NoxRubra
Bovino adicto
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- 9 Jul 2008
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Me rindo, me dijeron caliente sin imaginación...
que humillante!
Hace algunos días quedé de verme con un amigo que conocí en otra ciudad. Como esta vez él vendría, reservó un cuarto en un hotel del centro; llegado el día me presente en la recepción de aquel hostal, se me informó que mi compañero no había arribado pero había pedido que se me diera una llave de la habitación. Subí al 4º piso, al entrar una nota sobre la mesa de una sala blanca me recibía e indicaba bañarme, vestirme y esperar. Yo vestía una blusa blanca, jeans y un coordinado negro de encaje que resaltaba al máximo mis curvas, seguí las indicaciones de aquella nota y disponiéndome a ver tv, oí que llamaron a la puerta, al abrir un varón entró violentamente y empujó mi cuerpo contra la cama, sin saber que hacer forcejee con aquel chico que me sobrepasaba en altura y fuerza por lo cual acabó sometiéndome, ató mis manos a mi espalda, me amordazó mientras gimoteaba y me resistía, al final vendó mis ojos empapados en lágrimas.
Teniéndome boca arriba sus manos recorrieron descaradamente mi cuerpo tembloroso mientras intentaba pedir piedad, sin embargo de mi boca solo salían balbuceos incoherentes. Arrancó mis jeans y besó mis labios prometiendo que sería una noche terriblemente inolvidable; entre risas sarcásticas lamió mis desnudas piernas mientras sus manos acariciaban mi estomago por debajo de la ropa, su lengua paso peligrosamente por mi sexo lo que erizó mi piel y cesaron las lágrimas. Subió por mi vientre entre besos y lengüetazos, igualmente mi blusa iba subiendo con sus grotescas caricias, su lengua encontró mi ombligo y lo penetró en una danza soez, habiéndose saciado siguió su camino a la siguiente parada que fueron mis senos, quitó el sostén y éstos surgieron con los pezones erguidos debido al jugueteo previo, mordió y chupo vorazmente mis tetas, aquello me arrancó gemidos de placer y susurró a mi oído – ¿te gusta zorra?- de mi boca o garganta no escapó algún sonido, pero la humedad de mi sexo delataba mi excitación.
Alcanzó mi cuello, lo mordisqueo y lamio perversamente, lo sentí en cuclillas sobre mi cara, bajó la mordaza de mi boca y metió de un golpe una verga grande, gruesa y completamente erecta, mi lengua podía sentir las venas palpitando incesantemente, me ahogaba y lloraba, pero aun así cabalgó un par de minutos, la recorría completa haciendo círculos sobre la cabeza y lamiendo unos enormes huevos; se retiró de mi cara y tirando de mi brazo me colocó boca abajo, mis nalgas que habían permanecido intactas fueron expuestas a caricias vulgares, con sus enormes manos las separó dejando al descubierto mi virgen anito que con el primer roce de su lengua se contrajo, él, dándose cuenta de esta reacción, lo beso, recorrió e introdujo su lengua en él, sensaciones nuevas surgían en mi cuerpo, yo no pensaba claro y de mis labios escapó un grito de placer, ya dilatado mi ano colocó ese falo entre mis nalgas amenazando con destrozarme. En un solo movimiento lo introdujo y sentí un dolor agudo que me recorrió de pies a cabeza esta vez mi grito no fue de placer, si no de un terror puro que pareció excitarlo más, su penetración se volvió intensa, perforaba mi ano con tal rudeza que me sentía desmayar, el dolor no cesaba y mientras más trataba de alejarme sus manos sujetaban con fuerza mis caderas, resignándome y rogando que terminara pronto, me di cuenta que mi captor temblaba y sus gemidos se habían convertido en bufidos, inmediatamente una ola de leche caliente inundó mis intestinos; cuando creí que esta sodomía llegaba a su fin, posicionó mi cuerpo en 4 patas, colocó una correa alrededor de mi cuello de la que solo oí el tintinear de una placa...
que humillante!
