Porfirio2020
Becerro
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- 3 Dic 2020
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Después de mi divorcio, pasé una temporada difícil, hasta que me di cuenta que en realidad, tenía ante mí toda una nueva gama de oportunidades. Por ejemplo, tenía más madurez, más experiencia, un mejor ingreso y solvencia de nuevo, la libertad para elegir qué hacer con mi vida (sobre todo sexual).
Comenzado el proceso de separación y posteriormente la cuestión legal del divorcio, había decidido no salir con nadie y esperar a ver lo que me deparaba la vida. Nunca me imaginé que una llamada cambiaría mi vida de la forma en la que lo hizo.
Dos semanas después de la firma legal, hubo una reunión con los amigos de la escuela preparatoria, en la cual lo más importante fue confirmar a todos la noticia, que algunos ya sabían. Y por supuesto volví a ver a muchas de mis compañeras. Debo decir que mi caso no era el único. Descubrí que la mayoría estábamos en el mismo estado: divorciados y libres para continuar.
Particularmente, el caso de mi amiga Mirna, fue el que más llamó mi atención. Es una mujer que yo recordaba con mucho cariño y debo aclarar que siempre me sentí atraído hacía ella. Debo decir que en general, no había cambiado mucho en sus proporciones, seguía siendo una mujer con una cadera pronunciada, cintura delgada y busto definido, de un buen tamaño. El paso del tiempo se había marcado en su rostro, algunas arrugas ya se asomaban en su tez blanca, y su cabello estaba más corto. Fuera de eso seguía siendo la misma persona, con esa personalidad tan linda y atractiva.
Pasé el final de la noche platicando con ella y poniéndonos al día. Resultó que tienen 2 hijos, ya jovencitos (una niña de 12 y un niño de 15), llevaba divorciada 3 años y en resumen hacía lo que podía para poder sacar a sus hijos adelante. Su ex-esposo era inconstante para la manutención de los hijos, entonces ella tomó riendas en el asunto. En fin que, me dio mucha pena saber eso y me quedé con la idea de ayudarla de alguna manera. Intercambiamos teléfonos y nos despedimos, quedando en ir a tomar un café algún día.
Un mes después, le hablé a Mirna para ir por ese café prometido. Habíamos acordado vernos en un punto medio (con respecto a nuestras casas), un viernes por la tarde. Sin embargo, me dejó plantado porque, la cuestión familiar que ella tenía era complicada. Después de su separación, regresó a casa de sus padres, entonces, sus únicas salidas "sola" eran solamente a trabajar o al supermercado. Si salía con los hijos, no tenía problema, pero si quería salir sola, era todo un tema. Siempre tenía que mentir para poder salir sola, generalmente decía que iba a una entrevista de trabajo o algo similar.
Estando solo en el café, ese día, me quedé pensando. Recordé que Mirna me había comentado que dentro de los trabajos de medio tiempo que había realizado, había estado en un spa dando masajes. Lo cual me dio una idea. Yo sufro mucho de dolor de espalda, debido a que por mi trabajo paso mucho tiempo sentado. Entonces podría invitarla a mi casa a que me diera un masaje y se lo pagaría al precio que ella me indicara y esa sería una manera de ayudarla.
Ese día por la noche llamé para saludarla y saber cómo se encontraba. Me comentó que se encontraba muy molesta por su situación y que se sentía muy apenada conmigo. Le comenté que no se angustiara, que ya habría oportunidad de vernos. Entonces el tema de conversación cambió y comenzamos a hablar de sus relaciones, porque con estas condiciones familiares me parecía que su vida romántica o incluso sexual, se habían visto afectadas. Y así era. La plática empezó a tornarse un poco más cachonda, mas sexual. Pero de pronto tuvimos que cortar porque tenía que dormir a sus hijos.
Cuál no sería mi sorpresa cuando 2 horas más tarde, recibí una foto de ella (una selfie) sobre su cama, con un camisón, hincada y mostrando parte de sus piernas y busto, de una manera sugestiva. Y un mensaje que decía, "lo siento, esto es por el café que no nos logramos tomar".
