Alina_Calacci
Bovino adolescente
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- 16 Mar 2009
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El escándalo adentro del viejo autobús escolar era tremendo. Todos los chicos y chicas gritaban y saltaban de un lado al otro, emocionados por el inminente paseo al Lago que la escuela había preparado, y ninguno me hacía el menor caso.
"¡Chicos! ¡Calmados, ya! ¿Están todos ya en el camión?" Les dije con mucha angustia mientras los contaba uno por uno.
"¡Si Maestra Alina!" Respondieron a coro.
"Bueno, ya, quietecitos, vuelvan a su lugar. ¿Ok?" Les dije poniéndome "seria", y al ver mi reacción todos rápidamente fueron a sus asientos y trataron de controlar su energía, aunque sin mucho éxito. Bueno, todos excepto una de las chicas, Amanda, que seguía parada al fondo del camión platicando con sus amigas.
"Amanda, ¿Podrías sentarte en tu lugar?" Le pregunté amablemente.
"Ay Maestra, -Me respondió con expresión de molestia- ¿Pero porque no puedo seguir aquí? ¿Le molesta tanto que platique con mis amigas?"
Suspiré lentamente, tratando de mantener la calma. Amanda siempre se comportaba de forma hostil frente a mí, ya que era de esas personas con actitud santurrona que solo saben juzgar a los demás, y creo que por mi coquetería natural siempre buscaba como molestarme. Sencillamente, la idea de mi popularidad parecía irritarle sobremanera.
Y bueno, tampoco ayudaba a su ego el hecho de que Amanda era guapísima, ya que tenía una figura esbelta y alta, con su largo cabello negro enmarcando un precioso rostro con facciones aniñadas y unos ojos verdes inmensos, con rasgos exóticos.
Además la chica era tan exhibicionista como yo, porque ya desde la escuela estaba vestida sólo con un diminuto bikini negro y sandalias, mostrando descaradamente su espectacular cuerpo bronceado a todo mundo.
"No, Amanda, no lo hago por molestarte, -Dije en un tono comprensivo- solo quiero que estén todos en sus lugares cuando nos pongamos en marcha. Ahora siéntate, ¿Ok?"
"Ya, pues, ¡Esta bien! Me sentaré." Refunfuñó Amanda como niña caprichosa y regresó a su lugar de muy mala gana. Desgraciadamente eso puso tensión en el ambiente y los chicos estaban ahora muy serios, por lo que traté de aligerar las cosas y les dije emocionada: "¡Vámonos al Lago!"
"¡¡Siiiiii…!!" Gritaron todos en júbilo y eso fue la señal de partida, porque inmediatamente el viejo camión aceleró y nos pusimos en marcha hacia las afueras de la ciudad.
"¡Uff… Que día me espera!" Me dijemientras me sentaba en mi lugar, echándome aire con las manos. Y no lo decía por el incidente con Amanda sino por experiencia, ya que siempre estas visitas al lago habían sido súper complicadas: Hay que estar constantemente checando que estén todos bien, que nadie se ahogue, que nadie se pierda…
En fin, mil cosas que impiden disfrutar el paseo.
Bueno, quizás no sea tan malo, pensé mientras jugaba con mi cabello. Igual y en esta ocasión me puedo divertir. Además, merezco pasármela bien, ¿No?
Entonces me asomé por la ventana para distraerme y vi como que el camión seguía avanzando por la ciudad, hasta que después de algunos minutos llegamos a las afueras y el paisaje cambió drásticamente. Del tráfico y edificios pasamos a ver preciosos bosques y simpáticas vacas, y me quedé fascinada con el espectáculo.
Es verdad, casi nunca salía de la ciudad, pero estar en el campo me encantaba, me ponía de un humorcito muy especial.
Y así iba yo, perdida en el paisaje, hasta que después de algunos minutos el camión aminoró la velocidad y dio vuelta a la derecha, entrando por un pequeño caminito rural en mal estado, y comenzó a zarandearse de lado a lado mientras la ansiedad de los chicos iba en aumento. Nadie estaba sentado en su lugar, y todo mundo esperaba con ansias el momento en que la puerta se abriera para salir corriendo como locos.
De repente el camión paso detrás de unos árboles y al asomarme pude ver claramente nuestro destino: Un inmenso lago cristalino rodeado por densos bosques y con una preciosa cabañita rustica en la orilla.
Y claro, el griterío en el camión se puso a mil.
"Chicos… -Dije levantándome de mi lugar para dar instrucciones- Al llegar quiero que salgan todos con calma, ¿Ok?"
Pero fue inútil. Apenas el camión se estacionó detrás de la cabaña y se abrieron las puertas una avalancha de chicos salió corriendo a mi lado y casi me despedaza, y tuve que sujetarme al tubo para no caerme.
"¡Están locos!" Dije con una risita mientras salía caminando tras ellos, viendo fascinada como todo mundo corría hacia el Lago y se tiraba con todo y ropa a él. Y cuando llegué a la orilla apenas si pude contener las ganas de tirarme también, aunque varios chicos me suplicaban alegremente que me les uniese.
"Maestra Alina, métase al agua…" "Si, Maestra, métase…" "Venga, vamos…"
"Si, ya voy." Les respondí con un guiño, y entonces con movimientos coquetos me quité la blusita blanca y los mini shorcitos café, quedándome en un es-pec-ta-cu-lar bikini azul que resaltaba deliciosamente mi firme y curvilíneo cuerpo.
Y se hizo un silencio absoluto.
Los chicos no se movían ni un milímetro y TODOS tenían los ojos clavados en mi cuerpo, recorriéndome lujuriosamente con la mirada de pies a cabeza, incapaces de reaccionar. Y sus comentarios, aunque en voz baja, eran picantes: "¡Wow!" "¡No friegues, esta buenísima!" "¡Que cuerpazo!" "¡Ve esas piernas!"
"Gracias, chicos. " Les respondí con una sonrisita tierna mientras me metía al agua y nadaba hacia donde estaba un grupito. "¿Están jugando a algo?"
"Estamos organizando unas luchas en el agua, Maestra Alina." Me respondió un chico, visiblemente emocionado al verme tan cerca y en bikini.
"Ah, suena divertido. ¿Y cómo es eso?"
"Bueno, pues consiste en que cargamos en los hombros a dos chicas, y la que logre tirar a la otra al agua gana."
"¿Puedo jugar también?" Pregunté inocentemente.
"¡Si! –Gritaron todos de forma obvia- Perdón, maestra, sí, claro, si usted gusta..."
"Pues sí, sí quiero." Respondí con una mueca coqueta. "¿Y cómo va a ser esto?"
En ese momento uno de los chicos, un fortachón llamado Pedro, se sumergió en el agua y Naomi, una chica rubia y flaquita, se subió rápidamente a sus hombros. Entonces Pedro la sujetó firmemente de las piernas y la levantó poco a poco, listos para la batalla.
"Oh." Dije mordiéndome los labios, intimidada. "¿Y yo en quien me voy a subir?"
Muy divertida vi como mi comentario armó un pequeño relajo ya que todos los chicos se ofrecieron de voluntarios, hasta que finalmente la elección la ganó "El Brutus", un chico muy alto y fuerte que juega en el equipo de futbol americano de la escuela. Y claro, ganó esa elección intimidando a los demás rivales, lo cual confieso que me prendió un poquito.
"Venga Maestra Alina, súbase a mis hombros." Me dijo el Brutus con un gesto coqueto, sumergiéndose frente a mí.
"S...si..." Respondí con apuros mientras rápidamente me subía en sus hombros y mis piernas se apretaban alrededor de su cuello, lo que ocasiono un murmullo colectivo. De repente sus poderosas manos agarraron con fuerza mis piernas y el Brutus se levantó de golpe, y tuve que aferrarme con fuerzas a su cabeza para no caerme.
