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Hola mis queridos Bakunos. Hace tiempo publiqué mi primer relato (Cumpliendo una fantasía) y les prometí ir subiendo algunos relatos más. Por el momento les contaré de un intento fallido que tuve, pero que me sirvió después, para no volver a cajetearla. Creo que el relato tiene su lado simpático y por eso quiero compartirlo con ustedes. Espero que les guste y agradeceré sus comentarios.
En una ocasión andaba por el Metro en esta contaminada Cd. de México. Estaba por transbordar para dirigirme a mi casa, cuando ví venir a un montón de gente que se dirigía a unas escaleras que llavan al transbordo de la otra línea. De entre toda esta gente pude notar a una chava bajita, de piel blanca, cabello largo rizado, con lentes. Tenía una figura muy bonita, aunque era algo llenita, sus pechos destacaban muy bien, tenía cinturita y unas piernas muy bien formadas. Podría decir que era lo que nuestros abuelos o papás llamaban una "Chaparrita cuerpo de uva". Vestía un pantalón de mezclilla y una playera de algodón ajustadita y tenis. Usaba lentes, lo que le daba un aire de niña "bien portada", que aumentaba su sensualidad. Su carita era llenita, aunque ya andaría por los 20 añitos, la chica se veía como muy inocente. Al pasar junto a mí, no pude evitar fijarme en sus nalgas, y me parecieron muy bonitas: redonditas, bien formadas y resaltando gracias al ajustado pantalón. Estaba parado cerca de una escalera, así que en cuanto ella subió el primer escalón, yo pude ver cómo se le bajaba la parte de atrás de su pantalón y se asomaba la orilla de un calzón negro, transparente. Ya se imaginarán mi cara de sorpresa. Me quedé... .
Decidí que tenía que ver algo más de esta chica y la alcancé en las escaleras, a tiempo para seguir viendo su pantaletita. Después la seguí por el pasillo al transbordo de la otra línea. Mientras la chica caminaba, su pantalón se le bajaba un poquito, enseñando la prendita que tanto me había atraído. Cuando llegamos a otras escaleras, para subir al andén de la otra línea del Metro, ella me volvió a obsequiar una vista privilegiada de su calzoncito. Eramos los únicos que veníamos subiendo por la escalera, así que no tuve problemas para ver a mi antojo. Todo indicaba que la chica ni siquiera se daba cuenta de lo que venía enseñando. Al llegar al andén pensé que ya había sido todo, pues ella se subiría al Metro y yo me iba a quedar allí, sólo con el recuerdo.
Pero cuando llegó el tren, me dije: ¿porqué no tratar de ver un poco más? y subimos al vagón juntos. Me las ingenié para ocupar un asiento junto a la ella y logré sentarme antes, con lo que al sentarse, me obsequió una vista más de su pantaleta. Como era transparente, alcancé a notar la "rayita" del inicio de sus nalguitas. El metro arrancó y yo comencé a pensar qué hacer. Para mí ya había sido suficiente, pues la chica y yo éramos unos completos desconocidos, así que ni pensar en hacerle la plática, para ver si sacaba algo más. Sin embargo, en un momento me puse a observarla de reojo. Pude ver la piel de su hombro izquierdo y su brazo, se veía muy blanca y suave. Como la camiseta que llevaba era sin mangas, también ví cómo se le asomaba la orillita de la copa de su brassier, de color beige. De repente, su tirante se resbaló sobre su brazo y quedó la vista. Ella pareció no darse cuenta de ésto. Yo seguía emocionado, viéndola de reojo. También veía su cara, sus ojos café claro, su boca, sus orejas, con unos pequeños aretes, sus manos, algo regordetas, cruzadas sobre su regazo...comencé a imaginarme cómo se vería desnuda. Me imaginé sus hombros, suaves y redondos, su espalda, muy blanca, sus nalgas, muy suaves y blancas también, sus piernas, algo llenitas, pero bien formadas. Pero cuando estaba tratando de imaginarme el resto, noté que ella hizo un movimiento para pararse. Nuevamente me obsequió con la vista de su calzoncito transparente negro y de la rayita del inicio de sus nalgas. Yo, de repente, sin pensarlo, me levanté y bajé detrás de ella.
En el pasillo de la salida pensé: "Qué estoy tratando de hacer, la verdad, si la chica se sospecha que la sigo, puedo buscarme un problema". Dejé que se adelantara unos metros y cuando llegué a la salida, ella ya estaba hablando con un policía. Yo pensé que ya me estaba acusando de seguirla, pero ví cómo él señalaba son su dedo índice hacia el frente y que ella daba las gracias, mientras comenzaba a caminar. Otra vez, sin pensarlo, la seguí. Al llegar a la esquina de la calle descubrí que ese rumbo de la ciudad era desconocido para mí y me pregunté: ¿y ahora que vas a hacer? Sólo se me ocurrió seguir a la chica un poco más, aunque no tenía claro para qué.
