En una cosa coincidimos todos: la Pederastia es un acto abominable, reprobable, censurable, y desde luego sancionable… en fin.
La inocencia de un niño, su integridad personal (física, mental, sicológica, emocional, su capacidad de amar…), se ve afectada de un modo terrible frente a una experiencia de esta innoble naturaleza; sin embargo, en mi opinión, estos hechos lacerantes pasan cada vez con más frecuencia y no se denuncian como deberían.
Yo estoy de acuerdo que si una persona, quien quiera que sea, comete una abominación de este tipo sea llevada ante la justicia humana para que responda por su crimen (que sería más correcto decir que reciba un castigo, o que al menos se salve a otro niño inocente de caer en sus garras, porque el mal que hizo no puede repararlo, desgraciadamente será una herida que aquella víctima llevará toda su vida).
Como sociedad tenemos la obligación de velar por los más débiles o vulnerables, de protegerlos y defenderlos, pero vivimos en una humanidad cada día más contrastante y suicida, una sociedad que se rige por la ley de la selva, donde se impone la ley del más fuerte, donde están primero los intereses de los poderosos y después las vidas de los más débiles.
Lo reitero: la pederastia es y será reprobable ayer hoy y siempre. Sin embargo, nuestra sociedad avanza a pasos agigantados hacia la destrucción de la naturaleza humana, no solamente pensando en la violencia en todas sus escalas, sino de manera oculta; en mi opinión, la promoción de la homosexualidad está relacionada con la pederastia. Aclaro: no tengo nada en contra de las personas homosexuales ni digo que sean violadores de menores, los respeto y espero no ofender a nadie; mi afirmación va en el sentido de que vivimos en una sociedad en la que se quiere pasar de la homofobia a ver la homosexualidad como una moda (como ejemplo están los programas de TV abierta en los que es raro donde no salga uno que, desde luego, es muy carismático: novelas, chismes, comentarios, etc; o las campañas políticas, etc). Yo no dudo que haya personas que nacen con esa inclinación, pero ahorita pareciera que abundaran, de hecho, las personas que así nacen son, por lo general, muy educadas y respetuosas; pero hay otras que se hacen por la perversión que, por esta misma razón, incitan a los jovencitos o niños a, dicen ellos, “salir del closet” y ver que no tiene nada de malo probar…
Dirán, ¿y eso qué tiene qué ver con el tema?, en mi humilde opinión, todo. Porque aquí cada quien decimos hablar con nuestros argumentos, y creo que también puedo expresarme. Hablar de religión es difícil, pero tampoco podemos quedarnos callados, así que, sin afán de ofender ni refutar a nadie, le agradezco a quien se tome la molestia de leer; y, reitero, espero no ofender a nadie con mi opinión:
No podemos decir que Juan Pablo II sea el de toda la responsabilidad, somos todos como sociedad, porque se callaron esos crímenes por parte de la sociedad; se debieron denunciar ante la autoridad civil y que recibieran su castigo en su momento, eso le compete a la sociedad (llámese parientes, amigos o cualquier persona que supo de tan tristes eventos) y a la autoridad civil; a la autoridad eclesiástica le corresponden las sanciones (cesar de los cargos pastorales) y exhortar al infractor a declararse culpable ante la autoridad civil, pero depende del delincuente hacerlo por sí solo.
Acusamos a la Iglesia de réproba, de ir contra la humanidad, de hablar por hablar y la condenamos a la muerte, decimos que ya pasó de moda; que, como dijo Marx, es el opio del pueblo… pero olvidamos que, querámoslo o no, ha sido es y será maestra de humanismo, esto es, promotora del hombre, defensora de la vida, de la virtud y los valores. Nos quejamos de la violencia y la corrupción que aqueja nuestro país; pero, ¿qué sería de México si la Iglesia dejara de existir; si la religión no promoviera día a día el respeto y los valores, qué nos quedaría como sociedad?...
Acusamos a Juan Pablo por los desmanes de Maciel, pero tengamos en cuenta dos cosas: primero, cuando todo se empezó a descubrir o a explotar, Carol ya era viejo y enfermo y, por lo mismo, ya no se enteraba o le hacían saber de muchas cosas como a cualquier abuelo al que ya no se le dice todo, y además ya chochea para tomar decisiones. Segundo, Maciel era un tipo astuto, maestro del engaño, nada fácil de conocer cabalmente, pensemos en las mujeres que tenía con familia, las cuales nunca se imaginaron quién era realmente hasta que murió.
Por otro lado, son en todo caso más culpables los obispos que supieron y no cesaron a dichos pederastas, y no olvidemos cómo depusieron de la diócesis a quienes se les halló culpables de encubrimiento.
Finalmente, no minimicemos el problema real: la pederastia es mucho más grande que la cometida por estos malos sacerdotes, castiguémoslos! Denunciémoslos!, pero, tristemente, se da en mucha mayor escala en la misma familia: padres abusadores de sus hijos, padrastros, amigos de la familia, maestros, y muchos más… también levantemos la voz ante estos tiranos!, denunciémoslos ante las autoridades a cualquiera de ellos, denunciemos a todos los pederastas!!! Y protejamos a nuestros niños y jóvenes…
Saludos a la comunidad…
La inocencia de un niño, su integridad personal (física, mental, sicológica, emocional, su capacidad de amar…), se ve afectada de un modo terrible frente a una experiencia de esta innoble naturaleza; sin embargo, en mi opinión, estos hechos lacerantes pasan cada vez con más frecuencia y no se denuncian como deberían.
