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- #1
Hola Me llamo Stephy, lo siguiente es un relato Real con algunos detallitos cambiados y cositas que no sucedieron como yo quisiera, pero los cambie porque me excita mucho y así queda mejor
unzadita:
Esto me paso hace 2 años, en aquel verano iba a cumplir ya los 19, Era virgen (ahora ya no soy virgen ni de las orejas jijiji), debido a que mis padres se iban de viaje yo tenía que pasar casi todo el mes de Enero con mis tíos, en la casa de playa. La idea en si me gustaba, pues yo vivo en la ciudad; y, además, me llevo muy bien con mis tíos.
El problema eran sus hijos, los mellizos Alejandro y Sergio, dos diablillos de casi doce años que ya eran el terror de la vecindad. No es que me llevara mal con ellos, pero es que además de traviesos, se estaban convirtiendo en un par de traviesos de cuidado.
La última vez que estuvieron de visita en nuestra casa ya les tuve que amenazar con hablar seriamente con sus padres. Porque aunque al principio no le daba importancia, lo cierto es que sus súbitas intromisiones en mi cuarto cada vez que entraba a cambiarme de ropa al final me enfurecieron. Al carecer de hermanos pequeños creía que las continuas peleíllas de broma en las que me enredaban eran algo habitual, hasta que me di cuenta de que siempre acababan tocándome lo que no debían. Así que el día que me pillaron sin sostén, en vista de la osadía con que se ensañaron con mis incipientes meloncitos decidí pararles los pies de una vez por todas. Pues no estaba dispuesta a volver a dejar que me pellizcaran los pezones como acababan de hacer durante la peleílla.
Temía, y con razón, que este verano fuese aun peor, porque en estos dos años que hacía ya que no los veía yo había mejorado bastante de aspecto físico. La verdad es que, sin falso orgullo, siempre he sido considerada bastante guapa, además de delgadita; pero es que ahora tenía también una firme y abultada delantera que era la envidia de casi todas mis amigas, y un trasero respingón que mi novio decía que le atraía como un imán.
En parte fue culpa suya lo que ocurrió. Dado que fue el encargado de llevarme desde mi casa hasta la casa de mis tíos con su auto, estos insistieron en que pasara la noche allí antes de regresar al pueblo, donde tenía un verano la mar de ocupado ayudando a su padre en el negocio.
Lo cierto es que me alegre de que mi novio se quedara algún tiempo más conmigo, sobre todo cuando vi las sucias miradas que ese par de diablos me echaron nada mas verme, justo antes de abalanzarse los dos sobre mí para comerme la cara a besos, mientras se restregaban disimuladamente contra mis abultados senos, como anticipo de lo que me esperaba ese verano; aunque, por suerte, ese día se marcharon con su grupo de amigos y ya no les volvimos a ver hasta la cena.
A la mañana siguiente, vi que estábamos solos en la casa, pues mis tíos no paraban quietos ni un minuto en todo el día, visitando a sus numerosas amistades y recorriendo con ellas los lugares cercanos; y mis primos, parecía, que con su pandilla de amigos estaban todo el día en la playa o haciéndose los locos por ahí.
Fue por eso que cuando mi novio insistió en sus besos y caricias, para hacer una despedida "muy especial", le lleve a mi dormitorio y le deje hacer. Allí los besos se hicieron más largos y profundos, y sus caricias mucho mas intimas; tanto, que al poco rato me vi prácticamente desnuda y caliente como pocas veces lo había estado.
Viendo que iba demasiado rápido le avise de que no estaba dispuesta a dejarle desvirgarme todavía; y él cedió, a cambio de que hiciéramos un 69. lo hacíamos regularmente aunque yo nunca le había dejado llegar hasta el final, pero aquel día decidí que se lo merecía, pues me estaba haciendo llegar casi de continuo al orgasmo; así que, cuando eyaculo, hice un pequeño esfuerzo y me trague todo su salado semen. La verdad es que es algo que no encuentro nada agradable, no era la primera vez que lo hacía pero, en aquella ocasión, no me importo demasiado su raro y amargo sabor.
Después de ducharse se tuvo que marchar, pues el viaje era largo y ya llegaba con retraso. Luego me duche yo; y, al salir del cuarto de baño, oí ruidos en el comedor. Me puse una bata y baje, eran los gemelos que estaban jugando con la cámara de vídeo de sus padres y el televisor. Les pregunte si hacía mucho tiempo que estaban en la sala y, riéndose, me dijeron que más de lo que yo hubiera deseado.
Su respuesta me perturbo bastante, así que les pedí explicaciones. Me pidieron que me sentara en el sofá, que me iban a dar mi regalo de cumpleaños por anticipado, y yo me senté. Nada más hacerlo vi como me ponían un vídeo porno. Cuando me iba a levantar del sofá, me di cuenta de que la protagonista era yo, y que la grabación la habían hecho un rato antes, en mi dormitorio con un primer plano de mi cara mamando como loca y esforzándome al máximo para tragar toda la leche que me daba mi novio.
