john4723
Bovino maduro
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- 30 Jul 2007
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Hoy les comparto una experiencia que tuve por despecho, y que aunque no me alivió el dolor, si por lo menos me despejó la mente por varias horas.
Comienzo mi relato contando que esto ocurrió hace más o menos 2 años; por esos días había terminado de forma dolorosa una relación de año y medio con una mujer hermosa, de esas que paran el tráfico donde sea; nos amábamos mucho y teníamos planes para el futuro, pero ella lastimosamente no era soltera y a pesar de no tener hijos no era capaz de dejar a su esposo por irse conmigo. Insistí mucho hasta que cierto día no soporté más la situación y terminé las cosas definitivamente ante su llanto.
De otro lado, Marcela, mi amiga y excompañera de trabajo también había terminado de la misma forma y por la misma causa su relación amorosa con Carlos (que en ese momento era amigo mío, hoy en día no). Su relación a diferencia de la mía era más tormentosa, pero en sí, Marcela y yo vivíamos en una relación de zozobra y decepciones constantes, por lo que cuando nos enteramos de las andanzas de cada uno, el tema no era otro que hablar de las maravillas del amor o de los bajonazos anímicos que de vez en cuando teníamos a causa de la situación.
Bueno, resulta que como les comentaba, Marcela y yo terminamos nuestras relaciones casi a la par, en la misma semana pero en distinto día, con lo cual sencillamente dejamos de hablarnos como por 2 semanas mientras cada uno vivía su duelo. Luego de esas dos semanas nos encontramos vía chat y empezamos a hablar de lo que había sido, lo duro que la estábamos pasando y esas cosas. Le pregunté que si la podía llamar y me dijo que si, entonces la llamé y hablamos por un largo rato. Al final de la llamada le propuse que nos encontráramos al final del día y que nos tomábamos algo; ella dijo que si y cuadramos la cita para las 7 pm.
A las 7 ya estaba yo esperándola, ella llegó más o menos 10 min después por temas del tráfico. Se sentó conmigo en la mesa y pidió un café. Hablamos del trabajo y de varias cosas, pero no podíamos dejar de expresar la amargura del desamor. Ya después de un rato se me ocurrió proponerle que dejáramos que pasara lo que tuviera que pasar esa noche, lo cual ella entendió de inmediato y solo me dijo "vamos". Pagué la cuenta y salimos de allí rumbo a un motel de la zona rosa.
Ya en el motel entramos al cuarto, ella pidió un par de cervezas y yo solo una botella de agua. Acto seguido dejamos de hablarnos como amigos y fingimos ser novios, llegamos al acuerdo de que dejaríamos el dolor afuera y la pasaríamos bien mientras estuviéramos juntos. Nos besamos por primera vez (de verdad, habíamos sido amigos durante 2 años y nunca hubo nada entre nosotros) y poco a poco nos fuimos quitando la ropa.
Marcela es una mujer de contextura normal, un poco maciza pero con buenas curvas, sus senos no eran muy grandes, pero si redonditos y con un pezón rosadito, pero su principal atractivo eran sus nalgas, grandes, levantadas y pronunciadas. Ver caminar a esa mujer es un deleite. Le confesé que aunque nunca le dije nada, siempre le había admirado esas nalgas que tiene; ella por su parte me confesó que pese a que nunca me dijo nada siempre me había considerado muy atractivo y que en más de una ocasión quiso besarme. Así las cosas vinieron las caricias, los besos y nos fuimos calentando.
Yo, como suele ser mi costumbre, empiezo por besar la boca, las orejas, hacer masajes con mi lengua por el cuello, luego besar y chupar los senos, bajar lentamente por el abdomen hasta la vagina y hacerle sexo oral mientras masajeo sus nalgas o sus senos; ella solo gemía y se movía de forma que me permitía hacerle sentir el máximo placer. Después de un rato de sexo oral y de hacerle tener un rico orgasmo, me hice encima de ella y mientras la besaba la penetraba suavemente, sintiendo en mi pene esa rica sensación de la vagina caliente recibiendo el miembro. Así estuve dándole por un rato, luego cambiamos de posición, ella se hizo encima y siguió dándose placer con mi pene, moviendo vigorosamente su cadera hacia adelante y hacia atrás como una puta auténtica. Yo aprovechaba para jugar con sus senos, chuparlos y morderlos suavemente, a la par que le apretaba las nalgas, cosa que le gustaba mucho. Yo estaba encantado de estar follando con ella, y ella al parecer lo disfrutaba también.
