El caballero de Mirvel
Becerro
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- 3 Nov 2014
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- #1
Compartí la habitación y mi sexo con mi jefe en el viaje de negocios
La idea de salir con su jefe no le había causado el menor agrado, sabía que eso le generaría problemas con su novio, pero por otro lado, era trabajo, y en verdad que lo necesitaba.
Llegaron al hotel alrededor de las 11 de la noche, el viaje había sido pesado y aunque no se libró de tener que platicar de algunas cosas incluso personales con él, se las arregló por hacerse la dormida buena parte del camino para que la dejara de acosar con tantas preguntas. Lo único que ahora quería era llegar a su habitación, estar a solas, darse una ducha y dormir, aunque también le encantaría hablar con su novio, pero seguramente aún estaría molesto.
Sin embargo, esas ilusiones se vinieron abajo cuando la joven recepcionista les informó que sus reservaciones no existían y que no contaban más que con una habitación disponible, lo que era una pésima noticia siendo un lugar turístico y en plena semana santa, con todos los hoteles abarrotados, conseguir al menos esa recamara, era mucha fortuna, por eso, a regaña dientes, aceptó.
Durante el camino a la habitación, su jefe intentaba tranquilizarla, diciéndole que nadie se enteraría, además de que él la respetaría en todo momento, la cama obviamente sería para ella y él se acomodaría en cualquier rincón, que era un hombre casado y no quería problemas, menos con una empleada, pero lo único en lo que ella podía pensar era en que si su novio se enteraba, todo entre ellos habría terminado e incluso pensó ligeramente que todo había sido un plan de su jefe ¡Cómo si no supiera lo coqueto que es y la forma en que la mira!
Al entrar en la habitación se encontró con algo peor, sólo había una cama, nada más, ni un sofá, sí una pequeña silla, pero en la que nadie sería capaz de dormir.
- No te preocupes, dormiré en el piso si es necesario, por lo menos está alfombrado- le dijo su jefe con una sonrisa buscando calmarla.
- ¿Cómo cree que va a dormir en el suelo? Compartiremos la cama, cada quien en una orilla, pero eso sí, cuidadito en intentar cualquier cosa porque grito- le dijo ella en un pésimo intento de amenaza.
- Está bien, no pasará nada. Ahora voy a bajar al bar del hotel, quiero un trago ¿gustas acompañarme?- dijo aún con la sonrisa en su rostro.
- Estoy muy cansada, preferiría tomar una ducha y dormir.
- Está bien. Nos vemos mañana y no te preocupes, no pasará nada- dijo en la puerta antes de salir.
Cuando estuvo sola se sintió un poco más tranquila, finalmente tenía tiempo para ella. Abrió la llave de la regadera y comenzó a desvestirse, pero antes miró su celular esperando tener un mensaje de su novio, una llamada, pero nada, la bandeja estaba en blanco.
El agua caliente servía de relajante muscular al caer cálida y directa sobre sus hombros, su cuello, su rostro. Sentía un placer que sólo es comparable con una caricia por todo su cuerpo. Al cerrar los ojos, imágenes de su novio vinieron a su mente, su cuerpo desnudo, su espalda ancha que tanto le gusta, sus nalgas, sus piernas musculosas y su pecho ¡Cómo le encanta su pecho! y la forma en la que la posee de una manera salvaje, a veces violenta y otras tan dulce y tierna.
De manera inconsciente deslizó su mano por sus pechos, sus pezones al contacto reaccionaron y el camino hasta su sexo se volvió en un sendero de sensaciones placenteras. Cómo le gustaría que no estuviera enojado, tenerlo ahí junto a ella, enjabonando su cuerpo, con su pecho pegado a su espalda y sus labios recorriendo su nuca. Cómo deseaba que en vez de sus dedos, fuera el pene erecto de él el que estuviera hurgando su intimidad y que en vez de agua, fuera su semen caliente el que corriera desde su vagina hasta sus muslos.
