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Trump, de agitador en campaña a gobernante del caos

jarochilandio

Bovino de la familia
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Julie Pace
Retomado por Yahoo Noticias
30 de enero de 2017


WASHINGTON (AP) — Donald Trump se presentó como un agitador durante la campaña electoral. Ahora, se rige por el caos.

La suspensión temporal del programa de acogida de refugiados — su iniciativa más importante en sus primeros días en la presidencia de Estados Unidos — causó estragos en los aeropuertos y provocó protestas en todo el país. La orden ejecutiva firmada por Trump dejó en problemas a sus propias agencias gubernamentales, dividió al Partido Republicado y puso en una situación incómoda a sus aliados en todo el mundo. Una jueza federal emitió una orden de emergencia que bloquea momentáneamente parte de la medida, estableciendo la batalla legal que tiene por delante.

Trump podría haber evitado al menos parte de esas consecuencias. Podría haber consultado con las agencias encargadas de ejecutar la orden. Podría haber ofrecido un discurso explicando su acción e intenciones en detalle al pueblo estadounidense. Su equipo podría haber preparado un plan de contingencia para los viajeros que no podrían entrar al país pero que ya se encontraban de viaje en el momento de la firma del decreto.

En lugar de esto, Trump demostró no solo que tiene intención de cumplir sus controvertidas promesas electorales, sino que piensa hacerlo con el espíritu del mandato que sus asesores creen que tiene: irrumpiendo en Washington e prendiendo fuego las normas respetadas por sus líderes.

No está claro si la Casa Blanca actuó el viernes sabiendo las consecuencias que tendría la firma del decreto presidencial. Pero el sábado, mientras los manifestantes llenaban los aeropuertos estadounidenses donde residentes legales en el país estaban atrapados en un limbo burocrático, el presidente declaró que estaba satisfecho con los resultados.

"Está funcionando muy bien", señaló Trump.

Trump es conocido por tolerar un grado considerable de inestabilidad en su círculo más cercano. Su campaña fue en muchas ocasiones improvisada e impredecible, movida a veces por las decisiones del candidato. Como director ejecutivo de una empresa privada, Trump apenas tuvo que lidiar con la complejidad o el escrutinio ligados al funcionamiento del gobierno federal.

Antes incluso del caos desatado por las restricciones al ingreso de refugiados, Trump ya había sembrado confusión en sus primeros días en la Oficina Oval.

Anunció, a través de Twitter, una investigación sobre un supuesto fraude electoral, pero la firma de una orden ejecutiva se canceló en el último momento. Se enfrentó con México, uno de los socios internacionales más importantes de Estados Unidos, por su plan de levantar un muro en la frontera, lo que llevó al presidente Enrique Peña Nieto a cancelar su visita a Washington. Un portavoz planteó la posibilidad de pagar el muro con un impuesto del 20% sobre todas las importaciones de México, una propuesta que fue retirada de inmediato.

A medida que terminaba el fin de semana, la Casa Blanca de Trump parecía reconocer los problemas de gobernar por decreto. Destacados asesores se afanaban en explicar la política y ofrecer orientación a los encargados de aplicarla.

Un comunicado del presidente trató de aclarar que Trump no tenía intención de vetar la llegada de todos los musulmanes. Sus asesores negaron aseveraciones previas de que el veto se aplicaría también a ciudadanos de los siete países señalados con residencia legal permanente, o "green card". La Casa Blanca, que en gran medida guardó silencio sobre los detalles de las restricciones tras la firma de la iniciativa presidencial, organizó a toda prisa dos reuniones informativas para periodistas durante el fin de semana.

Con todo, Trump afronta su segunda semana completa en el poder con una prueba que hace triunfar o fracasar presidencias: vender una política polémica y complicada a la población. Como telón de fondo tendrá un goteo constante de historias de familias separadas por su orden, y de niños y ancianos retenidos en los aeropuertos del país.

Mientras, los expertos rebaten la afirmación de Trump de que esta política es necesaria para mantener a los estadounidenses a salvo. Los recientes actos de violencia extremista en el país fueron perpetrados bien por ciudadanos estadounidenses o por individuos cuyas familias no procedían de las naciones señaladas.

Muchos de los seguidores más leales del presidente no dudan en respaldar sus acciones y su enfoque decisivo y urgente. Como candidato, Trump pidió la prohibición total a la entrada de musulmanes a Estados Unidos, y después cambió su enfoque hacia la suspensión temporal de las llegadas desde países con vínculos terroristas para dar tiempo al gobierno a implementar medidas de "investigación extrema".

Algunos republicanos salieron en defensa de Trump, incluyendo el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, quien dijo que es "el momento de reevaluar y fortalecer el proceso de concesión de visas".

Pero hay otros que se alejan del mandatario, incluso dentro de su propio partido. La Casa Blanca no dedicó demasiado tiempo a informar a los legisladores sobre el decreto antes de su firma, dejando a aquellos que podrían estar dispuestos a respaldarla con poca información para defender la postura de Trump.

Otros republicanos estaban deseando desmarcarse públicamente del nuevo presidente.

"Esta orden ejecutiva envía una señal, intencionada o no, de que Estados Unidos no quiere que los musulmanes vengan a nuestro país", dijeron los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham en un comunicado conjunto. "Por esto tememos que esta orden ejecutiva pueda hacer más para ayudar a reclutar terroristas que para mejorar nuestra seguridad".

