baluarte
Becerro
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- 29 Feb 2008
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UN LUGAR SIN NOMBRE
Salimos todos muy ebrios del antro, rebotando entre las calles de la zona rosa y con los oídos aturdidos por la estridente música de un tal DJ Tieso o algo así y por la ingesta abusiva de alcohol. A unas cuadras cuando el frío de la media noche nos hizo caer en cuenta de nuestra situación: deambulando por la calle, con riesgo de sufrir de abstinencia etílica y ya formadas las parejas, cruzamos esa mirada que no necesita palabras, una mirada que sin quererlo te unas ganas perras, imparables, así que sin poner mucha resistencia y para hacerle la afrenta al frío nos abrazamos para atascarnos en un faje que rayaba en los límites de la moral, incluso de la moral de “la sonaja”, donde en algunos horarios los recatados han dejado de mirar y se permiten algunos ligeros excesos.
Todavía respirándonos mutuamente el aliento y tragando la mezcla de nuestra propia saliva con sabor a alcohol, nos atacó un escalofrío que nos motivó a correr hacia el taxi más cercano. La negociación con el taxista dio frutos, siguió mis indicaciones, incluso entendió mis balbuceos de ebrio y nos llevó a un hotel sin nombre, en un lugar sin señas. La noche estaba puesta… Es obvio que apenas cerramos la puerta de la habitación, bolso, zapatos, prenda tras prenda comenzaron a rodar por la alfombra con diseño de grecas que cubría todo el suelo de la habitación; la furia con que nos tocábamos de abajo pa’rriba, de atrás pa’delante, de afuera pa’dentro era como de animales en brama, eso éramos esa noche, animales.
La experiencia de mi lado pero la ansiedad y la audacia del de ella y la lsacivia que ambos poseíamos nos permitió experimentar esa noche en ese lugar sin nombre ubicado en aquel sitio sin señas, muchos actos que a los recatados que censuran los cachondos fajes de las parejitas en la calle hubieran clasificado como las peores ofensas, hubieran pedido juicio en la Haya por crímenes contra la humanidad; ¡patrañas!, lo que pasó allí fueron cosas de adultos, entre adultos y con el consentimiento de ambos. ¡Sí, claro!, si existió el abuso, pero fue el abuso de los sentidos que nuestros cuerpos embriagados por el alcohol e inundados por hormonas nos permitieron disfrutar hasta hartarnos. Cambiamos el escándalo de ese tal DJ Tieso y dejando solo el tieso nos dedicamos a jadear, lo dije, éramos animales.
Siempre hay un color en las tangas o en los bra de las chicas que nos hace lo que el capote rojo a los toros de lidia, pitón enhiesto y nos lanzamos a la embestida, o desvestida, manchas de humedad generadas por la lubricación y la excitación……………………………………. Continuará…
Todavía respirándonos mutuamente el aliento y tragando la mezcla de nuestra propia saliva con sabor a alcohol, nos atacó un escalofrío que nos motivó a correr hacia el taxi más cercano. La negociación con el taxista dio frutos, siguió mis indicaciones, incluso entendió mis balbuceos de ebrio y nos llevó a un hotel sin nombre, en un lugar sin señas. La noche estaba puesta… Es obvio que apenas cerramos la puerta de la habitación, bolso, zapatos, prenda tras prenda comenzaron a rodar por la alfombra con diseño de grecas que cubría todo el suelo de la habitación; la furia con que nos tocábamos de abajo pa’rriba, de atrás pa’delante, de afuera pa’dentro era como de animales en brama, eso éramos esa noche, animales.
La experiencia de mi lado pero la ansiedad y la audacia del de ella y la lsacivia que ambos poseíamos nos permitió experimentar esa noche en ese lugar sin nombre ubicado en aquel sitio sin señas, muchos actos que a los recatados que censuran los cachondos fajes de las parejitas en la calle hubieran clasificado como las peores ofensas, hubieran pedido juicio en la Haya por crímenes contra la humanidad; ¡patrañas!, lo que pasó allí fueron cosas de adultos, entre adultos y con el consentimiento de ambos. ¡Sí, claro!, si existió el abuso, pero fue el abuso de los sentidos que nuestros cuerpos embriagados por el alcohol e inundados por hormonas nos permitieron disfrutar hasta hartarnos. Cambiamos el escándalo de ese tal DJ Tieso y dejando solo el tieso nos dedicamos a jadear, lo dije, éramos animales.
Siempre hay un color en las tangas o en los bra de las chicas que nos hace lo que el capote rojo a los toros de lidia, pitón enhiesto y nos lanzamos a la embestida, o desvestida, manchas de humedad generadas por la lubricación y la excitación……………………………………. Continuará…