Estaba a punto de alcanzar el orgasmo con esas ensoñaciones cuando escuchó un ruido en la habitación. Cerró las llaves del agua y cubriéndose lo más posible con sus manos, llamó a su jefe creyendo que era él que había vuelto antes de lo previsto pero nadie respondió. Al abrir la puerta de cristales empañados de la regadera, vio que la puerta del baño estaba abierta, no recordaba haberla dejado así lo que incrementó su temor, volvió a llamar a su jefe pero el silencio era todo lo que imperaba en el ambiente. Tomó la toalla y se envolvió en ella lo más rápido posible para después salir con cautela esperando enfrentar al intruso.
Al salir del baño se encontró con la habitación vacía, no había sido nadie, quizás un ruido de afuera. Cerró los ojos y rió por el susto en vano que acababa de pasar, volvió al cuarto de baño para secarse sin notar que el anunció de “No molestar” que colgaba por dentro en la perilla de la puerta de la habitación, ya no estaba.
En sus sueños volvió a ver a su novio quien estaba de espaldas a ella desnudo, de inmediato el recuerdo de lo del baño regresó a su mente con la intención de ahora sí terminar lo que había iniciado, pero cuando él se giraba era su jefe quien yacía con su sonrisa burlona y se abalanzaba a ella. La impresión la hizo despertar, eran las 2:00 de la mañana y su jefe aún no regresaba, lo que la alivió bastante pues hubiera sido peor encontrarse en la realidad con el motivo de su pesadilla.
Volvió a recostarse y apenas alcanzó a cubrirse con las cobijas cuando la puerta se abrió, escuchó los pasos torpes de su jefe al entrar, el ruido de la llave al caer al piso y los golpes de los muebles con los que él chocaba, era más que evidente que iba tomado, así que prefirió hacerse la dormida para no tener que soportarlo en ese estado en el que de seguro era más fastidioso.
Lo sintió acercarse a la cama, sentarse en ella y lo escuchó llamarla en un voz baja, pero ella no respondió y por si la oscuridad no era suficiente para ocultarla, cerró los ojos. Lo escuchó desvestirse a sus espaldas, sintió las cobijas levantarse cuando se metió a la cama y luego el peso de su cuerpo sobre el colchón “¿No se puso pijama? Ojalá no esté completamente desnudo” pensó y apretó aún más los ojos. De pronto, sintió los dedos helados de sus pies rosando su pantorrilla con insistencia. No se movió para que él no sospechara que estaba despierta, sólo apretaba los ojos, entonces con cierta timidez, sus dedos se aproximaron hasta su cintura, recorrieron el borde de sus nalgas, sus muslos y volvieron a subir para insistir con más presión al centro de su culo. Tratando de persuadirlo, se movió pero sin salir de su papel de inconsciente somnolencia. Pasaron sólo unos segundos cuando él volvió a tocarla de la misma manera, pero no fue hasta que lo sintió acercarse y pegarle lo que de inmediato supo, era su pene, entre sus nalgas, como se levantó de la cama, encendió la luz y lo enfrentó.
- ¿Qué cree que está haciendo? ¡Viejo cochino! Libidinoso. Le advertí que no se me acercara o gritaría- le dijo intentando mostrar enojo, pero la humedad que al momento de ponerse de pie, notó en su vagina, le impidió concentrarse en esa nueva actuación.
Como pudo, el sujeto se levantó de la cama aún con su erección a tope, con las manos extendidas al frente como si él fuera la víctima y tratara de defenderse de un ataque de ella.
- No, no, no, no. Por favor, discúlpame, no sé qué me pasó- le respondió con una débil dicción, producto de la borrachera.
- Váyase inmediatamente de aquí, si no quiere que comience a gritar pidiendo ayuda- advirtió ella tratando de tapar su cuerpo pese a que llevaba puesto un conjunto conformado por un short y una blusa de tirantes con los que dormía.
- Claro que sí, me voy. Pero no hay necesidad de armar un escándalo- le dijo mientras continuaba con las manos al frente y se acercaba a la puerta, para lo cual, tenía que pasar cerca de donde ella estaba.
Aún cuando ella creía estar alerta de todos sus movimientos, no lo vio venir cuando se le arrojó encima, con una de sus manos le tapó la boca, mientras con la otra la tomó rápido por el cuello envolviéndola en un abrazo que la paralizó.