"A.ay…" Dije con picardía, pero entonces me di cuenta de algo...
Al estar así, sentada en los hombros de un chico y con el cuerpo inclinado hacia delante, mi bikini se apretó sexualmente contra mi cuerpo hasta que quedó casi como si fuera una tanga, dejando mis firmes y espectaculares nalgas a la vista de todos.
"Ufff…" Suspire sonrojándome, viendo como los chicos salivaban, pero el saber que se estaban dando el agasajo visual de su vida me había puesto a mil. Además, ya era tarde para hacer algo. Se vería muy obvio si intentara cubrirme en estos momentos.
"Maestra Alina... ¿Esta lista?" Preguntó el Brutus tratando de voltear un poco más de la cuenta.
"S..si.." Contesté excitada, ya que con cada movimiento su nuca se frotaba contra mi sexo y eso me estaba poniendo de un humorcito muy especial. "¡Estoy lista!"
Y la batalla comenzó…
La rubia se acercó rápidamente a mí y con unos manotazos trató de sujetarme de los hombros. Pero con agilidad contuve sus ataques y de un brusco empujón la tiré contundentemente al agua.
"¡Wow!" Dije súper emocionada, sintiendo una poderosa carga de adrenalina recorriendo mi cuerpo, y entonces todos los chicos estallaron en júbilo, coreando mi nombre. "¡Alina…Alina…Alina!"
Pero no pude festejar mucho, ya que casi inmediatamente una segunda retadora se subió en los hombros del otro chico y se dispuso a darme batalla. Pero descubrí que tenía un talento natural para esto, y en menos de 10 segundos la tiré al agua.
"¡Uff, esto esta genial!" Dije sonriendo ante mi súbita habilidad, y las porras continuaron a mí alrededor.
Y claro, las miradas indiscretas también.
Pero algo más me estaba pasando, ya que la nuca del Brutus, rasposa y tosca, me estaba acelerando brutalmente, ya que cada que él se movía o volteaba un poco la cabeza sentía una deliciosa fricción directamente entre mis piernas, casi arrancándome un par de gemidos.
Y los efectos en mi cuerpo eran evidentes, ya que mis pezones se habían puesto muy firmes, marcándose descaradamente contra la delgada tela de mi bikini.
"Oh Dios." Dije en voz baja, sonrojándome. "¿Se habrán dado cuenta?"
La respuesta era obvia: Los chicos estaban fascinados viéndome, y sus miradas iban de mis nalgas a mis pechos, examinando cada milímetro de mi cuerpo una y otra vez. Y los comentarios "en voz baja" a mi alrededor eran cada vez más candentes:
"Por Dios, que culo..." "Ve esas piernas..." "Mira como se arquea..." "Esta bien bonita…"
Y al oir eso me mordí los labios con picardía, ya que ser el centro sexual de atención siempre me había gustado. Pero todo lo bueno tiene que acabar, y en ese momento vi a la siguiente retadora…
Amanda.
Y me puse muy nerviosa, ya que ella era una rival que por físico sin duda me podría poner en problemas.
Y lo peor era que la chica me odiaba, y en estos momentos me estaba mirando con una intensidad tremenda, como si quisiera matarme ahí mismo.
"Hagan sus apuestas, ¡La Maestra Alina contra Amanda!" Dijo uno de los chicos, e inmediatamente se armó un barullo tremendo, ya que al parecer este sería el enfrentamiento del siglo.
"¿Tiene miedo, Maestrita?" Dijo Amanda con sarcasmo.
"¿Miedo? Solo de lastimarte, Amandita." Le respondí con una risita coqueta, lo cual pareció enfurecerla aun mas.
Y el combate comenzó.
Lentamente nos fuimos acercando y nuestras manos se trabaron ferozmente, jaloneándonos una a la otra, hasta que después de varios manoteos agresivos nos quedamos sujetándonos de los hombros, haciendo esfuerzos para tirarnos pero sin que ninguna lograra imponerse a la otra.
"Uff…" Gemí por el esfuerzo.
"¿Ya se cansó, Maestra Alina?" Preguntó Amanda con una risita malvada.
"No." Dije mordiéndome los labios, sudando muchísimo. "No... para nada. Estoy excelente."
"¿Ah sí?" Respondió con una mueca agresiva a la vez que me empujaba con fuerza, casi tirándome, pero afortunadamente me sujeté de la cabeza de Brutus y logré recuperar el equilibrio.
"No creas que caeré tan fácilmente." Respondí de forma desafiante y ahora fue mi turno para empujarla y casi hacerla caer.
"Ahh… uff... lo reconozco, no me esperaba tanta resistencia..." Dijo Amanda mientras luchaba por mantenerse encima de su chico, jadeando.
"… y mas te sorprenderás al caer al agua." Le dije con sarcasmo, y en menos de un segundo ya estábamos de nuevo forcejeando encarnizadamente sin que ninguna cediera ni un centímetro.
Y claro, el espectáculo que les estábamos dando a los chicos no tenia precio. Ahí estaban dos hermosas mujeres, luchando con todas sus fuerzas a la vez que mostraban sensualmente sus cuerpos.
Y eso me tenía a mil.
Pero a pesar de mis esfuerzos el combate estaba muy nivelado, y así pasaron casi 5 minutos en los que ninguna de las dos pudo imponerse a la otra. Y ahora ambas estábamos sudando muchísimo y respirando con agitación, al límite de nuestras resistencia. El momento de la verdad se acercaba, un solo error seria la diferencia.
Y ese error lo cometió Amanda.
Se distrajo apenas un segundo, y con lo último de mis fuerzas la obligué a girar su cuerpo y quedar con su espalda contra mí. En ese momento la rodeé rápidamente con mi brazo por el cuello mientras con mi mano libre le sujetaba un brazo en la espalda.
"¿Te rindes, Amanda?" Le dije al oído.
"¡S.suelteme, Maestra, m.me esta lastimando!" Dijo ella tratando de zafarse, pero entonces le apreté dolorosamente el brazo y con impotencia se quedó quieta, al borde de las lágrimas. "Y.ya, m.me rindo."
"Gracias." Le dije con voz triunfal y entonces la empujé hacia un costado y Amanda cayó torpemente al agua.
¡Splash…!
Inmediatamente los chicos comenzaron a gritar en un relajo tremendo, fascinados con la exhibición de erotismo que acababan de ver, y de nuevo los comentarios picantes estaban en todas partes: "¡¿Viste eso?!" "¡Como la sujetó...!" "Se veía buenísima apretando a la Amanda..."
Y yo solo jugaba coquetamente con mi cabello, tratando de no verme muy obvia al estar tan acelerada por lo sucedido. Pero también estaba exhausta, mi cuerpo no daba para más, así que le di una palmadita en la cabeza a Brutus y le dije: "Bájame por favor, voy a tomar algo de agua a la cabaña y descansar un ratito."
Brutus obedeció muy a su pesar, y las caras de desilusión de los chicos fue evidente: "Vamos, Maestra Alina, una pelea más…" "Ándele.." "Por favor.."
"Denme unos minutos, chicos." Les dije con una sonrisa traviesa. "Me repongo y vuelvo, ¿Va?"
Entonces nadé hacia la orilla y fui rápidamente a la cabañita, y apenas llegué abrí una gigantesca hielera y saque una botella de agua fría, dándole un par de tragos mientras veía de reojo que los chicos continuaban con sus luchitas en el agua, muy divertidos.
"Que exhibición, Maestra Alina. –Reconocí la voz de Amanda a mis espaldas- ¿No cree que jugar así con sus alumnos es perjudicial para la escuela?"