Después de habernos dado placer de forma tradicional, la puse en 4 patitas y le puse la verga en su cara, la cual sin poner resistencia empezó a mamar de forma desesperada; su boca hacía maravillas en mi pene. Luego de la deliciosa mamada que me hizo me hice por detrás y empecé a clavarle el pene más fuerte que antes y a jugar con su clítoris, y ella lo disfrutaba y gemía. Yo tenía una vista espectacular desde atrás, viendo cómo se clavaba mi pene en su vagina en cada envión, y de paso mirando fijamente ese delicioso culo que había morbosidad varias veces, imaginándome el placer de penetrarla por ahí y darle su buena dosis de verga hasta partirla en 2. Después de hacerla eyacular de forma abundante (lo cual me encanta) le pregunté por molestar:
- Marce, y que pasa si a mí se me da por meterte el pene por ese rico culito que tienes?
Ella me miró a través del espejo del cuarto, me sonrió y me dijo.
- Pues....... dale!
Yo, que estaba bien arrecho y estaba disfrutando mucho su rica vagina, no esperé ni un instante en sacar mi humedecido pene y ponerlo en la entrada de su culito. Ella dejó de apoyarse en sus manos, bajó su cabeza contra la cama, y con sus manos abrió más sus nalgas para que quedara su rico culo a mi merced! Lo puse en la entrada y poco a poco, con cada envestida se lo fui metiendo. Esa mujer se transformó por completo: Gemía más duro que antes, se movía mucho más fuerte y tenía unas contracciones deliciosas, eso sin duda le encantaba. Yo por mi parte la tomaba de cabello y la jalaba hacia mí, le apretaba más fuerte las tetas y le clavaba el pene hasta el fondo. No tardó mucho en venirse otra vez y llenar la cama y parte de mi cuerpo con sus ricos fluidos, y yo por mi parte estaba ya cerca de venirme, así que en medio de esa posición y del placer de estar dándole por el culo a Marcela me vine llenándole sus intestinos de semen caliente.
Caímos rendidos en la cama y así estuvimos un ratito, luego le saque mi pene y ella no dejó salir ni una gota de mi semen. Me dijo que le había gustado tanto eso que habíamos hecho que se lo llevaría ahí un rato más, por lo menos hasta llegar a casa.
Durante un rato solo nos besamos y nos dijimos cosas que en otro contexto jamás lo hubiéramos dicho, como que yo a ella siempre le había gustado, pero que nunca intentó nada conmigo porque se enredó con Carlos, y que después supo que yo andaba con Belén (así se llama mi ex), así que solo me borboteaba al verme pasar de vez en cuando. Yo le dije que llevaba rato morboseándole el culo y que había soñado con algún día tenerla clavada en mi pene.
Luego de muchos besos nos bañamos y salimos del motel, cada uno para su casa, despidiéndonos como amigos y quedando en hablar al día siguiente.
Lo que vino después será tema de otra historia.
Comienzo mi relato contando que esto ocurrió hace más o menos 2 años; por esos días había terminado de forma dolorosa una relación de año y medio con una mujer hermosa, de esas que paran el tráfico donde sea; nos amábamos mucho y teníamos planes para el futuro, pero ella lastimosamente no era soltera y a pesar de no tener hijos no era capaz de dejar a su esposo por irse conmigo. Insistí mucho hasta que cierto día no soporté más la situación y terminé las cosas definitivamente ante su llanto.
De otro lado, Marcela, mi amiga y excompañera de trabajo también había terminado de la misma forma y por la misma causa su relación amorosa con Carlos (que en ese momento era amigo mío, hoy en día no). Su relación a diferencia de la mía era más tormentosa, pero en sí, Marcela y yo vivíamos en una relación de zozobra y decepciones constantes, por lo que cuando nos enteramos de las andanzas de cada uno, el tema no era otro que hablar de las maravillas del amor o de los bajonazos anímicos que de vez en cuando teníamos a causa de la situación.
Bueno, resulta que como les comentaba, Marcela y yo terminamos nuestras relaciones casi a la par, en la misma semana pero en distinto día, con lo cual sencillamente dejamos de hablarnos como por 2 semanas mientras cada uno vivía su duelo. Luego de esas dos semanas nos encontramos vía chat y empezamos a hablar de lo que había sido, lo duro que la estábamos pasando y esas cosas. Le pregunté que si la podía llamar y me dijo que si, entonces la llamé y hablamos por un largo rato. Al final de la llamada le propuse que nos encontráramos al final del día y que nos tomábamos algo; ella dijo que si y cuadramos la cita para las 7 pm.
A las 7 ya estaba yo esperándola, ella llegó más o menos 10 min después por temas del tráfico. Se sentó conmigo en la mesa y pidió un café. Hablamos del trabajo y de varias cosas, pero no podíamos dejar de expresar la amargura del desamor. Ya después de un rato se me ocurrió proponerle que dejáramos que pasara lo que tuviera que pasar esa noche, lo cual ella entendió de inmediato y solo me dijo "vamos". Pagué la cuenta y salimos de allí rumbo a un motel de la zona rosa.
Ya en el motel entramos al cuarto, ella pidió un par de cervezas y yo solo una botella de agua. Acto seguido dejamos de hablarnos como amigos y fingimos ser novios, llegamos al acuerdo de que dejaríamos el dolor afuera y la pasaríamos bien mientras estuviéramos juntos. Nos besamos por primera vez (de verdad, habíamos sido amigos durante 2 años y nunca hubo nada entre nosotros) y poco a poco nos fuimos quitando la ropa.
Marcela es una mujer de contextura normal, un poco maciza pero con buenas curvas, sus senos no eran muy grandes, pero si redonditos y con un pezón rosadito, pero su principal atractivo eran sus nalgas, grandes, levantadas y pronunciadas. Ver caminar a esa mujer es un deleite. Le confesé que aunque nunca le dije nada, siempre le había admirado esas nalgas que tiene; ella por su parte me confesó que pese a que nunca me dijo nada siempre me había considerado muy atractivo y que en más de una ocasión quiso besarme. Así las cosas vinieron las caricias, los besos y nos fuimos calentando.
Yo, como suele ser mi costumbre, empiezo por besar la boca, las orejas, hacer masajes con mi lengua por el cuello, luego besar y chupar los senos, bajar lentamente por el abdomen hasta la vagina y hacerle sexo oral mientras masajeo sus nalgas o sus senos; ella solo gemía y se movía de forma que me permitía hacerle sentir el máximo placer. Después de un rato de sexo oral y de hacerle tener un rico orgasmo, me hice encima de ella y mientras la besaba la penetraba suavemente, sintiendo en mi pene esa rica sensación de la vagina caliente recibiendo el miembro. Así estuve dándole por un rato, luego cambiamos de posición, ella se hizo encima y siguió dándose placer con mi pene, moviendo vigorosamente su cadera hacia adelante y hacia atrás como una puta auténtica. Yo aprovechaba para jugar con sus senos, chuparlos y morderlos suavemente, a la par que le apretaba las nalgas, cosa que le gustaba mucho. Yo estaba encantado de estar follando con ella, y ella al parecer lo disfrutaba también.
Después de habernos dado placer de forma tradicional, la puse en 4 patitas y le puse la verga en su cara, la cual sin poner resistencia empezó a mamar de forma desesperada; su boca hacía maravillas en mi pene. Luego de la deliciosa mamada que me hizo me hice por detrás y empecé a clavarle el pene más fuerte que antes y a jugar con su clítoris, y ella lo disfrutaba y gemía. Yo tenía una vista espectacular desde atrás, viendo cómo se clavaba mi pene en su vagina en cada envión, y de paso mirando fijamente ese delicioso culo que había morbosidad varias veces, imaginándome el placer de penetrarla por ahí y darle su buena dosis de verga hasta partirla en 2. Después de hacerla eyacular de forma abundante (lo cual me encanta) le pregunté por molestar:
- Marce, y que pasa si a mí se me da por meterte el pene por ese rico culito que tienes?
Ella me miró a través del espejo del cuarto, me sonrió y me dijo.
- Pues....... dale!
Yo, que estaba bien arrecho y estaba disfrutando mucho su rica vagina, no esperé ni un instante en sacar mi humedecido pene y ponerlo en la entrada de su culito. Ella dejó de apoyarse en sus manos, bajó su cabeza contra la cama, y con sus manos abrió más sus nalgas para que quedara su rico culo a mi merced! Lo puse en la entrada y poco a poco, con cada envestida se lo fui metiendo. Esa mujer se transformó por completo: Gemía más duro que antes, se movía mucho más fuerte y tenía unas contracciones deliciosas, eso sin duda le encantaba. Yo por mi parte la tomaba de cabello y la jalaba hacia mí, le apretaba más fuerte las tetas y le clavaba el pene hasta el fondo. No tardó mucho en venirse otra vez y llenar la cama y parte de mi cuerpo con sus ricos fluidos, y yo por mi parte estaba ya cerca de venirme, así que en medio de esa posición y del placer de estar dándole por el culo a Marcela me vine llenándole sus intestinos de semen caliente.
Caímos rendidos en la cama y así estuvimos un ratito, luego le saque mi pene y ella no dejó salir ni una gota de mi semen. Me dijo que le había gustado tanto eso que habíamos hecho que se lo llevaría ahí un rato más, por lo menos hasta llegar a casa.
Durante un rato solo nos besamos y nos dijimos cosas que en otro contexto jamás lo hubiéramos dicho, como que yo a ella siempre le había gustado, pero que nunca intentó nada conmigo porque se enredó con Carlos, y que después supo que yo andaba con Belén (así se llama mi ex), así que solo me borboteaba al verme pasar de vez en cuando. Yo le dije que llevaba rato morboseándole el culo y que había soñado con algún día tenerla clavada en mi pene.
Luego de muchos besos nos bañamos y salimos del motel, cada uno para su casa, despidiéndonos como amigos y quedando en hablar al día siguiente.
Lo que vino después será tema de otra historia.