Estaba impresionado, por un momento me quede de piedra (literal, todo duro). Reaccioné hasta que un momento después me mandó otro mensaje que decía, "no era mi intención molestarte, si lo quieres borrar adelante. Está muy fea la foto, ¿verdad?". Inmediatamente le respondí que no, que solamente era que estaba asombrado de verla así, que me encantaba como se le veían las piernas y que la foto no estaba fea, de hecho, le comente, "estoy seguro de que tienes alma de modelo y hay más fotos en tu celular que nadie ha visto y donde te debes de ver igual de hermosa y atractiva".
Lo siguiente que sucedió fue que recibí dos fotos más, una frente al espejo modelando una pantiblusa y la tercera con un conjunto de tanga y brasier tomada de espalda, que dejaba ver unas bien formadas y redondas nalgas. Sus proporciones eran impresionantes. En este punto cabe aclarar que nunca me han gustado las mujeres delgadas (o flacas, como les decimos en mi país), mi tipo de mujer es curvilínea, con la figura bien marcada: caderona, acinturada, con buen busto y piernas torneadas. Esta mujer lo tenía todo, pero lo disimulaba siempre, debajo de ropa holgada o muy cuadrada, sin forma. Es más, incluso daba la apariencia de ser gordita, pero, ¡oh sorpresa!, era una escultura de mujer.
Nos despedimos por mensaje esa noche y quedamos en hablarnos en la semana.
Hasta este punto, el sexo había pasado a segundo plano. No me quería involucrar con nadie tan pronto, después del divorcio. Hacía mucho ejercicio, dieta, salía con amigos, leía y obvio, seguía trabajando.
Sin embargo, desde ese día, no lograba alejar de mi mente ese cuerpo de locura. Así que comencé a idear un plan para poder vernos y llegar a algo más que amistad o fotos sexys.
El martes de la siguiente semana, cerca del medio día le hablé, no sin antes mandar un mensaje, preguntando si era posible que me contestara la llamada. Ella respondió que sí. Platicamos de todo y nada, lo clásico, que como le iba en el trabajo (trabajaba como recepcionista en un salón de belleza), que los niños como estaban, las cosas en su casa, en fin, estupideces que dices justo antes de preguntar lo que en verdad quieres decir.
-Oye, ¿qué crees?, ¿te interesaría un trabajo de fin de semana? creo que la paga está bien -le dije, tratando de no mostrar la excitación en mi voz.
-Oye si, estaría bien, pero ¿de qué se trata? -me respondió ella, sin mucho interés.
-Mira, yo creo que mejor te platico el viernes y de una vez haces la entrevista, ¿como ves? -en verdad me sentía emocionado-. Incluso, por el tiempo que le dediques a la entrevista, te van a pagar.
-¿El viernes a qué hora? -su tono de voz mostraba ahora un poco más de interés.
-Sería de las 7 a las 10 p.m., es para cuidar a una viejita. Te mando la dirección por mensaje, ¿te interesa?
-¡Claro! Allí estaré. ¿Debo ir vestida de alguna forma en particular?
Que ganas de decirle que llevara puesto el conjunto que me había mostrado por foto, pero eso revelaría mi plan y echaría todo a perder. Solamente me limité a contestar que usará "algo que la hiciera sentir guapa y cómoda".
Nos despedimos, con la excusa de que me estaban hablando y tenía que regresar a trabajar.
Inmediatamente le mandé un mensaje, indicando la dirección de mi casa y aclarando que por favor, fuera puntual. También le pregunté si sus niños no serían un inconveniente para salir, me contestó que no, que para cuestiones laborales, sus papás le ayudaban, solo bajo esa condición. No se dijo mas, solo agradecí que pudiera ir.
El jueves me mandó un mensaje, confirmando que iría el viernes a la entrevista y antes de despedirse, aprovechó para pedirme una foto. Decidí hacer mi movimiento y le mandé una foto sin camisa, tomada frente al espejo. Su respuesta solo fue, "mmm que rico".
