jarochilandio
Bovino de la familia
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La Crónica de Hoy
Opinión de
(José Contreras)
Fecha: 2013-08-29
Poderes fácticos de huaraches
En abril del 2006, la principal televisora del país dobló al Congreso y lo hizo aprobar un paquete de reformas en materia de radio, televisión y telecomunicaciones favorable a sus intereses, conocido como Ley Televisa.
A partir de entonces se puso de moda el concepto de poderes fácticos para referirse a los actores o entes que ejercen de facto un poder que muchas veces rebasa a los poderes institucionales.
Los poderes fácticos siempre habían estado asociados al poder del dinero o al poder político o al religioso.
Entendíamos como poderes fácticos a las dos principales televisoras del país, Televisa y TV Azteca, a los dirigentes de las cámaras empresariales, a los líderes de la Iglesia Católica y a determinados caciques sindicales. Eran, pues, poderes fácticos de cuello blanco.
Pero casi nadie se había percatado de que los poderes fácticos también se pueden construir desde abajo, desde la disidencia de un sindicato oficialista, como ocurrió con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
La CNTE fue fundada el 18 de diciembre de 1979 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por un grupo de dirigentes regionales del SNTE, inconformes con el cacicazgo autoritario de Carlos Jonguitud Barrios.
Al paso de los años, la CNTE logró controlar al magisterio de Oaxaca, Chiapas y Michoacán, de algunas regiones de Tlaxcala y del Distrito Federal.
Durante varias décadas, la CNTE ha ejercido un poder de facto en esas entidades, más allá del poder institucional de los gobernadores en turno, los cuales han optado por entregar prebendas y ceder a las presiones de los maestros, con tal de no sufrir acciones desestabilizadoras.
En los últimos días hemos observado cómo ese poder fáctico de huaraches y morral que representa la CNTE ha tenido un mayor alcance que los poderes de cuello blanco que todo mundo tenía identificados.
La CNTE dobló al Congreso y al gobierno federal y logró frenar, al menos momentáneamente, la reforma educativa promovida por el presidente Enrique Peña Nieto.
Además, obligó al Ejecutivo federal a modificar la agenda y el formato de la presentación de su primer informe de gobierno
Intocable, la CNTE ha mantenido bajo secuestro a los habitantes del Distrito Federal desde hace dos semanas, sin que haya un poder institucional o una autoridad que lo pueda evitar.
Tomó por la fuerza y con uso de violencia la Cámara de Diputados y ha bloqueado cuantas veces ha querido vialidades primarias como Paseo de la Reforma, Insurgentes y el Circuito Interior.
El viernes de la semana pasada convirtió a los policías del Distrito Federal en microbuseros, al habilitar las camionetas como colectivos para trasladar a algunos desesperados viajeros al aeropuerto cercado.
Obligó al Gobierno del Distrito Federal a cerrar las estaciones Zócalo y Allende del Metro durante dos días consecutivos, a cancelar el paseo ciclista que estaba programado para el domingo y a posponer dos partidos de futbol.
En principio, la reforma educativa estaba amenazada por el poder fáctico de cuello blanco que representaba la ex lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Pero ella está en la cárcel, mientras que el otro poder fáctico, el de la CNTE, frenó la reforma educativa y no hay, insistimos, poder institucional alguno que lo controle.
Aunque ya no esté físicamente en su sede, la CNTE tiene aún secuestrado al Congreso, que va a la deriva en el tema de la reforma educativa.
Tiene secuestrados a los habitantes de la ciudad de México, los cuales no pueden realizar sus actividades de manera normal.
Y nos tiene secuestrados a los columnistas, que ya deseamos hablar de otros temas.
Fuente
Opinión de
(José Contreras)
Fecha: 2013-08-29
Poderes fácticos de huaraches
En abril del 2006, la principal televisora del país dobló al Congreso y lo hizo aprobar un paquete de reformas en materia de radio, televisión y telecomunicaciones favorable a sus intereses, conocido como Ley Televisa.
A partir de entonces se puso de moda el concepto de poderes fácticos para referirse a los actores o entes que ejercen de facto un poder que muchas veces rebasa a los poderes institucionales.
Los poderes fácticos siempre habían estado asociados al poder del dinero o al poder político o al religioso.
Entendíamos como poderes fácticos a las dos principales televisoras del país, Televisa y TV Azteca, a los dirigentes de las cámaras empresariales, a los líderes de la Iglesia Católica y a determinados caciques sindicales. Eran, pues, poderes fácticos de cuello blanco.
Pero casi nadie se había percatado de que los poderes fácticos también se pueden construir desde abajo, desde la disidencia de un sindicato oficialista, como ocurrió con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
La CNTE fue fundada el 18 de diciembre de 1979 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por un grupo de dirigentes regionales del SNTE, inconformes con el cacicazgo autoritario de Carlos Jonguitud Barrios.
Al paso de los años, la CNTE logró controlar al magisterio de Oaxaca, Chiapas y Michoacán, de algunas regiones de Tlaxcala y del Distrito Federal.
Durante varias décadas, la CNTE ha ejercido un poder de facto en esas entidades, más allá del poder institucional de los gobernadores en turno, los cuales han optado por entregar prebendas y ceder a las presiones de los maestros, con tal de no sufrir acciones desestabilizadoras.
En los últimos días hemos observado cómo ese poder fáctico de huaraches y morral que representa la CNTE ha tenido un mayor alcance que los poderes de cuello blanco que todo mundo tenía identificados.
La CNTE dobló al Congreso y al gobierno federal y logró frenar, al menos momentáneamente, la reforma educativa promovida por el presidente Enrique Peña Nieto.
Además, obligó al Ejecutivo federal a modificar la agenda y el formato de la presentación de su primer informe de gobierno
Intocable, la CNTE ha mantenido bajo secuestro a los habitantes del Distrito Federal desde hace dos semanas, sin que haya un poder institucional o una autoridad que lo pueda evitar.
Tomó por la fuerza y con uso de violencia la Cámara de Diputados y ha bloqueado cuantas veces ha querido vialidades primarias como Paseo de la Reforma, Insurgentes y el Circuito Interior.
El viernes de la semana pasada convirtió a los policías del Distrito Federal en microbuseros, al habilitar las camionetas como colectivos para trasladar a algunos desesperados viajeros al aeropuerto cercado.
Obligó al Gobierno del Distrito Federal a cerrar las estaciones Zócalo y Allende del Metro durante dos días consecutivos, a cancelar el paseo ciclista que estaba programado para el domingo y a posponer dos partidos de futbol.
En principio, la reforma educativa estaba amenazada por el poder fáctico de cuello blanco que representaba la ex lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Pero ella está en la cárcel, mientras que el otro poder fáctico, el de la CNTE, frenó la reforma educativa y no hay, insistimos, poder institucional alguno que lo controle.
Aunque ya no esté físicamente en su sede, la CNTE tiene aún secuestrado al Congreso, que va a la deriva en el tema de la reforma educativa.
Tiene secuestrados a los habitantes de la ciudad de México, los cuales no pueden realizar sus actividades de manera normal.
Y nos tiene secuestrados a los columnistas, que ya deseamos hablar de otros temas.
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