tiburonxx
Bovino de la familia
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Como sabe todo repetidor del Credo, Jesús de Nazaret “fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre, todopoderoso”.
La pregunta es a qué diablos descendió a los infiernos. Me ha contestado esta pregunta Francisco Quijano, un lector, versado en los misterios de la muerte y la resurrección de Cristo, eso que la doctrina eclesiástica conoce como escatología.
Quijano refiere que en el año 404 de nuestra era, Rufino de Aquileia dejó constancia de que en el credo romano de entonces no se encontraba todavía “la cláusula: descendió a los infiernos”.
El primer testimonio de algo parecido es una “confesión de fe” del año 359, escrita por Sirmio (en la Serbia actual), conocida como Credo Fechado. Dice a la letra: “Y nació de María Virgen, y convivió con sus discípulos... fue crucificado y murió, y descendió a la [región] subterránea, y puso allí orden en todo… Los cancerberos del hades [lo] vieron y se estremecieron; y resucitó de entre los muertos”.
Explica Rufino de Aquileia:
“No es en detrimento ni en desdoro de la divinidad el que Cristo padezca en la carne; antes bien, para que se operase la salvación por la flaqueza de la carne, la naturaleza divina por la carne sucumbió a la muerte. Y esto no ocurrió para que quedase aferrado por la muerte según la ley de los mortales, sino para que él, al resucitar, abriese las puertas de la muerte. Es como si un rey se dirigiera a una cárcel y, entrando en ella, abriese las puertas, rompiese las cadenas, destruyese las argollas, los barrotes y las celdas, y liberase a los encarcelados. Se dice, pues, que el rey estuvo en la cárcel, pero no en las condiciones de quienes se hallaban encarcelados. Ellos lo estaban para purgar sus penas, él lo estuvo para liberar de las penas”. [Commentarium in symbolum apostolorum, 17]
La explicación de Rufino de la frase “descendió a los infiernos” es suficiente, creo, y armónica con la idea de la redención de la humanidad por la muerte de Cristo.
Pero ha suscitado en mí una duda de teólogo descalzo, que es la siguiente: si Cristo bajó a los infiernos a liberar a quienes ahí estaban, pues acababan de ser redimidos por su muerte, ¿no quiere esto decir que terminó también con el infierno?, ¿que el infierno dejó de existir en ese momento y, por tanto, no existe más, y no hay infierno?
:eolo:
Como sabe todo repetidor del Credo, Jesús de Nazaret “fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre, todopoderoso”.
La pregunta es a qué diablos descendió a los infiernos. Me ha contestado esta pregunta Francisco Quijano, un lector, versado en los misterios de la muerte y la resurrección de Cristo, eso que la doctrina eclesiástica conoce como escatología.
Quijano refiere que en el año 404 de nuestra era, Rufino de Aquileia dejó constancia de que en el credo romano de entonces no se encontraba todavía “la cláusula: descendió a los infiernos”.
El primer testimonio de algo parecido es una “confesión de fe” del año 359, escrita por Sirmio (en la Serbia actual), conocida como Credo Fechado. Dice a la letra: “Y nació de María Virgen, y convivió con sus discípulos... fue crucificado y murió, y descendió a la [región] subterránea, y puso allí orden en todo… Los cancerberos del hades [lo] vieron y se estremecieron; y resucitó de entre los muertos”.
Explica Rufino de Aquileia:
“No es en detrimento ni en desdoro de la divinidad el que Cristo padezca en la carne; antes bien, para que se operase la salvación por la flaqueza de la carne, la naturaleza divina por la carne sucumbió a la muerte. Y esto no ocurrió para que quedase aferrado por la muerte según la ley de los mortales, sino para que él, al resucitar, abriese las puertas de la muerte. Es como si un rey se dirigiera a una cárcel y, entrando en ella, abriese las puertas, rompiese las cadenas, destruyese las argollas, los barrotes y las celdas, y liberase a los encarcelados. Se dice, pues, que el rey estuvo en la cárcel, pero no en las condiciones de quienes se hallaban encarcelados. Ellos lo estaban para purgar sus penas, él lo estuvo para liberar de las penas”. [Commentarium in symbolum apostolorum, 17]
La explicación de Rufino de la frase “descendió a los infiernos” es suficiente, creo, y armónica con la idea de la redención de la humanidad por la muerte de Cristo.
Pero ha suscitado en mí una duda de teólogo descalzo, que es la siguiente: si Cristo bajó a los infiernos a liberar a quienes ahí estaban, pues acababan de ser redimidos por su muerte, ¿no quiere esto decir que terminó también con el infierno?, ¿que el infierno dejó de existir en ese momento y, por tanto, no existe más, y no hay infierno?
:eolo: