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Salarios mínimos... mucho a entender y poco a beneficiar

jarochilandio

Bovino de la familia
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Ahora que nuestro amado presidente se está llenado la bocota con el recientemente anunciado aumento a los salarios mínimos para el 2018 (que es con lo que terminaré esta colección), me encontré con una buena cantidad de artículos que me parecieron altamente interesantes al respecto. Aquí se los comparto.

Economía política del salario mínimo

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Colaboración de
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José Merino
Diciembre 20, 2016


¿Qué pasa si en lugar de preguntarnos cuál debería ser el salario mínimo o incluso si debería existir, volteamos la pregunta y nos cuestionamos qué tipo de países tienen qué tipo de salarios mínimos?


Revertir la pregunta no es un ejercicio inocente; obliga a poner a México comparativamente respecto al resto del mundo, y nos obliga por tanto a reflexionar sobre por qué nuestro salario mínimo es tan anómalo. Pone, creo, el debate en otro lado.

Este no es un texto que se sustente en las conclusiones generadas por un modelo económico formal (y perdón, hay que decirlo, la validez empírica de los modelos mismos ha sido ampliamente cuestionada por no pocos economistas conductualistas). Tampoco es un texto que repase y tome partido en la vastísima literatura sobre los efectos esperados y observados del salario mínimo o su cambio. Es una literatura tan vasta como poco consensuada. Los efectos del salario mínimo sobre empleo, otros salarios o salarios informales sigue siendo un espacio en exploración, especialmente en países en vías de desarrollo. Me curaré en salud y les dejo aquí un vínculo a una carpeta con 35 trabajos de investigación que tocan el debate y sus hallazgos.

Tengo un problemita: soy politólogo. Como tal, no puedo evitar pensar que la discusión sobre el salario mínimo es esencialmente una discusión sobre el Estado. Sí, nutrida de expectativas lógicas y evidencia empírica; pero esencialmente una decisión política. Es un tema que nos confronta con dos aspectos centrales al Estado: la titularidad y el ejercicio de derechos, y los mecanismos políticos de control e incidencia para que lo anterior ocurra. Si los modelos formales son rebatidos por la evidencia y los efectos observables del salario mínimo son poco conclusivos, la explicación sobre la presencia y nivel del salario mínimos están en otro lado.

Dicho de otro modo, siguiendo una de las conclusiones más recurrentes en la literatura sobre economía política del desarrollo: si una política pública no ocurre es factible que quienes se benefician del statu quo tienen poder para bloquearla y/o quienes se beneficiarían de ella, carecen de ese poder político.

Hablemos de riqueza

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Datos y gráficos procesados y generados por Oscar Elton, Data4.mx.


Un buen lugar para comenzar es asomarnos a la relación entre ingreso per cápita y salario mínimo anual (ambos en dólares PPP 2011). No es una locura pensar que conforme un país crece y adquiere más riqueza, el salario mínimo crece en concordancia. Y así es, la correlación entre ambas variables es 0.78 y un modelo simple de mínimos cuadrados que explique salario mínimo sólo con base en ingreso per cápita arroja un R cuadrada de 0.61 (0.68 con el término al cuadrado). Bajo ese modelo (en ningún sentido causal, evidentemente), entre países, un dólar más en ingreso per cápita se asocia con 28 centavos más en salario mínimo.

El ajuste no es perfecto, ni tendría por qué serlo, son datos de orígenes distintos: uno es un precio “arbitrario” en el mercado laboral, el otro es simplemente una división de flujos económicos nacionales sobre población. Pero no deja de ser informativo lo alto de la correlación.

Tampoco deja de ser informativo observar divergencias entre países. Primero, notemos que la relación no es lineal, y que a partir de aproximadamente los 10 mil dólares de ingreso per cápita, el salario mínimo tiende a crecer más rápidamente. Segundo, los países por encima de la curva son países que tienen salarios mínimos más altos a lo que se esperaría dado su PIB per cápita, mientras que en aquellos por debajo de la curva ocurre lo contrario, tienen salarios mínimos inferiores a lo que se esperaría comparativamente dado su PIB per cápita. Tercero, los países a los que se les pone un valor de cero en salario mínimo son países sin salario mínimo nacional hasta 2011 (por ejemplo, Alemania lo introdujo hasta enero del 2015); por razones comparativas que se explicarán más adelante, me pareció pertinente incluirlos. Cuarto, el área inferior derecha en la gráfica muestra a los países con salarios mínimos anómalamente bajos respecto a su PIB per cápita, noten que esa área se encuentra habitada por muchos países petroleros/gaseros (Qatar, Kuwait, Guinea Ecuatorial, Kazakstán, Rusia)… y México.

Hablemos de distancias

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Datos y gráficos procesados y generados por Oscar Elton, Data4.mx.


