La madre del niño comentaba: “Salí a recibir a mi hermano que venía a buscar a mi otra hija y cuando volvimos, al rato, la perra comenzó a ladrar”.“Cuando llegamos a la pileta el nene estaba boca arriba, como muerto, con los ojos para atrás y todo morado”.
Los ladridos y aullidos de Eva se mantuvieron mientras Gino permanecía caído en la pequeña pileta de cemento de no más de medio metro de profundidad. El animal despertó al padre del chico, que estaba durmiendo la siesta. Cuando salió al patio, vio a su mujer llorando y a su cuñado con el nene, todo mojado, en brazos. “Estaba muy mal. Le tuvo que hacer la reanimación cuatro o cinco veces hasta que volvió en sí. Finalmente se recuperó y lo llevaron rápidamente al hospital.
Gustavo, el padre de Gino, comentaba a los medios: “Se la trajimos en agosto, para el último Día del Niño, y están juntos todo el día. Juegan, hacen lío, rompen todo. Es como su hermanita menor”.
También recordaba con la prensa, ya con tranquilidad, el momento vivido: “No eran los ladridos de una perra normal. Se notaba que estaba desesperada y que quería que alguien fuera hasta ahí”. “Además de aullar, estaba con sus patas estiradas, casi al borde de la pileta, como queriendo llegar hasta donde estaba el nene”.
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