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Trás el devastador terremoto los mexicanos se organizan y Peña Nieto apuesta a demovilizarlos

casanova39

Bovino adicto
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Trás el devastador terremoto los mexicanos se organizan y Peña Nieto apuesta a demovilizarlos


México, 21 de septiembre de 2017

Detrás de cada grito, detrás de cada botella de agua, de cada piedra levantada, de cada bote que pasa de mano en mano, detrás de cada pala y cada pico, detrás de cada silencio: está la gente.

Es la pura gente de los barrios, los estudiantes, las mujeres, los hombres que provienen de muchos lugares y que dejaron todo para responder a la urgencia, para rescatar a las personas atrapadas en este sismo que, desde ayer, cambió la vida, la cotidianidad y el ritmo de la Ciudad de México.

A más de 30 horas del terremoto, las ganas de ayudar no menguan, no disminuyen, no se encogen. Al contrario, ahí están, fuertes, presentes, pululando en las calles, en la Condesa, en la Roma, en Lindavista, en la zona norte de la ciudad…

Ellas, haciendo ejemplo

Hay mujeres que, por no dormir, se les han formado unas ojeras enormes que se ven a simple vista. Mujeres que llevan horas y horas trabajando en los improvisados campamentos que se montaron media hora después del temblor. De verdad, no paran: hacen bolsas de despensa, arreglan pequeños botiquines, separan ropa, escriben largas cartulinas con lista de personas fallecidas y desaparecidas, dirigen brigadas, cargan escombros: son luz, son esperanza. Hay veces que piden silencio con los brazos levantados: todos les hacemos caso.

Están las mujeres adultas a las cuales les tocó el temblor de 1985. Ellas saben de este tipo de tragedias, tienen experiencia, tienen recuerdos: conocen lo que sigue. También están las jóvenes de ahora, las que se escaparon del trabajo y del patrón porque las labores de siempre no importan, porque ayudar es más urgente. Y no podían faltar las mujeres que estudian en la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Instituto Nacional Politécnico, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ellas saben que su futura profesión sirve para mucho y allí están las psicólogas, las trabajadoras sociales, las futuras ingenieras, las arquitectas, las enfermeras y las estudiantes de medicinas.

Ellas, junto a muchos hombres, se movilizan, se mueven: inciden. Caminan, cargan, van en trocas o en autos para trasladarse a zonas que los requieren: ayudan en Lindavista, en División del Norte, o hasta en Jojutla, en Morelos. Levantan la mano sin reservas. Ellas y ellos quieren ayudar. Lo importante hoy es ayudar.

El tiempo es clave

“Quitar un pedazo de escombro es un peso menos para la gente que se encuentra atrapada”, me dice un hombre que tiene desde las 8 de la mañana esperando entrar a los restos que dejó un edificio derribado en la calle Álvaro Obregón. Se desespera, y es que percibe un completo desorden. La policía de la ciudad da una orden y los militares otra muy distinta y a ratos se traba la comunicación. “¡Urge efectividad, los minutos y las horas cuentan mucho! Está impaciente: les grita a quienes tienen “el mando” mientras golpea la pala contra el piso. Se mueve de un lado a otro para ver si se cuela, pero los policías se lo impiden. Otros, que como él quieren ayudar, de plano se fueron a buscar otro lugar donde hacerlo.

En el Parque México se ha montado otro gran centro de acopio de ropa, víveres y medicinas: ahí todo fluye, todo camina muy bien. Hay buena coordinación entre los brigadistas.

En la explanada de Bellas Artes, desde las 10 de la mañana, se instaló un campamento para recibir víveres, alimentos, medicamentos y se tomó la decisión de mandarlo a Jojutla, en Morelos, un lugar muy castigado y poco atendido. En unas pocas horas se espera que llegue una camioneta para llevar lo reunido. Varios brigadistas ya se apuntaron para trasladarse a ese lugar: hay ingenieros civiles, médicos y psicólogos.

Ríos de gente se mueve de un lado a otro con picos y palas…, pero nada, no pueden entrar. Hacen largas filas que duran horas. Se desesperan. Unos minutos pueden ser la diferencia entre encontrar a una persona con vida y a una persona muerta.


Estrategia desmovilizadora

La radio desde ayer por la tarde repitió y sigue repitiendo hasta el cansancio que la mejor ayuda es no ir a los sitios de derrumbes, que la situación, aunque es de emergencia, ya no es caótica, y que el “glorioso ejército nacional” y la Marina tienen todo bajo control. Sin embargo, esos mensajes no coinciden con la realidad. Con lo que pasa. Con lo que hay y se vive. Las imágenes contradicen esos mensajes de la radio. Es muy contrastante, por ejemplo, ver camionetas llenas de gente moviéndose con urgencia mientras los militares pasean muy plácidamente en grandes convoyes, como si no pasara nada, como si en esta ciudad no hubiera caos, tragedia y dolor.

Un profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, que coordina una brigada de estudiantes en La Cibeles, adelanta la hipótesis de una estrategia desmovilizadora. Dice que la sociedad civil en 1985 rebasó al gobierno en efectividad tanto en las labores de rescate como en la parte logística, desnudando con ello la incapacidad y la corrupción de los gobernantes.