Si graficamos la distancia entre los valores esperados y observados de salarios mínimos (i.e. residuales) dado PIB per cápita, emergen dos patrones. En primer lugar, cerca de los 20 mil dólares per cápita de ingreso, el mundo se separa en dos bloques visibles: aquellos países con salario mínimo muy por arriba de lo esperado y aquellos países con salario mínimo muy por debajo de lo esperado dado su PIB per cápita. De un lado, Europa occidental, Nueva Zelanda, Japón o Canadá. Del otro lado, países petroleros, Luxemburgo, Estados Unidos, Hong Kong, República Checa y… México.

Los cinco países en el mundo con el salario mínimo más rezagado respecto a su PIB per cápita (i.e. con los residuales negativos más grandes) son: 1. Kuwait, 2. Guinea Ecuatorial, 3. Kazakstán, 4. Rusia y 5. México.

¿A qué lo atribuye usted? Un club con cuatro autocracias petroleras/gaseras y una democracia manufacturera.

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Datos y gráficos procesados y generados por Oscar Elton, Data4.mx.


¿Tiene que ver con desigualdad económica? De manera meramente descriptiva no es tan claro. La correlación entre desigualdad y la parte no explicada de salario mínimo por PIB per cápita es de apenas -0.30. Hay países con niveles altos de desigualdad económica (i.e. el ratio del decil 9 sobre el decil 1) y salarios mínimos altos, como Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Honduras y Turquía, al tiempo que hay países con niveles relativamente moderados de desigualdad y salarios mínimos bajos, como Estados Unidos, Kazakstán, Luxemburgo y… México.

Hablemos de incentivos

Empecemos por distinguir entre democracias y autocracias. Siguiendo a Przeworski, un país es una democracia si: tiene elecciones para el legislativo; tiene elecciones para el ejecutivo; hay más de un partido político; y ha habido alternancia en el ejecutivo. Ese es centralmente el criterio seguido por Cheibub, Gandhi y Vreeland en la clasificación de países usada aquí.

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Datos y gráficos procesados y generados por Oscar Elton, Data4.mx.


No es una excentricidad esperar que los salarios mínimos se ajusten mejor a PIB per cápita en una democracia: hay incentivos electorales que nos harían pensar que, ante crecimiento económico, los votantes que perciben salarios mínimos cuenten con mecanismos de presión y representación para adecuar sus ingresos vía el salario mínimo fijado por el sistema político.

Y así es.

En democracias, en promedio, el salario mínimo anual es 804 dólares superior a lo esperado dado PIB per cápita. En contraste, en autocracias, el salario mínimo anual es -1,358 dólares inferior a lo esperado dado PIB per cápita.

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Hablemos de derechos

Alguien dirá que es notorio que entre los países sin salario mínimo nacional se encuentran democracias ricas y progresivas. Es cierto, ahí están Noruega, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Alemania (hasta 2015), Suiza e Islandia. Pensará que eso es muestra de la redundancia del salario mínimo, o peor, que justamente su ausencia ha hecho que estos países tengan esos niveles de bienestar y riqueza.

Se equivocará.

Se trata de países sin un salario mínimo nacional, pero que tienen una serie de salarios base negociados por sector entre empresarios y organizaciones laborales. La fortaleza de estas últimas ha garantizado ahí que, lejos de la idea del salario como un precio de mercado, organizaciones y sindicatos fijen salarios mínimos por sector de la economía. ¿Por qué ocurre así?


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Datos y gráficos procesados y generados por Oscar Elton, Data4.mx.


Una pista: derechos laborales. Todos estos países se encuentran entre los casos que garantizan un número alto de derechos de trabajadores. De los 65 países del mundo que respetan más de 30 derechos laborales, 54 son democracias. Esto es, son países en los que, junto con la capacidad para organizarse y negociar colectivamente, el voto y la representación política son mecanismos de incidencia sobre la definición de salarios.

Dicho de otro modo, son países en los que quienes se benefician de incrementos salariales (mínimo nacional o mínimo sectorial) tienen poder político para empujarlos.


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Datos y gráficos procesados y generados por Oscar Elton, Data4.mx.


Hagamos un ejercicio final. Clasifiquemos a los países del mundo en 16 grupos: si son o no democracia, cuartiles de respeto de derechos y cuartiles del ratio de salario mínimo respecto a PIB per cápita. Notarán que hay países en los que el salario mínimo es incluso superior al PIB per cápita. Para empezar el GDP per cápita incluye a todos los habitantes, no sólo a aquellos trabajando, y además incluye a todos los que están trabajando, no sólo a aquellos en el sector formal de la economía.

Pero notemos algo importante: con excepción de Túnez y Bahréin, todos los países en los que el salario mínimo representa entre 50 % y 100 % del PIB per cápita, y que se encuentran además entre el 50 % de más derechos laborales respetados, son democracias.