- No habría necesidad si como buena empleada obedecieras a tu jefe, pero ahora como buena puta, tendrás que hacerlo y si vas a gritar, va a ser de placer, mamacita- le dijo al oído con una voz rasposa mientras pegaba su cuerpo con el suyo.
Velozmente cambió la mano con la que le tapaba la boca, de tal forma que la sometía y acallaba con un solo brazo, lo que le dio la libertad de poder disfrutar de su cuerpo con la mano que dejó libre. Comenzó por meterla debajo de la blusa, apoderándose de inmediato de uno de sus pechos el cual sobó con brusquedad, luego pellizcó su pezón que comenzó a endurecerse, luego repitió el proceso con el otro pecho mientras no paraba de decir lo rica que estaba y las ganas que tenía de cogérsela, mientras que increíblemente ella se horrorizaba pero al mismo tiempo disfrutaba lo que su jefe le hacía.
Luego sacó su mano y la dirigió a su sexo al que apretó con desespero, sus dedos se frotaban con insistencia sobre la tela que cubría a una vagina que cada vez se notaba más mojada. Casi de inmediato metió la mano dentro de la prenda, se abrió paso entre los pelos de esa concha palpitante hasta encontrar el inició de su rajita, buscó el clítoris y comenzó a frotarlo, fue cuando los gemidos de miedo de ella cambiaron por ligeros suspiros de placer pero que al estar sometida, no se diferenciaban uno de otro.
- Te gusta ¿verdad putita? Mira nada más cómo estás de mojada- le dijo mientras empujaba un dedo dentro de su panocha y su pene sobre sus nalgas, que de no ser por el short, ya le hubieran abierto paso a esa verga endurecida.
De manera imprevista, cuando ya dos dedos entraban y salían con facilidad de esa concha empapada y caliente; la giró y aventó sobre la cama arrojándose sobre ella. En los segundos que tuvo de libertad, la mujer forcejeó con su jefe tratando de evitar que se introdujera en medio de sus piernas como intentaba. Con piernas y manos se defendió tanto como pudo pero cuanto más lo hacía, él aplicaba mayor fuerza que no sólo la dominaba, sino que la excitaba.
Cuando finalmente logró entrar en sus piernas, ella siguió luchando con las manos, tratando de empujarlo, moviéndose para no permitir lo que era inminente, pero era como si luchara con una roca que en un movimiento rápido corrió el short por la parte que le cubría el coño a un lado y con ayuda de su mano dirigió la cabeza de su pene en la entrada de su raja. Al sentirlo, echó las cadera hacia atrás logrando alejarse un poco, maniobra que repitió en un par de ocasiones más, hasta que, desesperado, él la tomó con más fuerza y de un sólo y fuerte intento la penetró por completo.
Al sentirse invadida, ella comenzó a moverse más pero su jefe ya no salió, al contrario, usando sus propios movimientos, comenzó a agitar sus caderas entrando y saliendo de su pucha, con sus huevos golpeándole las nalgas y llenándola por completo; usando su peso, logró recostarse sobre ella que dejó de luchar, comenzó a lamerle el cuello, las orejas y con algo más de fuerza sus labios que también eran penetrados por su lengua. Sus movimientos no pararon nunca, siempre fueron intensos, violentos, como los de una bestia que bramaba de placer cerca de su oído, que le apretaba las tetas o las nalgas donde buscaba con sus dedos la entrada de su culo. De pronto sintió cómo el pene en su interior comenzaba a temblar y al tiempo en que la mordió tan fuerte que casi la hace llorar en el cuello, chorros calientes de semen comenzaron a inundarla. Increíblemente su vagina también vibró en un orgasmo como nunca había tenido.
Cuando salió de ella, un hilo de semen también escapó de su vagina hinchada para alojarse en su ano. Le dolía la mordida en el cuello, las tetas y el coño, pero ese dolor le resultó muy placentero, al menos fue su vagina y no su culo aún virgen adolorido. Mientras él se desplomó en la cama, pensó en irse de inmediato y denunciarlo, pero se veía tan sucio y repugnante con su pene aún parado que no pudo resistir desear tenerlo en su boca, sin embargo, la otra idea penetraba cada vez más en su mente e hizo tan fácil lo que tantas veces su novio intentó sin lograrlo: lubricando con el mismo semen su culo, cogió el pito de su jefe para ayudarlo a que la penetrara por atras y fue fantastico.