Empresarios y magnates de Silicon Valley, cuyo apoyo intentaba lograr Trump, también parecen haberse visto sorprendidos con la guardia baja. Algunos emitieron comunicados criticando la directiva, destacando el impacto positivo que había tenido la inmigración en sus negocios.

Y sus aliados — incluyendo la primera ministra británica, Theresa May, que habló positivamente sobre construir una relación con Trump tras visitar la Casa Blanca el viernes — valoraron la medida. Para los líderes mundiales que dependen de la estabilidad de Estados Unidos, la última decisión del presidente solo afianza su promesa de un gobierno impredecible.


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Bueno, los trumpizombies ya tienen (eso quiero imaginar) lo que querían: un país bananero.

Los que sí deben estar bien re-que-te-contentos, son justamente los terroristas, los de a de veras, no los que el Trompudo se imagina. Nada mejor para perpetrar atentados, que una administración... INCOMPETENTE. Pero el Trompetas cree que sólo porque él lo ordena, los terroristas se van a poner a temblar. "Está funcionando muy bien", señaló Trump. Qué más se podía esperar de un tipo pagado de sí mismo.
 
Presidente Trump: bienvenidos a la realidad alternativa

Michael Knigge
dw.com
24.01.2017


Los primeros tres días del nuevo mandatario de EE. UU. han estado marcados por una ruptura con el pasado, algo que preocupa a muchos que temen ser testigos de un giro radical e histórico.

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Cualquiera que haya visto a Donald Trump no solo durante la campaña, sino especialmente ahora que asumió como presidente, debería albergar pocas esperanzas de que el empresario, tras asumir el mando, se convierta en una blanca paloma. La forma en que Trump se manejó en su primer fin de semana como mandatario no solo preocupa a sus opositores. Su acto inaugural fue de marcado acento nacionalista y su discurso una entrega muy agresiva, tanto como nunca antes se había visto ni oído en Washington.

Como si ese quiebre no fuera suficiente para un acto que normalmente estaba marcado por mensajes de reconciliación nacional, poco después Trump volvió a la carga desatando una extraña disputa con la prensa sobre el número de personas que asistieron a su acto de posesión. La insistencia de Trump en que la suya había sido la ceremonia más grande de todos los tiempos derivó en que su jefe de prensa dijera que la mentira era verdad y terminó con un alto asesor describiendo esta visión de las cosas como "hechos alternativos". Como si fuera poco, el mismo día Trump visitó las oficinas de la CIA y dijo que él no tenía nada en contra de los servicios secretos, que todo se trataba de un invento de la prensa.

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El nuevo portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.

Ruptura con las tradiciones y las convenciones

El quiebre con las tradiciones y las convenciones ocurrió de forma tan insólita, radical y rápida, que los periodistas no pudieron hacer preguntas, sino solo escuchar. Una mujer que trabaja como cajera en una farmacia cerca de la Casa Blanca, abre su corazón. Sin que nadie le preguntara, y mientras pone la mercadería en el escáner, dispara: "Sigo intentando entender qué pasó. Y ahora tenemos que aguantar cuatro años". Luego suspira y remata... "si tenemos suerte".

Esto demuestra en parte cuál es el estado actual de la situación para muchas personas y sirve para describir lo que ha pasado desde el viernes. Y sí, quizás es demasiado pronto para sacar conclusiones apenas a tres días de asumido Trump, pero convengamos que aclarar con palabras cómo opera el intento por romper con el pasado inmediato -digamos, el gobierno de Obama- y el lejano -digamos, el anterior a Obama- no es una tarea sencilla.

Realidad alternativa

No es solo el tono, el estilo, la posición política y la forma en que el nuevo mandatario entiende su cargo lo que hace una diferencia tan brutal con todo lo conocido. Tiene que ver con eso, pero también con Trump y la era que hizo posible su paso de estrella de reality show a presidente de Estados Unidos. Y sobre la base de lo que sus asesores han dicho, estos sienten los tres primeros días de mandato de su jefe como si se viviera en una "realidad alternativa".

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Protesta contra Trump en Washington.

Y esto no se dice en sentido figurado. Porque así como antes era inimaginable que el presidente de Estados Unidos, en su primera visita a la CIA, dijera una mentira verificable, era incluso menos imaginable que en su discurso inaugural un mandatario hablara de "carnicería", o sea de un baño de sangre o de una matanza, para referirse no a la situación de Siria, sino a lo que ocurre en las ciudades estadounidenses.

La nueva normalidad

Ahora todo esto no es solo imaginable, sino que se ha vuelto realidad. Todo lo que hasta ahora se daba por entendido en la política estadounidense, sin importar si gobernaba un demócrata o un republicano, parece anulado por la fuerza desde el mediodía del viernes. El sentimiento de este quiebre probablemente se vio reforzado por la comparación entre el nuevo mandatario y el anterior: por un lado un presidente negro, el primero, cool y simpático, y por el otro el blanco, impulsivo y anciano nuevo jefe de Estado.

Si esta nueva realidad es solo un corto intermedio o, como muchos temen, es la "nueva normalidad", está por verse. Las reacciones en el primer día de mandato de Trump, como por ejemplo la marcha de las mujeres en Washington, así como en otros lugares, son una muestra de que la lucha por la definición de la realidad seguramente recién ha comenzado.



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