"No, en absoluto. –Volteé a verla y le respondí con actitud desafiante- La interacción con los chicos nunca puede ser mala."
Amanda me miró con algo de amargura y dijo: "¿Pero eso incluye lastimar a sus alumnos? Aún me duele el brazo."
"Tu tampoco fuiste muy delicada, Amanda. –Le dije con actitud firme.- De hecho tengo varios moretones en el brazo por tus agarrones. Es más, ya me tiene harta tu actitud de víctima, mejor terminamos esta conversación AHORA."
Y justo cuando me estaba dando la vuelta para irme…
Amanda me agarró agresivamente de la muñeca y se acercó a mí, pero con una actitud completamente diferente: "N.no, por favor, Maestra, perdóneme, no quería hacerla enojar."
Me quedé impactada. ¿Qué le pasaba a esta chica?
"Bueno, está bien, -Le dije mirándola con desconfianza.- pero ahora suéltame."
"S.si, Maestra. Por favor, no se moleste conmigo. –Respondió Amanda visiblemente nerviosa- Es que tengo algo que decirle, pero no puede ser aquí. ¿Podríamos ir al baño de la cabaña para tener privacidad?"
"No sé, Amanda… se me hace muy raro. ¿Por qué al baño?"
"P.por favor, Maestra." Suplicó.
Jugué con mi cabello unos segundos, sin saber qué hacer. Pero mi curiosidad crecía a pasos agigantados, así que decidí seguirle la corriente para ver de qué se trataba esto. "Bueno, vamos, pero que sea rápido,
¿Ok?"
"Si, se lo juro." Respondió Amanda con una sonrisita muy extraña, lo cual me dio escalofríos.
Entonces fuimos hasta el cuartito del baño y apenas abrí la puerta vi un problema: El lugar era realmente muy pequeño. Apenas si cabrían una o dos personas ahí paradas. Y por si fuera poco estaba calientísimo, era un infierno ahí dentro. "Amanda... ¿Estás segura que quieres platicar aquí?"
"Si, Maestra, lo siento." Me contestó mientras se aseguraba que no hubiera nadie cerca. "Solo aquí podré decirle algo."
"Bueno..." Respondí con algo de inquietud y entonces me metí al reducido cuarto, seguida muy de cerca por Amanda, que con mucha prisa cerró la puerta y puso el seguro, dejándonos encerradas y casi a oscuras. Y tal cual había previsto el calor adentro era insoportable y comencé a sudar muchísimo.
"Ya estamos aquí, Amanda. Ahora dime lo que me querías contar."
Pero Amanda no decía nada y sólo me veía con actitud temerosa, hasta que después de varios agónicos minutos se armó de valor y dijo: "Maestra... usted me venció en las luchas."
"Bueno, solo era un juego, Amanda. –Respondí divertida, aliviada que el tema por "hablar" no sería algo tan serio.- Además, diste mucha pelea."
"No, no entiende. Yo soy muy competitiva y no me gusta perder. Pero reconozco cuando una chica mejor me vence. Aunque sea usted."
"¿Aunque sea….yo? -Dije con algo de molestia.- ¿Y porque es tan malo eso, Amanda?"
Entonces noté con extrañeza que la respiración de Amanda adoptaba un cierto ritmo sensual, y sus gestos y la forma en que inclinaba su cuerpo parecían indicar lo mismo, una cierta coquetería hacia mí.
Lo cual me puso muy, muy nerviosa. ¿Amanda me estaba coqueteando? No puede ser. ¿O sí? Oh Dios, ¿Me estoy volviendo loca? ¿Amanda?
Pero extrañamente mi cuerpo no pensaba lo mismo, y casi sin darme cuenta me mordí los labios de forma traviesa, reaccionando descaradamente a los estímulos que mi sexual alumna estaba enviándome.
"Es que usted siempre es tan… coqueta, Maestra Alina. Siempre provocando a los chicos con sus falditas, escotes y bikinis… pero a veces eso tiene un efecto en algunas chicos… y chicas."
"Ah… ¿Algunas chicas?" Le pregunté con un gesto coqueto, echándome aire con las manos por el calor, sintiendo como la tensión sexual en el cuarto aumentaba de golpe.
En ese momento Amanda bajó la mirada y se acercó un poco más a mí, quedándose a unos pocos centímetros.
"Si, por ejemplo, como cuando usted me tomó por la espalda. No sé cómo o porqué, pero me sentí muy excitada, nunca pensé que algo así me pasaría. Pero como fui vencida siento que debo pagar por mi derrota. Debo ser castigada. ¿Entiende?"
Me mordí nuevamente los labios. Mi mente iba a mil revoluciones ahora, pensando en si me atrevería o no a algo "más" con Amanda. Claro, nunca había estado con otra chica antes, aunque debo de reconocer que ella en particular nunca me había desagradado del todo.
Pero de eso a hacer algo…
Era un gran paso, uno que nunca me había planteado, aunque por la excitación de hace unos momentos mi cuerpo estaba a mil, y mi clítoris clamaba a gritos por alguna forma de placer…
… ya sea de hombre o mujer. Entonces tomé una decisión.
"Amanda, dime… - Le pregunté con voz suave.- ¿Exactamente como deberías ser castigada?"
Amanda se acerco aún más a mí pero sin atreverse a mirarme a los ojos, y entonces me dijo con voz temblorosa: "P.pues… no sé, usted podría tomarme de la cabeza y obligarme a bajar. ¿Entiende? Y... y.yo no me opondría, Maestra Alina."
Ah, una chica sumisa.
Me mordí los labios con malicia.
Sin decir nada deslicé mis dedos entre el cabello de Amanda y con mucha delicadeza la sujeté de la cabeza, empujándola hacia abajo, mientras ella sonreía con timidez y se arrodillaba obedientemente frente a mí sin oponer resistencia. Entonces nos quedamos viendo durante algunos segundos, en los que ninguna se atrevió a hacer o decir nada, hasta que mis delicados dedos volvieron a tomarla de la cabeza y la fui acercando a mi cuerpo.
Y la actitud de Amanda fue voraz.
En una fracción de segundo su rostro se hundió entre mis piernas y su boca se apretó contra la delicada telita de mi bikini, succionando y lamiendo con desesperación mi sexo como si su vida dependiera de eso, mientras sus manos apretaban vigorosamente mis nalgas una y otra vez, jalándome aun más contra ella.
"¡Ahh! A.Amanda… Mmmm… oh…D.dios." Dije recargándome contra la esquina, deslizando mi lengua por mis labios de una forma crudamente sexual, sintiendo los empujones violentos que la cara de mi alumna daba contra mi cuerpo y casi me levantaban del suelo.
"Mfmf… M.maestra, d.déme mas… mfmf…mfmfmf." Respondió Amanda entre sexuales gemidos, comiéndome con voracidad, hasta que de repente agarró mi bikini por los costados y con desesperación lo bajó de un tirón hasta mis rodillas, dejando mi intimidad completamente expuesta, con mis delicados vellos brillando con humedad ante la poca luz de la habitación.
Y en menos de un segundo su boca se hundió agresivamente en aquel sexual y bien cortado pastizal negro, y su lengua comenzó a deslizarse obsesivamente por cada pliegue y hendidura, devorando con ansias el exquisito jugo que parecía salir por todas partes.
"¡Ah! A.aman… Amanda, oh D.dios, t.tu boca." Gemí de forma desvergonzada, apretando con mis manos la cabeza de mi alumna contra mi sexo.
Pero Amanda estaba en éxtasis, continuando con su sexual labor sin detenerse un segundo. Simplemente, su boca era incansable, una autentica maquina de MAMAR, y sus resoplidos y agresivos gemidos entre mis piernas retumbaban con eco en el pequeño baño y me hacían caer en una especie de trance hipnótico, en el que mi voluntad poco a poco iba quebrándose.
