sadac17
Bovino de la familia
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Un texto INVALUABLE de la conducta juvenil actual...
No tiene desperdicio....
Cap. 1 SEX TEENS
Decir chikos precoces es un poco fresa, wey...
Texto: Alejandra Sánchez Inzunza
Fotos: Gonzalo Morales.
(Esta es la secreta vida sexual de los adolescentes capitalinos. Un mundo que algunos papás sólo atinan a prohibir o negar. Este es un relato de incomunicación.)
*La autora de este texto asistió a la fiesta que aquí se describe y platicó en persona con los menores de edad y con los padres que se mencionan en este reportaje. Hay registro grabado de todas estas conversaciones, sin embargo, dada la delicadeza de lo que aquí se expone, los nombres han sido cambiados.*
El viernes es en casa de Rocío, sus papás están en Europa… ¡Podemos hacer lo que queramos! —cuenta Michelle que dijo a sus amigas durante la hora del descanso en la preparatoria del colegio M…
Una semana antes había preparado el reven con Rocío, su mejor amiga. Entre los invitados vendría gente de “todos lados”: es decir, de algunas de las mejores preparatorias y universidades particulares de la ciudad. Y cabe recalcar: muchas de ellas manejadas por congregaciones religiosas. Pero habría derecho de admisión solo entraría gente de “mente abierta”.
Llega el viernes, y lo que podría parecer una fiesta normal de niños de entre 14 y 17 años en la casa ubicada en la calle de Alpes, en Lomas de Chapultepec, a las 00:30 es ya una orgía. La canción de Shakira “Hips Don´t Lies” se escucha a una cuadra de distancia. Después de tocar casi por 10 minutos el timbre, finalmente abre un joven de unos 17 años. —El chupe esta en la cocina, no hay nada de comer, en el cuarto se están pachequeando. También tienen pastillas. Hay condones en un jarrón en la sala y otros en el baño. Diviértete — es su mensaje de bienvenida.
Quien recibe es Alejandro, conocido como “el Chino”, estudia sexto de prepa y planea ser admitido en la carera de derecho. En una mano lleva un cigarro y una cerveza, con la otra toma del brazo a una niña que se ve mucho menor que él. Dice que la acaba de conocer. La besa y le quita la blusa, sin importar quien los vea. Luego tienen sexo en el jardín. —Después me toca a mí, güey —le grita Hugo uno de sus compañeros de la escuela, vestido con una sudadera Adidas.
Veinte minutos más tarde, Hugo exigiría su turno.
La niña se llama Marian, tercero de secundaria, 15 años. Dice que no le importa “rolar”. «Son guapos y me la paso bien —explica caminando al baño por un condón—. Además me cuido no hay riesgo.»
En el camino al baño, otra tres parejas tienen sexo. Una en el sillón, otra junto a la puerta y otra en el suelo. Hay unas 50 personas en la fiesta. La casa es amplia, con muebles estilos minimalista. De las paredes cuelgan algunas imitaciones de cuadros de Van Gogh.
En el centro de la sala se divierten las anfitrionas, Michelle y Rocío. Compiten con otros tres jóvenes por ver quién se toma más caballitos de tequila. Junto a la botella de Corralejo se encuentra una foto de la familia de Rocío de cuando se fueron a esquiar a Lake Taho. Michelle viste jeans y blusa strapless, verde, con la que se alcanza ver su piercing en el ombligo. Se alació el cabello y se maquilló en exceso «para no parecer de 16.»
—Si no te lo tomas todo besas a Rocío— le advierte el chico que la tomó de la cintura.
Entonces ella lo suelta y con las dos manos toma la cara de su amiga, la besa larga y violentamente y le agarra una nalga. Hay gritos y chiflidos. —Me encanta cómo se ponen cuando nos ven así— aplaude Rocío.
Después Jonathan, el chico con el que estaba Michelle, las invita a subir a un cuarto. La fiesta se traslada al piso arriba, donde hacen un trío. No es la primera vez entre ellas. «Con Jonathan sí fue la primera vez —aclara Rocío—, pero hemos tenidos mejores compañeros.» No se consideran lesbianas, ni siquiera bisexuales: «Sólo experimentamos. No por eso nos tenemos que definir así, finalmente nos gustan los hombres.» Comentan que su grupo de amigas es reducido. Muchas de sus compañeras en la escuela no las aceptan por salir tanto a fiestas y tener un nuevo novio cada semana. «Son moscas muertas —dice Michelle, mientras se fuma un churro de marihuana—. Todas lo hacen, sólo que no lo aceptan y se dan golpes de pecho. Nosotras somos sinceras y no nos importa lo que digan.» Las acompañan dos de sus amigas: Alejandra y Denisse, de 15 y 16 años respectivamente. Las cuatro estudian el primer semestre de preparatoria y se conocen desde que iban en maternal. Denisse dice que no tiene permiso de salir mucho, sus padres son muy religiosos. Por tanto, aprovecha cuando la dejan ir de fiesta. Confiesa que ha hecho “de todo”: sexo oral, anal, tríos, swinger, pero hoy sólo tiene ganas de ver. Sube a buscar a Mich y a Chío y sólo se queda a ver como tienen relaciones con Jonathan. Mientras tanto, en un baño, Alejandra le hace sexo oral a su novio.
La fiesta acaba. Rocío, exhausta, sonríe. Tiene braquets.
Cap. 2 LAS MALAS INFLUENCIAS
Paola de la Barreda, publirrelacionista de 38 años, no podía creer las historias de sexo y drogas en las fiestas a las que asistía su hija Fernanda de 15. —tengo una amiga un año más grande que yo y ya esta saliendo con un chavo de 25 años, le dijo su hija, visiblemente impactada—. En una fiesta lo vi drogándose con coca. Empezó a presionar mi amiga para hacer cosas que ella no quería. Me dio mucho miedo, porque eran más grandes, muy metidos en la droga y nunca sabes lo que puede pasar…
También le narró en detalle que otra compañera se había emborrachado en una fiesta y tenido sexo con dos hombres al mismo tiempo. «¡Es de la misma edad de Fer! —dice Paola—. Y para que ya esté con dos cuates es porque estaba borracha, drogada, o porque tiene problemas psicológicos.»
Fernanda iba en segundaria. Se llevaba con las niñas más populares de su escuela, constantemente iba a fiestas en casas donde sin ninguna restricción podía ingerir bebidas alcohólicas. Generalmente no había padres responsables.
Antes de enterarse, Paola creía que el asunto no pasaba a mayores. Entonces tomó una decisión : cambiar de escuela a su hija. «Cuando Fer pasó de primaria a segundaria, me espanto la precocidad de las niñas. No sólo en cuanto a sexualidad, sino a drogas y cigarros. Me llamó la atención la parte sexual. No sólo relaciones sexuales jóvenes, sino parejas diferentes cada día. ¡Es estar en fiestas y en fajes con cualquiera en un sillón!»
Con los labios muy rojos, ojos verdes, piel blanca, pelo castaño chino y 1.65 de estatura, Fernanda simula 18 años. No fuma. No consume drogas. Bebe socialmente. No tiene novio. Le gusta salir, pero no se considera reventada. Asegura ser virgen. «No creo en el sexo hasta después del matrimonio: está tachadísimo pero sí creo que cuando lo haga tiene que ser con una persona que me respete. Ahorita estoy chica, y tanto emocionalmente como psicológicamente, y aunque si he hecho “cosas”, todavía no quiero tener relaciones sexuales.» Durante varios meses, madre e hija pelearon constantemente. Fernanda no quería irse del lugar donde se había educado desde pequeña. Pero no había vuelta de hoja. Cuando la joven recuerda su anterior escuela, admite que buscaba mucho “encajar”. «Cuando entras a un grupo de amigos, haces lo que sea para estar con ellos.» Se considera afortunada de no haber pasado a las “ligas mayores” como el resto de sus compañeras: niñas que, a su juicio, estaban descuidadas por sus padres. «Tenía una amiga que se quedaba a dormir el viernes y se podía quedar hasta el domingo sin que sus papás llamaran para saber como estaba.»
Cap. 3 LA VISIÓN DE LOS CHICOS
«Para mí es prioridad que mi novia sea virgen y que su primera vez sea conmigo. No andaría con alguien que ya ha tenido parejas antes de mí.» Esto lo dice Diego en el Illy de la Condesa. 17 años, estudia quinto de prepa. Es muy delgado, pelo rubio, de lentes. Explica que en su escuela «hay todo tipo de niñas»: las “difíciles”, las “apretadas”, las “alivianadas”, las “locas”, las “feas”,y “las que nadie pela”. Su chica ideal debe “cotizarse” y no andar con él a la primera. Debe ser guapa, divertida, y no salir mucho. Su novia tiene 15 años y va en la misma escuela. «Es de las más populares y todos quieren con ella.» llevan ocho meses y hace poco tuvieron relaciones sexuales por primera vez. Sin embargo, Diego acepta que no es un hombre fiel y que no puede estar sólo con ella. «Dany es la de cajón, es mi novia en serio y la que presento con mi familia, pero si tengo relaciones con más niñas en fiestas o en antros o así, ni modo que sólo con ella.»
Michelle y sus amigas son el tipo de niñas que gustan a los amigos de Diego “para las fiestas”. Su grupo es aceptado socialmente, aunque no son las más populares. Hay chicos en el colegio que las consideran “fáciles”.
Jonathan, la “conquista” de Michelle es de fin de semana, tiene 16 años y perdió su virginidad a los 13. Al terminar la prepa quiere dedicarse a la mercadotecnia. Esta convencido de que las mujeres sirven sólo para tener sexo, pues así “le enseño papá”. Su papá engañó a su mama en al menos tres ocasiones y producto de ello están sus dos medios hermanos. Sus padres están divorciados desde que el tenía cuatro años.
Según él, se aprovecha de su buen físico para «coger en todas las fiestas» y nunca ha tenido un no por respuesta. En al menos tres ocasiones sus romances de una noche han derivado en embarazo. «Si ellas acceden a coger es su bronca, yo no les prometo nada. No tengo edad para ser papá y por eso uso condón, ya será su problema si se rompe o si pasa algo.»
La terapeuta familiar Tita Ortiz Tirado se muestra sorprendida por algunos de los testimonios y hechos recabados para esta investigación. Al menos entre sus pacientes jóvenes no ha encontrado ninguno que tenga al sexo grupal como práctica corriente. Sin embargo, sí admite que el sexo entre adolescentes sí se ha convertido una práctica frívola: «No les importa si acaban de conocerse, tampoco las enfermedades. Los adolescentes sólo están rodeados de alcohol y mota y no les importan las consecuencias.»
Cap. 4 TERRITORIOS VIRGENES
«Nunca voy a tener relaciones sexuales —dice Raquel, 17 años, estudiante de segundo de preparatoria—. Me voy a casar y solo tendré relaciones con mi esposo para tener hijos. Si tengo sexo antes de casarme nadie va a querer casarse conmigo.»
Es un viernes por la tarde. Después de haber ido a tomar un café con sus amigos en el Starbucks de Masarick, Raquel camina a su casa, a unas cuadras. Sólo está su hermano mayor viendo la televisión. Sus padres trabajan: él arquitecto, ella abogada. Raquel no tiene permiso para acudir a una fiesta de una compañera de escuela porque el fin de semana pasado fue a dos. En la pared de su cuarto pintado de rosa, tiene fotos con dos de sus mejores amigas y una de su perro. Nos platica que ninguna de sus amigas sigue siendo virgen.
«cuando tenía quince años, casi tengo relaciones con un niño en una fiesta. Me puse borrachísima e hicimos de todo, hasta sexo oral. No lo conocía, era más grande que yo y considero que se aprovecho de mi estado. Cuando desperté a día siguiente, estaba medio desnuda en el baño de la casa donde fue la fiesta. Mis amigas ya se habían ido. Fue súper traumático.»
Decidió nunca más tener relaciones. Ni siquiera fajar con Saúl, su actual novio, con el que lleva ya cuatro meses. Textualmente su relación es de “manita sudada”. Pero él está de acuerdo con eso.
Sus papás hablan con ella sobre sexo abiertamente. Le piden mucho que se cuide siempre y en ningún momento hay restricciones al respeto.
«A mí no me tienen que volver a platicar eso, yo no quiero tener sexo. Estoy segurísima y nadie me va a convencer de lo contrario.»
Una opinión similar es la de Alejandra. En la fiesta que se describe al principio, estaba en el baño con su novio. Ella tiene 17 años. Es virgen. Quiere conservarse así hasta que se enamore. Pero mientras, ha hecho otro tipo de cosas: «Lo máximo a lo que he llegado es a quedarme desnuda con mi novio y a tener sexo anal. Es algo que hicimos recientemente, y a él le gusta.» También en las fiestas se ha besado con sus amigas, pero de “juego”. Su novio, José Antonio, quien estudia quinto semestre de Relaciones Internacionales, no tiene problema con su virginidad, siempre y cuando acepte tener sexo en un futuro. Alejandra le prometió que lo harán cuando cumplan seis meses. «Está muy buena, y la quiero mucho, así que puedo esperar un rato, además no creo que tardemos en hacerlo.»
El joven, de 19 años de edad, fue novio también de Michelle y con ella sí tuvo relaciones, pero entre las amigas no tienen problema en compartirlo. «Que se lo quede —dice Mich, una tarde en su casa en la Anzures —. No me gusta ya porque tiene granitos.»
LOS MITOS DE LA DESHONRA.
La virginidad es como un trofeo para muchas niñas de colegios religiosos. Esto lo dice el psicoanalista Miguel Escobedo. Considera que la educación que reciban en sus familias puede determinar la visión de los adolescentes sobre la sexualidad. Sin embargo, matiza: el medio en el que se desenvuelvan y las amistades son la mayor influencia.
Valeria es una joven de ojos azules y 17 años. No termino la prepa en el Colegio I… Para decepción de sus dos padres y dos hermanos, ella no es virgen. Tuvo relaciones la primera vez el año pasado con su novio Christian. «Fue muy bonito, estábamos enamorados, no había nadie en su casa, estábamos solos, él me compró flores y me sentí muy segura», recuerda tristemente. La emoción y la actividad sexual duraron tres semanas. Su mamá la escucho hablando por teléfono con su mejor amiga sobre como cuidarse cuando tenía relaciones y en ese momento todo se acabó. Primero no le dijo nada, pero al día siguiente la señora llamó a Christian por teléfono. Lo citó en su casa y lo amenazó con denunciarlo por estupro, pues el tenia 18 años en ese entonces. Tuvo que cortar con Valeria. Ella, tras múltiples regaños, fue enviada a Monterrey a otra escuela de la misma congregación católica. Fue decisión de sus padres, quienes forman parte del Regnum Christi, «un movimiento de apostolado y evangelización — define en su página en Internet — en el que cada uno de sus miembros ha querido tomarse con responsabilidad el gran mandato misionero que Jesucristo ha dado».
Un año después, Valeria tiró todos sus cosméticos a la basura y cambió sus jeans y sus playeras sin mangas por faldas largas a la mitad de la pantorrilla y sobrias blusas de cuello. Se convirtió en monja.
Hoy esta arrepentida de haber perdido su virginidad. De Christian no quiere saber nada. «Lo que hice fue malo y sólo con penitencia y alejándome de ese ambiente puedo enmendarlo, por eso quiero asesorar a niñas que estén en la situación en la que estuve.»
Cap. 5 ¿REPRESIÓN O PREVENCIÓN?
Denisse, quien también asistió a la fiesta, es hija única. Con 60 kilos y 1.68 metros, se considera gorda, pero sabe que aun así tiene “pegue”. Sus padres sospechan que es una “libertina”. «La tenemos controlada — dice su papá, ministro cristiano y especialista en derecho ambiental —. Si me sale embarazada la corro de la casa.»
No platican con su hija sobre sexo. La única indicación que le han dado es no practicarlo. Le conocen un solo novio y según la joven, no les caía bien porque tenía cara de “pervertido”. «No me importa lo que me digan ellos (sus padres) yo voy a hacer lo que quiera», reta Denisse.
Hace un año le detectaron quistes en los ovarios. Desde entonces, es de las pocas que va constantemente al doctor. Tuvo que tomar hormonas y por tanto se cuida al tener sexo. Depende de ella: «Muchas veces no quieren ponerse el condón por la peda o las prisas y dicen que me tome la pastilla del día siguiente, pero me mareo mucho cuando la uso.» Por lo menos una vez a la semana la toma, a pesar que es sólo de emergencia y el propio medicamento advierte sobre los daños que puede causar su uso excesivo. «No creo que me haga daño y ha salido efectivo.» En su bolsa carga con una cajita de Norlevo, escondida en un estuche en el que guarda también toallas femeninas y tampones.
«¡Las pastillas las toman como si fueran chochitos, no están consientes del daño físico que esto les puede provocar y para colmo les vale!», exclama la terapeuta Ortiz Tirado. En su opinión, el índice de embarazados no deseados es prácticamente igual al de hace 20 años, a pesar de los avances tecnológicos, los cambios sociales y la cultura de la prevención. La diferencia es que «antes era algo sucio, hoy es la moda.»
En un sondeo informal realizado por esta reportera afuera de colegios particulares, tres de cada diez jóvenes comentaron que nunca han utilizado protección porque no quieren tomar pastillas y porque su pareja se niega a utilizar condón. Rocío, la anfitriona de la fiesta en al calle de Alpes, dice que sin condón no tiene relaciones sexuales. «La verdad, no sé nada de anticonceptivos y sólo se que los “globitos” son los más efectivos y así no la riego con un hijo o una enfermedad.»
LOS PAPÁS EN SU BURBUJA.
Luego de fiestas continuas todo el fin de semana, Rocío y Michelle tienen que estar en la escuela el lunes a las 7:15 de la mañana. A pesar de la cruda, en menos de 20 minutos, las jóvenes que a penas un día antes bailaban semi desnudas se convierten en alumnas ejemplares. Usan el uniforme del colegio (una falda a cuadros que les llega por debajo de las rodillas), se peinan de cola de caballo, no llevan una gota de maquillaje. No parecen cansadas.
Durante la clase de química Michelle se queda dormida, pero más tarde, a la hora del descanso, se reúne con sus amigas para chismear.
—¿A cuántos te tiraste ayer? —le pregunta Alejandra.
—Sólo a Jonathan— dice Michelle—. Tuvo suerte este fin de semana. Le tocó dos veces, pero ya me aburrió —se come unos rancheritos.
Michelle perdió la virginidad a los 14 años. Fue la primera entre sus amigas. Recuerda que le dolió mucho, pero tras varias experiencias se adaptó a una vida sexual activa. Ya perdió la cuenta de cuántas parejas ha tenido. Es la líder de su grupo y todas sus amigas la admiran porque es muy segura de sí misma. Nunca ha tenido un novio serio básicamente porque cree que no tiene caso a esa edad: «sólo quiero divertirme.»
A pesar de las constantes fiestas, Mich no descuida la escuela, nunca falta, hace sus tareas y participa en los eventos académicos. Tiene 9.4 de promedio. Alberto y Josefina son padres de Michelle y de su hermana mayor, Gabriela. Están completamente seguros de que ella es virgen, porque confían en haberle dado la mejor educación. Tiene todo lo que quiere: un Peugeot 206, ropa a la moda, permisos para salir, mil pesos a la semana. «Le inculcamos muy buenos valores y ella es muy inteligente, nunca haría nada que nos defraudara —afirma Alberto doctor especializado en ortopedia en Médica Sur. Me preocupa más que se drogue o que tome mucho, pero ella se controla. Sabemos que sí bebe alcohol pero lo normal. Tiene amigas muy decentes y siempre le hemos dicho que aquí no se le va a permitir que se drogue.» Nunca han platicado de sexo con ella: dan por hecho que en la escuela le han enseñado todo lo que necesita saber. Por su parte, Mich les ha dicho que no piensa tener sexo hasta que se case. Sus padres viven en una burbuja que ella misma ha creado. Les ha hecho creer que el sexo no la obsesiona. «No tengo por qué contarles de mi vida, no la entenderían y sólo me juzgarían. Es mejor que piensen lo que ellos quieran y así todos nos quitamos de problemas.»
Cuando ve con ellos películas que contienen películas con escenas sexuales, hasta finje que se escandaliza.
Cap. 6 PAPIS ASUSTADOS
Cuatro personalidades con hijos adolescentes nos explican como superan con confianza y comunicación las diferencias con sus hijos.
Texto: Marco Antonio Martínez García
JUAN VILLORO
«Los padres vivimos en un estado de improvisación continua.»
Escritor, 50 años. Hijastro: Juan Pablo 15 años. Hija: Inés, 7 años.
«Cuando yo era joven las revistas Playboy venían en inglés y estaban en unas bolsitas misteriosas que además estaban debajo del mostrador. Hoy en día esto es muy inocente. La información por internet y por cable es enorme. Están expuestos sin estar comprobado que mayor información les afecte y está comprobado que los crímenes sexuales son menores en una sociedad informada que en una sociedad reprimida.»
ANGÉLICA ARAGÓN
«Tiempo de calidad para los hijos.»
Actriz, 53 años. Hija: María 17 años.
«Nuestro estilo de vida es cada vez más cercano al de Estados Unidos, es una influencia fuerte han cambiado nuestras costumbres y la sociedad es más permisiva. Se abre un mundo de oportunidades grandes, pero las opciones son tantas que existe confusión. Los padres deben ayudar a sus hijos desde temprana edad para enseñarles a cambiar y a moverse en un mundo complicado.»
ANDRÉS RÖEMER
«Me siento muy amigo de mis hijos.»
Conductor de televisión, 43 años. Hijos: Valeria 10 años y David y Alejandro mellizos de 13 años.
«Me preocupa la ansiedad con la que viven los jóvenes. Siempre quieren estar a la vanguardia en tecnología, desean tener sexo rápido, y viven muy rápido, sin detenerse a disfrutar. Son la “Generación Next”, porque sólo piensan en lo próximo. Pero también estoy tranquilo, he dado la educación adecuada a mis mellizos y a mis hijos les tengo plena confianza, ya tienen capacidad de decidir sobre sexo, drogas, alcohol, les he inculcado que deben proteger su cuerpo y el de otras personas.»
PATRICIA MERCADO
«¿Y por qué lo van a tener todo?»
Política, 50 años. Hijos: Ximena 17 años y Horacio 15.
«Nosotros no somos de “no lo hagas”, pero sí “no lo hagas porque estás muy chico”, y por supuesto también los hemos prevenido sobre el contagio de enfermedades sexuales.» A su hija Ximena le pide ir siempre al baño acompañada, por ejemplo en una fiesta, porque la seguridad es lo que más importa.
http://www.chilango.com/articulo/ver/632/sex-teens-historias-de-chics-precoces
No tiene desperdicio....
Cap. 1 SEX TEENS
Decir chikos precoces es un poco fresa, wey...
Texto: Alejandra Sánchez Inzunza
Fotos: Gonzalo Morales.
(Esta es la secreta vida sexual de los adolescentes capitalinos. Un mundo que algunos papás sólo atinan a prohibir o negar. Este es un relato de incomunicación.)
*La autora de este texto asistió a la fiesta que aquí se describe y platicó en persona con los menores de edad y con los padres que se mencionan en este reportaje. Hay registro grabado de todas estas conversaciones, sin embargo, dada la delicadeza de lo que aquí se expone, los nombres han sido cambiados.*
El viernes es en casa de Rocío, sus papás están en Europa… ¡Podemos hacer lo que queramos! —cuenta Michelle que dijo a sus amigas durante la hora del descanso en la preparatoria del colegio M…
Una semana antes había preparado el reven con Rocío, su mejor amiga. Entre los invitados vendría gente de “todos lados”: es decir, de algunas de las mejores preparatorias y universidades particulares de la ciudad. Y cabe recalcar: muchas de ellas manejadas por congregaciones religiosas. Pero habría derecho de admisión solo entraría gente de “mente abierta”.
Llega el viernes, y lo que podría parecer una fiesta normal de niños de entre 14 y 17 años en la casa ubicada en la calle de Alpes, en Lomas de Chapultepec, a las 00:30 es ya una orgía. La canción de Shakira “Hips Don´t Lies” se escucha a una cuadra de distancia. Después de tocar casi por 10 minutos el timbre, finalmente abre un joven de unos 17 años. —El chupe esta en la cocina, no hay nada de comer, en el cuarto se están pachequeando. También tienen pastillas. Hay condones en un jarrón en la sala y otros en el baño. Diviértete — es su mensaje de bienvenida.
Quien recibe es Alejandro, conocido como “el Chino”, estudia sexto de prepa y planea ser admitido en la carera de derecho. En una mano lleva un cigarro y una cerveza, con la otra toma del brazo a una niña que se ve mucho menor que él. Dice que la acaba de conocer. La besa y le quita la blusa, sin importar quien los vea. Luego tienen sexo en el jardín. —Después me toca a mí, güey —le grita Hugo uno de sus compañeros de la escuela, vestido con una sudadera Adidas.
Veinte minutos más tarde, Hugo exigiría su turno.
La niña se llama Marian, tercero de secundaria, 15 años. Dice que no le importa “rolar”. «Son guapos y me la paso bien —explica caminando al baño por un condón—. Además me cuido no hay riesgo.»
En el camino al baño, otra tres parejas tienen sexo. Una en el sillón, otra junto a la puerta y otra en el suelo. Hay unas 50 personas en la fiesta. La casa es amplia, con muebles estilos minimalista. De las paredes cuelgan algunas imitaciones de cuadros de Van Gogh.
En el centro de la sala se divierten las anfitrionas, Michelle y Rocío. Compiten con otros tres jóvenes por ver quién se toma más caballitos de tequila. Junto a la botella de Corralejo se encuentra una foto de la familia de Rocío de cuando se fueron a esquiar a Lake Taho. Michelle viste jeans y blusa strapless, verde, con la que se alcanza ver su piercing en el ombligo. Se alació el cabello y se maquilló en exceso «para no parecer de 16.»
—Si no te lo tomas todo besas a Rocío— le advierte el chico que la tomó de la cintura.
Entonces ella lo suelta y con las dos manos toma la cara de su amiga, la besa larga y violentamente y le agarra una nalga. Hay gritos y chiflidos. —Me encanta cómo se ponen cuando nos ven así— aplaude Rocío.
Después Jonathan, el chico con el que estaba Michelle, las invita a subir a un cuarto. La fiesta se traslada al piso arriba, donde hacen un trío. No es la primera vez entre ellas. «Con Jonathan sí fue la primera vez —aclara Rocío—, pero hemos tenidos mejores compañeros.» No se consideran lesbianas, ni siquiera bisexuales: «Sólo experimentamos. No por eso nos tenemos que definir así, finalmente nos gustan los hombres.» Comentan que su grupo de amigas es reducido. Muchas de sus compañeras en la escuela no las aceptan por salir tanto a fiestas y tener un nuevo novio cada semana. «Son moscas muertas —dice Michelle, mientras se fuma un churro de marihuana—. Todas lo hacen, sólo que no lo aceptan y se dan golpes de pecho. Nosotras somos sinceras y no nos importa lo que digan.» Las acompañan dos de sus amigas: Alejandra y Denisse, de 15 y 16 años respectivamente. Las cuatro estudian el primer semestre de preparatoria y se conocen desde que iban en maternal. Denisse dice que no tiene permiso de salir mucho, sus padres son muy religiosos. Por tanto, aprovecha cuando la dejan ir de fiesta. Confiesa que ha hecho “de todo”: sexo oral, anal, tríos, swinger, pero hoy sólo tiene ganas de ver. Sube a buscar a Mich y a Chío y sólo se queda a ver como tienen relaciones con Jonathan. Mientras tanto, en un baño, Alejandra le hace sexo oral a su novio.
La fiesta acaba. Rocío, exhausta, sonríe. Tiene braquets.
Cap. 2 LAS MALAS INFLUENCIAS
Paola de la Barreda, publirrelacionista de 38 años, no podía creer las historias de sexo y drogas en las fiestas a las que asistía su hija Fernanda de 15. —tengo una amiga un año más grande que yo y ya esta saliendo con un chavo de 25 años, le dijo su hija, visiblemente impactada—. En una fiesta lo vi drogándose con coca. Empezó a presionar mi amiga para hacer cosas que ella no quería. Me dio mucho miedo, porque eran más grandes, muy metidos en la droga y nunca sabes lo que puede pasar…
También le narró en detalle que otra compañera se había emborrachado en una fiesta y tenido sexo con dos hombres al mismo tiempo. «¡Es de la misma edad de Fer! —dice Paola—. Y para que ya esté con dos cuates es porque estaba borracha, drogada, o porque tiene problemas psicológicos.»
Fernanda iba en segundaria. Se llevaba con las niñas más populares de su escuela, constantemente iba a fiestas en casas donde sin ninguna restricción podía ingerir bebidas alcohólicas. Generalmente no había padres responsables.
Antes de enterarse, Paola creía que el asunto no pasaba a mayores. Entonces tomó una decisión : cambiar de escuela a su hija. «Cuando Fer pasó de primaria a segundaria, me espanto la precocidad de las niñas. No sólo en cuanto a sexualidad, sino a drogas y cigarros. Me llamó la atención la parte sexual. No sólo relaciones sexuales jóvenes, sino parejas diferentes cada día. ¡Es estar en fiestas y en fajes con cualquiera en un sillón!»
Con los labios muy rojos, ojos verdes, piel blanca, pelo castaño chino y 1.65 de estatura, Fernanda simula 18 años. No fuma. No consume drogas. Bebe socialmente. No tiene novio. Le gusta salir, pero no se considera reventada. Asegura ser virgen. «No creo en el sexo hasta después del matrimonio: está tachadísimo pero sí creo que cuando lo haga tiene que ser con una persona que me respete. Ahorita estoy chica, y tanto emocionalmente como psicológicamente, y aunque si he hecho “cosas”, todavía no quiero tener relaciones sexuales.» Durante varios meses, madre e hija pelearon constantemente. Fernanda no quería irse del lugar donde se había educado desde pequeña. Pero no había vuelta de hoja. Cuando la joven recuerda su anterior escuela, admite que buscaba mucho “encajar”. «Cuando entras a un grupo de amigos, haces lo que sea para estar con ellos.» Se considera afortunada de no haber pasado a las “ligas mayores” como el resto de sus compañeras: niñas que, a su juicio, estaban descuidadas por sus padres. «Tenía una amiga que se quedaba a dormir el viernes y se podía quedar hasta el domingo sin que sus papás llamaran para saber como estaba.»
Cap. 3 LA VISIÓN DE LOS CHICOS
«Para mí es prioridad que mi novia sea virgen y que su primera vez sea conmigo. No andaría con alguien que ya ha tenido parejas antes de mí.» Esto lo dice Diego en el Illy de la Condesa. 17 años, estudia quinto de prepa. Es muy delgado, pelo rubio, de lentes. Explica que en su escuela «hay todo tipo de niñas»: las “difíciles”, las “apretadas”, las “alivianadas”, las “locas”, las “feas”,y “las que nadie pela”. Su chica ideal debe “cotizarse” y no andar con él a la primera. Debe ser guapa, divertida, y no salir mucho. Su novia tiene 15 años y va en la misma escuela. «Es de las más populares y todos quieren con ella.» llevan ocho meses y hace poco tuvieron relaciones sexuales por primera vez. Sin embargo, Diego acepta que no es un hombre fiel y que no puede estar sólo con ella. «Dany es la de cajón, es mi novia en serio y la que presento con mi familia, pero si tengo relaciones con más niñas en fiestas o en antros o así, ni modo que sólo con ella.»
Michelle y sus amigas son el tipo de niñas que gustan a los amigos de Diego “para las fiestas”. Su grupo es aceptado socialmente, aunque no son las más populares. Hay chicos en el colegio que las consideran “fáciles”.
Jonathan, la “conquista” de Michelle es de fin de semana, tiene 16 años y perdió su virginidad a los 13. Al terminar la prepa quiere dedicarse a la mercadotecnia. Esta convencido de que las mujeres sirven sólo para tener sexo, pues así “le enseño papá”. Su papá engañó a su mama en al menos tres ocasiones y producto de ello están sus dos medios hermanos. Sus padres están divorciados desde que el tenía cuatro años.
Según él, se aprovecha de su buen físico para «coger en todas las fiestas» y nunca ha tenido un no por respuesta. En al menos tres ocasiones sus romances de una noche han derivado en embarazo. «Si ellas acceden a coger es su bronca, yo no les prometo nada. No tengo edad para ser papá y por eso uso condón, ya será su problema si se rompe o si pasa algo.»
La terapeuta familiar Tita Ortiz Tirado se muestra sorprendida por algunos de los testimonios y hechos recabados para esta investigación. Al menos entre sus pacientes jóvenes no ha encontrado ninguno que tenga al sexo grupal como práctica corriente. Sin embargo, sí admite que el sexo entre adolescentes sí se ha convertido una práctica frívola: «No les importa si acaban de conocerse, tampoco las enfermedades. Los adolescentes sólo están rodeados de alcohol y mota y no les importan las consecuencias.»
Cap. 4 TERRITORIOS VIRGENES
«Nunca voy a tener relaciones sexuales —dice Raquel, 17 años, estudiante de segundo de preparatoria—. Me voy a casar y solo tendré relaciones con mi esposo para tener hijos. Si tengo sexo antes de casarme nadie va a querer casarse conmigo.»
Es un viernes por la tarde. Después de haber ido a tomar un café con sus amigos en el Starbucks de Masarick, Raquel camina a su casa, a unas cuadras. Sólo está su hermano mayor viendo la televisión. Sus padres trabajan: él arquitecto, ella abogada. Raquel no tiene permiso para acudir a una fiesta de una compañera de escuela porque el fin de semana pasado fue a dos. En la pared de su cuarto pintado de rosa, tiene fotos con dos de sus mejores amigas y una de su perro. Nos platica que ninguna de sus amigas sigue siendo virgen.
«cuando tenía quince años, casi tengo relaciones con un niño en una fiesta. Me puse borrachísima e hicimos de todo, hasta sexo oral. No lo conocía, era más grande que yo y considero que se aprovecho de mi estado. Cuando desperté a día siguiente, estaba medio desnuda en el baño de la casa donde fue la fiesta. Mis amigas ya se habían ido. Fue súper traumático.»
Decidió nunca más tener relaciones. Ni siquiera fajar con Saúl, su actual novio, con el que lleva ya cuatro meses. Textualmente su relación es de “manita sudada”. Pero él está de acuerdo con eso.
Sus papás hablan con ella sobre sexo abiertamente. Le piden mucho que se cuide siempre y en ningún momento hay restricciones al respeto.
«A mí no me tienen que volver a platicar eso, yo no quiero tener sexo. Estoy segurísima y nadie me va a convencer de lo contrario.»
Una opinión similar es la de Alejandra. En la fiesta que se describe al principio, estaba en el baño con su novio. Ella tiene 17 años. Es virgen. Quiere conservarse así hasta que se enamore. Pero mientras, ha hecho otro tipo de cosas: «Lo máximo a lo que he llegado es a quedarme desnuda con mi novio y a tener sexo anal. Es algo que hicimos recientemente, y a él le gusta.» También en las fiestas se ha besado con sus amigas, pero de “juego”. Su novio, José Antonio, quien estudia quinto semestre de Relaciones Internacionales, no tiene problema con su virginidad, siempre y cuando acepte tener sexo en un futuro. Alejandra le prometió que lo harán cuando cumplan seis meses. «Está muy buena, y la quiero mucho, así que puedo esperar un rato, además no creo que tardemos en hacerlo.»
El joven, de 19 años de edad, fue novio también de Michelle y con ella sí tuvo relaciones, pero entre las amigas no tienen problema en compartirlo. «Que se lo quede —dice Mich, una tarde en su casa en la Anzures —. No me gusta ya porque tiene granitos.»
LOS MITOS DE LA DESHONRA.
La virginidad es como un trofeo para muchas niñas de colegios religiosos. Esto lo dice el psicoanalista Miguel Escobedo. Considera que la educación que reciban en sus familias puede determinar la visión de los adolescentes sobre la sexualidad. Sin embargo, matiza: el medio en el que se desenvuelvan y las amistades son la mayor influencia.
Valeria es una joven de ojos azules y 17 años. No termino la prepa en el Colegio I… Para decepción de sus dos padres y dos hermanos, ella no es virgen. Tuvo relaciones la primera vez el año pasado con su novio Christian. «Fue muy bonito, estábamos enamorados, no había nadie en su casa, estábamos solos, él me compró flores y me sentí muy segura», recuerda tristemente. La emoción y la actividad sexual duraron tres semanas. Su mamá la escucho hablando por teléfono con su mejor amiga sobre como cuidarse cuando tenía relaciones y en ese momento todo se acabó. Primero no le dijo nada, pero al día siguiente la señora llamó a Christian por teléfono. Lo citó en su casa y lo amenazó con denunciarlo por estupro, pues el tenia 18 años en ese entonces. Tuvo que cortar con Valeria. Ella, tras múltiples regaños, fue enviada a Monterrey a otra escuela de la misma congregación católica. Fue decisión de sus padres, quienes forman parte del Regnum Christi, «un movimiento de apostolado y evangelización — define en su página en Internet — en el que cada uno de sus miembros ha querido tomarse con responsabilidad el gran mandato misionero que Jesucristo ha dado».
Un año después, Valeria tiró todos sus cosméticos a la basura y cambió sus jeans y sus playeras sin mangas por faldas largas a la mitad de la pantorrilla y sobrias blusas de cuello. Se convirtió en monja.
Hoy esta arrepentida de haber perdido su virginidad. De Christian no quiere saber nada. «Lo que hice fue malo y sólo con penitencia y alejándome de ese ambiente puedo enmendarlo, por eso quiero asesorar a niñas que estén en la situación en la que estuve.»
Cap. 5 ¿REPRESIÓN O PREVENCIÓN?
Denisse, quien también asistió a la fiesta, es hija única. Con 60 kilos y 1.68 metros, se considera gorda, pero sabe que aun así tiene “pegue”. Sus padres sospechan que es una “libertina”. «La tenemos controlada — dice su papá, ministro cristiano y especialista en derecho ambiental —. Si me sale embarazada la corro de la casa.»
No platican con su hija sobre sexo. La única indicación que le han dado es no practicarlo. Le conocen un solo novio y según la joven, no les caía bien porque tenía cara de “pervertido”. «No me importa lo que me digan ellos (sus padres) yo voy a hacer lo que quiera», reta Denisse.
Hace un año le detectaron quistes en los ovarios. Desde entonces, es de las pocas que va constantemente al doctor. Tuvo que tomar hormonas y por tanto se cuida al tener sexo. Depende de ella: «Muchas veces no quieren ponerse el condón por la peda o las prisas y dicen que me tome la pastilla del día siguiente, pero me mareo mucho cuando la uso.» Por lo menos una vez a la semana la toma, a pesar que es sólo de emergencia y el propio medicamento advierte sobre los daños que puede causar su uso excesivo. «No creo que me haga daño y ha salido efectivo.» En su bolsa carga con una cajita de Norlevo, escondida en un estuche en el que guarda también toallas femeninas y tampones.
«¡Las pastillas las toman como si fueran chochitos, no están consientes del daño físico que esto les puede provocar y para colmo les vale!», exclama la terapeuta Ortiz Tirado. En su opinión, el índice de embarazados no deseados es prácticamente igual al de hace 20 años, a pesar de los avances tecnológicos, los cambios sociales y la cultura de la prevención. La diferencia es que «antes era algo sucio, hoy es la moda.»
