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Trump se está metiendo en una trampa a sí mismo con el muro en la frontera

jarochilandio

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Finanzas Internacional
Rick Newman
24 de agosto de 2017


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Donald Trump habla en la Convención Nacional de la Legión Americana el pasado 23 de agosto en National en Reno, Nevada. (AP Photo/Alex Brandon)


El breve momento de Donald Trump comportándose como un presidente parece haber terminado.

El 21 de agosto, el presidente Trump ofreció una comparecencia comedida y respetable en horario de máxima audiencia explicando su nueva política para el complejo problema de Afganistán. Fue uno de los discursos más serios y sobrios de sus siete meses de presidencia.

Un día después, Trump se sacó los gemelos de la retórica y volvió a la pelea política que parecía encantarle cuando era candidato. Trump sostuvo una concentración en Phoenix ‒a donde funcionarios locales le instaron a no acudir‒ y conmovió a miles de seguidores con sus vociferaciones familiares: los medios de comunicación van en su contra, el acuerdo comercial TLCAN es terrible, los demócratas están obstruyendo su agenda política.

Mientras ventilaba todos estos agravios, Trump dijo que cerrará el gobierno si el Congreso no aprueba los 1.600 millones de dólares para el muro que quiere construir a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México. La figura del cierre del gobierno no es lo peor del mundo, dado que las funciones esenciales siguen en marcha: la Seguridad Social sigue haciendo sus comprobaciones y el Pentágono permanece en alerta. No obstante, los votantes detestan los cierres. La última vez que esto ocurrió fue en 2013, cuando un mercado de valores fuerte cayó y la economía dejó de ingresar 24.000 millones de dólares antes de que el Congreso financiara al gobierno después de un estancamiento que duró 16 días. El índice de aprobación del Congreso se desplomó al 8,5%, el nivel más bajo registrado.

La amenaza de cierre del gobierno es una mala idea

¿Se enzarzaría realmente Trump en una pelea por 1.600 millones de dólares, una cifra que representa un 0.04% de todo el gasto federal? Nadie lo sabe, seguramente ni siquiera Trump, pero las amenazas de cerrar el gobierno son una jugada estúpida que podría dañar a Trump más que a nadie.

Probablemente Trump crea que sus amenazas persuadirán a los republicanos que controlan el Congreso para que tiren la toalla y le den los 1.600 millones de dólares. Podrían, pero quizás no lo hagan, por varias razones. En primer lugar, la relación de Trump con los líderes del Congreso está seriamente deteriorada; el New York Times informa que Trump y el líder de la mayoría en el Senado Mitch McConnell ni siquiera se hablan. Las críticas directas de Trump hacia McConnell y otras personas que deberían ser aliadas en el Congreso son parte de la razón. Trump ha mostrado poco interés en involucrarse en el tira y afloja habitual antes de aprobar las leyes. Es a su modo o de ninguna manera, lo cual hasta ahora ha llevado a que sea de ninguna manera (Ver: Ley Better Care Reconciliation, b. 2017, d. 2017).

Otro problema: prácticamente todos los demócratas y algunos republicanos creen que el muro fronterizo de Trump es una mala idea, lo cual hará que seguramente en el Senado no se alcancen los votos necesarios para aprobar la financiación del muro fronterizo como medida extraordinaria. A al menos cuatro senadores republicanos de estados situados en la frontera ‒John McCain y Jeff Flake de Arizona, y Ted Cruz y John Cornyn de Texas‒ no les gusta el muro de Trump. Podrían ceder si aumentara la preocupación por un posible cierre del gobierno. McConnell también podría llegar a dar su apoyo al proyecto de ley de presupuesto a cambio de otros incentivos que beneficien a su estado, aunque vale la pena señalar que ahora Trump ha vapuleado a McConnell, McCain y a Flake por su nombre, además de burlarse de Cruz refiriéndose a él como el “mentiroso Ted” durante la campaña. No son precisamente los amigos con los que uno puede contar una vez la suerte esté echada.

Efectos colaterales del muro

¿Entonces a dónde nos lleva todo esto? Trump podría haber dejado de lado el tema del muro por el momento, con una promesa de retomarlo más tarde cuando el Congreso logre reducir los impuestos, probablemente el elemento más importante en la agenda de Trump. Podría haber argumentado que quiere más tiempo para convencer a México de que pague por él, tal y como prometió cuando era candidato. Podría retomar su mantra de la debacle del sistema de salud y quejarse de que el tema de la frontera es más complicado de lo que pensaba y que requiere más tiempo.

En su lugar, ha trazado una línea en la arena y ha preparado el escenario para un resultado binario: o consigue el financiamiento de su muro, o es de suponer que vetará un proyecto de ley de financiación del gobierno. Obviamente Trump está intentando agitar a sus bases, y parece que no le importe que eso suponga un flirteo con la anarquía. Aunque muchos están escuchando. Los inversores hicieron caer las acciones después de la concentración de Trump en Phoenix, un poco irritados por sus comentarios. Los mercados están intentando de nuevo averiguar si Trump cumple su palabra, o si descartará sus amenazas más asustadizas.

Si Trump no logra la financiación para su muro, bien tendrá que cerrar el gobierno, como ha prometido ‒y soportar el ambiente caldeado que seguro generará eso‒, o bien salir al paso con una excusa sobre por qué no cumple su palabra. Al menos en el plano verbal, Trump ha agotado las negociaciones y las medias tintas limitando así fuertemente sus propias opciones. Siempre puede cambiar de opinión, y esperar que sus seguidores no se den cuenta o no les importe, pero el autoproclamado maestro de los negocios parece estar perjudicándose a sí mismo. A los mercados no les importará si esto no es más que una discusión entre políticos. El trabajo de Trump es asegurarse de que el muro en la frontera no sea más que eso.



Fuente


Mientras él siga twitteando alegremente para ser tendencia, lo que menos le preocupa es el gobierno (y los habitantes) de los USA. Él quería ser presidente sólo por capricho, no porque le interesara para nada lo que eso implica. Con o sin gobierno, quebrado o no el país, sumido o no en un caos EEUU, él seguirá estafando. Es lo suyo, y en eso es un verdadero experto.
 
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