Entonces la solté y mis manos se deslizaron por toda mi piel, lubricada con mi sudor, hasta llegar a mis pechos, y sin poder contenerme comencé a apretarlos y sobarlos lujuriosamente, con mi rostro retorciéndose en deliciosos gestos sexuales una y otra vez.
Y la cosa se puso peor cuando sentí la rasposa lengua de Amanda deslizándose como serpiente hasta el fondo de mi ser, y comenzó a entrar y salir de mi cuerpo en una sexual danza de apareamiento.
"Oh Dios, oh Dios, oh Dios…" Gemí febrilmente, sintiendo como las piernas me temblaban. Y Amanda seguía sin decir nada, soplando y resoplando vigorosamente entre mis piernas sin que su lengua o sus manos se detuviera nunca.
Y no sé cómo lo hacía pero su lengua iba cada vez más rápido, a velocidades físicamente imposibles, lubricada únicamente por mis jugos y su saliva. Era claro que su boca hoy me dejaría seca por completo, hasta dejarme inconsciente si fuera necesario.
De repente Amanda se levantó y agresivamente me giró y apretó contra la pared, agarrándome del brazo con fuerza.
"Ay, A.Amanda, d.duele." Me quejé tiernamente, pero justo cuando estaba a punto de luchar para liberarme Amanda se acercó por detrás de mí y comenzó a besarme apasionadamente, dejando el intenso sabor de mi intimidad en mis labios mientras nuestras lenguas peleaban agresivamente en mi interior, hasta que después de algunos minutos me dijo al oído: "¿Qué se siente, Maestra?"
"Ah, y.yo… -Me tomó un segundo salir del éxtasis para responder- Delicioso."
Y si yo pensaba que había alcanzado el cielo, estaba completamente equivocada. Amanda aun tenía una sorpresa más y de repente se arrodilló atrás de mí y comenzó a besar y lamer mis nalgas una y otra vez, de la forma más obscena y desvergonzada posible.
"A.ah, Amanda…" Dije con la voz entrecortada, y por instinto paré el culo lo más que pude, dejando mis piernas completamente derechas y la espalda arqueada. Y eso fue la señal que mi alumna esperaba, ya que con un firme movimiento su rostro fue deslizándose entre mis nalgas y su boca se apretó violentamente a mi ano, el cual comenzó a taladrarme bestialmente con su lengua.
"¡MFmfmfm…mfmfmfm…mfmfmf…mfmfmfmfmm!" Gruñó Amanda mientras se ocupaba de mi apretado agujerito, logrando que yo me retorciera de formas primitivas contra la esquina. Y al ver mi reacción deslizó dos dedos por mi sexo y comenzó a frotarlos vigorosamente a su alrededor pero sin tocarlo, a un ritmo brutal.
"Ohh…D..Dios…no pares…Amanda, no pares..." Le dije moviendo las caderas lentamente de atrás para adelante, enloquecida por el exquisito ardor en mi culo y el fuego en mi clítoris.
"Maestra Alina… mfm…..mfmfm…..mfmfm…" Gimió ella en respuesta.
Las sensaciones eran demasiadas, y no podría resistir así mucho tiempo. Era tan delicioso todo que hasta se me había olvidado el calor que hacía, hasta que inhalé profundamente y el calor acumulado en aquel pequeño cuarto casi quema mis pulmones. El olor a sexo era evidente, y cada poro de mi piel estaba empapado, produciendo sudor como nunca en mi vida…
En ese momento voltee hacia atrás, y cuando vi el hermoso rostro de Amanda metido entre mis nalgas llegué al límite…
Y de repente un orgasmo brutal cimbró cada nervio de mi cuerpo, acelerando al máximo mi respiración a la vez que mi espalda se arqueaba dramáticamente, logrando que me pusiera a gemir de una forma animal, primitiva, como hembra en apareamiento: "¡Ahhh….Ahhh… A.Amanda….Ahhh!"
Pero mi alumna ya se había adelantado a mi clímax y su boca estaba de vuelta en mi sexo, con sus labios abiertos de par en par mientras bebía desvergonzadamente los jugos que mi cuerpo producía y su hermosa cara lentamente se cubría de mi exquisita humedad.
"A.Amanda, y..yo..." Traté de decir mientras mi respiración poco a poco regresaba a la normalidad, pero cuando la voltee a ver me sonrojé inmediatamente, porque mi joven alumna estaba hecha un desastre. Su cara estaba totalmente empapada, con gotas de sudor y mis jugos resbalándole por la nariz y mejillas, y su hermoso pelo negro también estaba muy desarreglado, pegándosele por todas partes. Y también su espectacular cuerpo estaba completamente cubierto de sudor, dándole un aspecto deliciosamente sucio.
Pero Amanda solo me sonreía con una expresión de travesura, y entonces nos quedamos las dos mirándonos por varios minutos sin atrevernos a hacer algo más.
"Su sabor es increíble, Maestra Alina, creo que me podría hacer adicta a eso." Me dijo finalmente con una sonrisa seductora, dándome un tierno beso en el clítoris. "Por favor... déme mas. Lo NECESITO."
"Uff, Amanda, y.yo... –Pensé mientras me limpiaba el sudor de la frente, sintiendo como las piernas aún me temblaban.- ¿Tu boca tiene energías para eso?"
Amanda no dijo nada. Solo puso una sonrisa misteriosa y sin darme tiempo a nada su boca se apretó de nuevo contra mi sexo…
*** Media Hora Después ***
Me asomé con cuidado por la puerta del baño, revisando que no hubiera nadie cerca, y cuando me sentí segura salí con prisa y unos segundos después Amanda salió también.
Y yo estaba hecha un desastre.
Me sentía exhausta, con el cuerpo débil y tembloroso, y todo mi bikini estaba empapado de sudor y saliva. Y lo peor de todo era que tenía mil chupetones y marcas de mordidas en las nalgas, y al ver eso Amanda comenzó a reírse infantilmente.
"Ay, ¡Se van a dar cuenta todos!" Le dije con angustia mientras caminábamos de vuelta al Lago, aunque respiré aliviada al ver que los chicos seguían inmersos en sus juegos y nos ignoraban por completo.
"Pero Maestra, le juro que no son tan obvias." Respondió Amanda con una expresión traviesa. "Además, se le ven súper lindas esas mordiditas, solo logran que me den ganas de seguir comiéndome ese culito toda la tarde."
"Ay, Amanda, -Le dije poniendo una cara de ansiedad- Ya no digas eso, te van a oír los chicos."
"Bueno, me callaré pero con una condición." Dijo Amanda con un tonito de voz travieso. "La próxima vez quiero que usted me devuelva el favor. Después de todo usted me tuvo ahí abajo comiéndomela por casi una hora, ¿No?"
"B.bueno, -Dije cubriéndome la cara con pena- Lo pensaré, ¿Va?"
"Eso suena bien." Respondió Amanda con un gesto coqueto, y antes de que pudiera contestarle se fue corriendo hacia el Lago y se alejó nadando hacia donde estaba un grupito de chicas.
Y yo solo atiné a meterme al agua y quedarme pensativa por varios minutos, recordando en detalle lo que acababa de suceder, hasta que después de varios minutos vi a los chicos jugando en la distancia y decidí unírmeles.
Y así la diversión continuó toda la tarde, porque estuve unas horas jugando voleyball y carreritas con los chicos, luego les preparé algunos sándwiches y después volvimos a jugar unas horas más, hasta que comenzó a anochecer y entonces nos subimos de vuelta al camión y regresamos a la ciudad.
Pero durante el trayecto no pude dejar de pensar en mi nueva situación. manda había logrado hacerme sentir cosas que nunca hubiera imaginado. ¿Qué hacer en estos casos?
Me recosté en el asiento, sonriendo.
Sin duda, pensé, solo queda disfrutar el momento.
"¡Chicos! ¡Calmados, ya! ¿Están todos ya en el camión?" Les dije con mucha angustia mientras los contaba uno por uno.
"¡Si Maestra Alina!" Respondieron a coro.
"Bueno, ya, quietecitos, vuelvan a su lugar. ¿Ok?" Les dije poniéndome "seria", y al ver mi reacción todos rápidamente fueron a sus asientos y trataron de controlar su energía, aunque sin mucho éxito. Bueno, todos excepto una de las chicas, Amanda, que seguía parada al fondo del camión platicando con sus amigas.
"Amanda, ¿Podrías sentarte en tu lugar?" Le pregunté amablemente.
"Ay Maestra, -Me respondió con expresión de molestia- ¿Pero porque no puedo seguir aquí? ¿Le molesta tanto que platique con mis amigas?"
Suspiré lentamente, tratando de mantener la calma. Amanda siempre se comportaba de forma hostil frente a mí, ya que era de esas personas con actitud santurrona que solo saben juzgar a los demás, y creo que por mi coquetería natural siempre buscaba como molestarme. Sencillamente, la idea de mi popularidad parecía irritarle sobremanera.
Y bueno, tampoco ayudaba a su ego el hecho de que Amanda era guapísima, ya que tenía una figura esbelta y alta, con su largo cabello negro enmarcando un precioso rostro con facciones aniñadas y unos ojos verdes inmensos, con rasgos exóticos.
Además la chica era tan exhibicionista como yo, porque ya desde la escuela estaba vestida sólo con un diminuto bikini negro y sandalias, mostrando descaradamente su espectacular cuerpo bronceado a todo mundo.
"No, Amanda, no lo hago por molestarte, -Dije en un tono comprensivo- solo quiero que estén todos en sus lugares cuando nos pongamos en marcha. Ahora siéntate, ¿Ok?"
"Ya, pues, ¡Esta bien! Me sentaré." Refunfuñó Amanda como niña caprichosa y regresó a su lugar de muy mala gana. Desgraciadamente eso puso tensión en el ambiente y los chicos estaban ahora muy serios, por lo que traté de aligerar las cosas y les dije emocionada: "¡Vámonos al Lago!"
"¡¡Siiiiii…!!" Gritaron todos en júbilo y eso fue la señal de partida, porque inmediatamente el viejo camión aceleró y nos pusimos en marcha hacia las afueras de la ciudad.
"¡Uff… Que día me espera!" Me dijemientras me sentaba en mi lugar, echándome aire con las manos. Y no lo decía por el incidente con Amanda sino por experiencia, ya que siempre estas visitas al lago habían sido súper complicadas: Hay que estar constantemente checando que estén todos bien, que nadie se ahogue, que nadie se pierda…
En fin, mil cosas que impiden disfrutar el paseo.
Bueno, quizás no sea tan malo, pensé mientras jugaba con mi cabello. Igual y en esta ocasión me puedo divertir. Además, merezco pasármela bien, ¿No?
Entonces me asomé por la ventana para distraerme y vi como que el camión seguía avanzando por la ciudad, hasta que después de algunos minutos llegamos a las afueras y el paisaje cambió drásticamente. Del tráfico y edificios pasamos a ver preciosos bosques y simpáticas vacas, y me quedé fascinada con el espectáculo.
Es verdad, casi nunca salía de la ciudad, pero estar en el campo me encantaba, me ponía de un humorcito muy especial.
Y así iba yo, perdida en el paisaje, hasta que después de algunos minutos el camión aminoró la velocidad y dio vuelta a la derecha, entrando por un pequeño caminito rural en mal estado, y comenzó a zarandearse de lado a lado mientras la ansiedad de los chicos iba en aumento. Nadie estaba sentado en su lugar, y todo mundo esperaba con ansias el momento en que la puerta se abriera para salir corriendo como locos.
De repente el camión paso detrás de unos árboles y al asomarme pude ver claramente nuestro destino: Un inmenso lago cristalino rodeado por densos bosques y con una preciosa cabañita rustica en la orilla.
Y claro, el griterío en el camión se puso a mil.
"Chicos… -Dije levantándome de mi lugar para dar instrucciones- Al llegar quiero que salgan todos con calma, ¿Ok?"
Pero fue inútil. Apenas el camión se estacionó detrás de la cabaña y se abrieron las puertas una avalancha de chicos salió corriendo a mi lado y casi me despedaza, y tuve que sujetarme al tubo para no caerme.
"¡Están locos!" Dije con una risita mientras salía caminando tras ellos, viendo fascinada como todo mundo corría hacia el Lago y se tiraba con todo y ropa a él. Y cuando llegué a la orilla apenas si pude contener las ganas de tirarme también, aunque varios chicos me suplicaban alegremente que me les uniese.
"Maestra Alina, métase al agua…" "Si, Maestra, métase…" "Venga, vamos…"
"Si, ya voy." Les respondí con un guiño, y entonces con movimientos coquetos me quité la blusita blanca y los mini shorcitos café, quedándome en un es-pec-ta-cu-lar bikini azul que resaltaba deliciosamente mi firme y curvilíneo cuerpo.
Y se hizo un silencio absoluto.
Los chicos no se movían ni un milímetro y TODOS tenían los ojos clavados en mi cuerpo, recorriéndome lujuriosamente con la mirada de pies a cabeza, incapaces de reaccionar. Y sus comentarios, aunque en voz baja, eran picantes: "¡Wow!" "¡No friegues, esta buenísima!" "¡Que cuerpazo!" "¡Ve esas piernas!"
"Gracias, chicos. " Les respondí con una sonrisita tierna mientras me metía al agua y nadaba hacia donde estaba un grupito. "¿Están jugando a algo?"
"Estamos organizando unas luchas en el agua, Maestra Alina." Me respondió un chico, visiblemente emocionado al verme tan cerca y en bikini.
"Ah, suena divertido. ¿Y cómo es eso?"
"Bueno, pues consiste en que cargamos en los hombros a dos chicas, y la que logre tirar a la otra al agua gana."
"¿Puedo jugar también?" Pregunté inocentemente.
"¡Si! –Gritaron todos de forma obvia- Perdón, maestra, sí, claro, si usted gusta..."
"Pues sí, sí quiero." Respondí con una mueca coqueta. "¿Y cómo va a ser esto?"
En ese momento uno de los chicos, un fortachón llamado Pedro, se sumergió en el agua y Naomi, una chica rubia y flaquita, se subió rápidamente a sus hombros. Entonces Pedro la sujetó firmemente de las piernas y la levantó poco a poco, listos para la batalla.
"Oh." Dije mordiéndome los labios, intimidada. "¿Y yo en quien me voy a subir?"
Muy divertida vi como mi comentario armó un pequeño relajo ya que todos los chicos se ofrecieron de voluntarios, hasta que finalmente la elección la ganó "El Brutus", un chico muy alto y fuerte que juega en el equipo de futbol americano de la escuela. Y claro, ganó esa elección intimidando a los demás rivales, lo cual confieso que me prendió un poquito.
"Venga Maestra Alina, súbase a mis hombros." Me dijo el Brutus con un gesto coqueto, sumergiéndose frente a mí.
"S...si..." Respondí con apuros mientras rápidamente me subía en sus hombros y mis piernas se apretaban alrededor de su cuello, lo que ocasiono un murmullo colectivo. De repente sus poderosas manos agarraron con fuerza mis piernas y el Brutus se levantó de golpe, y tuve que aferrarme con fuerzas a su cabeza para no caerme.
"A.ay…" Dije con picardía, pero entonces me di cuenta de algo...
Al estar así, sentada en los hombros de un chico y con el cuerpo inclinado hacia delante, mi bikini se apretó sexualmente contra mi cuerpo hasta que quedó casi como si fuera una tanga, dejando mis firmes y espectaculares nalgas a la vista de todos.
"Ufff…" Suspire sonrojándome, viendo como los chicos salivaban, pero el saber que se estaban dando el agasajo visual de su vida me había puesto a mil. Además, ya era tarde para hacer algo. Se vería muy obvio si intentara cubrirme en estos momentos.
"Maestra Alina... ¿Esta lista?" Preguntó el Brutus tratando de voltear un poco más de la cuenta.
"S..si.." Contesté excitada, ya que con cada movimiento su nuca se frotaba contra mi sexo y eso me estaba poniendo de un humorcito muy especial. "¡Estoy lista!"
Y la batalla comenzó…
La rubia se acercó rápidamente a mí y con unos manotazos trató de sujetarme de los hombros. Pero con agilidad contuve sus ataques y de un brusco empujón la tiré contundentemente al agua.
"¡Wow!" Dije súper emocionada, sintiendo una poderosa carga de adrenalina recorriendo mi cuerpo, y entonces todos los chicos estallaron en júbilo, coreando mi nombre. "¡Alina…Alina…Alina!"
Pero no pude festejar mucho, ya que casi inmediatamente una segunda retadora se subió en los hombros del otro chico y se dispuso a darme batalla. Pero descubrí que tenía un talento natural para esto, y en menos de 10 segundos la tiré al agua.
"¡Uff, esto esta genial!" Dije sonriendo ante mi súbita habilidad, y las porras continuaron a mí alrededor.
Y claro, las miradas indiscretas también.
Pero algo más me estaba pasando, ya que la nuca del Brutus, rasposa y tosca, me estaba acelerando brutalmente, ya que cada que él se movía o volteaba un poco la cabeza sentía una deliciosa fricción directamente entre mis piernas, casi arrancándome un par de gemidos.
Y los efectos en mi cuerpo eran evidentes, ya que mis pezones se habían puesto muy firmes, marcándose descaradamente contra la delgada tela de mi bikini.
"Oh Dios." Dije en voz baja, sonrojándome. "¿Se habrán dado cuenta?"
La respuesta era obvia: Los chicos estaban fascinados viéndome, y sus miradas iban de mis nalgas a mis pechos, examinando cada milímetro de mi cuerpo una y otra vez. Y los comentarios "en voz baja" a mi alrededor eran cada vez más candentes:
"Por Dios, que culo..." "Ve esas piernas..." "Mira como se arquea..." "Esta bien bonita…"
Y al oir eso me mordí los labios con picardía, ya que ser el centro sexual de atención siempre me había gustado. Pero todo lo bueno tiene que acabar, y en ese momento vi a la siguiente retadora…
Amanda.
Y me puse muy nerviosa, ya que ella era una rival que por físico sin duda me podría poner en problemas.
Y lo peor era que la chica me odiaba, y en estos momentos me estaba mirando con una intensidad tremenda, como si quisiera matarme ahí mismo.
"Hagan sus apuestas, ¡La Maestra Alina contra Amanda!" Dijo uno de los chicos, e inmediatamente se armó un barullo tremendo, ya que al parecer este sería el enfrentamiento del siglo.
"¿Tiene miedo, Maestrita?" Dijo Amanda con sarcasmo.
"¿Miedo? Solo de lastimarte, Amandita." Le respondí con una risita coqueta, lo cual pareció enfurecerla aun mas.
Y el combate comenzó.
Lentamente nos fuimos acercando y nuestras manos se trabaron ferozmente, jaloneándonos una a la otra, hasta que después de varios manoteos agresivos nos quedamos sujetándonos de los hombros, haciendo esfuerzos para tirarnos pero sin que ninguna lograra imponerse a la otra.
"Uff…" Gemí por el esfuerzo.
"¿Ya se cansó, Maestra Alina?" Preguntó Amanda con una risita malvada.
"No." Dije mordiéndome los labios, sudando muchísimo. "No... para nada. Estoy excelente."
"¿Ah sí?" Respondió con una mueca agresiva a la vez que me empujaba con fuerza, casi tirándome, pero afortunadamente me sujeté de la cabeza de Brutus y logré recuperar el equilibrio.
"No creas que caeré tan fácilmente." Respondí de forma desafiante y ahora fue mi turno para empujarla y casi hacerla caer.
"Ahh… uff... lo reconozco, no me esperaba tanta resistencia..." Dijo Amanda mientras luchaba por mantenerse encima de su chico, jadeando.
"… y mas te sorprenderás al caer al agua." Le dije con sarcasmo, y en menos de un segundo ya estábamos de nuevo forcejeando encarnizadamente sin que ninguna cediera ni un centímetro.
Y claro, el espectáculo que les estábamos dando a los chicos no tenia precio. Ahí estaban dos hermosas mujeres, luchando con todas sus fuerzas a la vez que mostraban sensualmente sus cuerpos.
Y eso me tenía a mil.
Pero a pesar de mis esfuerzos el combate estaba muy nivelado, y así pasaron casi 5 minutos en los que ninguna de las dos pudo imponerse a la otra. Y ahora ambas estábamos sudando muchísimo y respirando con agitación, al límite de nuestras resistencia. El momento de la verdad se acercaba, un solo error seria la diferencia.
Y ese error lo cometió Amanda.
Se distrajo apenas un segundo, y con lo último de mis fuerzas la obligué a girar su cuerpo y quedar con su espalda contra mí. En ese momento la rodeé rápidamente con mi brazo por el cuello mientras con mi mano libre le sujetaba un brazo en la espalda.
"¿Te rindes, Amanda?" Le dije al oído.
"¡S.suelteme, Maestra, m.me esta lastimando!" Dijo ella tratando de zafarse, pero entonces le apreté dolorosamente el brazo y con impotencia se quedó quieta, al borde de las lágrimas. "Y.ya, m.me rindo."
"Gracias." Le dije con voz triunfal y entonces la empujé hacia un costado y Amanda cayó torpemente al agua.
¡Splash…!
Inmediatamente los chicos comenzaron a gritar en un relajo tremendo, fascinados con la exhibición de erotismo que acababan de ver, y de nuevo los comentarios picantes estaban en todas partes: "¡¿Viste eso?!" "¡Como la sujetó...!" "Se veía buenísima apretando a la Amanda..."
Y yo solo jugaba coquetamente con mi cabello, tratando de no verme muy obvia al estar tan acelerada por lo sucedido. Pero también estaba exhausta, mi cuerpo no daba para más, así que le di una palmadita en la cabeza a Brutus y le dije: "Bájame por favor, voy a tomar algo de agua a la cabaña y descansar un ratito."
Brutus obedeció muy a su pesar, y las caras de desilusión de los chicos fue evidente: "Vamos, Maestra Alina, una pelea más…" "Ándele.." "Por favor.."
"Denme unos minutos, chicos." Les dije con una sonrisa traviesa. "Me repongo y vuelvo, ¿Va?"
Entonces nadé hacia la orilla y fui rápidamente a la cabañita, y apenas llegué abrí una gigantesca hielera y saque una botella de agua fría, dándole un par de tragos mientras veía de reojo que los chicos continuaban con sus luchitas en el agua, muy divertidos.
"Que exhibición, Maestra Alina. –Reconocí la voz de Amanda a mis espaldas- ¿No cree que jugar así con sus alumnos es perjudicial para la escuela?"
"No, en absoluto. –Volteé a verla y le respondí con actitud desafiante- La interacción con los chicos nunca puede ser mala."
Amanda me miró con algo de amargura y dijo: "¿Pero eso incluye lastimar a sus alumnos? Aún me duele el brazo."
"Tu tampoco fuiste muy delicada, Amanda. –Le dije con actitud firme.- De hecho tengo varios moretones en el brazo por tus agarrones. Es más, ya me tiene harta tu actitud de víctima, mejor terminamos esta conversación AHORA."
Y justo cuando me estaba dando la vuelta para irme…
Amanda me agarró agresivamente de la muñeca y se acercó a mí, pero con una actitud completamente diferente: "N.no, por favor, Maestra, perdóneme, no quería hacerla enojar."
Me quedé impactada. ¿Qué le pasaba a esta chica?
"Bueno, está bien, -Le dije mirándola con desconfianza.- pero ahora suéltame."
"S.si, Maestra. Por favor, no se moleste conmigo. –Respondió Amanda visiblemente nerviosa- Es que tengo algo que decirle, pero no puede ser aquí. ¿Podríamos ir al baño de la cabaña para tener privacidad?"
"No sé, Amanda… se me hace muy raro. ¿Por qué al baño?"
"P.por favor, Maestra." Suplicó.
Jugué con mi cabello unos segundos, sin saber qué hacer. Pero mi curiosidad crecía a pasos agigantados, así que decidí seguirle la corriente para ver de qué se trataba esto. "Bueno, vamos, pero que sea rápido,
¿Ok?"
"Si, se lo juro." Respondió Amanda con una sonrisita muy extraña, lo cual me dio escalofríos.
Entonces fuimos hasta el cuartito del baño y apenas abrí la puerta vi un problema: El lugar era realmente muy pequeño. Apenas si cabrían una o dos personas ahí paradas. Y por si fuera poco estaba calientísimo, era un infierno ahí dentro. "Amanda... ¿Estás segura que quieres platicar aquí?"
"Si, Maestra, lo siento." Me contestó mientras se aseguraba que no hubiera nadie cerca. "Solo aquí podré decirle algo."
"Bueno..." Respondí con algo de inquietud y entonces me metí al reducido cuarto, seguida muy de cerca por Amanda, que con mucha prisa cerró la puerta y puso el seguro, dejándonos encerradas y casi a oscuras. Y tal cual había previsto el calor adentro era insoportable y comencé a sudar muchísimo.
"Ya estamos aquí, Amanda. Ahora dime lo que me querías contar."
Pero Amanda no decía nada y sólo me veía con actitud temerosa, hasta que después de varios agónicos minutos se armó de valor y dijo: "Maestra... usted me venció en las luchas."
"Bueno, solo era un juego, Amanda. –Respondí divertida, aliviada que el tema por "hablar" no sería algo tan serio.- Además, diste mucha pelea."
"No, no entiende. Yo soy muy competitiva y no me gusta perder. Pero reconozco cuando una chica mejor me vence. Aunque sea usted."
"¿Aunque sea….yo? -Dije con algo de molestia.- ¿Y porque es tan malo eso, Amanda?"
Entonces noté con extrañeza que la respiración de Amanda adoptaba un cierto ritmo sensual, y sus gestos y la forma en que inclinaba su cuerpo parecían indicar lo mismo, una cierta coquetería hacia mí.
Lo cual me puso muy, muy nerviosa. ¿Amanda me estaba coqueteando? No puede ser. ¿O sí? Oh Dios, ¿Me estoy volviendo loca? ¿Amanda?
Pero extrañamente mi cuerpo no pensaba lo mismo, y casi sin darme cuenta me mordí los labios de forma traviesa, reaccionando descaradamente a los estímulos que mi sexual alumna estaba enviándome.
"Es que usted siempre es tan… coqueta, Maestra Alina. Siempre provocando a los chicos con sus falditas, escotes y bikinis… pero a veces eso tiene un efecto en algunas chicos… y chicas."
"Ah… ¿Algunas chicas?" Le pregunté con un gesto coqueto, echándome aire con las manos por el calor, sintiendo como la tensión sexual en el cuarto aumentaba de golpe.
En ese momento Amanda bajó la mirada y se acercó un poco más a mí, quedándose a unos pocos centímetros.
"Si, por ejemplo, como cuando usted me tomó por la espalda. No sé cómo o porqué, pero me sentí muy excitada, nunca pensé que algo así me pasaría. Pero como fui vencida siento que debo pagar por mi derrota. Debo ser castigada. ¿Entiende?"
Me mordí nuevamente los labios. Mi mente iba a mil revoluciones ahora, pensando en si me atrevería o no a algo "más" con Amanda. Claro, nunca había estado con otra chica antes, aunque debo de reconocer que ella en particular nunca me había desagradado del todo.
Pero de eso a hacer algo…
Era un gran paso, uno que nunca me había planteado, aunque por la excitación de hace unos momentos mi cuerpo estaba a mil, y mi clítoris clamaba a gritos por alguna forma de placer…
… ya sea de hombre o mujer. Entonces tomé una decisión.
"Amanda, dime… - Le pregunté con voz suave.- ¿Exactamente como deberías ser castigada?"
Amanda se acerco aún más a mí pero sin atreverse a mirarme a los ojos, y entonces me dijo con voz temblorosa: "P.pues… no sé, usted podría tomarme de la cabeza y obligarme a bajar. ¿Entiende? Y... y.yo no me opondría, Maestra Alina."
Ah, una chica sumisa.
Me mordí los labios con malicia.
Sin decir nada deslicé mis dedos entre el cabello de Amanda y con mucha delicadeza la sujeté de la cabeza, empujándola hacia abajo, mientras ella sonreía con timidez y se arrodillaba obedientemente frente a mí sin oponer resistencia. Entonces nos quedamos viendo durante algunos segundos, en los que ninguna se atrevió a hacer o decir nada, hasta que mis delicados dedos volvieron a tomarla de la cabeza y la fui acercando a mi cuerpo.
Y la actitud de Amanda fue voraz.
En una fracción de segundo su rostro se hundió entre mis piernas y su boca se apretó contra la delicada telita de mi bikini, succionando y lamiendo con desesperación mi sexo como si su vida dependiera de eso, mientras sus manos apretaban vigorosamente mis nalgas una y otra vez, jalándome aun más contra ella.
"¡Ahh! A.Amanda… Mmmm… oh…D.dios." Dije recargándome contra la esquina, deslizando mi lengua por mis labios de una forma crudamente sexual, sintiendo los empujones violentos que la cara de mi alumna daba contra mi cuerpo y casi me levantaban del suelo.
"Mfmf… M.maestra, d.déme mas… mfmf…mfmfmf." Respondió Amanda entre sexuales gemidos, comiéndome con voracidad, hasta que de repente agarró mi bikini por los costados y con desesperación lo bajó de un tirón hasta mis rodillas, dejando mi intimidad completamente expuesta, con mis delicados vellos brillando con humedad ante la poca luz de la habitación.
Y en menos de un segundo su boca se hundió agresivamente en aquel sexual y bien cortado pastizal negro, y su lengua comenzó a deslizarse obsesivamente por cada pliegue y hendidura, devorando con ansias el exquisito jugo que parecía salir por todas partes.
"¡Ah! A.aman… Amanda, oh D.dios, t.tu boca." Gemí de forma desvergonzada, apretando con mis manos la cabeza de mi alumna contra mi sexo.
Pero Amanda estaba en éxtasis, continuando con su sexual labor sin detenerse un segundo. Simplemente, su boca era incansable, una autentica maquina de MAMAR, y sus resoplidos y agresivos gemidos entre mis piernas retumbaban con eco en el pequeño baño y me hacían caer en una especie de trance hipnótico, en el que mi voluntad poco a poco iba quebrándose.
Entonces la solté y mis manos se deslizaron por toda mi piel, lubricada con mi sudor, hasta llegar a mis pechos, y sin poder contenerme comencé a apretarlos y sobarlos lujuriosamente, con mi rostro retorciéndose en deliciosos gestos sexuales una y otra vez.
Y la cosa se puso peor cuando sentí la rasposa lengua de Amanda deslizándose como serpiente hasta el fondo de mi ser, y comenzó a entrar y salir de mi cuerpo en una sexual danza de apareamiento.
"Oh Dios, oh Dios, oh Dios…" Gemí febrilmente, sintiendo como las piernas me temblaban. Y Amanda seguía sin decir nada, soplando y resoplando vigorosamente entre mis piernas sin que su lengua o sus manos se detuviera nunca.
Y no sé cómo lo hacía pero su lengua iba cada vez más rápido, a velocidades físicamente imposibles, lubricada únicamente por mis jugos y su saliva. Era claro que su boca hoy me dejaría seca por completo, hasta dejarme inconsciente si fuera necesario.
De repente Amanda se levantó y agresivamente me giró y apretó contra la pared, agarrándome del brazo con fuerza.
"Ay, A.Amanda, d.duele." Me quejé tiernamente, pero justo cuando estaba a punto de luchar para liberarme Amanda se acercó por detrás de mí y comenzó a besarme apasionadamente, dejando el intenso sabor de mi intimidad en mis labios mientras nuestras lenguas peleaban agresivamente en mi interior, hasta que después de algunos minutos me dijo al oído: "¿Qué se siente, Maestra?"
"Ah, y.yo… -Me tomó un segundo salir del éxtasis para responder- Delicioso."
Y si yo pensaba que había alcanzado el cielo, estaba completamente equivocada. Amanda aun tenía una sorpresa más y de repente se arrodilló atrás de mí y comenzó a besar y lamer mis nalgas una y otra vez, de la forma más obscena y desvergonzada posible.
"A.ah, Amanda…" Dije con la voz entrecortada, y por instinto paré el culo lo más que pude, dejando mis piernas completamente derechas y la espalda arqueada. Y eso fue la señal que mi alumna esperaba, ya que con un firme movimiento su rostro fue deslizándose entre mis nalgas y su boca se apretó violentamente a mi ano, el cual comenzó a taladrarme bestialmente con su lengua.
"¡MFmfmfm…mfmfmfm…mfmfmf…mfmfmfmfmm!" Gruñó Amanda mientras se ocupaba de mi apretado agujerito, logrando que yo me retorciera de formas primitivas contra la esquina. Y al ver mi reacción deslizó dos dedos por mi sexo y comenzó a frotarlos vigorosamente a su alrededor pero sin tocarlo, a un ritmo brutal.
"Ohh…D..Dios…no pares…Amanda, no pares..." Le dije moviendo las caderas lentamente de atrás para adelante, enloquecida por el exquisito ardor en mi culo y el fuego en mi clítoris.
"Maestra Alina… mfm…..mfmfm…..mfmfm…" Gimió ella en respuesta.
Las sensaciones eran demasiadas, y no podría resistir así mucho tiempo. Era tan delicioso todo que hasta se me había olvidado el calor que hacía, hasta que inhalé profundamente y el calor acumulado en aquel pequeño cuarto casi quema mis pulmones. El olor a sexo era evidente, y cada poro de mi piel estaba empapado, produciendo sudor como nunca en mi vida…
En ese momento voltee hacia atrás, y cuando vi el hermoso rostro de Amanda metido entre mis nalgas llegué al límite…
Y de repente un orgasmo brutal cimbró cada nervio de mi cuerpo, acelerando al máximo mi respiración a la vez que mi espalda se arqueaba dramáticamente, logrando que me pusiera a gemir de una forma animal, primitiva, como hembra en apareamiento: "¡Ahhh….Ahhh… A.Amanda….Ahhh!"
Pero mi alumna ya se había adelantado a mi clímax y su boca estaba de vuelta en mi sexo, con sus labios abiertos de par en par mientras bebía desvergonzadamente los jugos que mi cuerpo producía y su hermosa cara lentamente se cubría de mi exquisita humedad.
"A.Amanda, y..yo..." Traté de decir mientras mi respiración poco a poco regresaba a la normalidad, pero cuando la voltee a ver me sonrojé inmediatamente, porque mi joven alumna estaba hecha un desastre. Su cara estaba totalmente empapada, con gotas de sudor y mis jugos resbalándole por la nariz y mejillas, y su hermoso pelo negro también estaba muy desarreglado, pegándosele por todas partes. Y también su espectacular cuerpo estaba completamente cubierto de sudor, dándole un aspecto deliciosamente sucio.
Pero Amanda solo me sonreía con una expresión de travesura, y entonces nos quedamos las dos mirándonos por varios minutos sin atrevernos a hacer algo más.
"Su sabor es increíble, Maestra Alina, creo que me podría hacer adicta a eso." Me dijo finalmente con una sonrisa seductora, dándome un tierno beso en el clítoris. "Por favor... déme mas. Lo NECESITO."
"Uff, Amanda, y.yo... –Pensé mientras me limpiaba el sudor de la frente, sintiendo como las piernas aún me temblaban.- ¿Tu boca tiene energías para eso?"
Amanda no dijo nada. Solo puso una sonrisa misteriosa y sin darme tiempo a nada su boca se apretó de nuevo contra mi sexo…
*** Media Hora Después ***
Me asomé con cuidado por la puerta del baño, revisando que no hubiera nadie cerca, y cuando me sentí segura salí con prisa y unos segundos después Amanda salió también.
Y yo estaba hecha un desastre.
Me sentía exhausta, con el cuerpo débil y tembloroso, y todo mi bikini estaba empapado de sudor y saliva. Y lo peor de todo era que tenía mil chupetones y marcas de mordidas en las nalgas, y al ver eso Amanda comenzó a reírse infantilmente.
"Ay, ¡Se van a dar cuenta todos!" Le dije con angustia mientras caminábamos de vuelta al Lago, aunque respiré aliviada al ver que los chicos seguían inmersos en sus juegos y nos ignoraban por completo.
"Pero Maestra, le juro que no son tan obvias." Respondió Amanda con una expresión traviesa. "Además, se le ven súper lindas esas mordiditas, solo logran que me den ganas de seguir comiéndome ese culito toda la tarde."
"Ay, Amanda, -Le dije poniendo una cara de ansiedad- Ya no digas eso, te van a oír los chicos."
"Bueno, me callaré pero con una condición." Dijo Amanda con un tonito de voz travieso. "La próxima vez quiero que usted me devuelva el favor. Después de todo usted me tuvo ahí abajo comiéndomela por casi una hora, ¿No?"
"B.bueno, -Dije cubriéndome la cara con pena- Lo pensaré, ¿Va?"
"Eso suena bien." Respondió Amanda con un gesto coqueto, y antes de que pudiera contestarle se fue corriendo hacia el Lago y se alejó nadando hacia donde estaba un grupito de chicas.
Y yo solo atiné a meterme al agua y quedarme pensativa por varios minutos, recordando en detalle lo que acababa de suceder, hasta que después de varios minutos vi a los chicos jugando en la distancia y decidí unírmeles.
Y así la diversión continuó toda la tarde, porque estuve unas horas jugando voleyball y carreritas con los chicos, luego les preparé algunos sándwiches y después volvimos a jugar unas horas más, hasta que comenzó a anochecer y entonces nos subimos de vuelta al camión y regresamos a la ciudad.
Pero durante el trayecto no pude dejar de pensar en mi nueva situación. manda había logrado hacerme sentir cosas que nunca hubiera imaginado. ¿Qué hacer en estos casos?
Me recosté en el asiento, sonriendo.
Sin duda, pensé, solo queda disfrutar el momento.