Todo salía de acuerdo a mi plan.
La semana pasaba lentamente, a la espera de que fuese viernes. En esos días, por la tarde, no salí con mis amigos. Me dediqué a conseguir todo lo que necesitaba para la velada del viernes. Hasta que por fin, llegó el día tan esperado.
Ese día, en verdad fue casi imposible concentrarme, sin embargo, como pude, llegué al final de la jornada, salí un poco antes del trabajo (suprimiendo mi hora de comida), para tener tiempo de llegar y preparar todo.
Llegué rayando a las 6 p.m., me di un baño y preparé la mesa, con un poco de botana, y con unas copas y una botella de vino tinto, y obvio, buena música. Terminé de preparar el terreno para lo que seguía.
Los minutos pasaban y yo estaba cada vez más nervioso. Ya había dejado instrucciones al guardia de seguridad de la recepción, para que cuando llegara, la dejaran pasar (y solo a ella, por aquello de que trajera invitados).
Dieron las 6:55 p.m. y sonó el interphone. El guardia me anunciaba que la señorita Mirna Valles había llegado. Le pedí que le diera acceso. Un minuto después estaba tocando el timbre de mi departamento.
Cuando abrí la puerta, me encontré con que se había tomado muy en serio eso de "la entrevista de trabajo". Cuando la vi, me quedé boquiabierto. Vestía una falda hasta la rodilla, medias negras y blusa de color rojo, con un blazer a juego con la falda. El conjunto se ceñía a su cuerpo, dibujando esa figura que ya me había mostrado en las fotos que me había enviado. El maquillaje, se veía profesional, lo cual cubría esas pequeñas marcas que el tiempo se había encargado de imprimir en su rostro. Se alegró al verme. Todo iba saliendo bien.
La invité a pasar y posteriormente la conduje a la sala. Le ofrecí una bebida, que de momento no aceptó, por evitar la mala imagen en la entrevista. Fue en ese momento cuando aclaré que la entrevista la realizaría yo. Su expresión cambió de alegría a confusión. Le pedí que brindara conmigo, que estuviera tranquila y fue cuando aceptó.
Continua...
Comenzado el proceso de separación y posteriormente la cuestión legal del divorcio, había decidido no salir con nadie y esperar a ver lo que me deparaba la vida. Nunca me imaginé que una llamada cambiaría mi vida de la forma en la que lo hizo.
Dos semanas después de la firma legal, hubo una reunión con los amigos de la escuela preparatoria, en la cual lo más importante fue confirmar a todos la noticia, que algunos ya sabían. Y por supuesto volví a ver a muchas de mis compañeras. Debo decir que mi caso no era el único. Descubrí que la mayoría estábamos en el mismo estado: divorciados y libres para continuar.
Particularmente, el caso de mi amiga Mirna, fue el que más llamó mi atención. Es una mujer que yo recordaba con mucho cariño y debo aclarar que siempre me sentí atraído hacía ella. Debo decir que en general, no había cambiado mucho en sus proporciones, seguía siendo una mujer con una cadera pronunciada, cintura delgada y busto definido, de un buen tamaño. El paso del tiempo se había marcado en su rostro, algunas arrugas ya se asomaban en su tez blanca, y su cabello estaba más corto. Fuera de eso seguía siendo la misma persona, con esa personalidad tan linda y atractiva.
Pasé el final de la noche platicando con ella y poniéndonos al día. Resultó que tienen 2 hijos, ya jovencitos (una niña de 12 y un niño de 15), llevaba divorciada 3 años y en resumen hacía lo que podía para poder sacar a sus hijos adelante. Su ex-esposo era inconstante para la manutención de los hijos, entonces ella tomó riendas en el asunto. En fin que, me dio mucha pena saber eso y me quedé con la idea de ayudarla de alguna manera. Intercambiamos teléfonos y nos despedimos, quedando en ir a tomar un café algún día.