La idea de salir con su jefe no le había causado el menor agrado, sabía que eso le generaría problemas con su novio, pero por otro lado, era trabajo, y en verdad que lo necesitaba.
Llegaron al hotel alrededor de las 11 de la noche, el viaje había sido pesado y aunque no se libró de tener que platicar de algunas cosas incluso personales con él, se las arregló por hacerse la dormida buena parte del camino para que la dejara de acosar con tantas preguntas. Lo único que ahora quería era llegar a su habitación, estar a solas, darse una ducha y dormir, aunque también le encantaría hablar con su novio, pero seguramente aún estaría molesto.
Sin embargo, esas ilusiones se vinieron abajo cuando la joven recepcionista les informó que sus reservaciones no existían y que no contaban más que con una habitación disponible, lo que era una pésima noticia siendo un lugar turístico y en plena semana santa, con todos los hoteles abarrotados, conseguir al menos esa recamara, era mucha fortuna, por eso, a regaña dientes, aceptó.
Durante el camino a la habitación, su jefe intentaba tranquilizarla, diciéndole que nadie se enteraría, además de que él la respetaría en todo momento, la cama obviamente sería para ella y él se acomodaría en cualquier rincón, que era un hombre casado y no quería problemas, menos con una empleada, pero lo único en lo que ella podía pensar era en que si su novio se enteraba, todo entre ellos habría terminado e incluso pensó ligeramente que todo había sido un plan de su jefe ¡Cómo si no supiera lo coqueto que es y la forma en que la mira!
Al entrar en la habitación se encontró con algo peor, sólo había una cama, nada más, ni un sofá, sí una pequeña silla, pero en la que nadie sería capaz de dormir.
- No te preocupes, dormiré en el piso si es necesario, por lo menos está alfombrado- le dijo su jefe con una sonrisa buscando calmarla.
- ¿Cómo cree que va a dormir en el suelo? Compartiremos la cama, cada quien en una orilla, pero eso sí, cuidadito en intentar cualquier cosa porque grito- le dijo ella en un pésimo intento de amenaza.
- Está bien, no pasará nada. Ahora voy a bajar al bar del hotel, quiero un trago ¿gustas acompañarme?- dijo aún con la sonrisa en su rostro.
- Estoy muy cansada, preferiría tomar una ducha y dormir.
- Está bien. Nos vemos mañana y no te preocupes, no pasará nada- dijo en la puerta antes de salir.
Cuando estuvo sola se sintió un poco más tranquila, finalmente tenía tiempo para ella. Abrió la llave de la regadera y comenzó a desvestirse, pero antes miró su celular esperando tener un mensaje de su novio, una llamada, pero nada, la bandeja estaba en blanco.
El agua caliente servía de relajante muscular al caer cálida y directa sobre sus hombros, su cuello, su rostro. Sentía un placer que sólo es comparable con una caricia por todo su cuerpo. Al cerrar los ojos, imágenes de su novio vinieron a su mente, su cuerpo desnudo, su espalda ancha que tanto le gusta, sus nalgas, sus piernas musculosas y su pecho ¡Cómo le encanta su pecho! y la forma en la que la posee de una manera salvaje, a veces violenta y otras tan dulce y tierna.
De manera inconsciente deslizó su mano por sus pechos, sus pezones al contacto reaccionaron y el camino hasta su sexo se volvió en un sendero de sensaciones placenteras. Cómo le gustaría que no estuviera enojado, tenerlo ahí junto a ella, enjabonando su cuerpo, con su pecho pegado a su espalda y sus labios recorriendo su nuca. Cómo deseaba que en vez de sus dedos, fuera el pene erecto de él el que estuviera hurgando su intimidad y que en vez de agua, fuera su semen caliente el que corriera desde su vagina hasta sus muslos.
Estaba a punto de alcanzar el orgasmo con esas ensoñaciones cuando escuchó un ruido en la habitación. Cerró las llaves del agua y cubriéndose lo más posible con sus manos, llamó a su jefe creyendo que era él que había vuelto antes de lo previsto pero nadie respondió. Al abrir la puerta de cristales empañados de la regadera, vio que la puerta del baño estaba abierta, no recordaba haberla dejado así lo que incrementó su temor, volvió a llamar a su jefe pero el silencio era todo lo que imperaba en el ambiente. Tomó la toalla y se envolvió en ella lo más rápido posible para después salir con cautela esperando enfrentar al intruso.
Al salir del baño se encontró con la habitación vacía, no había sido nadie, quizás un ruido de afuera. Cerró los ojos y rió por el susto en vano que acababa de pasar, volvió al cuarto de baño para secarse sin notar que el anunció de “No molestar” que colgaba por dentro en la perilla de la puerta de la habitación, ya no estaba.
En sus sueños volvió a ver a su novio quien estaba de espaldas a ella desnudo, de inmediato el recuerdo de lo del baño regresó a su mente con la intención de ahora sí terminar lo que había iniciado, pero cuando él se giraba era su jefe quien yacía con su sonrisa burlona y se abalanzaba a ella. La impresión la hizo despertar, eran las 2:00 de la mañana y su jefe aún no regresaba, lo que la alivió bastante pues hubiera sido peor encontrarse en la realidad con el motivo de su pesadilla.
Volvió a recostarse y apenas alcanzó a cubrirse con las cobijas cuando la puerta se abrió, escuchó los pasos torpes de su jefe al entrar, el ruido de la llave al caer al piso y los golpes de los muebles con los que él chocaba, era más que evidente que iba tomado, así que prefirió hacerse la dormida para no tener que soportarlo en ese estado en el que de seguro era más fastidioso.
Lo sintió acercarse a la cama, sentarse en ella y lo escuchó llamarla en un voz baja, pero ella no respondió y por si la oscuridad no era suficiente para ocultarla, cerró los ojos. Lo escuchó desvestirse a sus espaldas, sintió las cobijas levantarse cuando se metió a la cama y luego el peso de su cuerpo sobre el colchón “¿No se puso pijama? Ojalá no esté completamente desnudo” pensó y apretó aún más los ojos. De pronto, sintió los dedos helados de sus pies rosando su pantorrilla con insistencia. No se movió para que él no sospechara que estaba despierta, sólo apretaba los ojos, entonces con cierta timidez, sus dedos se aproximaron hasta su cintura, recorrieron el borde de sus nalgas, sus muslos y volvieron a subir para insistir con más presión al centro de su culo. Tratando de persuadirlo, se movió pero sin salir de su papel de inconsciente somnolencia. Pasaron sólo unos segundos cuando él volvió a tocarla de la misma manera, pero no fue hasta que lo sintió acercarse y pegarle lo que de inmediato supo, era su pene, entre sus nalgas, como se levantó de la cama, encendió la luz y lo enfrentó.
- ¿Qué cree que está haciendo? ¡Viejo cochino! Libidinoso. Le advertí que no se me acercara o gritaría- le dijo intentando mostrar enojo, pero la humedad que al momento de ponerse de pie, notó en su vagina, le impidió concentrarse en esa nueva actuación.
Como pudo, el sujeto se levantó de la cama aún con su erección a tope, con las manos extendidas al frente como si él fuera la víctima y tratara de defenderse de un ataque de ella.
- No, no, no, no. Por favor, discúlpame, no sé qué me pasó- le respondió con una débil dicción, producto de la borrachera.
- Váyase inmediatamente de aquí, si no quiere que comience a gritar pidiendo ayuda- advirtió ella tratando de tapar su cuerpo pese a que llevaba puesto un conjunto conformado por un short y una blusa de tirantes con los que dormía.
- Claro que sí, me voy. Pero no hay necesidad de armar un escándalo- le dijo mientras continuaba con las manos al frente y se acercaba a la puerta, para lo cual, tenía que pasar cerca de donde ella estaba.
Aún cuando ella creía estar alerta de todos sus movimientos, no lo vio venir cuando se le arrojó encima, con una de sus manos le tapó la boca, mientras con la otra la tomó rápido por el cuello envolviéndola en un abrazo que la paralizó.
- No habría necesidad si como buena empleada obedecieras a tu jefe, pero ahora como buena puta, tendrás que hacerlo y si vas a gritar, va a ser de placer, mamacita- le dijo al oído con una voz rasposa mientras pegaba su cuerpo con el suyo.
Velozmente cambió la mano con la que le tapaba la boca, de tal forma que la sometía y acallaba con un solo brazo, lo que le dio la libertad de poder disfrutar de su cuerpo con la mano que dejó libre. Comenzó por meterla debajo de la blusa, apoderándose de inmediato de uno de sus pechos el cual sobó con brusquedad, luego pellizcó su pezón que comenzó a endurecerse, luego repitió el proceso con el otro pecho mientras no paraba de decir lo rica que estaba y las ganas que tenía de cogérsela, mientras que increíblemente ella se horrorizaba pero al mismo tiempo disfrutaba lo que su jefe le hacía.
Luego sacó su mano y la dirigió a su sexo al que apretó con desespero, sus dedos se frotaban con insistencia sobre la tela que cubría a una vagina que cada vez se notaba más mojada. Casi de inmediato metió la mano dentro de la prenda, se abrió paso entre los pelos de esa concha palpitante hasta encontrar el inició de su rajita, buscó el clítoris y comenzó a frotarlo, fue cuando los gemidos de miedo de ella cambiaron por ligeros suspiros de placer pero que al estar sometida, no se diferenciaban uno de otro.
- Te gusta ¿verdad putita? Mira nada más cómo estás de mojada- le dijo mientras empujaba un dedo dentro de su panocha y su pene sobre sus nalgas, que de no ser por el short, ya le hubieran abierto paso a esa verga endurecida.
De manera imprevista, cuando ya dos dedos entraban y salían con facilidad de esa concha empapada y caliente; la giró y aventó sobre la cama arrojándose sobre ella. En los segundos que tuvo de libertad, la mujer forcejeó con su jefe tratando de evitar que se introdujera en medio de sus piernas como intentaba. Con piernas y manos se defendió tanto como pudo pero cuanto más lo hacía, él aplicaba mayor fuerza que no sólo la dominaba, sino que la excitaba.
Cuando finalmente logró entrar en sus piernas, ella siguió luchando con las manos, tratando de empujarlo, moviéndose para no permitir lo que era inminente, pero era como si luchara con una roca que en un movimiento rápido corrió el short por la parte que le cubría el coño a un lado y con ayuda de su mano dirigió la cabeza de su pene en la entrada de su raja. Al sentirlo, echó las cadera hacia atrás logrando alejarse un poco, maniobra que repitió en un par de ocasiones más, hasta que, desesperado, él la tomó con más fuerza y de un sólo y fuerte intento la penetró por completo.
Al sentirse invadida, ella comenzó a moverse más pero su jefe ya no salió, al contrario, usando sus propios movimientos, comenzó a agitar sus caderas entrando y saliendo de su pucha, con sus huevos golpeándole las nalgas y llenándola por completo; usando su peso, logró recostarse sobre ella que dejó de luchar, comenzó a lamerle el cuello, las orejas y con algo más de fuerza sus labios que también eran penetrados por su lengua. Sus movimientos no pararon nunca, siempre fueron intensos, violentos, como los de una bestia que bramaba de placer cerca de su oído, que le apretaba las tetas o las nalgas donde buscaba con sus dedos la entrada de su culo. De pronto sintió cómo el pene en su interior comenzaba a temblar y al tiempo en que la mordió tan fuerte que casi la hace llorar en el cuello, chorros calientes de semen comenzaron a inundarla. Increíblemente su vagina también vibró en un orgasmo como nunca había tenido.
Cuando salió de ella, un hilo de semen también escapó de su vagina hinchada para alojarse en su ano. Le dolía la mordida en el cuello, las tetas y el coño, pero ese dolor le resultó muy placentero, al menos fue su vagina y no su culo aún virgen adolorido. Mientras él se desplomó en la cama, pensó en irse de inmediato y denunciarlo, pero se veía tan sucio y repugnante con su pene aún parado que no pudo resistir desear tenerlo en su boca, sin embargo, la otra idea penetraba cada vez más en su mente e hizo tan fácil lo que tantas veces su novio intentó sin lograrlo: lubricando con el mismo semen su culo, cogió el pito de su jefe para ayudarlo a que la penetrara por atras y fue fantastico.
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