Ahora, las estrategias gubernamentales (tanto la federal como la local) se plantearon como objetivo desplazar a la gente de las zonas siniestradas para mostrar una imagen de control en las labores de rescate. Lo que les importa a los gobernantes es que haya imágenes de efectivos del ejército salvando vidas, apropiándose del rescate de la ciudad. Con ese material, entrarán en la producción y postproducción de un discurso que se difundirá tanto dentro como fuera país. En ese discurso, la gente será solamente escenografía. Los actores principales estarán protagonizados por los gobernantes, el ejército, las policías, los órganos de gobierno.
Mientras esto ocurre, la gente sigue llegando, dejando víveres, haciendo botiquines, pegando carteles, llevando café, agua, construyendo redes. Son las manos de la gente que viene sin que nadie se lo haya pedido las que cargan, las que recolectan: las que salvan. Son hombres, mujeres y niñas y niños que se mueven y hacen posible que la ciudad se levante a pesar, muy a pesar de sus políticos y gobernantes.


Por A.L. Casanova



Imagénes:




Fuentes:

http://polemon.mx/la-gente-se-organiza-y-el-gobierno-apuesta-a-desmovilizarla

http://www.proceso.com.mx/504322/forcejeo-civiles-militares

http://www.proceso.com.mx/504314/reality-frida-sofia-la-desmesura-mediatica-televisa

http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/09/20/ventana-ciudadana

http://aristeguinoticias.com/2109/mexico/esta-imagen-de-mexico-si-nos-gusta-aristegui-video/


Saludos
 
Mi buen casanova, aquí el problema -puesto en evidencia- es que, increíblemente tras 32 años, ni el ejército, ni la marina, mucho menos las policías, tienen un PLAN de contingencia para estas situaciones. Simulacros van, simulacros vienen año con año, pero... no pasa de eso: simulacros DE EVACUACIÓN.

Así entonces, vemos al ejército, la marina y las policías haciendo... ¡lo mismo -o menos- que lo que los "desordenados" ciudadanos estaban haciendo!

De hecho, los internacionalmente reconocidos "Topos" NO SON DEL GOBIERNO. Son personas, algunas de hace 32 años, otras formadas con los años por ellos, que SÍ SABEN QUÉ HACER EN ESTOS CASOS. Pero... como no aceptan aparecer en la foto con los políticos y gobernantes, pues no ameritan estar en las labores oficiales.

El caso que DESVISTE por completo al gobierno, sobre todo el federal, es el de Jojutla.

Jojutla, el lugar ignorado y destruido por el terremoto en México

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21 de septiembre de 2017

El incesante picoteo y martilleo en Jojutla, Morelos, calla unos segundos. El paso de un féretro con una procesión a cuestas hace que rescatistas y brigadistas bajen la cabeza, se quiten cascos y sombreros, mientras el cuerpo de Karla, una de las víctimas del sismo, viaja lentamente hacia su última morada.

Karla Ávila Cisneros trabajaba en el Ayuntamiento de Jojutla, tenía 25 años y en 2016 se había casado.

Ella y otras dos personas fallecieron al quedar sepultadas por el techo de la estructura del Palacio de Gobierno, que colapsó por la fuerte sacudida del terremoto del martes, cuyo epicentro fue a 70 kilómetros de este municipio sureño de Morelos, con saldo de 73 muertos, 292 hospitalizados y 4 desaparecidos.

La procesión que lleva el cuerpo de Karla al panteón de Las Calaveras estremece el ambiente enmarcado por cientos de inmuebles colapsados y personas que han quedado en la calle.

El féretro, simple, sin adornos ni flores y cargado por una camioneta guinda, recorre calles, casas, negocios, bancos, iglesias y escuelas derrumbadas. Sortea algunas calles y evita el centro del municipio, ya que es imposible cruzarlo debido a que algunos inmuebles pueden colapsar en cualquier momento.

Entre guitarras melancólicas, Karla es despedida. “Más allá del sol, tienes un hogar, más allá del sol”, le cantaron sus familiares.

Este miércoles, justo cuando se decretan cinco días de luto en Morelos, Jojutla comenzó a enterrar a sus muertos, aquellos que fueron sorprendidos por un sismo sin precedentes en el estado y que aquí dejó 19 fallecidos.

En el panteón de Las Calaveras cuatro víctimas más fueron sepultadas; mientras que en el panteón nuevo de Independencia —que estaba regalando espacios—, recibía más difuntos.

Ahí, en el nuevo, quedó sepultada Dalia Haro, de 32 años. Su casa se le vino encima y no pudo escapar, su cuerpo quedó atrapado por la estructura que se hundió un piso.

La vivienda de Dalia se ubica en el centro de Jojutla, donde el sismo del 19 de septiembre lo dejó todo en ruinas, parecido a una zona de guerra. El municipio fue el de mayor daño de Morelos, según las autoridades.

La localidad, a 70 kilómetros de Axochiapan, donde fue el epicentro del sismo de 7.1 grados, se mantiene en pie, pero no hay edificio que haya quedado sin daños.