Hablemos de México

Notemos algo más. Hay una sola democracia ubicada simultáneamente en el 25 % de países con un ratio mínimo de salario mínimo respecto al PIB per cápita y el 25 % con menos derechos laborales respetados.

Hay una sola democracia en la que los trabajadores carecen de herramientas organizacionales y legales de incidencia política y tienen a su vez un salario mínimo lejanísimo de la riqueza promedio: México.

¿Por qué?

Nota Metodológica

Los datos corresponden al 2011, que es el último año con datos sobre salarios mínimos en la OIT.

Los datos de GDP per cápita PPP se obtuvieron del Banco Mundial. Para identificar a los países como democracias y autocracias se utilizó la base de datos de Cheibub, Gandhi y Vreeland, quienes clasifican como democracia a países con elección del ejecutivo y legislativo, más de un partido, y al menos una alternancia en el partido gobernante.

Para los datos de salario mínimo y desigualdad se utilizaron datos del la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Los datos de salario mínimo de origen están mensuales y en moneda local. Se utilizó el factor de conversión a dólares internacionales del Banco Mundial para hacerlos comparables entre países y en el tiempo, además de convertir el salario mensual a anual. Los datos de desigualdad que proporciona la OIT se refieren al porcentaje de ingreso del noveno decil entre el porcentaje de ingreso del primer decil.

Los datos sobre derechos laborales provienen del Replication data for: Collective Labor Rights Dataset, de Layna Mosley. El indicador más reciente disponible es del 2002. Dicho indicador evalúa la violación de 37 derechos laborales en 6 grandes categorías: libertad de asociación y derechos relacionados a la negociación colectiva; derecho a establecer y unirse a un sindicato; otras actividades sindicales; derecho a negociar colectivamente; derecho de huelga, y Zonas Francas de Exportación. El indicador utilizado puede tomar valores entre cero y 37, siendo 37 el valor donde todos los derechos evaluados son respetados.

Los datos están disponibles aquí.

*José Merino estudió la licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), y posteriormente el doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Nueva York (NYU). Es socio fundador y director en Data4.mx, profesor en el departamento de Ciencia Política en el ITAM y profesor en periodismo de datos del CIDE. Es miembro del panel de expertos de @MexicoComoVamos.


Fuente


Me gustó el término utilizado para México: una democracia manufacturera. Traducción: país maquilador.
 
Mejor, mínimo, un salario

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Colaboración de
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Manuel J. Molano
Enero 24, 2017


Proponentes de salarios mínimos más altos tengan éxito, le vamos a negar la oportunidad a la gente más pobre, menos estudiada, con menos capital que se desempeña solamente en trabajos familiares, de salir del ámbito de la familia y vender su trabajo en el mercado.


Todos los mexicanos debemos desear que las familias de nuestro país tengan un ingreso que alcance para vivir dignamente. Este objetivo no es solamente correcto desde un punto de vista ético. Si las familias tienen mayor ingreso, pueden ahorrar y consumir más, y eso facilita que la economía crezca. En el declive de la masa salarial de México (ver gráfico de México, ¿Cómo vamos? aquí) está buena parte de la explicación de por qué la economía interna no es un motor para el crecimiento en nuestro país.

En IMCO calculamos usando los microdatos de ENOE del INEGI correspondientes al tercer trimestre de 2016, hay 644.4 miles de trabajadores formales que ganan un salario mínimo. Subir el salario, por mandato de autoridad, a este grupo de población que representa un poco más del 1% de la PEA no debería tener enormes efectos de corto plazo, ni en los precios, la inflación o la tasa de participación laboral, menos la de desempleo. Una espiral de precios-salarios se desataría en un entorno inflacionario, con políticas fiscales y monetarias simultáneamente irresponsables.

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El incremento en los costos laborales de toda la economía ocurriría si todos los contratos laborales se negociaran con base en el nivel del salario mínimo. Si un porcentaje alto de la PEA negocia sus salarios colectivamente, a través de un sindicato, podríamos esperar que el incremento decretado por la CONASAMI fuera generalizado. No hay estadística muy reciente, pero con datos de la OIT correspondientes al año 2013 podemos ver que la tasa de densidad de sindicalización en la economía mexicana es de 13.6%. El promedio de los países presentados por la OIT es 23%, y el máximo es 80.6%.

El incremento del salario mínimo decretado a finales de 2016 es, en realidad, poco relevante. Sin embargo, es una victoria política para sus proponentes, porque representa un cambio de paradigma. La política mexicana en términos del salario mínimo ha sido mantener ese precio oficial en niveles extremadamente bajos. La idea atrás de este tipo de política es que cada tipo de trabajo encuentre su nivel salarial mediante un mecanismo de mercado. La izquierda mexicana ha criticado estas políticas, calificándolas de insensibles, inconstitucionales (un salario mínimo no puede lograr el “salario remunerador” al que se refiere la Constitución), contrarias a la tendencia internacional (ver el artículo de José Merino en Animal Político, donde muestra que el salario mínimo mexicano es el más alejado del ingreso per cápita nacional). Hay un movimiento fuerte y con amplio respaldo social para tener salarios mínimos más altos.

Como economista, no puedo estar de acuerdo. Presentaré aquí algunos de mis argumentos, y más que concluir contundentemente sobre el asunto, quisiera dejar algunos puntos sobre los cuales tenemos que investigar más los interesados en la materia.

El mercado laboral es un mercado que funciona de manera imperfecta. Ello implica que para la mayoría de las ocupaciones, el salario de mercado se parece a la productividad del trabajador en el margen. IMCO ha acumulado mucha evidencia al respecto para los profesionales, y para la gente que estudió la educación básica. A través de nuestro portal Compara Carreras, la gente puede comparar el salario que puede obtenerse a partir de distintas actividades profesionales. Hay un premio salarial a partir del avance educativo de las personas. Ver la gráfica usando la ENOE 2016-I.

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Ello implica que la productividad de las personas sí influye en su salario. Los proponentes de un salario mínimo mucho más alto para México han argumentado que el vínculo salario-productividad se extravió. Yo no lo veo tan perdido, pero bueno. Seguramente ya alguien me refutará.

La productividad marginal del trabajo también tiene un componente de capital, sobre todo si el trabajo y el capital son complementos, no sustitutos, en la función producción. En el caso del mexicano más pobre, que trabaja en el sector informal, el componente de capital de la función producción es cero. Por eso, la productividad de este tipo de trabajador no ha subido siguiendo la acumulación de capital (físico o humano) de los deciles de ingreso superiores en la economía mexicana. A quien le interesan estas cosas, puede consultar las matemáticas del asunto aquí.

Es decir: Juan y Pedro pueden tener desenlaces de productividad muy distintos por dotaciones diferentes de capital humano, capital físico, por estar en un entorno que en general favorece una mayor productividad de los factores de la producción, o por problemas de información. Los proponentes del salario mínimo tienden a creer que el problema de información (no están cobrando correctamente por su trabajo, hay un monopsonio del factor trabajo, o un patrón que aprovecha un asimetría de información) son los únicos problemas del mercado laboral y que la única manera de resolverlos es imponer un salario mínimo. La hipótesis de monopsonio para todos los casos podemos ir descartándola porque eso implicaría que hay un arbitraje infinito, y ganancias extranormales sin fin, para las empresas y sus accionistas. No solamente no hay evidencia de que esto ocurra: mantener este desequilibrio permanentemente es imposible.

Mi hipótesis es que hay mucho que resolver en temas de capital humano, capital físico y productividad total de los factores, y que la distorsión impuesta por un salario mínimo alto puede tener efectos graves de largo plazo.

Consideremos el origen de las políticas de salario mínimo. Starr (1981) dice que hay precedentes de salario mínimo en el Código de Hamurabi, pero que el salario mínimo nace en Australia y Nueva Zelanda a inicios del S. XX. Thomas Leonard, en su libro Illiberal Reformers señala que en los Estados Unidos, la política de salario mínimo fue impuesta por proponentes de la eugenesia y las teorías de la desigualdad racial. Un chino, que vivía solamente de arroz en viviendas muy pobres, no podría posiblemente ganar lo mismo que un estadounidense blanco, que estaba manteniendo a su familia a partir de los salarios. Dado que la gente con discapacidades podría trabajar por menos dinero, Leonard dice que el salario mínimo fue propuesto como un mecanismo para no permitir que inmigrantes y personas con discapacidades pudieran cobrar menos por el trabajo.

Los proponentes de un salario mínimo alto dicen que es importante como una señal, para mejorar los ingresos laborales. Los ingresos laborales han mejorado en el mundo avanzado, pero creo que ese avance es atribuible a la productividad y a la acumulación de capital, no al salario mínimo. Una prueba de causalidad nos podría sacar de dudas. Ojalá Merino, con esa gran capacidad para la estadística que tiene, pudiera correr una prueba de Granger que mostrara el efecto del salario mínimo en los ingresos laborales promedio, la masa laboral, la acumulación de capital, y el crecimiento económico en los países avanzados. Hasta el momento, nadie ha producido ese tipo de evidencia.

Más aún, creo que deberíamos investigar otras hipótesis. El salario mínimo en realidad prohíbe el trabajo asalariado en el segmento más bajo de la curva de oferta laboral. Bajo un salario mínimo suficientemente alto, ciertos trabajos solamente pueden ocurrir en el sector informal o en el ámbito familiar. En el sector informal con un patrón que no es de tu familia, simplemente se violan la ley del salario mínimo, la de afiliación a la seguridad social y las de impuestos laborales. En el caso del trabajo en el ámbito familiar, no hay necesidad de violar ninguna ley, porque en ese tipo de trabajo el patrón no está obligado a nada, ni siquiera al pago de un salario.

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En la medida en que los señores Mancera, Chertorivsky, Esquivel, Merino y otros proponentes de salarios mínimos más altos tengan éxito, le vamos a negar la oportunidad a la gente más pobre, menos estudiada, con menos capital que se desempeña solamente en trabajos familiares de salir del ámbito de la familia y vender su trabajo en el mercado. Por eso, las tasas de desempleo no reaccionan a este precio: esa gente está empleada, pero con el peor empleador posible, que es un pariente explotador. A ese trabajador que está atrapado en el ámbito familiar el salario mínimo no le está ayudando en nada. A esa trabajadora en el ámbito familiar, que es más una esclava que una trabajadora, mínimo deberían darle un salario, no un salario mínimo. La tasa de participación laboral, que es distinta a la de desempleo, sufre, porque acaba habiendo más trabajadores descorazonados. Las políticas de salario mínimo acaban perjudicando a la gente a la que intentan beneficiar. No solamente la sociedad castiga a los más pobres marginándolos del sector educativo y de las oportunidades de participar en empresas y sectores de alto valor agregado: también hace su trabajo artificialmente caro.

Vale la pena pensar en el efecto que las políticas de salario mínimo han tenido en los países avanzados. La silenciosa automatización y digitalización de las economías avanzadas podrían ser atribuibles a que hemos prohibido a los individuos más pobres del planeta participar en esos mercados laborales, ya sea por la vía de las restricciones a la migración, políticas de salario mínimo, o gravámenes al trabajo asalariado. En teoría solamente, si el trabajo y otros factores de producción (capital físico o capital digital) son sustitutos imperfectos, existe una tecnología intensiva en uso de trabajadores que es igualmente eficiente que otra tecnología intensiva en capital físico o en capital digital. Simplemente el incentivo en los últimos 100 años ha ido hacia desarrollar algoritmos que sustituyan a las personas en lugar de desarrollar a las personas. A lo mejor cosas como el fenómeno Trump tienen mucho más que ver con nuestras intervenciones cortoplacistas en los mercados laborales, donde los patrones se levantan de la mesa aceptando negociaciones laborales onerosas, con la idea de trabajar en el largo plazo en mecanismos de automatización para salirse eventualmente de sus contratos laborales.

En IMCO hicimos un modelo de equilibrio general para explicar estos fenómenos. En él, el trabajo informal en realidad es trabajo familiar, que es el paraíso fiscal de los mercados laborales. En el trabajo familiar los patrones no están obligados a absolutamente nada. La ley los protege. Tenemos que pensar en la prevalencia de este tipo de trabajo en México (2/3 partes de la PEA), en las tecnologías antiguas que predominan en el trabajo familiar, y en la baja productividad de ese tipo de negocios. Según Santiago Levy, un negocio informal en los servicios es cientos de veces menos productivo que la empresa promedio en México. Si seguimos gravando el trabajo asalariado formal a través de un ISR a asalariados que no admite deducciones, estamos generando incentivos enormes a que el trabajo no se formalice. El impuesto estatal a la nómina abona a esta distorsión. En el modelo de IMCO, mostramos que esos impuestos absurdos al trabajo son incompatibles con un equilibrio de trabajo formal. Tendríamos que subsidiar el trabajo asalariado si esperamos que el trabajo en la economía sea formal. Así nació el famoso “crédito al salario”, que también ya se quedó corto, igual que el salario mínimo.

En conclusión, deberíamos tener una discusión amplia, seria, que considere varios tipos de intervención en los mercados laborales, para llevar más ingresos a las familias más pobres del país, e incentivar su ahorro y consumo. La discusión no debe estar centrada únicamente en el control del precio del trabajo en cierto segmento del mercado. Los dogmas de ambos lados de la discusión deben eliminarse, y aceptarse este objetivo común. Nuestras políticas públicas deben centrarse en mejorar la productividad de las familias y empresas, no gravar el trabajo asalariado de los más pobres, mejorar la dotación de capital físico y humano de la gente, especialmente los más pobres, mejorar la información de productividad y salarios, y en general, considerar los efectos de largo plazo que pueden tener malas intervenciones al mercado laboral.


* Manuel Molano estudió la Licenciatura en Economía en el ITAM y la Maestría en Imperial College. Actualmente, es el director general adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y miembro del panel de expertos de México, ¿Cómo Vamos? El autor agradece a Luis Mauricio Torres e Ivania Mazari por su apoyo con los cálculos para el presente artículo.


Fuente


Me llamó poderosamente la atención lo que la primera figura muestra: hay más personas en la INFORMALIDAD (26,463,615, 54.4 % del total) que en la FORMALIDAD (22,177,883, 45.6% del total). Ese 54.4% obtiene un ingreso libre de impuestos (en muchos casos fuera del marco legal) y es el 45.6% restante quien paga las contribuciones de esa ilegalidad. Así es difícil que este país salga adelante. La siguiente frase me resultó demoledora: "Si seguimos gravando el trabajo asalariado formal a través de un ISR a asalariados que no admite deducciones, estamos generando incentivos enormes a que el trabajo no se formalice." Pero... para nuestros amados políticos es má$$$$ rentable tener a toda esa enorme masa de trabajadores informales "para lo que se necesite", así el país de vaya al carajo.

En el portal mencionado (Compara Carreras) pueden ver la segunda gráfica actualizada para el 2017. Les anticipo: no se han incrementado con la inflación como lo hicieran los salarios mínimos. De hecho su incremento es sensiblemente bajo, comparado con el costo de la vida. Se confirma que la clase media es una especie en vías de extinción; su tendencia es a la pauperización. Por otra parte, esa gráfica explica el porqué de la multiplicación de posgrados en el país (apadrinados, por supuesto, por el CONACyT), particularmente las maestrías. El monto de la beca de maestría para este 2017 que paga el CONACyT es de $10,327 mensuales (incluye seguro de vida y seguro de gastos médicos únicamente). El salario promedio actual que recibe una persona con licenciatura, según el portal Compara Carreras es de $11,327 mensuales (según la ley, debería incluir seguridad social, aguinaldo, vacaciones pagadas, y otras prestaciones). Es relatívamente más fácil ingresar a una maestría que conseguir un trabajo en el cual te paguen el promedio (más difícil uno donde te paguen más).
 
Datos básicos desconocidos sobre el salario mínimo

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David Kaplan
Noviembre 21, 2017


¿Cuánto recibe en su bolsillo un trabajador asalariado formal que gana el salario mínimo? Aunque el salario mínimo diario en 2017 es de 80.04 pesos, esa cifra no es el monto final.


En años recientes ha habido un intenso debate sobre el salario mínimo en México. No obstante, hay algunos datos fundamentales sobre el tema que no han sido difundidos. Aunque sabemos que el salario mínimo diario en 2017 es de 80.04 pesos, esa cifra no es el monto que un trabajador asalariado formal recibe en su bolsillo. El propósito de esta entrada es comparar la evolución del salario mínimo con la evolución del monto que realmente recibe el trabajador.

El punto de partida para estos cálculos es el salario mínimo mismo. Recientemente el valor real del salario mínimo ha aumentado por dos razones. La primera es la homologación (hacia arriba) del salario mínimo en las distintas zonas del país. Desde octubre de 2015, hay un solo salario mínimo en México, lo cual implica un aumento del salario mínimo para trabajadores en las zonas que antes tenían salarios mínimos menores. La segunda razón es que desde el 2015, y especialmente en el 2017, los aumentos porcentuales del salario mínimo han sido superiores a los aumentos porcentuales del Índice de Precios al Consumidor.

La gráfica 1 presenta estos resultados. Muestra el valor real del promedio del salario mínimo en el país (ponderado por la población asalariada) y el valor real del salario mínimo en la zona A, que siempre ha tenido el mayor salario mínimo, y ahora es la única zona del país. El valor real del salario mínimo promedio subió en 10.8% de octubre de 2008 a octubre de 2017, con un aumento de solo 2.0% de octubre de 2008 a octubre de 2014 y un aumento de 8.6% de octubre de 2014 a octubre de 2017. Para un trabajador que siempre ha vivido en la zona A, que incluye la Ciudad de México, el aumento ha sido de 7.1% de octubre 2008 a octubre de 2017, con un aumento de solo 1.2% de octubre de 2008 a octubre de 2014 y de 5.9% de octubre de 2014 a octubre de 2017.

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¿Pero cuánto recibe en su bolsillo un trabajador asalariado formal que gana el salario mínimo? Si revisamos la miscelánea fiscal del 2017, vemos que un trabajador con un salario diario de 80.04 pesos paga una cuota fija de 0.31 pesos de impuesto sobre la renta (ISR). Adicionalmente, paga del ISR 6.40 % sobre la diferencia entre 80.04 y 16.33, lo cual equivale a 4.08 pesos. Además de pagar ISR, el trabajador recibe el subsidio para el empleo, que equivale a 13.38 pesos. El trabajador también tiene que pagar cuotas del IMSS (incluyendo aportaciones a la cuenta de Afore), que suman 1.90 pesos, por lo dispuesto en la Ley del Seguro Social. En total, tomando en cuenta el salario, impuestos, el subsidio para el empleo, y cuotas al IMSS, el asalariado formal que gana el salario mínimo recibe 87.13 pesos por un día de trabajo. Esta cifra de 87.13 pesos es el dinero que recibe como pago regular; no incluye aguinaldo, los recursos que recibe en su cuenta de Afore, ni el valor del paquete de prestaciones del IMSS.

Para analizar la evolución de esta cifra en el tiempo, voy a suponer que el trabajador siempre ha estado en la zona con el mayor salario mínimo (un trabajador de la Ciudad de México, por ejemplo). Con este supuesto, el cambio real del valor del dinero que recibe un asalariado formal ganando el salario mínimo fue de -1.3 % de octubre 2008 a octubre 2017. El cambio real de octubre de 2008 a octubre de 2014 fue de -3.9 %, mientras el cambio de octubre 2014 a octubre 2017 fue de 2.7 %. La gráfica 2 resume los cambios del valor real del salario mínimo y el valor real del dinero que recibe un trabajador asalariado formal, suponiendo que el trabajador siempre ha estado en la zona con el mayor salario mínimo.

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¿Por qué el valor real del dinero que recibe un asalariado formal no ha evolucionado proporcionalmente con el salario mínimo mismo? La razón es que, para los rangos salariales inferiores, tanto las tablas del ISR como las del subsidio para el empleo en 2017 son idénticas en términos nominales a las tablas del 2008, como se ha señalado en la reciente propuesta del IMCO para eliminar el ISR para la mayoría de asalariados. El impacto de esto es, para un trabajador cuyo salario nominal aumenta proporcionalmente con la inflación, el ISR sube y el subsidio para el empleo baja como porcentaje del salario. En 2008, un trabajador con el salario mínimo pagaba 5.0 % de su salario de ISR y recibía 25.5 % de su salario por concepto del subsidio para el empleo. En 2017, un trabajador con el salario mínimo paga 5.5 % de su salario de ISR y recibe 16.7 % de su salario por concepto del subsidio para el empleo. El pago de cuotas al IMSS ha sido 2.4 % del salario durante todo este periodo.

En conclusión, el salario mínimo ha subido en términos reales, especialmente desde el 2014. Pero el valor real del dinero que recibe un asalariado formal que gana el salario mínimo no ha aumentado en la misma proporción. No obstante, debemos estar atentos a dos cambios que probablemente ocurrirán en los próximos meses. Primero, Conasami está revisando el monto del salario mínimo ahora mismo, así que las cifras de esta entrada podrían estar desactualizadas muy pronto. Segundo, ya se ha anunciado que habrá una actualización de las tablas del ISR para el 2018, lo cual favorecerá desproporcionalmente a los que menos ganan. A principios del próximo año, habrá que analizar el nuevo salario mínimo junto con la nueva miscelánea fiscal para calcular de manera completa el poder adquisitivo real de un trabajador que gana el salario mínimo.



* David S. Kaplan es Especialista Sénior en la División de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Forma parte del grupo de expertos de @MexicoComoVamos.



Fuente


O sea que, pese a tanta alharaca de papi gobierno, el incremento al SALARIO REAL sigue quedando a deber... ¡Y MUCHO! (baste recordar el "fabuloso" aumento del 10% para este 2017, y el supergasolinazo (y a todos los combustibles en general) + el aumento a las tarifas eléctricas que siguieron, para comerse el dichoso aumento de un plumazo).
 
Ahora un artículo aparecido a mediados de este año que no tiene desperdicio.

El Sabueso: Dice Peña Nieto que aumentó el salario mínimo y te alcanza para más. ¿Es cierto?

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Yuriria Ávila Guzmán / Hanaa Tameez (video)
Julio 19, 2017


El gobierno federal sostiene que el poder de compra de los mexicanos se ha recuperado hasta 15%, lo que implica que las familias del país tienen más recursos para comprar más. Pero los datos dicen otra cosa.

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Autor:Enrique Peña Nieto

Lugar y fecha:Inauguración expo de la ANTAD. 17 de marzo de 2017


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El salario mínimo de los mexicanos creció desde los 73 pesos diarios en diciembre pasado a 80 pesos para este 2017. El mensaje del gobierno federal es que ese aumento salarial, más el acumulado en este sexenio, es histórico y que, gracias a ello, las familias mexicanas ahora pueden comprar más.

No sólo es una frase del presidente Enrique Peña Nieto; el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, también lo ha hecho su lema para presumir la buena gestión del gobierno actual.

El Sabueso revisó los datos sobre salario mínimo, su evolución y el vínculo con la capacidad de comprar más. ¿Qué encontró? Es mentira que mejoró el poder de compra de los mexicanos, y es falso que el salario acumula una recuperación histórica.

El Sabueso concluye que las declaraciones del presidente son un Falso.