Me quede helada mientras uno de ellos me explicaba que estaba grabada desde el interior del armario empotrado que allí había, donde se habían escondido para ver cómo me cambiaba de ropa esa mañana. No sabía que hacer ni decir, pero me alegro mucho que el otro rebobinara la cinta y me la entregara.
Vi que sonreían como angelitos cuando les dije que la iba a destrozar, y me dijeron que daba igual, pues el cartucho de la videocámara lo tenían ellos, y podían sacar cuantas copias quisieran como la que tenía en mis manos. Les pregunte que querían entonces, y riéndose me contestaron que solo querían una esclava.
Querían que yo accediese a todo lo que ellos quisieran, y a cambio ellos me juraban no solo que no sacarían ninguna nueva copia del video, sino que el día de mi cumpleaños (dos o tres días antes de que me marchara) me la memoria de la videocámara como regalo de cumpleaños. Yo sabía que, pese a lo malos que eran, no solían mentir mucho, así que accedí; de bastante mala gana, como suponen, temiéndome lo peor.
Lo primero que hicieron fue subir conmigo hasta mi dormitorio y registrar toda mi ropa, apartando a un lado todos mis brasieres y la mayoría de mis calzoncitos. Solo me dejaron las caladitas y las de fantasía, que alguna que otra vez me había regalado mi novio.
Después me sacaron un top y un shortcito, y se empeñaron en vestirme. Ni que decir que fue una excusa perfecta para verme de nuevo desnuda y poder sobarme a conciencia. Aunque he de reconocer que lo hicieron con delicadeza, no por ello dejaron de ver, ni tocar, un solo centímetro de mi piel. Cuando se cansaron de manosearme, me vistieron y me llevaron a ver el pueblo, tocándome a mi pagar los helados.
No me sentía demasiado a gusto sin el brasier, porque mis grandes tetas se movían demasiado al caminar, sobre todo cuando se me endurecían los pezones, y la gente no dejaba de mirarme, para mayor disfrute de los pajeros de mis primos; pero llego un momento en que empezó a gustarme causar tanta expectación entre los chicos, y me preocupe, pues no quería ni pensar en lo que dirían mis amigas, o mi novio, si me vieran vestida así tan puta
El resto del día paso sin novedad, y mis tíos no parecieron extrañarse lo más mínimo de que me gustara vestir como zorra con tanta libertad y tan poca ropa.
continuara...........
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Esto me paso hace 2 años, en aquel verano iba a cumplir ya los 19, Era virgen (ahora ya no soy virgen ni de las orejas jijiji), debido a que mis padres se iban de viaje yo tenía que pasar casi todo el mes de Enero con mis tíos, en la casa de playa. La idea en si me gustaba, pues yo vivo en la ciudad; y, además, me llevo muy bien con mis tíos.
El problema eran sus hijos, los mellizos Alejandro y Sergio, dos diablillos de casi doce años que ya eran el terror de la vecindad. No es que me llevara mal con ellos, pero es que además de traviesos, se estaban convirtiendo en un par de traviesos de cuidado.
La última vez que estuvieron de visita en nuestra casa ya les tuve que amenazar con hablar seriamente con sus padres. Porque aunque al principio no le daba importancia, lo cierto es que sus súbitas intromisiones en mi cuarto cada vez que entraba a cambiarme de ropa al final me enfurecieron. Al carecer de hermanos pequeños creía que las continuas peleíllas de broma en las que me enredaban eran algo habitual, hasta que me di cuenta de que siempre acababan tocándome lo que no debían. Así que el día que me pillaron sin sostén, en vista de la osadía con que se ensañaron con mis incipientes meloncitos decidí pararles los pies de una vez por todas. Pues no estaba dispuesta a volver a dejar que me pellizcaran los pezones como acababan de hacer durante la peleílla.
Temía, y con razón, que este verano fuese aun peor, porque en estos dos años que hacía ya que no los veía yo había mejorado bastante de aspecto físico. La verdad es que, sin falso orgullo, siempre he sido considerada bastante guapa, además de delgadita; pero es que ahora tenía también una firme y abultada delantera que era la envidia de casi todas mis amigas, y un trasero respingón que mi novio decía que le atraía como un imán.
En parte fue culpa suya lo que ocurrió. Dado que fue el encargado de llevarme desde mi casa hasta la casa de mis tíos con su auto, estos insistieron en que pasara la noche allí antes de regresar al pueblo, donde tenía un verano la mar de ocupado ayudando a su padre en el negocio.