Los pobladores y autoridades han lanzado un grito de ayuda, pues no hay agua, escasean los víveres y también faltan manos que ayuden a quitar los escombros de las más de mil 800 viviendas, iglesias, escuelas y comercios que quedaron dañados.

Al centro de Jojutla no se puede acceder por instrucciones de Protección Civil. Alertaron que en cualquier momento pueden colapsar más edificios que han quedado endebles por la fuerte sacudida del martes. Únicamente militares, policías y la Cruz Roja trabajan en la zona centro, la de mayores afectaciones y pérdidas humanas.

Vio su escuela caer. María Fernanda vio, a sus escasos 16 años, cómo su escuela colapsaba frente a sus ojos. Una nube de polvo blanco cubrió su panorama, ella estaba en la zona centro de Jojutla, municipio donde al menos 300 inmuebles se vinieron abajo.

Uno de éstos fue el Colegio Morelos, que albergaba a niños de kínder hasta preparatoria. María Fernanda recuerda que estaba tomando clases, los alumnos repasaban sus apuntes porque era temporada de exámenes.

“De repente se escuchó un pisotón y después empezó a sacudirse y salimos del salón, pero al salir se sacudió más el piso”, narra.

La estudiante de primero de preparatoria recuerda que todos los alumnos [al menos unos 200] salieron de la escuela y se quedaron a unos 10 metros, donde vieron cómo se iba derrumbando su colegio. Del inmueble apenas unos salones quedaron de pie.

Pero el impacto fue mayor, ya que a espaldas de María Fernanda dos iglesias también colapsaron, un negocio de cervezas se vino abajo junto a otras casas.

“Sentí feo porque pensé que iba a morir”, dice.

La Parroquia de San Miguel Arcángel, construida en 1884, que era un icono religioso de la comunidad, se derrumbó. Una iglesia aledaña también se cayó y el Santuario del Señor de Tula sufrió severos daños.

Los pobladores afectados narran a EL UNIVERSAL que dormirán en las calles, frente a sus viviendas, por el temor de perder lo último que les queda debido a posibles rapiñas.

El Ejército ha llegado al municipio de más de 20 mil habitantes y donde se contabilizan al menos 19 muertos. También lo ha hecho maquinaria pesada que poco a poco logra quitar algunos escombros.

En ruinas, central de autobuses. “Reaccionamos a tiempo y salimos de la casa”, narra Danilo Ramírez Miranda, quien es uno de los tantos damnificados y que logró salir a tiempo de su vivienda para evitar mayores pérdidas humanas.

Si no fuera por las labores de remoción, el centro de Jojutla sería un pueblo fantasma. Ningún negocio abrió, y en la periferia algunas personas abren sus fondas para abastecer de comida a los propios ciudadanos. También se han instalado cinco campamentos para damnificados por parte del Ejército en los deportivos de la comunidad, hoteles y escuelas. Ahí se reparte comida.

De acuerdo con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), hasta este miércoles se había restablecido la energía eléctrica en 90%, pero el 10% restante tardará debido a que tienen que derrumbarse edificios que quedaron inservibles.

En total, en el estado se han contabilizado más de 2 mil viviendas dañadas en distintos puntos.

Durante el miércoles llegaron 3 mil 125 despensas y se esperan otras 8 mil 647 más para atender a las personas que quedaron sin casas.

Asimismo, se ha dispuesto de 15 mil cobertores y 15 mil colchonetas. Cae la noche en Jojutla y los brigadistas se retiran. Continuarán días largos y difíciles de una reconstrucción que no ve inicio ni final.

Fuente

Y destaco el siguiente comentario, cuya DENUNCIA es DEMOLEDORA:

Marco:
Ayer fueron mis hijos y un sobrino a Jojutla. No vieron ni al ejército ni a ningún político. Claro, no había cámaras. Llevaron, en caravana, víveres para la gente. Al entregarlo en un "centro de acopio" algunas personas les indicaron que los encargados del lugar les estaban condicionando la entrega de las cosas a cambio de su IFE. Entonces mis hijos recogieron el material, no sin antes echarse una bronca con los encargados, que no querían que se lo llevaran (tuvieron miedo de ser agredidos, pero al final se impusieron), y prefirieron entregar personalmente, casa por casa, a quien lo solicitaba. A diferencia de la ayuda en la ciudad de México, donde la gente se ha volcado para poner su granito de arena, allá nadie pudo ofrecerles ni un vaso de agua. Pobre gente. Hoy regresaron con más donaciones para las comunidades cercanas, porque si Jojutla es cabecera municipal, las pequeñas comunidades están aún más olvidadas. Con todo esto, indigna aún más la nefasta posición de diputados y senadores. Sin desearles nada malo (porque todo se regresa), creo que lo pagarán en esta misma vida. Son una lacra, al parejo de los asaltantes y rapiñeros de esta desgracia. Pobre México. Y sin embargo, habemos más gente de bien que estos sinverguenzas.
 
El desgobierno no sabe qué hacer, ahora el PRI y Graco aprovechando para llevar agua a su molino. Miserables.
 
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