Al cruzar la calle veo que la siguiente manzana es un edificio muy grande. Era una escuela. La chica caminaba unos dos metros adelante de mí y ví que ibamos sólos por la acera. Sin pensar en lo que hacía, la alcancé y le hablé. Me disculpé con ella por hablarle sin que me conociera. le dije que la iba admirando, porque me pareció una chica muy bonita. Cuando capté su atención le dije que había visto su pantaleta cuando íbamos en el metro y se la describo. En lugar de darme una cachetada, ella siguió escuchándome muy atenta. Abrió sus ojos con sorpresa, se sonrojó y se sonrió un poco, mientras afirmaba con su cabeza a cada detalle que le mencionaba de su prenda. Esto me animó y comencé a describirle su brasier: el color, el encaje, la forma de la copa, que se le marcaba a través de la tela de su camiseta, incluso la talla, que calculé en 34-B. Ella abre más sus ojos y dice: "Sí, ¿cómo le atinaste?", mientras se pone todavía más roja y comienza a reírse muy bajito.
En ese momento le digo que me gustaría mucho comprobar lo que le dije, que si ella quiere, podemos buscar un lugar (entiéndase hotel), para que ella me sacara de la duda. Pero ella, sin dejar de sonreír, niega con su cabeza. Me dijo que muchas gracias por los piropos y por haberla hecho sentir admirada, pero que no podía aceptar mi propuesta, que iba a la casa de su novio, que ya la estaba esperando a unas calles de allí. Le doy las gracias por haberme escuchado y le ofrezco una disculpa, si es que ella se consideró ofendida por lo que le dije. Ella me dijo: "No, no me ofendiste, de hecho me hiciste sentir bien por los piropos y la atención que me demostraste, pero, como te dije, tengo que ir con mi novio. La propuesta no me interesa, creo que no va conmigo. Gracias".
Nos despedimos y yo tomo camino de regreso al metro. Voy sorprendido por lo que hice, pero tengo una sensación muy agradable, por haberme atrevido a decirle a una chica desconocida que me parecía bonita, pues de chavito siempre había sido muy tímido. Bueno estimados lectores, este es mi relato. Espero que les haya gustado. Estoy acabando de preparar otros. Uno es otro intento fallido, pero que creo que también está divertido. El otro es una de mis aventurillas que sí llegaron a buen término. Sólo ténganme un poco de paciencia, en cuanto pueda los iré subiendo. Se agradecen sus comentarios y pueden leer mi otro relato en este foro.
Gracias.
En una ocasión andaba por el Metro en esta contaminada Cd. de México. Estaba por transbordar para dirigirme a mi casa, cuando ví venir a un montón de gente que se dirigía a unas escaleras que llavan al transbordo de la otra línea. De entre toda esta gente pude notar a una chava bajita, de piel blanca, cabello largo rizado, con lentes. Tenía una figura muy bonita, aunque era algo llenita, sus pechos destacaban muy bien, tenía cinturita y unas piernas muy bien formadas. Podría decir que era lo que nuestros abuelos o papás llamaban una "Chaparrita cuerpo de uva". Vestía un pantalón de mezclilla y una playera de algodón ajustadita y tenis. Usaba lentes, lo que le daba un aire de niña "bien portada", que aumentaba su sensualidad. Su carita era llenita, aunque ya andaría por los 20 añitos, la chica se veía como muy inocente. Al pasar junto a mí, no pude evitar fijarme en sus nalgas, y me parecieron muy bonitas: redonditas, bien formadas y resaltando gracias al ajustado pantalón. Estaba parado cerca de una escalera, así que en cuanto ella subió el primer escalón, yo pude ver cómo se le bajaba la parte de atrás de su pantalón y se asomaba la orilla de un calzón negro, transparente. Ya se imaginarán mi cara de sorpresa. Me quedé... .
Decidí que tenía que ver algo más de esta chica y la alcancé en las escaleras, a tiempo para seguir viendo su pantaletita. Después la seguí por el pasillo al transbordo de la otra línea. Mientras la chica caminaba, su pantalón se le bajaba un poquito, enseñando la prendita que tanto me había atraído. Cuando llegamos a otras escaleras, para subir al andén de la otra línea del Metro, ella me volvió a obsequiar una vista privilegiada de su calzoncito. Eramos los únicos que veníamos subiendo por la escalera, así que no tuve problemas para ver a mi antojo. Todo indicaba que la chica ni siquiera se daba cuenta de lo que venía enseñando. Al llegar al andén pensé que ya había sido todo, pues ella se subiría al Metro y yo me iba a quedar allí, sólo con el recuerdo.