Estas son las frases y los datos:

  1. En estos cuatro años que lleva esta Administración, de acuerdo al propio Banco de México, el salario mínimo ha tenido una recuperación de poder de compra de 13.5%
Fecha: 17 de marzo de 2017

Autor: Enrique Peña Nieto

Falso: Según los datos del INEGI −fuente original del Banco de México− el salario real entre 2013 y 2016 aumentó sólo 2.65%.

El salario mínimo real es el monto que resulta tras restar el valor de la inflación. Entonces, aunque en 2016 el salario fue de 76 pesos, restando lo que aumentaron los precios por la inflación, sólo quedan 59.62 pesos para comprar.

El salario real en 2013 era de 58.08 pesos.

  1. “Con esta decisión (de aumentar el salario mínimo), en cuatro años se ha tenido el mayor avance que en los 40 años previos y es la primera vez, en cuatro décadas, que hay una recuperación de 15% del poder adquisitivo real del salario”
Fecha: 1 de enero de 2017

Autor: Enrique Peña Nieto

Falso: Como explica el punto anterior, entre 2013 y 2016 el aumento del salario real está lejos del porcentaje que cita el presidente. Pero hay más.

¿Mayor avance que en los 40 años previos?

Falso:
En el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000) existió un aumento del salario real del 8.13%. Aún si se consideran únicamente los primeros cuatro años de dicho sexenio (1995-1998), el salario real aumentó 5.44% (porcentaje mayor al aumento real acumulado con Peña Nieto).

  1. Según el Secretario de Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, entre diciembre de 2012 y marzo de 2017, el salario mínimo ha recuperado en 12.2% su poder adquisitivo en términos reales.
Falso, (otra vez): Los datos del INEGI muestran que la recuperación del salario real, lo que tienen los mexicanos para comprar más, no alcanza los porcentajes citados.

En conclusión…

No sólo es mentira que aumentó el poder adquisitivo de los mexicanos en estos cuatro años de gobierno de Enrique Peña Nieto, además, el gobierno federal ha utilizado porcentajes distintos para presumir ese incremento: el 1 de enero de 2017 el presidente habló de 15% de aumento; dos meses después dijo 13.5% y el secretario de Trabajo anunció un crecimiento de 12.2%.


Fuente

¡Chin! Creo que ya sé porqué Pena Miento le tiene tanta tirria al INEGI. Es una dependencia oficial y le lleva la contraria todo el tiempo :D

Y con eso de que El Copetes se empecina en sus manías narcisistas, pues ¡que Dios nos agarre confesados con el aumento que ya se prevee para los salarios mínimos al 2018 -para colmo, año electoral... y electorero)!
 
[CONTINUA DE LA ANTERIOR ENTRADA]

UNA DISCULPA, EN LA ANTERIOR ENTRADA CORTE MAL LA NOTA, OLVIDÉ INCLUIR LO SIGUIENTE E LA CONCLUSIÓN Y LA ETIQUETA DE QUE CONTINUABA AQUÍ

En el juego de cifras, todas son falsas: según los datos del INEGI, entre 2013 y 2016 el aumento del salario mínimo real fue de apenas 2.65%; cinco veces menos de lo que presume Peña Nieto.

Para poder adquirir todos los bienes de la canasta básica alimentaria y no alimentaria, el salario mínimo tendría que ser de 118.78 pesos y no de 80 pesos como el actual.



***



¿Cómo hicimos el cálculo?

Primero necesitas saber que:

El salario mínimo o salario mínimo nominal es la cantidad mínima en pesos mexicanos que debe recibir un trabajador de su empleador.

El Salario mínimo real representa el poder adquisitivo o de compra que tiene el trabajador con el salario mínimo nominal. Es decir, su capacidad de compra sin considerar la inflación: el aumento en el nivel de precios de todos los bienes y servicios en una economía.

Por ejemplo, el salario mínimo en el 2015 fue $70 pesos. Sin embargo, los precios de la economía por la inflación aumentaron 2.13%. Tomando en cuenta este aumento de precios, la capacidad de compra de un trabajador con salario mínimo se redujo a $59.

El salario mínimo real se calcula a partir de la división del salario mínimo nominal entre el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).

El INPC es calculado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), quien desde junio del 2011 tiene la facultad exclusiva de elaborar el índice. Entre 1968 y el 2011, el índice fue calculado por el Banco de México. El índice se calcula a partir de los precios de la canasta básica.

Fausto Hernández Trillo, profesor- investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), explicó que para aislar el efecto de la inflación en el salario mínimo es más adecuado utilizar el INPC, pues además de ser el cálculo oficial, está construido a partir de los precios de los bienes de la canasta básica, el aumento en el precio de dichos bienes afecta a los trabajadores que ganan el salario mínimo.

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