Lo cierto es que me alegre de que mi novio se quedara algún tiempo más conmigo, sobre todo cuando vi las sucias miradas que ese par de diablos me echaron nada mas verme, justo antes de abalanzarse los dos sobre mí para comerme la cara a besos, mientras se restregaban disimuladamente contra mis abultados senos, como anticipo de lo que me esperaba ese verano; aunque, por suerte, ese día se marcharon con su grupo de amigos y ya no les volvimos a ver hasta la cena.
A la mañana siguiente, vi que estábamos solos en la casa, pues mis tíos no paraban quietos ni un minuto en todo el día, visitando a sus numerosas amistades y recorriendo con ellas los lugares cercanos; y mis primos, parecía, que con su pandilla de amigos estaban todo el día en la playa o haciéndose los locos por ahí.
Fue por eso que cuando mi novio insistió en sus besos y caricias, para hacer una despedida "muy especial", le lleve a mi dormitorio y le deje hacer. Allí los besos se hicieron más largos y profundos, y sus caricias mucho mas intimas; tanto, que al poco rato me vi prácticamente desnuda y caliente como pocas veces lo había estado.
Viendo que iba demasiado rápido le avise de que no estaba dispuesta a dejarle desvirgarme todavía; y él cedió, a cambio de que hiciéramos un 69. lo hacíamos regularmente aunque yo nunca le había dejado llegar hasta el final, pero aquel día decidí que se lo merecía, pues me estaba haciendo llegar casi de continuo al orgasmo; así que, cuando eyaculo, hice un pequeño esfuerzo y me trague todo su salado semen. La verdad es que es algo que no encuentro nada agradable, no era la primera vez que lo hacía pero, en aquella ocasión, no me importo demasiado su raro y amargo sabor.
Después de ducharse se tuvo que marchar, pues el viaje era largo y ya llegaba con retraso. Luego me duche yo; y, al salir del cuarto de baño, oí ruidos en el comedor. Me puse una bata y baje, eran los gemelos que estaban jugando con la cámara de vídeo de sus padres y el televisor. Les pregunte si hacía mucho tiempo que estaban en la sala y, riéndose, me dijeron que más de lo que yo hubiera deseado.
Su respuesta me perturbo bastante, así que les pedí explicaciones. Me pidieron que me sentara en el sofá, que me iban a dar mi regalo de cumpleaños por anticipado, y yo me senté. Nada más hacerlo vi como me ponían un vídeo porno. Cuando me iba a levantar del sofá, me di cuenta de que la protagonista era yo, y que la grabación la habían hecho un rato antes, en mi dormitorio con un primer plano de mi cara mamando como loca y esforzándome al máximo para tragar toda la leche que me daba mi novio.
Me quede helada mientras uno de ellos me explicaba que estaba grabada desde el interior del armario empotrado que allí había, donde se habían escondido para ver cómo me cambiaba de ropa esa mañana. No sabía que hacer ni decir, pero me alegro mucho que el otro rebobinara la cinta y me la entregara.
Vi que sonreían como angelitos cuando les dije que la iba a destrozar, y me dijeron que daba igual, pues el cartucho de la videocámara lo tenían ellos, y podían sacar cuantas copias quisieran como la que tenía en mis manos. Les pregunte que querían entonces, y riéndose me contestaron que solo querían una esclava.
Querían que yo accediese a todo lo que ellos quisieran, y a cambio ellos me juraban no solo que no sacarían ninguna nueva copia del video, sino que el día de mi cumpleaños (dos o tres días antes de que me marchara) me la memoria de la videocámara como regalo de cumpleaños. Yo sabía que, pese a lo malos que eran, no solían mentir mucho, así que accedí; de bastante mala gana, como suponen, temiéndome lo peor.
Lo primero que hicieron fue subir conmigo hasta mi dormitorio y registrar toda mi ropa, apartando a un lado todos mis brasieres y la mayoría de mis calzoncitos. Solo me dejaron las caladitas y las de fantasía, que alguna que otra vez me había regalado mi novio.
Después me sacaron un top y un shortcito, y se empeñaron en vestirme. Ni que decir que fue una excusa perfecta para verme de nuevo desnuda y poder sobarme a conciencia. Aunque he de reconocer que lo hicieron con delicadeza, no por ello dejaron de ver, ni tocar, un solo centímetro de mi piel. Cuando se cansaron de manosearme, me vistieron y me llevaron a ver el pueblo, tocándome a mi pagar los helados.
No me sentía demasiado a gusto sin el brasier, porque mis grandes tetas se movían demasiado al caminar, sobre todo cuando se me endurecían los pezones, y la gente no dejaba de mirarme, para mayor disfrute de los pajeros de mis primos; pero llego un momento en que empezó a gustarme causar tanta expectación entre los chicos, y me preocupe, pues no quería ni pensar en lo que dirían mis amigas, o mi novio, si me vieran vestida así tan puta
El resto del día paso sin novedad, y mis tíos no parecieron extrañarse lo más mínimo de que me gustara vestir como zorra con tanta libertad y tan poca ropa.
continuara...........