UNA VIEJITA en la calle vendía panes a cinco pesos y siempre llegaba un joven y le dejaba los cinco pesos, pero se iba sin tomar el pan, así todos los días. Entonces un día la viejita lo detuvo y el joven le dijo: “Sí, ya sé que quiere saber por qué siempre le dejo la moneda y me voy sin el pan”… Y le responde la viejita: ¡No es eso, sólo quería decirle que ya cuestan diez pesos