Yo estoy de acuerdo que si una persona, quien quiera que sea, comete una abominación de este tipo sea llevada ante la justicia humana para que responda por su crimen (que sería más correcto decir que reciba un castigo, o que al menos se salve a otro niño inocente de caer en sus garras, porque el mal que hizo no puede repararlo, desgraciadamente será una herida que aquella víctima llevará toda su vida).
Como sociedad tenemos la obligación de velar por los más débiles o vulnerables, de protegerlos y defenderlos, pero vivimos en una humanidad cada día más contrastante y suicida, una sociedad que se rige por la ley de la selva, donde se impone la ley del más fuerte, donde están primero los intereses de los poderosos y después las vidas de los más débiles.
Lo reitero: la pederastia es y será reprobable ayer hoy y siempre. Sin embargo, nuestra sociedad avanza a pasos agigantados hacia la destrucción de la naturaleza humana, no solamente pensando en la violencia en todas sus escalas, sino de manera oculta; en mi opinión, la promoción de la homosexualidad está relacionada con la pederastia. Aclaro: no tengo nada en contra de las personas homosexuales ni digo que sean violadores de menores, los respeto y espero no ofender a nadie; mi afirmación va en el sentido de que vivimos en una sociedad en la que se quiere pasar de la homofobia a ver la homosexualidad como una moda (como ejemplo están los programas de TV abierta en los que es raro donde no salga uno que, desde luego, es muy carismático: novelas, chismes, comentarios, etc; o las campañas políticas, etc). Yo no dudo que haya personas que nacen con esa inclinación, pero ahorita pareciera que abundaran, de hecho, las personas que así nacen son, por lo general, muy educadas y respetuosas; pero hay otras que se hacen por la perversión que, por esta misma razón, incitan a los jovencitos o niños a, dicen ellos, “salir del closet” y ver que no tiene nada de malo probar…
Dirán, ¿y eso qué tiene qué ver con el tema?, en mi humilde opinión, todo. Porque aquí cada quien decimos hablar con nuestros argumentos, y creo que también puedo expresarme. Hablar de religión es difícil, pero tampoco podemos quedarnos callados, así que, sin afán de ofender ni refutar a nadie, le agradezco a quien se tome la molestia de leer; y, reitero, espero no ofender a nadie con mi opinión:
No podemos decir que Juan Pablo II sea el de toda la responsabilidad, somos todos como sociedad, porque se callaron esos crímenes por parte de la sociedad; se debieron denunciar ante la autoridad civil y que recibieran su castigo en su momento, eso le compete a la sociedad (llámese parientes, amigos o cualquier persona que supo de tan tristes eventos) y a la autoridad civil; a la autoridad eclesiástica le corresponden las sanciones (cesar de los cargos pastorales) y exhortar al infractor a declararse culpable ante la autoridad civil, pero depende del delincuente hacerlo por sí solo.
Acusamos a la Iglesia de réproba, de ir contra la humanidad, de hablar por hablar y la condenamos a la muerte, decimos que ya pasó de moda; que, como dijo Marx, es el opio del pueblo… pero olvidamos que, querámoslo o no, ha sido es y será maestra de humanismo, esto es, promotora del hombre, defensora de la vida, de la virtud y los valores. Nos quejamos de la violencia y la corrupción que aqueja nuestro país; pero, ¿qué sería de México si la Iglesia dejara de existir; si la religión no promoviera día a día el respeto y los valores, qué nos quedaría como sociedad?...
Acusamos a Juan Pablo por los desmanes de Maciel, pero tengamos en cuenta dos cosas: primero, cuando todo se empezó a descubrir o a explotar, Carol ya era viejo y enfermo y, por lo mismo, ya no se enteraba o le hacían saber de muchas cosas como a cualquier abuelo al que ya no se le dice todo, y además ya chochea para tomar decisiones. Segundo, Maciel era un tipo astuto, maestro del engaño, nada fácil de conocer cabalmente, pensemos en las mujeres que tenía con familia, las cuales nunca se imaginaron quién era realmente hasta que murió.
Por otro lado, son en todo caso más culpables los obispos que supieron y no cesaron a dichos pederastas, y no olvidemos cómo depusieron de la diócesis a quienes se les halló culpables de encubrimiento.
Finalmente, no minimicemos el problema real: la pederastia es mucho más grande que la cometida por estos malos sacerdotes, castiguémoslos! Denunciémoslos!, pero, tristemente, se da en mucha mayor escala en la misma familia: padres abusadores de sus hijos, padrastros, amigos de la familia, maestros, y muchos más… también levantemos la voz ante estos tiranos!, denunciémoslos ante las autoridades a cualquiera de ellos, denunciemos a todos los pederastas!!! Y protejamos a nuestros niños y jóvenes…
Saludos a la comunidad…