Un mes después, le hablé a Mirna para ir por ese café prometido. Habíamos acordado vernos en un punto medio (con respecto a nuestras casas), un viernes por la tarde. Sin embargo, me dejó plantado porque, la cuestión familiar que ella tenía era complicada. Después de su separación, regresó a casa de sus padres, entonces, sus únicas salidas "sola" eran solamente a trabajar o al supermercado. Si salía con los hijos, no tenía problema, pero si quería salir sola, era todo un tema. Siempre tenía que mentir para poder salir sola, generalmente decía que iba a una entrevista de trabajo o algo similar.
Estando solo en el café, ese día, me quedé pensando. Recordé que Mirna me había comentado que dentro de los trabajos de medio tiempo que había realizado, había estado en un spa dando masajes. Lo cual me dio una idea. Yo sufro mucho de dolor de espalda, debido a que por mi trabajo paso mucho tiempo sentado. Entonces podría invitarla a mi casa a que me diera un masaje y se lo pagaría al precio que ella me indicara y esa sería una manera de ayudarla.
Ese día por la noche llamé para saludarla y saber cómo se encontraba. Me comentó que se encontraba muy molesta por su situación y que se sentía muy apenada conmigo. Le comenté que no se angustiara, que ya habría oportunidad de vernos. Entonces el tema de conversación cambió y comenzamos a hablar de sus relaciones, porque con estas condiciones familiares me parecía que su vida romántica o incluso sexual, se habían visto afectadas. Y así era. La plática empezó a tornarse un poco más cachonda, mas sexual. Pero de pronto tuvimos que cortar porque tenía que dormir a sus hijos.
Cuál no sería mi sorpresa cuando 2 horas más tarde, recibí una foto de ella (una selfie) sobre su cama, con un camisón, hincada y mostrando parte de sus piernas y busto, de una manera sugestiva. Y un mensaje que decía, "lo siento, esto es por el café que no nos logramos tomar".
Estaba impresionado, por un momento me quede de piedra (literal, todo duro). Reaccioné hasta que un momento después me mandó otro mensaje que decía, "no era mi intención molestarte, si lo quieres borrar adelante. Está muy fea la foto, ¿verdad?". Inmediatamente le respondí que no, que solamente era que estaba asombrado de verla así, que me encantaba como se le veían las piernas y que la foto no estaba fea, de hecho, le comente, "estoy seguro de que tienes alma de modelo y hay más fotos en tu celular que nadie ha visto y donde te debes de ver igual de hermosa y atractiva".
Lo siguiente que sucedió fue que recibí dos fotos más, una frente al espejo modelando una pantiblusa y la tercera con un conjunto de tanga y brasier tomada de espalda, que dejaba ver unas bien formadas y redondas nalgas. Sus proporciones eran impresionantes. En este punto cabe aclarar que nunca me han gustado las mujeres delgadas (o flacas, como les decimos en mi país), mi tipo de mujer es curvilínea, con la figura bien marcada: caderona, acinturada, con buen busto y piernas torneadas. Esta mujer lo tenía todo, pero lo disimulaba siempre, debajo de ropa holgada o muy cuadrada, sin forma. Es más, incluso daba la apariencia de ser gordita, pero, ¡oh sorpresa!, era una escultura de mujer.
Nos despedimos por mensaje esa noche y quedamos en hablarnos en la semana.
Hasta este punto, el sexo había pasado a segundo plano. No me quería involucrar con nadie tan pronto, después del divorcio. Hacía mucho ejercicio, dieta, salía con amigos, leía y obvio, seguía trabajando.
Sin embargo, desde ese día, no lograba alejar de mi mente ese cuerpo de locura. Así que comencé a idear un plan para poder vernos y llegar a algo más que amistad o fotos sexys.
El martes de la siguiente semana, cerca del medio día le hablé, no sin antes mandar un mensaje, preguntando si era posible que me contestara la llamada. Ella respondió que sí. Platicamos de todo y nada, lo clásico, que como le iba en el trabajo (trabajaba como recepcionista en un salón de belleza), que los niños como estaban, las cosas en su casa, en fin, estupideces que dices justo antes de preguntar lo que en verdad quieres decir.