Pero cuando llegó el tren, me dije: ¿porqué no tratar de ver un poco más? y subimos al vagón juntos. Me las ingenié para ocupar un asiento junto a la ella y logré sentarme antes, con lo que al sentarse, me obsequió una vista más de su pantaleta. Como era transparente, alcancé a notar la "rayita" del inicio de sus nalguitas. El metro arrancó y yo comencé a pensar qué hacer. Para mí ya había sido suficiente, pues la chica y yo éramos unos completos desconocidos, así que ni pensar en hacerle la plática, para ver si sacaba algo más. Sin embargo, en un momento me puse a observarla de reojo. Pude ver la piel de su hombro izquierdo y su brazo, se veía muy blanca y suave. Como la camiseta que llevaba era sin mangas, también ví cómo se le asomaba la orillita de la copa de su brassier, de color beige. De repente, su tirante se resbaló sobre su brazo y quedó la vista. Ella pareció no darse cuenta de ésto. Yo seguía emocionado, viéndola de reojo. También veía su cara, sus ojos café claro, su boca, sus orejas, con unos pequeños aretes, sus manos, algo regordetas, cruzadas sobre su regazo...comencé a imaginarme cómo se vería desnuda. Me imaginé sus hombros, suaves y redondos, su espalda, muy blanca, sus nalgas, muy suaves y blancas también, sus piernas, algo llenitas, pero bien formadas. Pero cuando estaba tratando de imaginarme el resto, noté que ella hizo un movimiento para pararse. Nuevamente me obsequió con la vista de su calzoncito transparente negro y de la rayita del inicio de sus nalgas. Yo, de repente, sin pensarlo, me levanté y bajé detrás de ella.
En el pasillo de la salida pensé: "Qué estoy tratando de hacer, la verdad, si la chica se sospecha que la sigo, puedo buscarme un problema". Dejé que se adelantara unos metros y cuando llegué a la salida, ella ya estaba hablando con un policía. Yo pensé que ya me estaba acusando de seguirla, pero ví cómo él señalaba son su dedo índice hacia el frente y que ella daba las gracias, mientras comenzaba a caminar. Otra vez, sin pensarlo, la seguí. Al llegar a la esquina de la calle descubrí que ese rumbo de la ciudad era desconocido para mí y me pregunté: ¿y ahora que vas a hacer? Sólo se me ocurrió seguir a la chica un poco más, aunque no tenía claro para qué.
Al cruzar la calle veo que la siguiente manzana es un edificio muy grande. Era una escuela. La chica caminaba unos dos metros adelante de mí y ví que ibamos sólos por la acera. Sin pensar en lo que hacía, la alcancé y le hablé. Me disculpé con ella por hablarle sin que me conociera. le dije que la iba admirando, porque me pareció una chica muy bonita. Cuando capté su atención le dije que había visto su pantaleta cuando íbamos en el metro y se la describo. En lugar de darme una cachetada, ella siguió escuchándome muy atenta. Abrió sus ojos con sorpresa, se sonrojó y se sonrió un poco, mientras afirmaba con su cabeza a cada detalle que le mencionaba de su prenda. Esto me animó y comencé a describirle su brasier: el color, el encaje, la forma de la copa, que se le marcaba a través de la tela de su camiseta, incluso la talla, que calculé en 34-B. Ella abre más sus ojos y dice: "Sí, ¿cómo le atinaste?", mientras se pone todavía más roja y comienza a reírse muy bajito.
En ese momento le digo que me gustaría mucho comprobar lo que le dije, que si ella quiere, podemos buscar un lugar (entiéndase hotel), para que ella me sacara de la duda. Pero ella, sin dejar de sonreír, niega con su cabeza. Me dijo que muchas gracias por los piropos y por haberla hecho sentir admirada, pero que no podía aceptar mi propuesta, que iba a la casa de su novio, que ya la estaba esperando a unas calles de allí. Le doy las gracias por haberme escuchado y le ofrezco una disculpa, si es que ella se consideró ofendida por lo que le dije. Ella me dijo: "No, no me ofendiste, de hecho me hiciste sentir bien por los piropos y la atención que me demostraste, pero, como te dije, tengo que ir con mi novio. La propuesta no me interesa, creo que no va conmigo. Gracias".
Nos despedimos y yo tomo camino de regreso al metro. Voy sorprendido por lo que hice, pero tengo una sensación muy agradable, por haberme atrevido a decirle a una chica desconocida que me parecía bonita, pues de chavito siempre había sido muy tímido. Bueno estimados lectores, este es mi relato. Espero que les haya gustado. Estoy acabando de preparar otros. Uno es otro intento fallido, pero que creo que también está divertido. El otro es una de mis aventurillas que sí llegaron a buen término. Sólo ténganme un poco de paciencia, en cuanto pueda los iré subiendo. Se agradecen sus comentarios y pueden leer mi otro relato en este foro.
Gracias.