Hace algunos días quedé de verme con un amigo que conocí en otra ciudad. Como esta vez él vendría, reservó un cuarto en un hotel del centro; llegado el día me presente en la recepción de aquel hostal, se me informó que mi compañero no había arribado pero había pedido que se me diera una llave de la habitación. Subí al 4º piso, al entrar una nota sobre la mesa de una sala blanca me recibía e indicaba bañarme, vestirme y esperar. Yo vestía una blusa blanca, jeans y un coordinado negro de encaje que resaltaba al máximo mis curvas, seguí las indicaciones de aquella nota y disponiéndome a ver tv, oí que llamaron a la puerta, al abrir un varón entró violentamente y empujó mi cuerpo contra la cama, sin saber que hacer forcejee con aquel chico que me sobrepasaba en altura y fuerza por lo cual acabó sometiéndome, ató mis manos a mi espalda, me amordazó mientras gimoteaba y me resistía, al final vendó mis ojos empapados en lágrimas.
Teniéndome boca arriba sus manos recorrieron descaradamente mi cuerpo tembloroso mientras intentaba pedir piedad, sin embargo de mi boca solo salían balbuceos incoherentes. Arrancó mis jeans y besó mis labios prometiendo que sería una noche terriblemente inolvidable; entre risas sarcásticas lamió mis desnudas piernas mientras sus manos acariciaban mi estomago por debajo de la ropa, su lengua paso peligrosamente por mi sexo lo que erizó mi piel y cesaron las lágrimas. Subió por mi vientre entre besos y lengüetazos, igualmente mi blusa iba subiendo con sus grotescas caricias, su lengua encontró mi ombligo y lo penetró en una danza soez, habiéndose saciado siguió su camino a la siguiente parada que fueron mis senos, quitó el sostén y éstos surgieron con los pezones erguidos debido al jugueteo previo, mordió y chupo vorazmente mis tetas, aquello me arrancó gemidos de placer y susurró a mi oído – ¿te gusta zorra?- de mi boca o garganta no escapó algún sonido, pero la humedad de mi sexo delataba mi excitación.
Alcanzó mi cuello, lo mordisqueo y lamio perversamente, lo sentí en cuclillas sobre mi cara, bajó la mordaza de mi boca y metió de un golpe una verga grande, gruesa y completamente erecta, mi lengua podía sentir las venas palpitando incesantemente, me ahogaba y lloraba, pero aun así cabalgó un par de minutos, la recorría completa haciendo círculos sobre la cabeza y lamiendo unos enormes huevos; se retiró de mi cara y tirando de mi brazo me colocó boca abajo, mis nalgas que habían permanecido intactas fueron expuestas a caricias vulgares, con sus enormes manos las separó dejando al descubierto mi virgen anito que con el primer roce de su lengua se contrajo, él, dándose cuenta de esta reacción, lo beso, recorrió e introdujo su lengua en él, sensaciones nuevas surgían en mi cuerpo, yo no pensaba claro y de mis labios escapó un grito de placer, ya dilatado mi ano colocó ese falo entre mis nalgas amenazando con destrozarme. En un solo movimiento lo introdujo y sentí un dolor agudo que me recorrió de pies a cabeza esta vez mi grito no fue de placer, si no de un terror puro que pareció excitarlo más, su penetración se volvió intensa, perforaba mi ano con tal rudeza que me sentía desmayar, el dolor no cesaba y mientras más trataba de alejarme sus manos sujetaban con fuerza mis caderas, resignándome y rogando que terminara pronto, me di cuenta que mi captor temblaba y sus gemidos se habían convertido en bufidos, inmediatamente una ola de leche caliente inundó mis intestinos; cuando creí que esta sodomía llegaba a su fin, posicionó mi cuerpo en 4 patas, colocó una correa alrededor de mi cuello de la que solo oí el tintinear de una placa...