaba y empezaba a soñar lo que me gustaba, que siempre eran viajes a lugares chidos o las niñas que me latían. Esa habilidad la perdí al llegar a la pubertad, pues Manuela me secó el cerebro.