En un sondeo informal realizado por esta reportera afuera de colegios particulares, tres de cada diez jóvenes comentaron que nunca han utilizado protección porque no quieren tomar pastillas y porque su pareja se niega a utilizar condón. Rocío, la anfitriona de la fiesta en al calle de Alpes, dice que sin condón no tiene relaciones sexuales. «La verdad, no sé nada de anticonceptivos y sólo se que los “globitos” son los más efectivos y así no la riego con un hijo o una enfermedad.»
LOS PAPÁS EN SU BURBUJA.
Luego de fiestas continuas todo el fin de semana, Rocío y Michelle tienen que estar en la escuela el lunes a las 7:15 de la mañana. A pesar de la cruda, en menos de 20 minutos, las jóvenes que a penas un día antes bailaban semi desnudas se convierten en alumnas ejemplares. Usan el uniforme del colegio (una falda a cuadros que les llega por debajo de las rodillas), se peinan de cola de caballo, no llevan una gota de maquillaje. No parecen cansadas.
Durante la clase de química Michelle se queda dormida, pero más tarde, a la hora del descanso, se reúne con sus amigas para chismear.
—¿A cuántos te tiraste ayer? —le pregunta Alejandra.
—Sólo a Jonathan— dice Michelle—. Tuvo suerte este fin de semana. Le tocó dos veces, pero ya me aburrió —se come unos rancheritos.
Michelle perdió la virginidad a los 14 años. Fue la primera entre sus amigas. Recuerda que le dolió mucho, pero tras varias experiencias se adaptó a una vida sexual activa. Ya perdió la cuenta de cuántas parejas ha tenido. Es la líder de su grupo y todas sus amigas la admiran porque es muy segura de sí misma. Nunca ha tenido un novio serio básicamente porque cree que no tiene caso a esa edad: «sólo quiero divertirme.»
A pesar de las constantes fiestas, Mich no descuida la escuela, nunca falta, hace sus tareas y participa en los eventos académicos. Tiene 9.4 de promedio. Alberto y Josefina son padres de Michelle y de su hermana mayor, Gabriela. Están completamente seguros de que ella es virgen, porque confían en haberle dado la mejor educación. Tiene todo lo que quiere: un Peugeot 206, ropa a la moda, permisos para salir, mil pesos a la semana. «Le inculcamos muy buenos valores y ella es muy inteligente, nunca haría nada que nos defraudara —afirma Alberto doctor especializado en ortopedia en Médica Sur. Me preocupa más que se drogue o que tome mucho, pero ella se controla. Sabemos que sí bebe alcohol pero lo normal. Tiene amigas muy decentes y siempre le hemos dicho que aquí no se le va a permitir que se drogue.» Nunca han platicado de sexo con ella: dan por hecho que en la escuela le han enseñado todo lo que necesita saber. Por su parte, Mich les ha dicho que no piensa tener sexo hasta que se case. Sus padres viven en una burbuja que ella misma ha creado. Les ha hecho creer que el sexo no la obsesiona. «No tengo por qué contarles de mi vida, no la entenderían y sólo me juzgarían. Es mejor que piensen lo que ellos quieran y así todos nos quitamos de problemas.»
Cuando ve con ellos películas que contienen películas con escenas sexuales, hasta finje que se escandaliza.
Cap. 6 PAPIS ASUSTADOS
Cuatro personalidades con hijos adolescentes nos explican como superan con confianza y comunicación las diferencias con sus hijos.
Texto: Marco Antonio Martínez García
JUAN VILLORO
«Los padres vivimos en un estado de improvisación continua.»
Escritor, 50 años. Hijastro: Juan Pablo 15 años. Hija: Inés, 7 años.
«Cuando yo era joven las revistas Playboy venían en inglés y estaban en unas bolsitas misteriosas que además estaban debajo del mostrador. Hoy en día esto es muy inocente. La información por internet y por cable es enorme. Están expuestos sin estar comprobado que mayor información les afecte y está comprobado que los crímenes sexuales son menores en una sociedad informada que en una sociedad reprimida.»
ANGÉLICA ARAGÓN
«Tiempo de calidad para los hijos.»
Actriz, 53 años. Hija: María 17 años.
«Nuestro estilo de vida es cada vez más cercano al de Estados Unidos, es una influencia fuerte han cambiado nuestras costumbres y la sociedad es más permisiva. Se abre un mundo de oportunidades grandes, pero las opciones son tantas que existe confusión. Los padres deben ayudar a sus hijos desde temprana edad para enseñarles a cambiar y a moverse en un mundo complicado.»
ANDRÉS RÖEMER
«Me siento muy amigo de mis hijos.»
Conductor de televisión, 43 años. Hijos: Valeria 10 años y David y Alejandro mellizos de 13 años.
«Me preocupa la ansiedad con la que viven los jóvenes. Siempre quieren estar a la vanguardia en tecnología, desean tener sexo rápido, y viven muy rápido, sin detenerse a disfrutar. Son la “Generación Next”, porque sólo piensan en lo próximo. Pero también estoy tranquilo, he dado la educación adecuada a mis mellizos y a mis hijos les tengo plena confianza, ya tienen capacidad de decidir sobre sexo, drogas, alcohol, les he inculcado que deben proteger su cuerpo y el de otras personas.»
PATRICIA MERCADO
«¿Y por qué lo van a tener todo?»
Política, 50 años. Hijos: Ximena 17 años y Horacio 15.
«Nosotros no somos de “no lo hagas”, pero sí “no lo hagas porque estás muy chico”, y por supuesto también los hemos prevenido sobre el contagio de enfermedades sexuales.» A su hija Ximena le pide ir siempre al baño acompañada, por ejemplo en una fiesta, porque la seguridad es lo que más importa.
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