-Oye, ¿qué crees?, ¿te interesaría un trabajo de fin de semana? creo que la paga está bien -le dije, tratando de no mostrar la excitación en mi voz.
-Oye si, estaría bien, pero ¿de qué se trata? -me respondió ella, sin mucho interés.
-Mira, yo creo que mejor te platico el viernes y de una vez haces la entrevista, ¿como ves? -en verdad me sentía emocionado-. Incluso, por el tiempo que le dediques a la entrevista, te van a pagar.
-¿El viernes a qué hora? -su tono de voz mostraba ahora un poco más de interés.
-Sería de las 7 a las 10 p.m., es para cuidar a una viejita. Te mando la dirección por mensaje, ¿te interesa?
-¡Claro! Allí estaré. ¿Debo ir vestida de alguna forma en particular?
Que ganas de decirle que llevara puesto el conjunto que me había mostrado por foto, pero eso revelaría mi plan y echaría todo a perder. Solamente me limité a contestar que usará "algo que la hiciera sentir guapa y cómoda".
Nos despedimos, con la excusa de que me estaban hablando y tenía que regresar a trabajar.
Inmediatamente le mandé un mensaje, indicando la dirección de mi casa y aclarando que por favor, fuera puntual. También le pregunté si sus niños no serían un inconveniente para salir, me contestó que no, que para cuestiones laborales, sus papás le ayudaban, solo bajo esa condición. No se dijo mas, solo agradecí que pudiera ir.
El jueves me mandó un mensaje, confirmando que iría el viernes a la entrevista y antes de despedirse, aprovechó para pedirme una foto. Decidí hacer mi movimiento y le mandé una foto sin camisa, tomada frente al espejo. Su respuesta solo fue, "mmm que rico".
Todo salía de acuerdo a mi plan.
La semana pasaba lentamente, a la espera de que fuese viernes. En esos días, por la tarde, no salí con mis amigos. Me dediqué a conseguir todo lo que necesitaba para la velada del viernes. Hasta que por fin, llegó el día tan esperado.
Ese día, en verdad fue casi imposible concentrarme, sin embargo, como pude, llegué al final de la jornada, salí un poco antes del trabajo (suprimiendo mi hora de comida), para tener tiempo de llegar y preparar todo.
Llegué rayando a las 6 p.m., me di un baño y preparé la mesa, con un poco de botana, y con unas copas y una botella de vino tinto, y obvio, buena música. Terminé de preparar el terreno para lo que seguía.
Los minutos pasaban y yo estaba cada vez más nervioso. Ya había dejado instrucciones al guardia de seguridad de la recepción, para que cuando llegara, la dejaran pasar (y solo a ella, por aquello de que trajera invitados).
Dieron las 6:55 p.m. y sonó el interphone. El guardia me anunciaba que la señorita Mirna Valles había llegado. Le pedí que le diera acceso. Un minuto después estaba tocando el timbre de mi departamento.
Cuando abrí la puerta, me encontré con que se había tomado muy en serio eso de "la entrevista de trabajo". Cuando la vi, me quedé boquiabierto. Vestía una falda hasta la rodilla, medias negras y blusa de color rojo, con un blazer a juego con la falda. El conjunto se ceñía a su cuerpo, dibujando esa figura que ya me había mostrado en las fotos que me había enviado. El maquillaje, se veía profesional, lo cual cubría esas pequeñas marcas que el tiempo se había encargado de imprimir en su rostro. Se alegró al verme. Todo iba saliendo bien.
La invité a pasar y posteriormente la conduje a la sala. Le ofrecí una bebida, que de momento no aceptó, por evitar la mala imagen en la entrevista. Fue en ese momento cuando aclaré que la entrevista la realizaría yo. Su expresión cambió de alegría a confusión. Le pedí que brindara conmigo, que estuviera tranquila y fue cuando aceptó.
Continua...