¿Le parece injusto que los artistas cubanos no puedan ser pagados por sus conciertos de manera normal y corriente bajo la ley de los Estados Unidos?
Por supuesto que me parece injusto. Y todavía me parece más injusto que los cubanos no podamos usar lo que hemos ganado con trabajo honrado, porque si un banco norteamericano comprueba que resides en Cuba, confisca tu dinero, aunque no lo hayas ganado en los Estados Unidos.
¿Durante las últimas décadas el embargo de los Estados Unidos ha afectado su carrera de manera directa?
Hace 20 años yo impulsé la creación de tres estudios de grabación. Para hacerlos ayudé con lo que había ganado en conciertos fuera de Cuba. En aquel momento pudimos traer algún equipamiento de Inglaterra y de otros lugares de Europa. Después, cuando quisimos comprar piezas, resultó que muchas eran norteamericanas y se negaron a vendérnoslas, por miedo a sanciones económicas. Si un cubano compra un software norteamericano se lo venden, pero cuando necesita actualizarlo le sale un cartel que dice que las leyes de los Estados Unidos no lo permiten. Este año sólo podrán entrar dos alumnos de piano en cada escuela de música cubana y, en algunas, sólo uno. Eso es por los ajustes económicos que nos impone el bloqueo. Hay un tipo de sillas de ruedas para niños discapacitados que no podemos comprar directamente, por ser patentes norteamericanas. Pagarle a otros para que nos las compren nos duplica o triplica el coste. Cualquiera en mi país tiene mil historias parecidas sobre el bloqueo.